13
Jeon Jungkook.
Una vez me encontré fuera de mi casa, suspiré dejándome caer contra la pared. Debía de tener que explicarle a Yoongi demasiadas cosas, y sabía que él me repudiaba. Sonreí por inercia, el muy bastardo iba a quedarse sin lo que quería por ser tan estúpido.
Caminé hasta llegar a la calle y me encaminé hasta llegar al pequeño piso en el que vivía. Me sorprendió y no gratamente enterarme de que Yoongi vivía con Evelyn. Le dejé suficientemente claro que no quería verlo cerca de ella, pero como muchas cosas, él me volvió a ignorar. Yo necesitaba a la chica para mis fines pero el muy imbécil se tenía que meter por el medio.
Con suficiencia, caminé planeando las próximas palabras que le dedicaría al pelo teñido.
Yoongi, prepárate. Ahora sufrirás todo lo que tú me hiciste sufrir a mí.
Llegué al portal del musgoso y horrendo edificio en el que residía la parejita y marqué el número de su casa. Supongo que él creería que era Evelyn, porque abrió la puerta sin decir nada.
Empecé a subir las escaleras como si fuera la mismísima carpa, o la muerte a punto de firmar su sentencia, porque eso era exactamente lo que iba a hacer. Cuando terminé de subir las escaleras, me dirigí a la puerta correspondiente, que yacía abierta de par en par. El muy inconsciente se la había dejado abierta de par en par, como si nada.
Pasé dentro de la casa y cerré la puerta con suavidad para que no hiciera demasiado ruido.
-Evelyn, que sepas que no te pienso perdon- Dijo el flacucho acercándose a mí.
Con un movimiento rápido me saqué la pistola que siempre cargaba en un bolsillo oculto de mi traje y le apunté directamente a la cabeza. Él se quedó paralizado mientras me miraba con el ceño fruncido y los ojos abiertos de par en par, no lo juzgaba cualquiera al conocerme de verdad me tendría miedo al verme cargar con una pistola. El muñeco colorido que cargaba cayó al suelo a causa de la impresión mientras yo lo miraba amenazadoramente.
Por fin íbamos a ajustar cuentas.
Lo tenía donde quería, al igual que a la peli-rosa.
-Jeon, sé que no tienes balas -Dijo Min recuperando su compostura acercándose a mí peligrosamente.
Con un chasquido cargué el arma.
-Quédate quieto o te vuelo la cabeza -Dije seriamente mientras lo miraba de manera amenazadora.
Se detuvo en seco y tragó.
-Ya hemos hablado est-
-¡Cierra la boca! -Grité- Tú sabes muy bien lo que quiero-.
Me acerqué a él.
-Ni de coña -Dijo seriamente.
El muy inteligente sabía que me podía desarmar con sus palabras, pero con un par de insultos no iba a bastar. Yo tenía arma y él no, y a pesar de que yo fuera casi incapaz de disparar, lo podía hacer si seguía provocándome.
-Me debes. Ella o tú -Dije amenazadoramente-.
-No te atrevas a tocarle un pelo -Me miró con destellos de ira en sus ojos-.
Reí cínicamente, a lo que él aprovechó a robarme la pistola.
-Nuestras cosas se arreglan entre nosotros, ¿Verdad? -Sopló en mi cara acorralándome contra la pared- Sabes que yo no tengo piedad-.
Estaba entre la pistola y la pared, pues el objeto que podría dejar un agujero en mi cabeza se mantenía presionado con mucha fuerza contra esta, dejándome sin recursos. Pero no iba a caer. Yo quería a Yoongi muerto, o por lo menos, dejarle sin aliento para seguir adelante. Iba a joderle lo máximo que pudiera, tal y como él lo hizo conmigo.
Y si hacía falta meter a la chica, lo haría.
-Y en el momento en que la toques -Sonrió con maldad-, juro que te haré pasar por lo peor.
Sonreí tratando de ocultar mis nervios.
-Bueno, que ella decida -Respiré hondamente-. Caer contigo, o hundirse conmigo.
Y esa sonrisa ladeada que mostraban sus labios me lo dijo todo.
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