Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

10

Evelyn.

Estaba comiendo la mar de tranquila un bol de fresas -sí, comía boles enteros de fresas para desayunar-. Pensaba en cosas irrelevantes mientras mi mano izquierda sostenía mi celular, pasando arriba y abajo el dedo con aburrimiento. Ya no habían series o dramas que fueran lo suficientemente interesantes como para verlos en el sofá con un bol de palomitas. Ahora todas las series o libros eran demasiado parecidos, con la trama similar y sin originalidad. Y no digo que yo fuera la persona más original del mundo, no cuando en primaria copié un par de historias para un concurso.

Ahora mismo me daría una bofetada mental, pues el que yo hubiera hecho algo que ahora mismo detestaba, el plagio, era algo asqueroso. La palabra "asqueroso" no lo definiría con exactitud, aun así no era algo de lo que me enorgulleciera.

Respiré honda y pesadamente mientras bajaba la página de mi buscador, estaba en lo correcto: tendría que volver a verme la saga completa de "amores imposibles". Estaba enamorada de los protagonistas, pues a pesar de que la chica fuera completamente ruda y -al parecer- sin sentimientos, era la copia romanticona de Julieta. El chico no era demasiado atrayente, aun así, la valentía que había demostrado tener a lo largo de la serie había terminado por ganarse mi corazón.

Podía parecer un locura, o tal vez un acto propio de una persona infantil y poco madura, pero después de haberme visto tres veces la serie desde mi adolescencia, lo iba a volver a hacer. En mi defensa debía decir que la serie estaba demasiado buena como para verla una única vez, aunque quizás exageraba al vérmela tantas veces.

-Ey -Dijo el pelo verde, aunque no podía voltear a verle, pues aun estaba leyendo cosas en mi celular demasiado importantes como para prestarle atención a el chico-.

Asentí con la cabeza a modo de saludo, pues la noticia que estaba leyendo era demasiado importante: ¡Amores imposibles sacaba nueva temporada!

-¡Bien! -Chillé dando un salto y moviendo la mesa-.

Empecé a dar vueltas de alegría mientras seguía masticando algunas de mis fresas. Dios, ¿¡Otra temporada!? ¡Era el mejor día de mi vida! Empecé a gritar como una ardilla estrangulándose mientras daba saltitos de felicidad con el teléfono agarrado a mi mano. ¡Aquello era maravilloso!

-¿Qué te hace tan feliz? -Dijo mi compañero de piso arrebatando mi celular- ¿Enserio?- Bufó y me lo lanzó- Esto es pura basura, deberías de ver películas de verdad-.

Lo cogí al vuelo para seguidamente mirarlo con indignación.

-¿Enserio se supone que tú eres mi hombre amado? -Entrecerré los ojos haciendo una mueca de desconfianza- No creo que alguien como tú lo sea-.

Él apoyó su mano en la mesa y se dejó caer sobre ella con picardía, mientras me miraba como un egocéntrico:

-Alguien jodidamente hermoso como yo, listísimo  un genio incomparable, no está a tu altura, ¿Verdad? -Dijo con una sonrisa ladeada en su rostro-.

Hice una mueca de asco -algo falsa, la verdad- mientras simulaba arcadas, también demasiado falsas. Él vió mi forma de actuar y rectificó:

-Era broma mujer -Dijo negando con la cabeza-.

Entonces recapacité en una cosa: no sabía su nombre. El caso era que se me hacía algo incómodo ir y preguntarle : Ey, ¿Cuál es tu nombre?, Pero se suponía que era mi pareja y que lo tendría que saber, y aunque trataba de no llamarlo por su nombre, algún día llegaría la hora y supongo que más vale tarde que nunca.

Me rasqué la nuca con nerviosismo mientras él se iba a servirse una taza de café. Observé como cogía este y lo ponía en la cafetera. Jamás entendería como hacía la gente para preparar este tipo de bebidas, yo siempre observaba a mi abuela prepararlas para mi abuelo, pero por mucho que la observara, jamás terminaría aprendiendo a hacerlas.

-Por cierto -Empecé tanteando el terreno-, ¿Podrías decirme tu nombre?

A la mierda con tantear y esas cosas, siempre que intentaba sonar recapacitativa lo perdía por mi gran capacidad de decir las cosas a la ligera. Me arrepentí por haber lanzado la pregunta, así sin más y sin ninguna sensibilidad, aunque tampoco era nada incorrecto, necesitaba saber su nombre. Aunque claro, imagina que tu novia te pregunta eso, no es muy agradable que digamos. Aunque no me quedaba opción...

El chico volteó a verme con el café ya preparado entre sus manos. Su expresión era neutra, tratando de no mostrar expresiones, pero a la vez se veía un deje de decepción y sorpresa en su rostro.  Me miró con la boca entreabierta y con los ojos algo más abiertos que decostumbre, aunque seguían igual de rasgados que siempre. 

En otra situación me hubiera reído, pero el caso era que la situación se había tornado algo incómoda, pues la pregunta también lo era. Él me miraba con algo de disgusto, lo veía normal, aunque yo no tenía la culpa de perder la memoria. Bueno, quizás sí, pero no podía controlar los recuerdos que se me habían borrado, de modo que me lo debería de decir. Teóricamente iría recuperando la memoria poco a poco, aun así no iba a esperar hasta el día que recuperara la memoria para saber su nombre.

En ese momento yo no lo terminaba de ver como mi "pareja", como mi "novio", pues hacía a penas un día que me había enterado de aquello. No lo veía porque no recordaba las cosas, para mí él de momento era alguien más hasta que recuperara los recuerdos o se crearan otros nuevo. Por otro lado, si alguien se había ganado mi corazón debía de ser un buen candidato sin duda alguna, pues no olvidemos que yo me prometí con persistencia no enamorarme jamás.

Era un borrón y cuenta nueva.

-Min Yoongi -Dijo con voz seca y a la vez firme-.

Asentí lentamente con la cabeza.

Espera, ¿Min Yoongi? Era aquel el nombre que Julia me nombró ayer. Al parecer ella también lo debería conocer, era más que obvio.

-Está bien...-Lo miré- Yoongi-.

Entonces él se acercó a la mesa en la que yo estaba sentada comiendo mis frutas y dejó caer un par de pequeños papeles sobre esta. Seguí devorando mi comida hasta que él, aparentemente ofendido porque no leyera lo que acababa de dejar sobre la pequeña mesita blanca, los arrastró con los dedos índice y corazón hasta que estos quedaron a centímetros de mi bol. Los miré con el ceño fruncido mientras el tal Yoongi me miraba diciendo: "Venga, ¿A qué esperas?", de modo que simplemente tomé uno con la mano que tenía libre y empecé a leerlo.

-¿¡Qué!? -Volví a saltar por mero impulso, haciendo que la mesa se moviera y que por poco terminara con la vida de mis fresas -si es que acaso tenían- ¿¡Una entrada a Fantasyland!?- Dije gritando el nombre de aquel parque temático.

Fantasyland se trataba de uno de los parques de atracciones más grandes del mundo, con centenares de montañas rusas y otras atracciones. Eran enormes y tremendamente abundantes de gente, pues todos quería ir a disfrutar de las maravillosas atracciones que este disponía.

He de admitir que nunca antes había pisado aquel lugar, el hecho de que fuera caro empeoraba la situación. Siempre traté de convencer a mis padres, pero ambos se negaban diciendo que aquello era "peligroso" e innecesario, aunque yo lo veía demasiado necesario para mis neuronas, las que siempre querían estar en una fiesta constante. No culpaba a mis padres, pues la verdad era que a mí también se me haría algo difícil negar de esa forma a una niña de diez años. Y sí, si preguntáis, podía seguir teniendo la misma mentalidad que desde aquel entonces, por lo que tener una entrada para aquel lugar entre mis manos era todo un honor.

-Podríamos ir esta tarde -Dijo Yoongi con aire aburrido-.

Lo miré con admiración y una pizca de indignación.

Ya entendía porqué aquel muchacho algo escuálido y de vestimenta oscura se había ganado mi corazón, lo tenía completamente claro aunque a veces dudara de esos aires de arrogancia que se daba. Aun así, esa forma de actuar tan irrelevante, como si no le afectara e importara nada, hacía que me dieran ganas de abofetearlo. Realmente, verlo tan poco entuasiasmado con las cosas mientras a mí me importaban tanto era algo extraño y de alguna manera, frustrante.

-¿No te emociona? -Dije con incredulidad, parada y pasmada.

Él bebía de su taza de café mientras oía mis quejas. Levantó la mirada sin dejar de sorber ruidosamente su taza -cosa que odiaba, era realmente molesto-. Fijó su oscura y penetrante mirada en mis claros ojos color avellana. Se encogió de hombros y volvió su mirada a la taza de café que debería de estar vacía por lógica.

Empezó a sorber con más fuerza la taza haciendo un ruido demasiado... simplemente era estresante. Podía jurar que no le quedaba bebida, lo podía asegurar con certeza, aun así seguía haciendo ese acto que me repudiaba.

-¿Puedes dejar de hacer eso? -Dije cuando creí que ya no podía aguantar más sin llamarle la atención por su falta de educación.

-¿El qué? -Sorbió más fuerte si es que acaso eso era posible-.

-¡Eso! ¡El maldito ruidito! -Dije gritando y señalándole.

-¡No te oigo! -Dijo entre risas.

Me acerqué a él dando un par de zancadas y de muy mal humor le arranqué la taza que mantenía entre sus labios y la dejé bruscamente sobre la piedra de mármol de la mesa. Cambié mi faceta a una cara totalmente sonriente -y algo irónica- para decirle:

-Ya está -me sacudí el polvo inexistente de mis manos-.

Él me fulminó con la mirada y su rostro cambió totalmente, tomando un semblante serio y grave.

-No vuelvas a tocar mi taza -Dijo como si eso fuera lo más grave del mundo-.

Sí, claro, no vaya a ser que a su taza le entre un poco de belleza, eso sería un crimen contra los derechos humanos. Quería reír en su cara pero no lo hice, pues todavía no tenía demasiada confianza en él y no sabía que era capaz de hacer por una simple taza. A saber de donde había salido ese artilujio de cerámica...

-Ok -Dije tratando de calmar el ambiente-.

El chico solo se dirigó a limpiarla con una lentitud que hubiera estresado a cualquiera, le pedía permiso a un pie para mover el otro y viceversa. Era demasiado incómodo ver como con toda la paciencia del universo fregaba su taza mientras yo me mantenía de pie en una esquinita de la cocina. Puede, solo puede, que no hubiera tratado su taza con un cuidado especial, pero ¡Venga ya! Él estaba provocándome a propósito, encima después de ser consciente de que aquel sonidito me agobiaba. Tampoco era que hubiera roto la taza, simplemente había hecho ruido al chocar contra la cerámica, no la había roto...

-Mira -No me dió tiempo a reaccionar, Yoongi casi me estampó la taza en la cara-.

Alcé una ceja tratando de ver algo, mientras lo único que observaba era la superfície roja de su taza.

-No veo nada si me incrustas la bendita taza en los ojos -Dije irónicamente-.

Entonces él la alejó un milímetro, cosa que tampoco era que me facilitara ver nada. Supongo que se abría molestado con algo relacionado con la taza, pero era imposible para mí ver más allá de la cerámica roja.

-¿Ves eso? -Señaló un punto en la taza- Es una grieta, causada por tí, por cierto-.

Entonces por fin pude ver con dificultad a lo que se refería. Una diminuta rayita se había instalado en la taza, según las insinuaciones del chico, por mi culpa. Caí en lo cierto cuando me acordé del golpe que le había dado al quitársela y me tapé la boca reprimiendo una sonrisilla. ¿Tanto drama por una grieta casi inexistente? ¿Enserio? Aquello era demasiado infantil, quizás demasiado Yoongi.

-Hum lo siento por...-pensé un momento- hacerle un daño inofensivo e irrelavante a tu preciadísima taza -Me encogí de hombros-.

La verdad era que dudaba seriamente de que aquella grietecita la hubiera provocado yo, aun así él se veía afectado e indignado, aunque a mí me importara más bien poco.

Yoongi volcó sus ojos y se dió la vuelta para dejar la taza con sumo cuidado en su sitio. Cuando digo "sumo" es porque realmente la tomó con las dos manos como si fuera un crío y la depositó con sumo cuidado, tanto, que me llegó a dar envidia. Envidia porque yo jamás hubiera podido dejar una taza con ese cariño en el que él lo había hecho.

Cuando era pequeña -bueno, esto se podría aplicar también a cuando era mayor, o sea, a ahora- mis padres me regañaban constantemente por mi falta de cuidado con las cosas. Lo poco razonable era que ellos me dijeran eso cuando muchas veces ellos eran los que trataban las cosas sin esmero, y si aprendí a tratar las cosas de esa forma sería porque lo hice de ellos. Como siempre me diría mi abuela: de tal palo tal astilla.

-Saldremos antes de comer -Dijo el chico peliverde pasando por mi lado y desapareciendo por el pasillo-.

Espera, ¿Qué? Miré mi reloj -no, no era de muñeca, el de móvil- y eran las once de la mañana. Muy oportuno que saliéramos antes de comer, pues no tenía una ropa demasiado decente y a penas me había "cepillado el pelo" antes de desayunar. Digo cepillado, aunque lo cierto era que nomás lo amarré con una coleta de goma para no tener que sufrir por el peine.

Bueno, yo no era de esas chicas princesa a las que les tardaba media vida para prepararse y que además, se ponían nerviosas si tenían "tan solo" un par de horas para asearse. Para mí eso era tiempo de sobra, pues con una ducha rápida, un moño o recogido básico de pelo y la cara en condiciones de ser expuesta al mundo exterior, era suficiente. A la vez aquello era demasiado, pues era demasiado perezosa a la hora de hacer las cosas.

Me dirigí a mi habitación con paso lento pensando en la ropa que me pondría. Quizás con el típico mono y una camiseta corta debajo de este era suficiente, sin olvidar mis amadas zapatillas, claro. Abrí la puerta con una patada floja y entré a revisar mi preciado pero diminuto armario. Saqué las cosas necesarias, desde la prenda de color azul vaquero hasta la camiseta blanca a rayas rojas.

Las apreté con mi puño y agarré la toalla y las zapatillas con la otra. ¿Sabéis algo impresionante? Yo era capaz de ir cargada de semejantes cantidades de objetos y lo más curioso era que no dejaba caer ninguno. Era otro misterio de la vida, junto a lo de agarra el teléfono móvil entre el hueco de la cabeza y el hombro.

Entré en la ducha y me malhumoré cuando las gotitas  -o más bien chorros- de agua helada golpearon mi piel. Yo era muy sensible a este tipo de cosas, realmente no soportaba ducharme con el agua fría. Desde siempre y por extraño que parezca me he duchado con agua hirviendo, a pesar de ser una calurosa y de saber que aquello no era totalmente bueno para la salud, así lo decían mis padres. Se asemejaba a fumar, sabes que no debes de hacerlo porque de una u otra forma te va a perjudicar, aun así te gusta -a algunos- y lo sigues haciendo. O como comer pizza, sabes que no puedes comerla todos los días pero bien que te gustaría hacerlo.

En el momento en el que el agua fría chocó contra mi piel, sentí todos los pelitos de mi cuerpo herizarse. Aquello era sumamente difícil.

-Vamos Evelyn, tú puedes -Dije mientras terminaba de enjuagarme el pelo.

Sí, claro, como si fuera tan fácil.

Para cuando terminé me hice bolita en la toalla de color turquesa. La gente se solía duchar con toallas de colores pálidos, pero como ya podéis suponer, los colores suaves no eran lo mío.

Me hubiera gustado quedarme en ese estado para siempre, sin mover un solo músculo, pero como todo, esto terminó.

Tuve que deshacerme de la suave toalla azulada para terminar de vestirme. Con unos pocos retoques en mi rostro fue suficiente, y aunque mi imagen no fuera en lo absoluto, la más soñada, era suficiente. Tampoco era que fuera a un desfile, y aunque así fuera, iría acompañada de mis zapatillas.

Dios, esas zapatillas eran mi vida...

~~~

El silencio reinaba en el auto. Era incómodo estar de esa forma, ¿A vosotros no os pasa? Eso de estar en inquietud sin saber que decir o hacer porque piensas que el otro va a pensar mal de tí. Aunque lo que pensaran los demás de mí no me iba ni venía, si que me importaba un poco y al estar sumida en aquella tranquilidad no ayudaba en nada. Yoongi estaba tranquilo, conduciendo como si nada para llegar a la gran fantasía de atracciones mientras yo me estresaba picando el pie contra el suelo del coche.

Respiraba entrecortadamente, pues el nerviosismo -no solo por estar en un molesto silencio- crecía y crecía, al igual que las ansias y el entusiasmo por llegar al famosísimo parque. Me estaba quemando viva -si es que eso era posible- mientras veía las carreteras pasar. Necesitaba llegar y probarlo absolutamente todo, pues quizás en toda mi vida no volvía a pisar un lugar de ese calibre.

Anteriormente hablé con Sofi sobre esto, ella estaba súper emocionada con la idea de que pudiera visitar el fabuloso lugar. Obviamente omití el hecho de que el motivo de mi presencia en el lugar fuera porque mi novio era quizás una persona adinerada a más no poder, más bien, le conté que había ido porque nos lo había ofrecido la empresa. Sí, lo sé, eso estaba fatal por mi parte, pues las relaciones de mejores amigos o simplemente lazos de amistad estrechos se basaban en la confianza, y quizás yo estaba mintiéndole a mi amiga.

Pero ella era demasiado desmadrosa, si sabía algo tenía que contárselo a media ciudad porque si no no era persona. Por lo mismo, y porque no quería que mi madre supiera de esta nueva "relación de noviazgo" no le conté la realidad. Y en verdad tampoco conocía demasiado a Yoongi, al menos no hasta que lo recordara, de modo que yo no lo consideraba como tal, no por el momento. También me sentía algo mal por no recordar, pues si lo hiciera puede que las cosas fueran más lindas.

-Deja de picar el pie -Dijo el chico a mi lado, distrayéndome de mis pensamientos-, me pones nervioso-.

Lo miré con una pizca de picardía.

-Tú me ponías nerviosa esta mañana con los ruiditos -Le saqué la lengua-.

Él volteó a verme y por un efímero momento nuestras miradas conectaron, haciendo que me enderezara en mi sitio, cohibida.

-Para -Repitió y arrugó su frente-.

-No puedo -Me quejé, y era verdad, estaba demasiado nerviosa como para dejar de moverme, aun estando en un vehículo con mucha probabilidad de estrellarnos.

Él posó su mano encima de mi pierna paralizándola. Se la aparté de un violento manotazo, tanto, que casi me dió pena. Casi.

-Infantil -Me fulminó con la mirada-.

-Viejo gruñón -Volqué los ojos-.

Y ahí regresó de nuevo el silencio del que creía haber escapado para no volver a presenciar más. Ahogué una risita cuando volteé a ver a Yoongi, quien tenía una cara de concentración máxima en la carretera. Aquello era demasiado, pues sus ojos -los que apenas eran visibles. entrecerrados y las arruguitas de su frente eran demasiado cómicas, por no hablar de la intensidad con la que se mordía los labios, con nerviosismo.

-¿De que tanto te rie -Lo callé.

-¡Estamos! -Me estampé contra el cristal- ¡¡Estamos en Fantasyland!! -Grité como una ardilla estrangulada mientras Yoongi me miraba aburrido, aunque yo sabía que destrás de esa faceta de abuelo tenía su lado divertido.

-Ajá -Respondió ajeno a mi entusiasmo. 

¿Entusiasmo, dije? No, aquello que sentía superaba a todos los nieveles de felicidad que un ser humano podía llegar a sentir. Sentí unas punzadas de nerviosismo en la tripa mientras apresuraba a Yoongi a que estacionara el auto, realmente no podía essperar más. Por un momento me sentí como una niña pequeña deseando que sus padres le dejen un trozo de más de su dulce, solo que esto tenía una ligera diferencia a un dulce. Esto era algo de otro nivel, nivel muy superior.

-Ya, ya -Dijo el aburrido cunado me bajé de un salto del coche-.

Abrí mis ojos como platos. ¡Aquello era impresionante! Más impresionante aun que si me hubieran dado una colección entera de zapatillas coloridas de la sección de rebajas, aun más.

El tumulto de gente se oía a medida que nos acercábamos y las enormes -en serio, enormes se quedaba corto- montañas rusas salían por encima de los límites del parque.

Se veían los carros de estas bajar a toda velocidad, la gente gritaba a la par que estos lo hacían. Montañas azules y rosadas se abrían paso a mis ojos, también lo hacían el resto de atracciones, que no eran pocas. Realmente dudaba de que pudiéramos visitar aquello en un día, posiblemente dudaba también de que lo pudiéramos hacer en una semana entera.

-¿Nerviosa? -Dijo Yoongi, que se posicionó a mi lado y me tomó la mano, entrelazando sus dedos con los míos.

Cabe decir que el momento me cegaba, que estar delante de un paraíso era demasiado, pero que aquel pelo teñido con aires de asesino en serie me tomara de la mano de esa forma me ponía todavía más nerviosa. Diría que sentía mariposas, pero realmente sentía como si me estrujaran el estómago, aunque esta referencia no fuera para nada linda, se sentía así. Sentía como si me estuvieran dejando sin aire, siendo que la atmósfera tenía para dar y vender, a mí me estaban fallando los pulmones en aquel momento.

Me di una cachetada mental. ¿Acaso era imbécil?

Como si me leyera la mente, Min me llamó la atención.

-Ey -Dijo sin más, tan secamente que hubiera querido darle una botella de agua-.

-Ey -Dije-.

¿Pero que problema mental me estaba saliendo a luz? Que yo supiera no tenía ninguno, pero si me hubieran llevado a un centro médico aseguro que me lo hubieran diagnosticado.

Él rió por primera vez desde que lo había... "vuelto a conocer".

-¡Que si estás nerviosa! -Me gritó al oído-.

Joder, vale que no lo oyera cuando hablaba lento, pero tampoco hacía falta dejarme sorda.

Lo fulminé con la mirada mientras él se reía como un niño pequeño, qué infantil. Bueno, yo lo insultaba de la misma forma en la que él anteriormente lo había echo.

-¡Pues claro! -Le pegué un leve puñetazo inofensivo en el brazo, a lo que él me miró intensamente.

Caminamos con una velocidad mayor hasta llegar a la entrada del parque.

Podía asegurar que jamás en mi vida me había sentido de aquella forma. Nerviosa, intensa y a la vez con la felicidad abarcando mis sentimientos. Estaba demasiado feliz oyendo los raíles de las camionetas de las atracciones con las gritos y las palabras de la gente, demasiado feliz. Era como un sueño.

El chico con vestimenta oscura que me agarraba la mano con fuerza le tendió los billetes al guardia que supervisaba allí y después de que nos diera su visto bueno, entramos.

-¡Mira aquello! -Señalé a una atracción que consistía en una montaña rusa subterranea, a la que se entraba por la boca de un dragón.

Él asintió con aquella sonrisa tan linda en su rostro.

Entonces mi vista se desvió al centenar de atracciones que debía de estar delante de nosotros.

-¡Y aquello! -Señalé a una que era como un montaña rusa pero de agua- ¡Vamos por allá! -Apunté a aquel tubo en el que te metías y subía muy alto, para después bajar de golpe.

Yo era muy temeraria, me gustaban todas las atracciones fuertes que te hacían sentir vivo, con las que la emoción sustituía a todaslas emociones y las ganas de gritar te superaban. Estuvimos así por un lapso de tiempo, observando las grandes atracciones y juegos que se desenvolvían a nuestro alrededor.

¿Cómo podría explicarme para que sintieráis lo mismo que yo sentía? Era francamente imposible, pues realmente creía estar en una burbuja de ensueño de la cual no me hubiera gustado salir jamás.

~~~

-Abrochense los cinturones -Dijo la voz de un hombre algo barbudo y mayor, pero que parecía pasarlo igual de bien que el resto-.

Ambos obedecimos y segundos después, la montaña más rápida del parque arrancó. Yoongi gritaba de vez en cuando a mi lado mientras que yo no podía dejar de gritar mil palabras sin sentido mientras subíamos la primera cuesta.

Sentía vértigo y a la vez algo de miedo, pues a pesar de tener fobia a las alturas la emoción me estaba censurando el pánico.

Los raíles chirriaban mientras el carro avanzaba con lentitud y yo sentía que me estaba encogiendo en el asiento.

-¡Yoongi! -Chillé- ¡Gracias!

-¡No te oigo! -Dijo él aun más fuerte.

Agh, sordo.

-¡¡Gracias!! -Chillé cuando estábamos a punto de rozar la punta de la montaña.

Conectamos nuestras miradas momentáneamente mientras llegamos a la cima. Todo pareció detenerse mientras yo fijaba la mirada en aquellos ojos oscuros. Siempre pensé que aquel chico escuálido solo era capaz de trasmitir oscuridad, pero la tierna sonrisa de su rostro era la prueba de que me equivocaba.

Todo a mi alrededor pasó a otro plano mientras perdía mi mirada y conciencia en aquellos iris opacos. ¿Qué escondías Yoongi?

Entonces todo volvió a la realidad. La vagoneta bajóa toda felicidad y ninguno de los que yacían sentados en los asientos pudo retener las ganas de gritar bien fuerte mientras aquello iba a una velocidad cegadora, tanta, que por un momento pensé que se me iban a salir las tripas.

Y así era Evelyn, una dramática con unas frases un tanto comunes y para nada oportunas o bonitas. Nah.

\\\

-Dios -Dije sosteniendo mi cabeza-, eso fue...

-Genial -Completó Yoongi a mi lado.

Asentí eufóricamente con la cabeza. ¡Menos mal que me até el pelo! Si ya estaba todo nudado y revuelto, no sabía que hubiera sido de mí si al contrario, lo hubiera mantenido suelto, porque a pesar de tenerlo corto, era impresionante la capacidad que tenía para enredarse.

Pasamos todo el día de un lugar a otro, sin deternos ni un momento. Nunca creí que me lo podría disfrutar tanto una tarde con el pelo de menta, era realmente entretenido cuando se lo proponía, detrás de esa faceta de amargado compulsivo.

Me lo pasé genial. Cada que nos subíamos a una atracción nueva los dos parecíamos niños eufóricos y no hay que olvidar las veces en las que él me tomaba de la mano, que aunque fueran pocas me sorprendían y lograban que mis mejillas se tiñeran de color, pero no uno rosita, no, uno granate.

~~~

Llegamos a casa totalmente agotados, subiendo las escaleras comom si la vida nos fuera en ello, como si estuviéramos subiendo el Everest o algo por el estilo. Sí, podía sonar exagerada, pero la cabeza me daba vueltas del ajetreado día y de lo que más tenía ganas era de dormir.

-¡Hola pareja! -Julia nos sorprendió-.

Me tensé por un momento al oír que nos llamaban como tal y vi como a mi lado las mejillas de Yoongi tomaban un color rosita muy adorable, no como el mío... Ejem.

Él agarró con más fuerza mi mano, haciendo que por un momento la tripa volviera a dolerme de sobremanera. No podía estar al lado de aquel chico durante más tiempo, realmente no podía.

-¿De dónde venís? -Dijo con una sonrisa de las suyas, de esas con las que sabes que no está pensando con buenas intenciones.

Nos miramos con complicidad y fue él el que contestó.

-Del parque de atracciones -Dijo amablemente.

Ella asintió varias veces y sin decir nada más se marchó a su casa. A veces realmente esa mujer te podía sorprender, de pasar a querer saber toda tu vida a literalmente ignorarte y dejarte plantado en medio del pasillo, impresionante. 

Entramos sin más a nuestra casa, ninguno tenía nada que añadir.

Me dirigí a mi habitación con los pies de plomo cuando la grave voz del chico me detuvo.

-Buenas noches Evelyn -Dijo y se acercó a mí.

Sin tiempo a reaccionar, él me besó con tanta ternura que me dieron ganas de estrujarle los mofletes: Yoongi podía ser realmente lindo cuando se lo proponía.

Pero oh Dios, las mariposas -o más bien, terremotos- empezaron a manifestarse en mi estómago. Realmente no sabía lo que sentía, no podía decir con certeza que aquel chico oscuro con el cabello teñido me gustaba, pero que hiciera cosas como besarme o agarrame de la mano tan espontáneamente te dejaba sin reacción.

-Gracias por hacerme feliz hoy-.

Y con eso se marchó a su habitación.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro