16
Evelyn.
Habían pasado dos días de la desaparición de Yoongi y la tensión era palpable. La señora Julia estaba muy nerviosa y, a pesar de que quisiera ocultarlo, era demasiado visible. Ella era como yo, si sentía algo se le notaba a kilómetros de distancia.
Yo traté de distraerla, yendo al parque a pasear un poco o invitándola a ver mis series romanticonas, pero no. Ella estaba demasiado preocupada, y no la criticaba: yo también lo estaba desde aquel comentario de Jungkook. Él se hizo el sordo de nuevo cuando le pregunté sobre el tema.
Odiaba, odiaba, odiaba y odiaba de una manera extrema que la gente hiciera como si no hubiera oído mis palabras cuando era obvio que así era. Era una falta de respeto, además de que era ignorar a la otra persona. Me ponía enferma que la gente hiciera dicho comportamiento. Aun así, él lo hizo, y encima trató de aparentar que él no dijo nada sobre que "era seguro que no volviera en mucho tiempo". ¿Que si me preocupaba Yoongi? ¡Sí! ¡Digo no!
Me importaba porque en cierta parte me casusaba interés saber donde demonios andaba metido y el motivo de que todos me escondieran cosas. Podía entender perfectamente que no me tuvieran a penas confianza, pero joder, que ya había pasado cierto tiempo. Me ofendía bastante que todos supieran prácticamente todo sobre mí y que yo les tuviera confianza para que ellos no correspondieran conmigo, era injusto. Pero no los iba a obligar a contarme sus cosas, eso no era "correcto".
¿Pero qué es correcto? Reflexiona...
De todas formas no me sentí bien esos últimos días. Me sentía desubicada, como si ese no fuera mi lugar. Siempre que tenía amigos, lo daba todo por ellos y ese mismo motivo era el que me terminaba dañando.
Debería de dar menos a las personas que realmente no se interesaban en mí.
Pero era imposible, era como pedir fuego al agua. Yo, Evelyn Carson, me encariñaba facilmente con las personas y era difícil hacr lo contrario: mi personalidad era así y no podía cambiarla, por mucho que lo intentara. Y claro, ese es el motivo de que me sintiera mal y desencajada en ese mundo en el que me había metido. Ellos me aceptaban, claro, yo les caía bien, pero no del todo. Y a pesar de que esto pudiera parecer que venía de una persona egocéntrica, era como lo sentía.
Porque me dolía que no tuvieran confianza en mí cuando yo sí que la tenía con ellos.
Tiré flojamente de mi pelo mientras unas pequeñas lágrimas resbalaban sobre mis mejillas. ¿Yo, llorar? Eso implicaba el fin del mundo. Me miré en el espejo del baño sintiéndome más pequeña de lo que ya era, y no era físicamente. Me sentía diminuta a los ojos de los demás: de mis padres, de ellos, e incluso, de mis amigos. Todos seguían viéndome como una pequeña renacuaja a la que tenían que cuidar, pero no era así. Yo tenía mi edad, yo ya sabía bastantes cosas de la vida y a pesar de que uno no sabrá jamás sobre todo lo que le envuelve, algo habrá de entender.
¿Pero nunca me había visto en el espejo? ¡Era toda una niña! Mi pelo rosa, el vestidito blanco que bien hubiera usado una preescolar y unas zapatillas de semáforo. ¿Cómo me iban a tomar en serio siendo así? Era completamente normal, alguien con esas pintas podía parecer cómico, pero nunca alguien de quien fiarse o a quien contarle tu vida. Pongamos un ejemplo: la chica bien trajeada del hospital.
¿A quién le confiarías tu vida? ¿A una chica con una camiseta que dice "fuck everithink" o a una chica que a pesar de no serlo, parece ser toda una profesional en su trabajo? Muchos sin conocerme realmente, elegirían a la segunda por obvias razones. Eso de que lo que importa no es el físico, pocos lo siguen. ¡Y no quiero decir que todos lo hagan! Pero desgraciadamente mucha gente sí que lo hacía.
Me lavé la cara para dejar de pensar en estupideces, no debía de cambiar y menos por nadie. Yo era como era, mi estilo y mi vestimenta no tenían porqué influir en mi forma de ser, y la gente que pensara de esa forma era porque realmente tenía la mente muy cerrada.
El agua fría me ayudaba a centrarme en las cosas que realmente merecían la pena, y el aspecto físico no era ninguna de ellas. Sí, era cierto, la forma de vestir de una persona podía definirla abiertamente, o tal vez no. Los pobres no tienen porqué tener mal corazón solo por vestir con cosas baratas, al igual que no todos los ricos son puros por tener más poder o dinero.
Eso eran cosas que nunca definirían a las personas, porque no todos nos definimos por lo que aparentamos ser, tampoco somos como realmente aparentamos.
El timbre de la puerta me hizo dar un respingo. Últimamente era demasiado asustadiza por lo del tema de Yoongi, pues eso de que tuviera cuentas pendientes con a saber qué personaje, no era nada de lo que estar orgulloso. Caminé en silencio hasta llegar a la puerta.
Y si a algo te acostumbras cuando empiezas a vivir en una casa repleta de soledad, de luz y de oscuridad; de brillo y de opacidad; es a aprender a estar en silencio. Ahora quizás empezaba a entender a Yoongi. Nunca creí que su ausencia llegara a ser tan devastadora.
Abrí la puerta para ver la sonrisa de mi jefe.
-Hola -Dijo- ¿Puedo pasar?-Dijo.
Últimamente hablaba más con él, a pesar de que mi propósito era escudriñar sobre Yoongi, él no abría la boca. Ignoraba mis preguntas como si nada y eso viniendo del jefe de un hospital y de una persona con la misma edad que yo, era demasiado irritante.
-Claro -Dije-.
A pesar de que él era uno de mis sospechosos -junto a Julia y el mismo Yoongi-, me caía demasiado bien. Tenía buen gusto con todas las cosas y siempre terminaba por sacarte una sonrisa con sus tonterías. Parecía mentira que ese chico aniñado fuera tan importante en mi lugar de trabajo.
-¿Cómo estás? -Dijo amablemente.
¿Cómo estaba? No sabría que decir. Me sentía pisoteada y a la vez normal, feliz con mi vida y por seguir adelante con todo.
-Bien -Dije poco convencida-.
Él asintió mientras pasaba la mirada por el salón. El mismo acto me ponía nerviosa, pues él hacía las cosas con tanta seguridad y conciencia que llegaban a debilitarme. En sí el aura tan tranquila y confiada de sí mismo te llegaba a poner nerviosa, era algo que a pesar de no verse se sentía.
-Por cierto -Volvió a verme-, ¿Quieres ir a dar una vuelta?
Lo miré poco convencida pero a la vez todo lo contrario. Tenía ganas de salir, no iba a negar que me sentía algo sola sin la compañía del peliverde -que a pesar de ser poca, la necesitaba-, pero no sabía que hacer. Me daba algo de pereza y a la vez no estaba en mis mejores condiciones, pero no tenía nada más interesante que hacer que no fuera ver las blancas paredes de la casa. Y si no eran blancas, eran las que yo había decorado.
Me mordí una uña, indecisa.
-No sé -Dije- ¿A dónde?
Él me miró con un deje de compasión y ternura, cosa que amaba que hiciera, se veía muy lindo sonriendo de esa forma.
-Podemos ir a un lugar tranquilo si te apetece -Dijo haciendo gestos con las manos-.
Bueno, eso estaba bastante bien. Despejarme y aclarar cosas sería muy importante para que pudiera pensar con claridad, también debía tratar de sacarle la información al chico, pues estaba necesitada de ella.
-Claro, espérame cinco min -Dije con los dedos de la mano mostrando cinco-.
Él asintió y yo me dirigí a mi habitación.
Agarré los únicos pantalones negros que tenía y me los combiné con una camisa blanca. Sí, dije que no iba a cambiar, aun así... Tenía que probar. Quería saber cómo se sentía la gente vistiéndose de una manera tan simple y sin destaque, aunque no iba a quitar a mis Nike fosforescentes de mi vestimenta. El día en el que hiciera eso estaría perdida.
Peiné mi pelo con los dedos dejándolo suelto. Ese día iba a tener una leve transformación desde Evelyn hasta Yoongi. Era como un experimento, además, ¿Si vestía todos los colores, por qué no probar estos?
Me miré en el espejo que tenía en mi habitación. Realmente me veía diferente, incluso más alta. Pero no me agradaba, era totalmente diferente a lo que yo quería mostrar de mí misma y no era para nada atrayente. Me sentía como si fuera una más en el mundo gris en el que la gente se empeñaba en construir.
Un par de segundos, nada más ni nada menos, fueron los que me hicieron falta para calzarme con mis zapatillas amarillas. También tenía las verdes, pero sinceramente ese día prefería las amarillas. Yo usaba las zapatillas según mi estado de ánimo, pues era cierto que ninguna conjuntaba con ningún estilo de vestimenta.
Salí de mi habitación con el querido portazo de salida y me dirigí al salón, donde me esperaba Jungkook con la mirada perdida. Realmente quería meterme en sus pensamientos para saber qué exactamente era lo que cruzaba sus pensamientos.
-Ey -Dije para ganarme su atención- ¿Vamos? -Dije alisando las arrugas invisibles de mi blusa.
-Claro -Sonrió tiernamente.
Dios, si las sonrisas mataran, estaría bajo tierra.
~~~
Pasábamos cerca de un pequeño y estrecho río. Jungkook no dejaba de hacerme reír con cada tontería que decía, realmente él era alguien que definitivamente te podía sacar una sonrisa. Era demasiado carismático y te contagiaba las ganas de reír junto a él. Era... lindo. Sí, lindo. No solo regalaba sonrisas, te daba unas ganas imparables de darle un abrazo. Era demasiado adorable.
-Mi madre solía cantarme canciones cuando quería que me durmiera -Empezó-...hubo un tiempo en el que empecé a dormirme antes de la hora para que ella no me cantara-.
Wow. Fabulosa forma de decir que su madre cantaba mal, enserio.
Reí aunque sabía bien que a mí no me habría hecho gracia que me lo hubieran hecho a mí. Caminamos juntos un buen tramo hasta llegar a una especie de puente de madera. El viento era suave y agradable, la tranquilidad del lugar era lo que más te llamaba la atención poque, a pesar de estar lleno de gente, no se oía una mosca.
De un momento a otro, Jungkook tomó mi mano, entrelazando mis dedos con los suyos. Agaché mi cabeza para que no se notara tanto que estaba demasiado sonrojada mientras veía que él estaba tan tranquilo. Sí, tomarle la mano a una persona no es para tanto, pero que él te la tomara de una forma tan cariñosa te ponía demasiado nerviosa. Con palabras no sabría decir con exactitud como se sentía, pero era demasiado agradable.
Aun así, no me sentía del todo a gusto con él. Me sentía pequeña y vigilada, como cuando tus padres de dejan salir de fiesta pero es con muchas condiciones. Era una sensación extraña, demasiado.
-Jungkook -Lo llamé- ¿No nos estamos alejando demasiado? -Dije al ver que ya habíamos salido del parque y estábamos empezando a adentrarnos en un bosque.
Él estaba con la mirada perdida en el cielo, haciendo caso omiso a mis palabras. Decidí que soltarle la mano y detenerme era una buena opción, de modo que traté de deslizar mi mano de la suya. Pero este apretó ligera y discretamente mi mano, haciendo que no lo pudiera soltar. Estaba empezando a tensarme, pues él no me había dado una respuesta coherente y como si no me diera cuenta, estaba empezando a agarrarme con más fuerza. Actuaba tan sutilmente que no te dabas cuenta de lo que hacía.
-Jungkook te estoy hablando -Dije para llamarle la atención, algo preocupada- ¿Acaso no ves que ya es de noche? Quiero volver a casa, suéltame -.
-¿Eh? ¿Qué decías? -Dijo volviendo la mirada hacia mí.
Decir que estaba tensa, nerviosa o preocupada no se acercaba a la realidad. Estaba asustada, que él tuviera esa actitud hacia mí no me gustaba en absoluto, más si era un sospechoso principal sobre lo que le pasaba a Yoongi. Él se comportaba de manera extraña, haciendo que tú cayeras en el limbo de sus acciones.
Se acercó a mí a una distancia considerable.
-Quiero irm-
Me besó.
Él simplemente unió nuestros labios sellándolos cálidamente. Apretó levemente mi muñeca y se acercó más a mí. Abrí los ojos y lo vi algo asustada, ¿Pero por qué habría que estarlo? Solo me estaba besando, ¿Verdad? Pero aquello era demasiado diferente a lo que sentí con Yoongi. No sentía nada cuando él lo hizo, no me ponía nerviosa como lo hacía Yoongi, simplemente no me dejaba en el aire.
Él no me gustaba.
Lo observé. Sus párpados estaban cerrados dejándome ver sus pestañas. Entonces la noche ya había caído y nosotros estábamos en medio de un bosque que yo desconocía completamente, pues tampoco conocía demasiado la ciudad en la que vivía.
Miré a mi alrededor, tratando de encontrar algo o alguien que me sirviera como escusa para salir de allí.
Entonces lo vi.
Encapuchado con una sudadera negra, dejaba ver su pelo de color menta. No estaba del todo segura, pero podía jurar que los orbes oscuros de sus ojos estaban mirándonos con atención. No estaba a una gran distancia de nosotros, pero sí a la suficiente como para no ser visto. Traté de soltarme del agarre de Jeon cuando este profundizó el beso, estaba dejándome sin aire.
Me moví tratando de zafarme pero este me agarró con más fuerzas. Yoongi hizo una cara de decepción y se dió la vuelta para marcharse. Lágrimas empezaron a bañarme los ojos, el estúpido de mi "jefe" me estaba inmobilizando para que no pudiera correr, mientras veía que Yoongi se alejaba de nosotros.
En ese momento mi cabeza estaba en una especie de lapso en la que rondaban tres preguntas: ¿Qué hacía Yoongi aquí? ¿Por qué Jeon no me dejaba? Y sobretodo, ¿Jeon había acudido a propósito al lugar?
-Suéltame -Dije cunado se separó de mí- ¿Qué mierda estás haciendo?
Sobre sus labios rojos e inchados, pude observar una mueca de felicidad. Pero no era felicidad sincera. Estaba segura de que él no había sentido nada al besarme, pues su rostro estaba cubierto de superioridad y de victoria, como si hubiera ganado algo besándome.
Y sí, puede que besar a una persona solo sea el acto de unir sus labios con los tuyos. Pero para mí significa mucho más: sentimientos.
La impotencia de no poder pegarle un puñetazo y romperle la cara me podía. No era que tuviera miedo -que en parte, sí-, pero estábamos en un lugar que yo desconocía en plena oscuridad y eso no me inspiraba ningún tipo de confianza.
El dibujó una sonrisa.
-Besarte -Dijo como si nada-.
Apreté los puños con fuerza, clavándome las uñas en las palmas de las manos. La útima vez que hice esto terminé con moraduras, pero ahora era un paso superior. Sentía que me estaba desgarrrando la piel, pero no me importaba.
-Quiero ir a casa -Dije firme-.
-Está bien, ahora te llevo -Dijo como si no fuera consciente de lo que acababa de pasar-.
Caminamos de vuelta a casa en un siencio incómodo y a la vez delatador. Las ganas de pegarle me superaban, pues realmente aquello que había hecho era algo despreciable. En verdad tampoco sabía si la persona que había visto era Yoongi, no estaba segura. Pero era la única persona con el pelo teñido de ese color, al menos, en todo el continente. Pero no podía asegurar cosas todavía sin saber, al igual que el hecho de que Jungkook me hubiera llevado a aquel lugar para besarme delante de Yoongi.
Supongo que esto eran meras suposiciones, tampoco tenia que sacar conclusiones precipitadas de esta noche. ¡Que tan solo habíamos paseado! Tampoco era para tanto, ¿Verdad?
Eso supuse.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro