-Tantas veces canté en este escenario.

-Señora, baje de ahí, no puede estar aquí -un guardia regaña a la señora.

-Tantos años íntegros dedicados a él, a la adrenalina de las presentaciones, al júbilo de los aplausos, al crujido de la madera con cada paso, a la libertad de las notas altas con los ojos cerrados y los brazos abiertos ante los focos, a los nervios y los abrazos entre bastidores, a las copas de celebración, a la emoción contagiosa del público.

-Señora, puede seguirme contando fuera, baje ahora, es peligroso -vuelve a reprenderla el guardia.

-Tantos años de recuerdos. Y ahora solo quedará eso: recuerdos.

-Señora, ¡cuidado! -advierte el guardia, pero no llega a tiempo.

El teatro Larae Foriged Cacir se demolió luego de 10 años clausurado. Entre los escombros yace el cadáver de una señora que burló la seguridad poco antes de comenzar la obra.

“Le dedicó su vida a ese teatro y decidió morir tal como vivió”, declaró el guardia que presencio sus últimos momentos.