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28

Narra Isaac.

Me detengo por completo al perder de vista a Progenito, observo fijamente todo a mi alrededor y no logro verlo por ningún lado.

Doy vuelta y comienzo a caminar de regreso a casa de Isabel, ahora que encontramos el cuerpo de Carlos, creo que Martha le querrá hacer un funeral. Respiro hondo y continúo caminando, hasta llegar al jardín trasero de la casa de Isabel, la noche hace presencia y frente a nosotros se encuentra un cuerpo.

Martha y el sacerdote Ted me miran, ellos ya saben perfectamente que no pude encontrar a Daniel, mejor dicho, a Progenito.

—¡Tengo que llamar a la policía! —añade Martha molesta.

El sacerdote Ted rápido le quita el celular de las manos, Martha intenta quitárselo sin obtener resultados.

—¿Qué hace? Debe darme el celular para llamar a la policía —menciona Martha mirando brevemente el cuerpo de Carlos.

El sacerdote Ted niega con la cabeza, Martha se tira al suelo y observa fijo a su hijo muerto.

—¿Cómo fue capaz de hacer esto? —pregunta Martha, tocando el rostro de Carlos.

Frunzo el ceño al ver como un trozo de piel de Carlos se queda en la mano de Martha, quien intenta quitársela con el césped.

—Debemos quitarlo de aquí, Isabel no puede saber de esto hasta que encontremos a Daniel —añado en voz baja.

Los dos fijan sus miradas en mí, para luego mirar el cadáver frente a nosotros.

—Tenemos que decirle cuanto antes, a eso veníamos —dice Martha enojada.

—Lo sé, pero si Isabel no sabe nada, ella puede pedir ayuda de la policía para encontrar a Daniel, en cambio si ella sabe, puede perder el interés en un demonio y dejarlo prófugo —les digo angustiado.

Un profundo silencio comienza a hacer presencia, el cual termina cuando el sacerdote Ted, toma las piernas del cadáver.

—Tu teoría tiene sentido, pero en cuanto Daniel aparezca, le decimos todo a Isabel.

Asiento con la cabeza y tomo los brazos del cadáver, Martha tan sólo comienza a llorar y seguirnos hasta el auto.

Martha abre la cajuela y nosotros colocamos a Carlos en ella, para luego cerrarla con rapidez.

—Yo sólo quiero que Carlos tenga un emotivo funeral —agrega Martha entrando en el auto.

Miro por algunos segundos al sacerdote Ted, para luego entrar al auto junto a Martha.

Siento que algunas lágrimas resbalan por mis mejillas, pues aún, después de leer la carta, tenía la mínima esperanza de que Carlos podía estar vivo, pero al encontrar su cuerpo, todas esas esperanzas se han acabado.

—Tranquilo Isaac, entiendo tu dolor, era tu mejor amigo y era mi hijo, entiendo tu dolor —dice Martha dándome un abrazo.

Cierro los ojos un momento y me recargo en el hombro de Martha, respiro hondo e intento dormir un poco.

—¡Arriba, arriba! —grita el sacerdote Ted saliendo del auto.

Abro la puerta del auto, rápido me doy cuenta que estamos en un bosque, ¿Qué se supone que hacemos aquí?

—¿Sacerdote Ted?, ¿Qué hacemos aquí? —le preguntó confundido.

Él no me responde nada, tan sólo camina a la cajuela y la abre, para luego entregarme una pala.

—¡Oh dios! —grita Martha al vernos con una pala en las manos.

—Tranquila Martha, creo que lo mejor será que hagamos esto —susurra el sacerdote angustiado.

Martha y yo lo miramos por algunos segundos, debe haber otra manera, no quiero sepultar a Carlos en un bosque.

—Usted es sacerdote, puede decirle a la policía lo que pasa, podemos darle un entierro digno a Carlos —menciona Martha, quitándole la pala al sacerdote.

—La policía no quiere entender estos casos, Daniel terminaría en la cárcel si este cuerpo llega a sus manos —el sacerdote dice preocupado.

—Entonces lo dejaremos en un lugar cerca de la estación de policía, llamamos de un numero público y decimos que hallamos un cuerpo, así ellos podrán entregarme el cuerpo cuando sea necesario.

Martha nos quita las palas y las coloca en la cajuela, la cual cierra rápidamente y nos indica que entremos al auto, pues ella será la conductora.

—Carlos no merece lo que le iban a hacer —agrega ella molesta.

Martha comienza a conducir, yo miró por la ventana intentando descifrar donde estamos, ya que ni siquiera lo sé.

***
Narra Tony.

Abro los ojos rápidamente, pues me ha parecido escuchar un grito de mamá, me pongo de pie y camino a la puerta, la cual rápido abro.

—Mamá, ¿Qué sucede? —le pregunto confundido.

—Daniel no está Tony, él no está en su habitación —añade mamá llorando.

Camino en pasos lentos hacia ella, le doy un fuerte abrazo lleno de cariño, miro de reojo la habitación de Daniel, donde no hay rastro de él.

—Lo encontraremos mamá, ya lo verás —le digo sonriendo un poco.

Me separo de ella, puedo verla llorar, a mí no me gusta ver llorar a mamá, ¿Dónde te habrás metido Daniel?

—Ve a cambiarte, iremos a la policía —comenta mamá, para luego bajar las escaleras.

Yo rápido corro a mi habitación, tomo cualquier cosa que encuentro en mi armario y me la coloco.

Salgo de la habitación, bajo las escaleras y me acerco a mamá, quien abre la puerta principal para toparse con la enfermera Kinney.

—Buenos días Isabel, vengo a la sesión de Daniel, siento llegar tan temprano —menciona ella apenada.

—Lo siento Diana, no sé dónde está Daniel —añade mamá comenzando a llorar.

—¿Qué?, ¿Cómo? —pregunta la enfermera angustiada.

—Al despertar está mañana no lo encontré, no sé dónde está, tengo miedo —susurra mamá abrazando a la enfermera Kinney.

Las dos duran algunos segundos abrazadas, hasta que mamá se separa de la enfermera y voltea a verme.

—Tony y yo iremos a la policía, tengo que hacer algo, él no me pudo haber abandonado —dice mamá saliendo de la casa.

—Si no te molesta, quisiera acompañarte, tome un montón de cariño hacia él, también estoy muy preocupada —menciona la enfermera.

Mamá asiente con la cabeza, veo a la enfermera entrar a su auto y alejarse, el auto de mamá detrás de ella.

—¡No debes preocuparte Tony, todo estará bien! —menciona mamá preocupada.

Asiento con la cabeza y desvío mi mirada de ella, pues me da un poco de gracia escucharla decir eso, ya que yo no estoy preocupado y ella sí.

—¿Dónde estás Daniel? —me preguntó a mí mismo, mirando por la ventana.

Minutos después el auto se detiene fuera de la estación de policía, delante de nuestro auto puedo ver a la enfermera salir del suyo.

—Vamos, yo te acompaño —menciona la enfermera tomando la mano de mamá.

Yo camino detrás de ellas mirando a todas partes. Entro detrás de ellas hacia la estación y puedo ver policías a cualquier lado que volteo. La enfermera Kinney y mamá se alejan y me dejan solo, yo tomo asiento en lo que parece ser sala de espera.

Observó todo con detenimiento, abro los ojos del asombro al ver a Martha entrar por la puerta llorando. Me pongo de pie y camino hacia ella, quien no parece verme, ya que parece estar llorando demasiado.

—Martha, ¿Qué hace aquí? —le pregunto angustiado.

—Tony, ¿Qué haces tú aquí? —me pregunta Martha limpiando lágrimas de su rostro.

—Mamá vino a avisarle a la policía que Daniel no está en casa, ella está muy preocupada —añado en voz baja.

—Espero lo encuentren pronto —susurra ella, para luego alejarse detrás de un policia.

Veo como se aleja, estoy un poco molesto, ya que ni siquiera me dijo que estaba haciendo aquí, espero ya le tengan noticias de Carlos, tal vez lo encontraron y ella lloraba de felicidad.

Quiero pensar positivamente, ya que ella también pudo estar llorando por el hallazgo de Carlos, pero no como todos quisiéramos, en especial ella.

Rápido intento quitar ese pensamiento de mi mente, me pongo de pie al ver que la enfermera Kinney y mamá se acercan a mi muy preocupadas.

—¿Cómo es posible que puedan denunciar una desaparición hasta que ésta lleva tres días? —pregunta mamá preocupada.

—Así son las leyes Isabel, tranquila —sonríe la enfermera.

—Gracias a ti, por tus contactos pudimos poner la denuncia, gracias Diana —mamá y la enfermera Kinney se dan un abrazo.

Siento un poco de alivio al saber que la policía buscará a Daniel, espero pronto lo encuentren sano y salvo, y mamá no tenga que llorar su muerte.

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