35
Narra Carlos.
Caminó de un lado a otro en mi habitación, trato de pensar en alguna manera de salvar a Daniel de Progenito, él tiene que dejar a Daniel en paz.
—¡Carlos ven a desayunar! —grita Martha desde la cocina.
Volteo a la puerta de mi habitación y por un momento pienso en ir a desayunar y dejar éste asunto para otro día, pero no quiero dejar a Daniel solo.
Respiro hondo y tomó asiento en la orilla de mi cama, tomó mi computadora y abro el navegador, tecleo la palabra demonio. En la pantalla me aparecen diferentes paginas:
¿Como saber si un demonio me acosa?
¿Como librarte de un demonio?
¿Como destruir un demonio?
Exorcismos.
Demonios malignos.
Frunzo el ceño al ver tantas páginas relacionadas sobre demonios, siento un ligero escalofrío y me pongo de pie rápidamente.
—¿Progenito? —susurró volteando a mis alrededores.
No recibo contestación alguna, por lo cual siento un gran alivio, no quiero ni imaginarme que haría Progenito al verme buscando como deshacerme de él.
La puerta de mi habitación se abre de golpe, yo rápidamente corro a cerrar mi computadora y mi respiración se agita.
—¿Estas bien Carlos? —pregunta Martha al verme alterado.
Asiento con la cabeza, mientras me acercó a la puerta y salgo de la habitación, caminó lentamente a la cocina y tomo asiento alrededor de la mesa.
—Tienes que desayunar rápido ya que se te hará tarde para la escuela —menciona Martha colocando un plato frente a mi.
—Si claro.
Me dispongo a desayunar, por suerte término rápidamente. Martha y yo subimos a su auto y ella comienza a conducir.
Miró por la ventana, mientras pienso en Progenito, le prometí a Daniel que le ayudaria a deshacerme de él, pero ahora que lo pienso no tengo ni la menor idea de como hacerlo.
—Desde temprano te notó muy distraído, ¿Te pasa algo? —me pregunta Martha mirándome brevemente.
—Estoy bien, es sólo que no dejo de pensar en Daniel, no me gusta verlo sufrir —añado regresando mi vista a la ventana.
—Pronto saldrá ya lo verás.
Miró a Martha con una sonrisa, ella se estaciona frente a la escuela y yo bajo rápidamente del auto y me dirijo a la puerta principal.
—¡Carlos! —gritan detrás de mi.
Volteo hacia atrás y veo a Tony junto a Isabel acercándose a mi. Tony me da un fuerte abrazo, en cambio Isabel, ella me observa con rencor.
—¿Cómo está Daniel? —pregunta Tony angustiado.
Siento que mis ojos se cristalizan, intento no llorar, mientras observo a Tony e Isabel.
—Él está bien, aunque hace una semana lo golpeo un compañero del lugar, por suerte él se recupera bastante bien.
Isabel rápido se acerca a mi y me mira con angustia y preocupación. Tony le da un fuerte abrazo.
—¿Lo golpearon? Pero, ¿Cómo? —me pregunta Isabel lleno de confusión.
—Una larga historia que deseo no contarle, ya que a usted ni siquiera le importa Daniel y a Tony, tan solo no lo quiero asustar.
Caminó hacia la escuela, la directora y la maestra de Daniel se encuentran en la puerta saludando a todo alumno que entra por ella.
—Joven Foster, buen día —la directora me saluda.
Le respondo el saludo y continuo con mi camino, siento que la maestra de Daniel me toma del hombro y yo rápido volteo a verla.
—¿Cómo sigue Daniel? —pregunta ella un poco preocupada.
—Muy bien, mejorando bastante... Gracias por preocuparse —le sonrió y me alejo.
Puedo ver a Nadia, Ángel y Pablo en la banca en la que siempre se sentaban con Daniel, algunas lágrimas caen por mis mejillas al no verlo en esa banca.
Beth, Carmen y Omar acompañados por Tony llegan a la banca, en la cual rápido toman asiento.
Entro al salón de clases, la mayoría de los alumnos ya se encuentra en sus lugares, yo tomo asiento junto a Isaac, un chico que se ha vuelto mi amigo desde que regrese a la escuela.
—Hola Carlos, ¿Cómo estás? —pregunta Isaac sonriendo.
—Bien.
La maestra entra al salón y las clases transcurren como siempre, un poco aburridas, un poco interesantes.
***
El timbre de mi casa suena y yo rápido corro a abrir la puerta, Isaac entra a la casa.
—Buen día Martha —añade Isaac al ver a Martha.
Martha le responde el saludo y luego los dos nos dirigimos a mi cuarto, yo me recuesto sobre la cama y Isaac toma mi computadora.
—¿Por qué buscas demonios en el navegador? —Isaac voltea a verme confundido.
Lo veo fijamente, me pongo de pie y le quitó mi computadora de las manos, el continua observándome extraño.
—Sólo lo busque por curiosidad, ¿Acaso a ti no te llaman la atención los demonios? —le digo sonriendo.
—No, al menos ya no, desde que vi un documental donde un demonio poseyó a una niña pequeña, jamas la pudieron recuperar.
—¿Qué le paso al demonio? —le preguntó intrigado.
—Al demonio lo pudieron sacar del cuerpo de la niña, pero ya era tarde, el demonio había terminado con la vida de la pequeña —Isaac me observa con tristeza en el rostro.
Después de escuchar esa triste historia, no dejo de pensar en Daniel, no resistiría que le pasara lo mismo que a esa pequeña.
—Oye Isaac, ¿Cómo sacaron al demonio del cuerpo de la pequeña? —le preguntó frunciendo el ceño.
Isaac se recuesta sobre mi cama y me mira con angustia, luego una sonrisa se dibuja en su rostro.
—Ay Carlos, pues un sacerdote le realizó un exorcismo —comenta Isaac abriendo mi computadora.
Veo que abre el navegador y tecla exorcismos, tengo mucha curiosidad de ver alguno de los tantos vídeos que aparecen, pero no quiero hacerlo, tengo miedo.
—Ya deja de buscar eso, mejor busca vídeos de risa —le digo tratando de sonreír.
Él me observa con enojo, luego comienza a buscar vídeos de risa. Minutos después la puerta de mi habitación se abre y por ella entra Martha.
—Vengan a comer, he preparado lasaña —dice Martha sonríendo.
Isaac y yo dejamos la computadora en un lado y salimos detrás de Martha, dirigiéndonos a la cocina.
Martha coloca platos alrededor de nosotros, para luego comenzar a comer, disfrutar de esta deliciosa lasaña.
—Oye Carlos, una pregunta, ¿Cómo sigue tu hermano? —pregunta Isaac observándome fijamente.
—Esta bien, se recupera bastante bien.
Miró a Martha por algunos segundos, puedo ver algunas lágrimas resbalar por sus mejillas, creo que ella al igual que yo recordamos a Daniel golpeado.
Las horas pasan e Isaac se va a su casa, Martha y yo hablamos de Daniel, de lo mucho que lo extrañamos.
—Cuando Daniel estaba en el orfanato siempre me hablaba de ti —agrega Martha.
Sonrió un poco, luego siento que algunas lágrimas resbalan por mis mejillas, Martha me da un fuerte abrazo.
—Yo no quiero que le pase nada malo a Daniel, nunca me lo perdonaría —susurró cerrando los ojos.
Martha continua abrazandome, yo tan sólo no dejo de pensar en la historia que me contó Isaac, no me gustaría que esa historia se repita con Daniel y Progenito.
..........
¡Últimos capítulos!
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