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2

—¡Daniel! ¡Daniel!

La voz extraña sigue escuchándose, estoy paralizado del miedo, mi corazón palpita demasiado a causa del temor que siento.

—¡Mamá! —susurró mirando a todos lados.

Ella no me escucha, ahora ¿Que se supone que haré? Un gran temor invade mi cuerpo, no puedo moverme siquiera del miedo que siento.

—¿Quién está ahí? —preguntó en susurro.

Nadie contesta, tan sólo se escucha esa voz diciendo mi nombre. Ya sé, saldré corriendo para llegar a la puerta. Después correré tan rápido como pueda hasta la habitación de mis papás.

—¡Uno! —volteo y veo la puerta, preparándome para correr.

—¡Dos! —respiró hondo, mientras me quito la cobija de encima.

—¡Tres!

Rápido me levanto y corro a la puerta, pero antes de tocar la manija alguien aparece ahí, frente a mí. No logro verlo, pues me toma y me lanza hacia mi armario, por más que trato de pararme no lo logro y mi rostro cae al piso.

***

—¡Por dios Daniel! ¿Qué estás haciendo aquí? —gritan junto a mí.

Abro mis ojos y veo a Flor parada junto a mí, mientras yo estoy aún en el suelo, junto a mi armario.

—¿Qué estás haciendo allí? —Flor vuelve a preguntar.

—De seguro me caí en la noche, no pasa nada, estoy bien —le contesto, mientras me levanto.

—Está bien, dice mamá que ya bajes a desayunar.

Flor sale de mi habitación, me siento en la orilla de la cama, claro que no me caí, algo me empujo, algo que está debajo de la cama. Me coloco mi uniforme, bajo a desayunar, en la mesa ya están todos.

—¡Buen día! —mamá me saluda.

Le contestó el saludo sonriendo, aunque por dentro me encuentre mal, asustado, confundido, angustiado, ni siquiera sé cómo me siento, por lo sucedido anoche. Toco mis manos y logró notar unos leves raspones.

—Oye Daniel, escuche ruido en tu cuarto anoche ¿Qué pasó? —me pregunta Carlos mirándome extraño.

—Sólo fue mi mochila, se cayó de mi armario.

Le sonrió tratando de disimular la mentira que he dicho. Todos sonríen mientras desayunamos, me levanto rápido de la mesa cuando el claxon del camión escolar se escucha.

—¡Adiós papás! Nos vemos luego.

Salgo de mi casa para dirigirme al camión, subiendo rápido me siento dónde siempre, al lado de Luis.

—¡Hola Daniel!

—¡Hola Luis!

Le susurró un poco decaído, sólo puedo mirar los demás asientos.

—¿Qué pasa? —pregunta Luis confundido.

—Es sólo que... ¿Alguna vez te ha pasado algo, que tú no sabes si es sueño o no?

El me mira, más confundido de lo que ya estaba.

—No, creo que nunca me ha pasado algo así —susurra frunciendo el ceño.

El camión se detiene y todos los alumnos en el comenzamos a bajar. Luis y yo nos dirigimos a nuestro salón, nos colocamos en nuestros asientos y la clase comienza.

—¡Buenos días jóvenes! Espero hayan pasado un gran fin de semana.

La maestra comienza con su clase, este es un día típico en la escuela. El timbre suena indicando que es hora de salir, todos los días papá siempre viene por mí a la escuela.

—Daniel, acá estoy —grita papá desde el auto.

Me acerco sonriendo al auto, subo en él y papá empieza a manejar.

—¿Cómo te ha ido hoy? —mi papá me mira brevemente, para seguir mirando el camino.

—Como siempre, nada nuevo.

Miró por la ventana, siempre me ha gustado ver por la ventana en los autos, me relajo un poco, eso es lo que necesito ahora más que nunca, estar relajado.

—¿Te gusto el regalo de la abuela?

—Papá, ya hablamos de eso, creo que prefiero dormir en un sofá, que volver a dormir en esa horrible cama.

—Yo también ya te lo he dicho, no puedes negar un regalo.

El detiene el auto, justo fuera de nuestra casa, bajamos y entramos a la casa. Por el olor que captó puedo notar rápidamente que mamá ha preparado pizza.

—Mamá iré a casa de Sam, volveré después —Flor se despide de mamá.

—Ve con mucho cuidado —mamá le da un abrazo.

Subo a mi habitación, tengo que quitarme mi uniforme, abro la habitación sólo para toparme nuevamente con la cama horrible, aunque no puedo negar que es muy cómoda.

—Seas lo que seas, ¡Por favor, déjame en paz! —susurró en voz baja, ya que no quiero que alguien me escuche y piense que estoy loco.

Terminando de cambiarme, bajo las escaleras, puedo ver a Carlos y papá viendo la televisión. Yo caminó a la cocina, donde mamá ya ha colocado los platos. Minutos después papá y Carlos entran a la cocina, pues es hora de comer.

—Cuenten ¿Cómo les fue en su día? —mamá pregunta con una sonrisa marcando su rostro.

—Yo comienzo, mi día en el trabajo estuvo tranquilo, ¿Alguien más? —papá comenta, mirando a Carlos y a mí.

Miró a Carlos y él me señala para que sea mi turno, está bien, yo hablaré.

—Me encargaron poca tarea, oh y aprovechando que me están escuchando, ¡Por favor regresen mi cama de carrito! Esta me da un poco de miedo.

—Daniel, no empecemos con lo mismo, es un regalo ¿Qué pensará la abuela de ti? —mamá me mira un poco preocupada.

Según mi abuela, soy el único de sus nietos que siempre rechaza sus regalos, yo estoy empezando a creer que sólo a mí me da los más feos y horribles.

***

La noche ha llegado, mamá se acerca al televisor y lo apaga, quitando mi película de miedo favorita.

—¡Debes dormir! —menciona ella autoritaria.

—¡Como usted diga!

Subo las escaleras desganado y caminó a mi habitación, Flor cierra la puerta de su habitación deseándome buenas noches. Mientras Carlos, él ya está encerrados desde antes, sólo se la pasa jugando videojuegos.

Entró a mi habitación, apagó la luz y corro rápidamente a la cama. Me tapo hasta la cabeza deseando con toda el alma, que esas voces no se escuchen, pero todo intento parece inútil, las voces comienzan a escucharse.

—Déjame en paz —susurró asustado.

Las voces dejan de escucharse y siento un gran alivio, respiró hondo tratando de lograr dormir. Escucho unos pasos aproximarse a mí, sacó la mano para prender la luz de mi lámpara de noche.

Los pasos incrementan más, hasta que me quito las cobijas y veo. Es algo extraño, parece un niño normal, a excepción de todas las marcas que tiene sobre su cara.

—¿Quién... eres? —logro decir lleno de miedo.

Él se acerca más a mí, esto lo he visto en películas, es en esta parte cuando esa cosa me asesina y jamás encuentran mi cuerpo, pero él no viene a asesinarme, veo que intenta hablar.

—Soy...

En ese mismo momento la puerta se abre y eso que estaba de pie junto a mí se esfuma, esa cosa tan sólo se esfumó, no lo entiendo.

—¿Estás bien? —pregunta mamá en la puerta —. ¿Quieres que te cuente un cuento?

—No mamá, gracias de todos modos.

¿Que estoy haciendo?, ahora esa cosa volverá a hacerme daño o tal vez a matarme.

—Entonces, ¡Buenas noches!

Quisiera gritarle que se quede, pero por alguna extraña razón no puedo hacerlo. Cierro mis ojos por algunos segundos, al abrirlos esa cosa está nuevamente allí de pie junto a mí.

—¡Yo soy Progenito!

..........

Hola, mis queridos lectores, espero les haya gustado el capítulo. Voten, comenten para saber que les ha parecido, saludos!

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