10
Sacó el cuchillo del pecho de Luis, algunas lágrimas caen por mis mejillas al ver lo que estoy haciendo, con otro simple movimiento entra y sale, ahora si matándolo.
Los ojos de Luis se cierran poco a poco, mientras tiene su mirada fija en mí. Sangre sale de su pecho, retiró mi mano de su boca y esta tiene un poco de sangre.
—¡Lo siento tanto Luis!
Me pongo de pie involuntariamente, me acercó a la ventana, salto por ella dejando el cuerpo de Luis tendido en su cama, lágrimas no paran de resbalar por mis mejillas.
Corro lo más rápido que puedo, Progenito aún controla mi cuerpo. Llegó a un bote de basura y coloco el cuchillo allí dentro, para luego comenzar a alejarme corriendo de ese lugar.
***
Es difícil dejar de pensar en lo que le hice a Luis, simplemente no puedo, mi mejor amigo murió por mi culpa y él jamás podrá perdonarme.
Intento dejar de llorar, pero no puedo, las lágrimas resbalan una y otra vez por mis mejillas, escucho que alguien abre la puerta de mi habitación y yo rápido limpio mis lágrimas.
—¡Dice la abuela que bajes a desayunar! —Carlos comenta, cerrando la puerta nuevamente.
Me levanto de mi cama, me limpió algunas lágrimas, me acercó a mi armario y saco ropa, me dispongo a ponerme un pantalón y una playera.
—Esto lo hiciste por mí, por el cariño que me tienes —Progenito sale desde abajo de la cama arrastrándose.
Subo rápidamente a mi cama y abrazo mis rodillas, lo miro fijamente, mientras él me observa a mí.
—¡Yo no lo hice!, tú lo hiciste.
Gritó y corro hasta la puerta, la abro y rápidamente me doy cuenta que Progenito se ha esfumado.
—¡No puede ser! —escucho a la abuela gritar.
Salgo rápidamente y me dirijo a las escaleras. Flor y Carlos también se encuentran bajando, con sus rostros llenos de miedo y confusión.
—¿Qué pasa abuela? —pregunta Flor confundida.
Tan sólo logró ver a la abuela sosteniendo el teléfono sobre su oreja, la veo fijamente.
—Está bien, ahí estaremos.
La abuela cuelga el teléfono y nos observa con su rostro lleno de angustia, ¿Por qué grito de esa manera? Aunque ya me imagino la respuesta.
—Tomen asiento, les tengo que dar una noticia muy triste, se trata de Luis.
Al escucharla diciendo el nombre de Luís, rápido siento que me falta el aire y mi corazón se acelera, incluso podría caer al suelo, por suerte alcanzo a tomar asiento en una silla. Carlos y Flor también se sientan y nos disponemos a escuchar a la abuela.
—¿Qué pasa con Luis? —pregunta Carlos confundido y preocupado a la vez.
La abuela nos observa fijamente, todos aquí presentes la observamos con intriga, hasta que me señala con el dedo índice y me mira con enojo.
—Pregúntale a Daniel, el mató a Luis.
Abro mis ojos de la impresión, los cierro y al abrirlos nuevamente, aun me encuentro en las escaleras. Me acercó a la cocina en pasos lentos, tengo miedo de escuchar la razón por la que la abuela grito.
—¿Qué pasa abuela? —pregunta Carlos confundido y preocupado a la vez.
La abuela me mira fijamente, luego regresa la vista hacia Flor y Carlos.
—Luis ha muerto.
Siento que voy a caer, si nadie me sostiene caeré al piso. Lágrimas comienzan a caer por mis mejillas, sólo con imaginarme la cara de la señora Leyva, al encontrar a su hijo esta mañana.
—Pero ¿Cómo?
Carlos me ayuda a sentarme, yo miro a la abuela, algunas lágrimas salen por sus ojos y ella rápido las limpia.
—Esta mañana al entrar a su cuarto, lo encontraron en la cama muerto, al parecer lo asesinaron.
Flor se acerca a mí y me da un gran abrazo, en verdad lo necesito. Me hace sentir menos culpable de lo que ya me siento.
—¡Pobre Luis!
***
Me encuentro entre Sam y Jack, nos encontramos en el funeral de Luis. Casi todo el salón ha venido a darle un último adiós.
—Lo extrañare mucho —comenta Sam junto a mí.
La miró fijamente, ella llora en silencio, yo que podría hacer, si fui el culpable y responsable de esta tragedia.
Escuchó personas llorar, incluidos los padres de Luis, ellos lloran cerca del ataúd abrazándose el uno al otro. Yo miró el ataúd, tengo miedo de acercarme y verlo, ver ese rostro pálido que jamás volverá a despertar.
Veo que la abuela se acerca a los padres de Luis y les da un pésame, también les avisa que mis padres no pudieron venir porque están de viaje, yo simplemente observo el ataúd.
Volteó a todos lados, sin creer lo que he visto, regreso nuevamente la mirada al ataúd y Luis se ha sentado en el ataúd. Él solo hace una seña de silencio y vuelve a acostarse. Al parecer soy el único que lo ve, nadie más ha visto eso.
—¿Qué pasa Daniel? ¿Estás bien? —Jack se acerca a mí.
Lo miró por algunos segundos, empiezo a respirar rápidamente al sentirme nervioso y asustado.
—Estoy bien —le comentó, evitando verlo a los ojos.
—Tranquilo, todos lo extrañamos.
Me ayuda a ponerme de pie y sentarme en una silla.
—¡Estoy bien! —Le digo cuando me deja en la silla.
Vuelvo a mirar el ataúd, Progenito se encuentra mirando a Luis. ¿Por qué hace eso? Él hizo esto, ahora simplemente se ríe en su cara.
Algunas lágrimas resbalan por mis mejillas, Jack se aleja y ahora mi abuela se acerca.
—Cuando quieras irte sólo dímelo, la madre de Luis lo entenderá —la abuela me toca el hombro.
Me limpio las lágrimas de mis ojos y volteo a verla, suspiró profundamente y le doy un fuerte abrazo.
—Creo que ya quiero irme, ya no puedo estar aquí.
La abuela camina hasta los padres de Luis, al parecer les está diciendo que ya nos vamos. Flor y Carlos llegan hacia a mí, luego la abuela para después dirigirnos a la puerta.
Miró hacia atrás y Progenito aún se ríe de Luis. Nunca creí que perdería a Luis, él siempre fue mi mejor amigo y ahora lo he perdido.
Llegamos a casa, la abuela abre la puerta y justo en ese momento el teléfono se encuentra sonando.
—¡Tal vez sea mi hija! —agrega la abuela, casi corriendo a la cocina.
Sonrió un poco, al igual que Flor y Carlos, para luego entrar y caminar a la cocina con la abuela.
—Hola hija.
Escuchó eso en la cocina, al parecer la que llama si es mamá.
—Daniel, tu mamá quiere hablar contigo — comenta la abuela, sosteniendo el teléfono.
Me quedo pensando un momento, creo que lo mejor será no hablar con ella, empezará a hacerme preguntas, que no quiero contestar.
—No quiero hablar, voy a mi cuarto —añado angustiado.
Corro hacia las escaleras, las subo rápidamente y entro a mi habitación con lágrimas en los ojos. Miró todo a mi alrededor y luego me lanzo a la cama.
Cierro los ojos y empiezo a recordar todo lo que hice con Luis, todos los recuerdos buenos y malos.
—Te extrañare mucho Luis —susurró.
Miró al techo, luego veo la puerta, escucho un pequeño ruido y la puerta se abre de golpe.
—Debiste hablar con tus padres —la abuela entra y se sienta junto a mí.
—No tengo ganas de hablar con nadie —me volteo hacia otro lado evitando verla.
Cierro los ojos, esperando que la abuela salga de mi habitación y me deje solo.
—Tus padres vienen en camino, llegarán mañana.
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