14
Evelyn.
Me desperté por el horrendo sonido proveniente de mi celular. Me froté la cabeza -que milagrosamente, ya no me dolía- y traté de sacar el ruidoso aparato de mis pantalones. Después de forcejear un rato, conseguí sacarlo, para ver que tenía una videollamada del grupo de videojuegos entrate. Es decir, el grupo en el que estábamos Andrés, Sofía y yo.
Me senté rápidamente en la cama, acordándome de que estaba en casa de Jeon. Miré la hora que era en la pantalla de mi celular... ¡Las dos de la mañana! ¡Nada más ni nada menos! ¿Cómo demonios podía dormir tanto en una casa ajena? Qué vergüenza...
El sonido del teléfono me volvió a la vida real. Hacía poco que me había cambiado a un tono de llamada muy extraño y algo irritante: el de un gallo. Sí, tal cual, el típico gallo que canta a las seis de la mañana era el que me alertaría de mis llamadas.
Me "peiné" mi pelo con los dedos y me enderecé, tomando una postura más favorable. Alejé un poco el móvil para que mis amigos pudieran verme y respondí la llamada.
-¡Por fin! -Dijo Andrés con cara de desesperación- Pense en irme ya...
Volqué los ojos. Andrés, mi amigo, podía ser demasiado dramático cuando se lo proponía. Sofía asintió con la cabeza para darle énfasis, cosa que no me ayudaba en absoluto. Abrí la boca e hice gesto de señora ofendida:
-Si no llamárais a las dos de la mañana...-Me quejé.
-Evelyn, aun no se ha hecho de noche -Reprochó él, apoyando la cara sobre el dorso de su mano-.
Palmeé mi frente mentalmente. Este chico a veces podía ser demasiado estúpido, de verdad.
-Ah es cierto -Dijo Sofi-, el cambio de horario-.
-Una que entiende -Dije con ironía.
-Amiga eso no es a lo que venimos -Dijo la ojiazul.
Hice cara de extrañada, ¿Había pasado algo?
-Así es -Dijo Andrés mientras miraba la cámara con aburrimiento. Supuse que había estado leyendo, pues tenía sus gafas de lectura puestas-.
-¿Qué pasó? -Dije algo inquieta.
Sofía jugó con el borde de su sudadera y Andrés se limitó a llevar la vista a otro lado. Algo andaba mal. Pero entonces, Andrés volvió la vista a la pantalla e hizo una mueca de indignación.
-¿Cuándo pensabas contarnos que tenías novio? -Dijo.
-Además, es muy guapo -Añadió Sofi.
Los miré con incredulidad, ¿Cómo sabían ellos eso?
-¿De qué habláis? -Dije mirando a la pantalla del teléfono.
-De la fiestecita -Añadió el pelinegro-, hay fotos por todas partes de ti con un hombre muy apuesto...
-¡Sí! -Dijo con interés Sofía- Está en tendencias, mira esto -Ella me mostró la pantalla de el ordenador blanco que siempre cargaba a todos lados. En él aparecían varias fotos, una conmigo y ¿Jeon Jungkook? Apunto de besarnos, la otra salgo con ¿¡Yoongi!?, ¿¡Discutiendo!?- Hay muchas más, provenientes de la misma empresa del hospital en el que trabaj...
-Tengo que colgar -La corté-.
Sabía que esto jodía muchísimo, pero mi cabeza estaba como un torbellino.
Salí de la habitación con prisas mientras mi cabeza empezaba a dolerme de una manera impresionante. Todo el dolor de antes se podía haber sentido ahora se estaba triplicando por mil. Todo me daba vueltas mientras recordaba todo: "simple".
Aquella palabra resonó en mi cabeza mientras yo trataba de salir de aquella casa. Simple, simple, simple... Eso era lo que me trajo a esta situación. Yoongi, me trajistes a esta situación, ¿Verdad? ¿Te hicistes pasar por mi novio, verdad? ¿Qué querías exactamente de mí?
Entonces momentos fugaces destellaron mi mente, mientras yo daba zancadas con mis zapatillas verdes. Que él era mi paciente, lo del casi-beso con Jeon, lo de la pelea que tuvimos... Todo aquello estaba mareándome y dejándome prácticamente inconsciente. Eran demasiadas cosas que no podía controlar a la vez, todos los recuerdos sacudían mi cabeza mientras que esta se limitaba a dolerme cada vez más y más.
Di zancadas hasta llegar a la puerta de la diminuta casa y sin importarme el ruido que hiciera, o si despertaba a todo el vecindario, la abrí bruscamente y salí de allí.
Estaba harta. Harta de que todo el mundo creyera que podía mentirme o engañarme como si fuera estúpida. Yoongi, te aprovechaste de mi condición. Menos mal que no llegué a hacer nada con él, eso lo habría lamentado demasiado en un momento como este.
Me sentía engañada y traicionada, como si todo lo bueno para mí ya hubiera desaparecido, ahora solo quedaba el rencor por el engaño que ambos, Yoongi y Jungkook, me habían hecho. Porque Jungkook debería de haberme aclarado las cosas. Pero ahora no hacían falta aclaraciones: me acordaba de todo, absolutamente de todo.
A pesar de que podía haber desfallecido por el terrible dolor de cabeza allí mismo, el enfado me superaba. Recuerdo que yo era de emociones fuertes y desatadas, y esto me superaba. Quería matarlos en ese mismo instante, a los dos. Se merecían un buen escarmiento, me habían manipulado haciendo como si nada hubiera pasado.
Eso era de ser un escremento como persona.
Era la primera vez que sentía frío, o más bien, que sentía frío en verano. Mi vestido de corazones no daba a mucho, la tela no era demasiado gruesa y me estaba helando. Pero el enfado me calentaba de una manera impresionante. Realmente quería aboetearlos, hacerlos pasar por lo mismo que yo.
Se aprovecharon de mí, ¿Qué hubiera podido llegar a pasar?
¿Qué hubiera llegado a pasar sabiendo que estaba empezando a sentir cosas por Yoongi?
Y por Jungkook, a pesar de sentir amistad, me sentía vilmente traicionada. Habían jugado conmigo, ¿Hasta qué puto extremo lo iban a seguir llevando? Quería desintegrar todo a mi alrededor en ese momento. Os lo digo enserio, no sabía que cosa tan mala hice para merecer esto, realmente no lo entendía.
Caminé por las oscuras y silenciosas calles con los puños apretados y la cabeza a punto de estallarme. Cada vez me venían más imágenes de aquellos días, y cada vez me sentía más nefasto. No había emoción que pudiera describir la forma en que me encontraba en ese momento: pelo revuelto, vestido de tirantes y zapatillas fluorescentes, dolor de cabeza, recupero de memoria, enfado inestable...
No, no había palabra que describiera mi imagen en ese momento.
Llegué al edificio y pasé de llamar. Le di una patada a la puerta y se abrió -no por mi fuerza, sino porque estaba muy vieja-. La empujé de un manotazo estampándola contra la pared, cosa que provocó que algo de polvo cayera sobre mi cabeza, haciendo que tuviera un aspecto inmejorable.
Subí cada peldaño de las escaleras queriendo fundirlos, con los labios apretados en una firme línea mientras mi mirada solo denotaba algo: furia.
Y no me hizo falta echar abajo la puerta de mi casa, pues Jungkook estaba saliendo de esta. ¿Qué coño hacía en mi casa, si se podía saber? Pero él no estaba solo. Yoongi estaba con una sonrisa ladina y a la vez macabra en su rostro que me hubiera llegado a dar miedo sino fuera porque quería eliminar su existencia del planeta. Ellos no se percataron de que yo estaba allí, pues mi jefe estaba con los ojos muy abiertos mirando al imbécil de mi "novio".
No tenía ni mínima idea de lo que estaban haciendo, pues Yoongi estaba acorralando a Jeon contra la pared, pero la oscuridad del lugar me impedía ver.
Pegué un puñetazo a la pared que resonó en todo el edificio. Ellos dos se giraron alarmados a ver qué había causado tan fuerte estruendo. Pero entonces, pude observar cómo, claramente, el peliverde cargaba con un arma. ¿Eran alucinaciones? Podía ser, los pinchazos en mi cabeza regresaron.
-Par de imbéciles...-Dije sin pudor alguno, acercándome a estos dos- ¿Quién iba a contarme, eh?
Ellos se miraron incrédulos y vi que Yoongi se guardó algo en el bolsillo trasero del pantalón, hice caso omiso a eso.
Me acerqué a Min y sin pensármelo dos veces, le di una fuerte bofetada que les sacó una exhalación a ambos. ¿Qué, no podían ver a una mujer pegar a un hombre? Se lo merecía el muy imbécil.
Me separé de él sin ningún gesto de su parte.
-¡Venga, animaros! -Dije con ironía- ¿Nos es esto a lo que jugáis? ¿A mantener el engaño más fuerte? -Estaba en el límite, por lo que todo acto o palabra que procedieran de mí no iban a tener nada de coherencia.
-Evelyn -Dijo mi jefe- ¿De qué hablas?
Tiró de mi para que tratara de relajarme, pero con un jalón me separé de él. Me repudía cualquier tacto que viniera de tales personas como ellos, no lo iba a soportar o tolerar, ya no más.
-¿De qué hablo? -Me giré a ver la cara de Yoongi, quien yacía sobre la pared mirando la escena sin emoción aparente- ¿Tú sabes, verdad? -Dije mirando al de la morgue- Os he descubierto, ya no juguéis más a las bromitas -Dije con los puños todavía apretados, clavándome las uñas en las palmas de mis manos- , os juro qu-
-Evelyn, relájate -Dijo el osado de Jungkook-.
Me tomó del brazo de nuevo y la impotencia regresó a mí. ¿Encima? ¿Querían que me quedara de brazos cruzados? Y una mierda. Yo lucharía siempre que hiciera falta y esto no era ninguna clase de excepción. Al carajo con todo.
-Suéltame -Dije forcejeando-.
Él no lo hizo. Me retuvo aunque le dije que parara.
-¿¡No la oyes!? -Gritó Yoongi apartando al idiota núm.2 de mi lado con un empujón- Te dijo que la soltaras -Dijo lentamente.
Entonces empezó una batallita de miradas entre estos dos. Estaban ignorándome, estaban pasando de mi cara mientras se miraban con frialdad y ira. Faltaba un milímetro para que aquello empezara a echar chispas.
-Te dije que la dejaras -Dijo un Yoongi al que no reconocía-.
-Yo te dije que dejaras a Miriam -Dijo con sarcasmo el otro-, pero no lo hiciste hijo de put*-Escupió-.
El pelo-verde agarró por el borde de la camisa al otro y lo estampó de nuevo contra la pared, ahogándolo.
-No fue mi culpa -Dijo hirientemente y lo dejó caer al suelo-.
Me miró sin significado y yo me volví a acercar a él.
-Dime lo que quieras -Dijo cuando estábamos a un milímetro de que nuestras caras chocaran-. Me lo merezco, soy un imbécil-.
Lágrimas brotaron de mis ojos mientras me mantenía inmóvild delante de él. Nuestros ojos conectaban, todas las emociones que sentía eran demasiado fuertes como para dejarme llevar por una sola. Me mantuve llorando en su cara, mientras él me miraba con oscuridad enterrada en lo más profundo de su ser.
-¿Simple? -susurré- Jamás tu vida, vuelvas a llamarme así -Inspiré- No tienes ni idea de lo que uno puede pasar por la vida, para que lo insultes. No eres nadie para llamarme así -Dije, para luego subir el tono de voz- ¿¡Lo entiendes!?-Grité.
Él no dijo nada, sus ojos estaban cristalizados. Ahora resultaba que podía tener sentimientos, oh. Me acerqué más a él.
-Eres un idiota y lo peor de todo es que me gust-
Dolor de cabeza y mis piernas flaqueando: caí al suelo.
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