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29

Abro los ojos rápidamente al escuchar la voz de Martha hablándole a Carlos y a mi. Me pongo de pie y la observo por algunos segundos.

—¿Estás seguro que quieres ir a la escuela? —me pregunta Martha, caminando hacia mi.

—Si, estoy listo —le digo, mientras fijo mi mirada en Progenito quien me observa desde la puerta.

Ella asiente y sale de la habitación, veo a Carlos despertando, así que tomó mi uniforme de la mochila que traje de la casa de Isabel con un poco de mi ropa.

—Buenos días —menciona Carlos, saliendo de la habitación.

Me término de poner el uniforme y salgo de la habitación, caminó hasta la cocina donde Martha prepara el desayuno.

—Toma asiento Daniel —menciona ella, con una leve sonrisa en el rostro.

Tomo asiento y me dispongo a desayunar, después de algunos minutos Carlos se acerca a la mesa para desayunar, el desayuna rápido ya que se nos hace tarde para la escuela.

—¡Vámonos! —grita Martha saliendo de la casa.

Tomo mi mochila rápidamente y salgo detrás de Carlos cerrando la puerta de la casa. Carlos y yo subimos al auto de Martha, quien rápido comienza a conducir.

—¿Estás bien? —me pregunta Carlos angustiado.

—Si, ¿Por qué no lo estaría?

—Por lo que paso ayer con Isabel —Carlos me mira por algunos segundos.

Yo prefiero no contestarle, miró por la ventana para relajarme un poco, estoy un poco nervioso de ir a la escuela, se que Nadia y Ángel deben estar llenos de preguntas que no querré contestar.

—Daniel recuerda que cuando salgas de la escuela iremos directo al hospital, te realizarás unos estudios —Martha dice, mientras se estaciona frente a la escuela.

Asiento con la cabeza, Carlos y yo nos despedimos de Martha y salimos del auto, dirigiéndonos a la puerta principal de la escuela.

—Buenos días jóvenes —añade la directora en la puerta.

Caminó directo al salón, ya que no tengo ganas de hablar con alguno de mis amigos, pero luego Tony se coloca frente a mi.

—Estoy tratando de convencer a mamá de que regreses a casa, sólo que no se si lo lograré —Tony menciona preocupado.

—No es necesario que le ruegues, ella me ha dicho que me llevará a un orfanato —le digo, mientras sigo con mi camino.

Volteo brevemente hacia atrás, puedo ver a Tony aun parado en el mismo lugar. Entro al salón, por suerte mi maestra aun no llega.

Tomo asiento y veo todo a mi alrededor, puedo notar rápidamente que todos me miran extraño, como si yo fuera un bicho raro.

—Buenos días jóvenes —agrega la maestra entrando al salón.

Las clases transcurren normal como todos los días, yo no dejo de pensar en todo lo que me pasa, en especial los estudios que me realizaré.

El timbre que indica la salida al receso suena y todos salen del salón corriendo, me pongo de pie y salgo del salón.

Nadia y Ángel llegan hasta mi, puedo notar que Beth viene con ellos, eso si que es extraño. Beth no es muy amigable, de hecho nunca le ha hablado a alguien, hasta hoy.

—¿Hola? —comentó, frunciendo el ceño.

—Vamos a la banca Daniel —dice Nadia tomándome del brazo.

Los cuatro nos acercamos a la banca, donde se encuentra Pablo, Carmen, Omar y Tony esperándonos.

—Siento mucho lo que le sucedió a Mauricio —añade Carmen preocupada.

Tony y yo nos miramos entre si, al parecer él ya les ha contado lo sucedido a sus amigos, aunque no se que tanto les contó.

—Si, fue un terrible accidente —comenta Tony agachando su mirada.

—Si, un terrible accidente —susurra Pablo mirando a Tony.

Ahora se que tanto les contó Tony a sus amigos, aunque estoy un poco preocupado por Pablo, el escucho lo que Isabel dijo. yo frunzo el ceño, tratando de que me vean un poco triste por lo sucedido.

***

Martha, Carlos y yo caminamos por el pasillo del hospital hacia el consultorio de la enfermera Kinney. Respiró hondo, entramos y tomamos asiento en unas sillas.

—Buenas tardes —sonríe la enfermera Kinney.

Nosotros le respondemos el saludo y ella sale de la oficina, minutos después regresa con un doctor, al parecer sera el encargado de mis estudios.

—Puedes acompañarme Daniel —comenta el doctor con una sonrisa en el rostro.

Volteo a ver a Martha, ella asiente con la cabeza y yo sigo al doctor hasta un consultorio muy diferente al de la enfermera Kinney.

Él me pide que tome asiento en un banco alto y así los estudios comienzan, trato de estar lo mas relajado posible en todos para que todo esto pase rápido.

Después de algunas horas, me encuentro sentado en la sala de espera junto a Martha y Carlos, ellos están mas preocupados que yo para recibir los resultados.

—Traten de tranquilizarse, me ponen demasiado nervioso —les comentó algo asustado.

Ellos voltean a verme y luego se miran entre ellos, yo fijo mi mirada en Progenito, quien camina de un lado a otro por el pasillo. Mi respiración se acelera, mientras intento mirar a otra parte que no sea a Progenito.

Martha y Carlos se ponen de pie rápidamente, ya que ven a la enfermera Kinney acercarse a nosotros.

—Martha, necesito hablar con usted en privado, ¿Puede venir a mi consultorio? —la enfermera Kinney mira a Martha.

Ella asiente y así es como Martha y la enfermera se alejan, dejándonos a Carlos y a mi aquí.

—Daniel no tienes nada de que preocuparte, todo estará bien —añade Carlos sonriendo.

—Eso espero.

Me pongo de pie y caminó de un lado a otro, luego veo que Progenito se acerca a mi y me toma del brazo, puedo notar que nadie lo ve, así que tengo que disimular.

—Todo esta mal Daniel —comenta Progenito comenzando a reír.

Lo miró con confusión en el rostro, no puedo creerle, él siempre me miente en todo. Está seria la situación perfecta para hacerlo feliz.

—Velo por ti mismo —Progenito señala hacia el consultorio de la enfermera Kinney, el cual tiene la puerta entreabierta.

Volteo y miró a Carlos, él esta distraído jugando algún juego en su celular, caminó en pasos lentos hacia el consultorio.

—Lo siento Martha, pero Daniel sufre de ansiedad —escuchó que la enfermera Kinney dice.

Abro los ojos del asombro, yo no puedo sufrir de ansiedad, simplemente no puedo.

—Pero, ¿Hay algún tratamiento? —pregunta Martha angustiada.

—Claro, pero es decisión del padre o tutor si lo recibe en su hogar o en un centro de rehabilitación.

La enfermera Kinney le entrega una hoja a Martha, yo respiro hondo y entro corriendo al consultorio. Le arrebató la hoja y comienzo a romperla en pedazos.

—¡Yo no puedo regresar a un centro de rehabilitación, no otra vez! —gritó asustado.

Martha y la enfermera Kinney me observan realmente asustadas, incluso Martha me sujeta de los brazos.

—Daniel tranquilo, no debes alterarte —me dice Martha angustiada.

Trato de alejarme de Martha, cuando veo que la enfermera Kinney saca  una jeringa de un cajón y se acerca a mi.

—Daniel esto es por tu bien —dice ella y me inyecta en el brazo.

Siento mis párpados pesados y estoy por caer al suelo, por suerte Martha me sostiene para no caer de golpe.

—Es por tu bien —menciona la enfermera Kinney, cuando mis ojos terminan de cerrarse.

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