
24
Una gran sonrisa se dibuja en mi rostro, subo al camión escolar detrás de Tony y observo todos los asientos.
Pablo y Omar se encuentran en unos asientos, mientras que Carmen y Beth en otros, por breves momentos visualizó a Ángel junto a Pablo, rápido recuerdo que ha muerto y sonrió grandemente.
Tony y yo tomamos asiento delante de Pablo y Omar, Tony rápidamente se da vuelta y comienza a hablar con ellos.
—Recuerden lo que haremos hoy chicos, ella debe sentirse muy sola —menciona Tony preocupado.
Volteo a verlo con confusión en el rostro, pues no sé de qué habla Tony, debieron hablar de eso cuando yo estaba torturando a Isaac en los baños.
—¿De qué hablan? —pregunto algo confundido.
—Recuérdalo Daniel, invitaremos a Milena a nuestra banca, ayer vimos que ha regresado a la escuela —comenta Pablo emocionado.
Asiento con la cabeza, mientras los observo sonreír, están tan emocionados de invitar a Milena a nuestra banca.
—Me alegra saber que les ha agradado —les digo fingiendo emoción.
—Desde que la conocimos aquella vez en el centro cuando fuimos a visitarte, supimos que es una gran chica —dice Omar sonriendo.
Sonrió un poco, luego regreso mi mirada hacia delante, pues el camión se ha detenido fuera de la escuela.
Todos comienzan a bajar del camión, yo incluido, rápido fijo mi mirada en Martha, quien espera cerca del camión para verme.
—¡Daniel! —comenta ella, puedo notar que está muy preocupada.
—Martha, ¿Qué pasa? —le preguntó, dándole un abrazo leve.
—Estoy muy preocupada, Carlos no regreso ayer a la casa, no sé qué hacer Daniel —menciona ella comenzando a llorar.
—¿Qué? —le pregunto, fingiendo asombro.
—Como lo escuchas, él me dijo que iría a casa de Isaac, pero ya llame a su casa y no saben nada de él —Martha comienza a llorar.
La directora rápidamente se acerca a nosotros y me indica que entre a la escuela, que ella hablara con Martha.
La maestra se encuentra en la puerta dando la bienvenida, la ignoro por completo y entro a la escuela, Milena se acerca a mi muy emocionada.
—¡Daniel tienes que venir, corre! —grita ella, jalándome del brazo.
Me dejo llevar por Milena hasta la enfermería, a donde rápido entramos y vemos a Jazmín y la enfermera Kinney ordenando el lugar.
—¿Qué pasa aquí? —preguntó confundido.
—Después de lo sucedido con Isaac, Jazmín ha decidido trabajar aquí, ella será la nueva enfermera escolar —dice la enfermera Kinney sonriendo.
Jazmín tan sólo sonríe, puedo notar lo nerviosa que esta al ser la nueva enfermera escolar.
—¡Eso es increíble Jazmín! —menciona Milena dándole un abrazo.
Yo tan sólo finjo sonreír y me alejo a paso veloz de la enfermería, siento que alguien me toma del hombro, así que volteo rápidamente.
—¿Enfermera Kinney?, ¿Qué sucede?
—Sólo quiero recordarte que tenemos una sesión pendiente, luego te visitaré y nos pondremos al corriente —sonríe ella.
Asiento con la cabeza y me alejo hacia mi salón, lo único bueno de lo que va del día es que no he visto a Isaac, no quiero tener que responder sus tontas preguntas sobre Carlos.
Entro a mi salón, veo a la maestra dar la clase, intento entrar sin que me vea, pero ella voltea a verme muy enojada.
—No puedes estar llegando tarde a clases Daniel, la clase comenzó hace cinco minutos, toma asiento y pon atención —añade la maestra, siguiendo con su clase.
Frunzo el ceño y tomo asiento junto a Beth, quien rápido voltea a verme.
—Tranquilo, no eres el único regañado —sonríe ella.
Asiento con la cabeza y fijo mi mirada en el pizarrón, no entiendo nada, no logro entender nada desde que tome posesión del cuerpo de Daniel, ser un humano es muy difícil.
***
El timbre que indica la hora del receso suena y todos comienzan a salir del salón, yo incluido, hasta que la maestra me indica que me espere un momento.
—¿Qué pasa? —la observo con enojo.
—¿Está todo bien en tu casa?
—Si, ¿Por qué no lo estaría? —le preguntó enojado.
—He visto una notoria diferencia en tus calificaciones desde que regresaste del centro —añade la maestra en voz baja.
—Lo sé, es sólo que estaba teniendo dificultades para emparejarme con todos, pero ya lo estoy logrando —finjo una sonrisa, ya que lo que acabo de decir, todo es completamente falso.
—Oh lo siento Daniel, debí suponerlo, tranquilo, si necesitas clases extras, sólo dímelo —menciona la maestra.
—Si llego a necesitarlas, le diré, por el momento, no gracias.
Camino a la puerta del salón, deseando que la maestra ya no me vuelva a hablar, por suerte ya no lo hace.
Veo fijamente todo mi alrededor, ahora ya no observare la estúpida iniciación de Milena a nuestro tonto club.
Me dispongo a caminar a la banca, por desgracia visualizó a Isaac, junto al sacerdote Ted acercándose a mí. Respiro hondo y comienzo a caminar, lo más rápido que pueda, pues no puedo correr, ya que sospecharían de mí.
—¡Daniel! —escucho la voz de la directora.
Doy media vuelta y la veo de pie junto a Isaac y el sacerdote Ted, suspiro hondo y me dispongo a caminar hacia ellos.
—¡Hola directora!, ¿Qué se le ofrece? —la observo con emoción.
—El joven Isaac y el sacerdote Ted quieren hablar contigo, por favor, habla —añade la directora.
Yo asiento con la cabeza y la directora se aleja, dejándome con estas dos personas que no quería ver hoy.
—¡Hola! —les digo sonriendo.
Veo fijamente a Isaac, se ve muy gracioso todo golpeado, su ojo morado, su nariz hinchada.
—Que gracioso te ves Isaac —le digo, para luego intentar tocar su nariz.
El sacerdote Ted detiene mi mano antes de tocar a Isaac, él me observa con furia.
—¿Qué hiciste con Carlos? —me pregunta enojado.
—¿Qué hice con Carlos?, ¿De qué hablan? —pongo cara de pensativo y confundido.
—Por dios Daniel, sé que fue a tu casa, ¿Quieres que vaya a hablar con Isabel? —Isaac intenta golpearme.
El sacerdote Ted lo detiene, pues sería un grave error por parte de Isaac golpear a un chico más chico que él.
—¡Escúchame bien Daniel, sino encuentro a Carlos hoy, iré a hablar con Isabel, con Martha, con quien sea necesario con tal de parar lo que haces! —Isaac me grita, para luego alejarse de mí.
El sacerdote Ted tan sólo observa como Isaac se aleja hecho furia, pues no puede tocarme.
—¿Usted se ira o comenzará a gritarme como Isaac? —le preguntó al sacerdote.
—Yo no tengo necesidad de gritarte —dice él y luego se aleja.
Observo a mi alrededor que algunos chicos me observan, yo sonrió levemente y comienzo a caminar. Fijo mi mirada en la dirección donde sale Martha llorando, rápido me alejo de allí, pues no quiero que empiece a preguntarme cosas que desearía decirle.
***
Narra Isaac.
Frunzo el ceño enojado, suspiro hondo e intento calmarme, yo le prometí a Carlos que le ayudaría y no pude hacerlo, yo sé muy bien que ya no lo volveré a ver.
—Tranquilo Isaac, no dejaremos que Progenito gane —menciona el sacerdote.
—Ya lo hizo, él mató a Carlos —añado en voz baja.
Siento que algunas lágrimas resbalan por mis mejillas, intento limpiarlas, pero los golpes que me dio Progenito no me dejan. Volteo hacia otra parte al ver a algunos chicos caminar cerca de mí, el sacerdote Ted me toma del brazo.
—Tengo que irme, arreglaré algunas cosas y me prepararé para el golpe final —agrega el sacerdote Ted.
—¿Qué golpe final? —le pregunto confundido.
Él voltea a verme, frunce el ceño y sonríe levemente.
—El exorcismo.
Asiento con la cabeza, mientras veo como el sacerdote Ted se aleja de mí, de la escuela. Tomo asiento en una banca, recuerdo las cosas que me dijo Carlos por si algún día pasaba esto.
Recuerdo que me dijo que escribió una carta donde explica todo, pero nunca me dijo donde la escondió, aunque de seguro el imagino que sería lo mejor. Él confió en mi diciéndome que iría a casa de Isabel y yo después de una golpiza, termine diciéndole todo a Progenito.
Te lo juro Carlos, encontraré esa carta y se la entregaré a cada una de las personas que pueden ayudarnos en esto, tu muerte no fue en vano. Me pongo de pie y volteo hacia el cielo, cierro los ojos y respiro hondo.
—Yo ayudaré a tu hermano, él tendrá una vida normal, como cualquier chico de su edad.
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