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Una gran sonrisa se encuentra en mi rostro, tomo la porquería que tenía Daniel aquí y camino hacia la puerta de esta horrible habitación.
—Daniel... Voy a extrañarte mucho —dice Milena, para luego darme un abrazo.
Ruedo los ojos e intento ser amable con ella, ya que es el último día que la veo.
—Adiós Milena, espero algún día puedas salir de aquí —sonrió y camino por el pasillo.
Volteo brevemente hacia atrás, Milena entra a su habitación, regreso mi mirada hacia enfrente y Evelyn camina junto a mí.
Ella ni siquiera me recordará, así que para que despedirme de ella, no tendría caso.
—Quiero despedirme de Marcos, ¿Puedo? —le pregunto a Jazmín.
Ella asiente con la cabeza, me toma del brazo y me lleva hasta la enfermería, logro verlo aún recostado en la camilla.
—¿Daniel? —dice él al verme.
—Quiero despedirme de ti, hoy me voy y tú no —le digo, comenzando a reír.
—Que bien por ti —añade el en voz baja.
—Bueno adiós para siempre, ya que dudo que algún día salgas —agrego, caminando hacia Jazmín.
Ella me toma del brazo y me hace caminar hasta una oficina, donde rápido logro ver a la enfermera Kinney y a Isabel.
—¡Hasta nunca Daniel! —Jazmín me da un abrazo fuerte.
Camino hasta estar junto a Isabel, quien habla con la enfermera Kinney.
—Hola Daniel, le he estado diciendo a Isabel que estas mejor, pero que iré a visitarte tres veces por semana, para estar seguros de que estas bien —la enfermera Kinney me observa.
Yo asiento con la cabeza, lo único que quiero es estar fuera de este horrible lugar, al cual no pienso regresar nunca.
—Isabel, firma aquí y aquí, luego podrán irse —la enfermera Kinney le da una hoja a Isabel.
Isabel me mira algunos segundos, luego comienza a firmar las hojas que le ha entregado la enfermera.
—¡Los veo luego! —añade la enfermera Kinney.
Isabel me toma del brazo, juntos caminamos hasta la puerta principal del centro de rehabilitación.
Respiro profundamente al sentir el aire fresco chocar en mi nuevo cuerpo, siento unas inmensas ganas de asesinar a alguien.
—¡Daniel! —gritan desde la calle.
Fijo mi mirada en todos ellos, puedo ver a Pablo, Ángel, Tony, Carmen, Omar, Beth, Martha y Carlos.
Frunzo el ceño y me dispongo a acercarme a ellos, tengo que actuar como Daniel, luego que comience la matanza.
—Los extrañe —susurro en voz baja.
Todos comienzan a darme un abrazo, todos excepto Carlos, quien se mantiene lejos de mí, algo que comienza a enfadarme.
—¿Qué pretendes? —pregunta Carlos dándome un pequeño abrazo.
—Muchas cosas —le digo en el oído.
Él abre los ojos del asombro, luego se aleja de mí, hasta estar junto a Martha.
***
El auto se detiene fuera de la casa de Isabel, todos comienzan a bajar emocionados.
Yo simplemente bajo del auto y entro a la casa, veo todo a mi alrededor, recuerdo cuando lance a Mauricio por el barandal de la escalera.
—¡Bienvenido Daniel! —gritan todos entrando a la casa.
Yo finjo una sonrisa y me dispongo a ir a mi habitación, subo las escaleras.
—Daniel, ¿A dónde vas? —pregunta Isabel desde la sala.
Yo volteo a verla un poco enojado, lo único que ahora quiero es entrar a mi habitación y dormir bajo la cama.
—Voy a mi habitación, estoy cansado y quiero descansar —le digo fingiendo una sonrisa.
Isabel me ignora y camina a la cocina, en cambio Martha se acerca a mí, me toma del brazo y me hace caminar a la mesa.
Ya todos se encuentran alrededor de la mesa, minutos después Isabel se acerca con dos cajas de pizza y algunos platos.
—Disfruten —añade Martha repartiendo la pizza.
Yo tomo un trozo y me dispongo a comer, observo fijamente a todos, en especial a Carlos, quien me observa también a mí.
Tengo que hacer algo con él, es el único que sabe que no soy Daniel, no quiero que intente hacer algo contra mí, recuerdo cuando busco al sacerdote, por suerte lo descubrí y pude terminar con él.
—Daniel todos en la escuela te extrañan —menciona Ángel sonriendo.
—Yo también los extraño a todos, también a ti Beth, que creo que no hemos sido presentados formalmente —añado frunciendo el ceño.
Beth me mira algo incómoda, puedo ver que no sabe ni siquiera que decir, yo tan sólo la miro a los ojos.
—Hola, soy Beth, voy en el mismo salón que tú y soy amiga de Tony, espero serlo también de ti —ella menciona angustiada.
—Mucho gusto Beth, ya verás que seremos unos grandes amigos —me pongo de pie y camino hasta ella.
Ella se pone de pie y los dos nos unimos en un fuerte abrazo, una nueva futura víctima.
—Lo mismo pienso —susurra ella, respondiendo a lo que le dije, hace un momento.
Regreso a mi lugar y tomo asiento, veo a quien más podría incomodar, fijo mi mirada en Carmen, Omar y Pablo.
Pablo me cae bien, no de hecho, no, nadie me cae bien, quiero que todos mueran en este mismo instante.
—¡Daniel puedo hablar contigo un momento! —comenta Carlos poniéndose de pie.
Lo veo sonriendo y me pongo de pie, veo que Carlos camina hacia las escaleras, así que yo también lo hago.
—¿Qué quieres Carlos? —le preguntó enojado.
—Basta de todo Progenito, ¿Qué es lo que quieres de Daniel? —me pregunta Carlos enojado.
Los dos entramos a mi habitación, rápido corro y salto a la cama, la extrañaba tanto, luego me pongo de pie.
—Mira Carlos lo que quería de Daniel, ya lo tengo, ¡Veme! —doy algunas vueltas alrededor de Carlos.
—¿Por qué quieres su cuerpo? —pregunta Carlos preocupado.
—Quiero hacer lo que yo quiera, cuando lo quiera —agrego molesta.
—¿Por qué en Daniel?, ¿Por qué no en otra persona? —Carlos me mira angustiado.
—Yo lo elegí a él, y creo que será mejor que calles respecto a mí, no quisiera matarte —le digo y lo tomo del cuello.
Comienzo a levantarlo en el aire, él tan sólo intenta respirar y golpea mi mano repetidas veces.
Abro mi mano y lo dejo caer al suelo, Carlos me mira asustado, yo tan sólo sonrió grandemente.
—¿Escuchaste o te lo repito? —le pregunto enojado.
—Escuche —susurra él, poniéndose de pie.
—Buen chico, ahora vayamos a disfrutar de la bienvenida de Daniel, espero que mantengas una sonrisa, aunque sea fingida, como lo he estado haciendo hasta ahora.
Carlos me observa y sonríe, que buena le sale la sonrisa fingida, los dos salimos de la habitación y bajamos las escaleras.
Por un momento pienso en lanzarlo por las escaleras, pero sería demasiado pronto y todos sospecharían de mí, como en aquella ocasión en que Daniel tuvo muchos problemas por lanzar a Flor.
Tony, Pablo y Omar corren hacia nosotros, los tres me entregan un pequeño regalo de bienvenida. Carlos me observa con odio, yo finjo emoción.
—Gracias amigos, por eso los quiero mucho —les digo dándoles un abrazo.
Fijo mi mirada en Carlos, le hago señas de que lo estaré vigilando, por si intenta hacer algo que me deje en evidencia.
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