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2 - Four Flowers

El colegio de Shinhwan se hallaba en una zona privada, pero no muy alejada a la capital de Corea, con una bicicleta convencional podrías llegar a lo mucho en 20 o 25 minutos desde Seúl.

Y para las personas que van a este colegio les es mucho más sencillo todavía, con sus autos tan sofisticados como veloces para movilizarse.

Esto también depende que tan lejos vivas, pues generalmente residen en áreas apartadas de la capital, casi llegando a los fronteras de Corea.

Aún así, solo había un estudiante que poseía la fortuna y carácter petulante suficiente para llegar en un helicóptero.

Kyojuro Rengoku.

Siendo el legítimo heredero de toda la empresa Shinhwan su nivel social sobre pasa a todos, aún entre todos los muchachos acaudalados de dinero en su escuela.

Aquella aéreonave —cortesía de un buen amigo de su padre cuando cumplió 18 años— aterrizo en medio del jardín trasero de la institución.

Sonrió complacido mientras bajaba.

Todas las miradas que allí habían se posaron en el inmediatamente, unas con envidia, otras con admiración e incluso miedo.

Satisfecho al ver la influencia que tenía sobre sus compañeros se dirigió a sus clases, con unas prendas que no pertenecían para nada al uniforme de Shinhwan.

...

..

.

—¿Me recuerdas como fue que me convencieron?

—Tú madre amenazó con pintarte rayas en la cara y hacerte trabajar así un mes entero.

Oh.

Hijo y padre iban por la mitad del camino al colegio Shinhwan, podía escuchar el leve rechinar de las tuercas en la pequeña carcacha que tienen por coche.

Su madre lo forzó a ir, es cierto. ¿La cree capaz de hacer lo que dijo? Sin duda alguna, ella podrá mostrarse bastante calmada cuándo siente que debe serlo, pero también es firme con sus palabras y castigos.

Una de las primeras cosas que aprendió en su niñez fue no hacer enojar a su madre.

No provoques a la bestia y no te atacará.

Negó con la cabeza. Lo único que puede mantenerlo cuerdo en este momento es la reconfortante idea de nadar en la gran, moderna y por sobre todo gratis piscina del colegio.

Esos pensamientos lo hicieron reflexionar un poco en su situación actual, se sentía...tan lejano.

Tan irreal.

De estar en Japón prácticamente muriéndose de hambre ahora esta apunto de pisar uno de los colegios más emblemáticos de todo Corea.

La vida en su país natal no fue fácil, el dinero era escaso y la demanda por los alimentos alta. Y para hacerla peor su padre quedó desempleado cuando enfermo gravemente del corazón.

Tuvo que buscar trabajos pequeños junto con su madre, ya sea de repartidor de comida rápida, artista callejero, ayudante en un restaurante, obras de construcción, etc.

Por lo general al no se un experto en estás áreas terminaba despedido por rendimiento —o actitud explosiva, gracias al estrés constante de sentirse inútil—. Las facturas por pastillas y tratamiento era cada vez mayor.

Durante ese tiempo se hecho la culpa de todo, no era bueno nisiquiera para estos trabajos pequeños ¡Patético! Se sintió miserable y enojado durante meses, su padre moría lentamente y no podía hacer nada más que observar.

Al ver que la situación de su familia no iba a mejorar Akaza decidido tomar cartas en el asunto, dejó la escuela cuando estaba en casi 3 año de secundaria para tener más tiempo y cubrir más horas laborales, el pagó que daban parecía propina de mesero —lo sabe por experiencia propia—. Empezaba a desesperarse.

Su hermano estaba preocupado, su madre cansada, su padre muriendo y él volviéndose loco. Consumido por el pánico tomo una serie de decisiones...de las cuales no se sentía orgulloso.

Trabajo para redes de narcotráfico y descubrió que no era tan malo para apalear idiotas. Para su propio alivio nunca cometió errores con ese trabajo. Pero luego fue transferido por buen rendimiento a una pandilla en el distrito de Kabuki-chō. El pico de su extenso historial legal.

Lo positivo de todo esto fue que su padre iba mejorando, obviamente ahora era mejor pagado y llegó a comprar más instrumentos y medicina para el tratamiento de su padre.

El tiempo pasó rápidamente y se reencontró con alguien a quien amó y ama tanto.

Una ángel que le hizo olvidar que era un ser horrible y oscuro. Koyuki llegó a su vida después de dos años de haber dejado la escuela.

Todo esto por que tomo un trabajo adicional en el dojo de su padre, Keizo. Pero pasaron tantas cosas que al final termino volviéndose su mejor discípulo y novio de la chica con dulces ojos rosas.

Koyuki también se encontraba delicada de salud, no le permitía salir mucho de casa por tener un cuerpo débil y enfermizo. Pero esto no resultó ser un impedimento para amarla.

Cuido de ella día y noche y se aseguró que fuera feliz el tiempo que dure a su lado.

Dejo las pandillas y los trabajos nocturnos en los que estaba involucrado. Olvidó el significado de las rayas azules que poseían sus brazos y piernas para permitirse reiniciar su vida.

Se sentía tan afortunado, nunca creyó que alguien como él podría enamorar a una chica tan maravillosa como lo es la pelinegra. Honestamente el dudo demasiado en sentirse merecedor de tal amor.

Pero al final eso fue una ilusión tonta.

¿Que diablos pensó? Que se quedaría a su lado, nunca podría ser digno de una chica como ella.

Los delitos que cometió salieron a la luz. De pronto todos hablaron de "Hakuji, el demonio de ojos dorados", nombre que cree que encajaba con el personaje monstruoso que era en su vida llena de errores.

Las pesadillas volvieron, las marcas de sus brazos pesaban como grilletes de vergüenza.

Su destino era la prisión. Cadena perpetua.

Muerte.

Pensó en entregarse, para quitar siquiera un poco del deshonor que haría pasar a su familia, su padre, ¡Su hermano maldita sea!

Cuando se enteraron espero toda clase de insultos, castigos físicos, que lo entregaran incluso, pero...

"¡¿Hijo estás bien?! Lamento ser el culpable de tus pecados. Si mi cuerpo fuera más fuerte tal vez les habría dado una mejor vida a ustedes."

"¡Imbécil! ¡No puede irte! ¡¿De que hermano idiota me burlaría si te vas?!"

"Se que tus acciones no son algo de que sentirse orgulloso, se un hombre y acepta las consecuencias de tus actos junto tu familia. Te amamos y no te abandonaríamos. Así que Akaza Soyama...¡Atrévete a acercarte a la comisaría y te traeré a chanclasos!"

Su familia son más de lo que un sujeto como él debería tener, pero si quieren cargar el peso de sus malas decisiones con el no va oponerse.

Se los agradece eternamente y hará lo que sea para compensar lo que hizo mal.

Las lágrimas picaron sus ojos por pasar tanto tiempo recordando, inclino su cabeza lejos de la vista de su padre. No quiere que le vea débil.

Al final todo salió bien para su familia. Aunque podrían considerarse prófugos su vida en Corea es mucho mejor.

Lo único que aún lo ata a Japón es Keizo y Koyuki.

—Llegamos, —Anuncio su padre.

Apenas sintió el viaje.

Se quitó el cinturón y se dispuso a bajar del vehículo.

Por un momento dirigió la vista a su padre y vio algo un poco extraño.

El señor Soyama se bajó del carro con rapidez inusual y le abrió la puerta del carro para que bajara.

Estaba consiente de que su familia era extraña, pero nunca de imagino su padre fingiendo ser un especie de guardaespaldas vestido en su totalidad de negro.

Sin darle mayor importancia y dejando de lado su mal presentimiento sobre la escuela bajo de un saltito y se despidió de su padre.

Bueno, al menos podría pasar desapercibido.

¿Quién podría notar a alguien como él?

Eso pensó hasta que su papá cerro la puerta del auto. No sabe que fue, si la fuerza, un botón, el mismo auto, el universo, o su maldita suerte.

Pero la bocina del auto empezó a sonar estrepitosamente.

"¡La Tintorería ya está aquí, tintorería! ¡Tintorería! ¡Tintorería Soyama!"

Cerro los ojos con frustración «Esto no está pasando, por favor que esté en mi casa con mis ridículas pantuflas de elmo comiendo panqueques quemados» se rogó mentalmente.

Pero las risas que provenían de otras personas a su alrededor le demostraban que esto era muy real.

Con la vergüenza apoderándose de él y las mejillas rojas como tomate se despidió con la mano de su padre, huyendo de la vergonzosa escena.

Genial, primer día de clases y ya pasó por una humillación inolvidable.

Negó con la cabeza para espantar la rojez su rostro y puso atención al establecimiento.

«¿Enserio esto es una escuela?» pensó al ver lo enorme de los edificios.

Lo primero que pudo notar era como sus compañeros se esmeraban en mostrar sus nuevos accesorios, no era para nada un chismoso, pero estas personas presumían de sus nuevos juguetes de forma tan escandalosa que era imposible no escucharlos a menos que te tapes los oídos.

Ya sean joyas, zapatos o ropa. Empezaba a pensar que el motivo real para venir a estudiar para ellos era jactarse de sus cachivaches que se compraban con su dinero. No. Mejor dicho el dinero de sus padres.

Nadie parecía cumplir con el reglamento de vestimenta oficial. Zapatos distintos, aretes y collares llamativos o ropa pomposa eran los que más resaltaban.

El no puede decir nada por qué está llevando zapatillas con el uniforme, además de que se tomó la libertad de entrar un poco su pantalón para que de se ciña más a su cuerpo. Por alguna razón no le agradan los pantalones anchos, costumbre quizás.

Nuevamente concentro toda su atención en encontrar el lugar por el que vino a esta escuela. La piscina.

Quiere saber si es tan maravillosa como se la platicó su familia.

Es temprano para que comiencen la clases a si que tiene tiempo de sobra antes de correr como alma que lleva el diablo a su salón, que por cierto...¿Cuál era...?

...

Nah. Ya verá después.

Ignorando el hecho de que no tenga idea de dónde esté parado y los cotorreos de los alumnos, presto toda atención a un folleto de cartón plastificado que contenía el mapa de la escuela, lo había tenido en sus manos desde que estuvo en el auto para no perderse.

Pero estaba siendo más difícil de lo que creyó, carajo se supone que los mapas fueron hechos para hacerte la vida más sencilla. ¿Por qué este parece complicarla?

Le pareció haber reconocido un edificio en el cuadro lleno de línea azules —Que no tiene idea para que sirven— del folleto, en su cabeza lo utilizo como eje y continuo en línea recta hacia delante sin saber exactamente si era por allí.

Los árboles y vegetación abundaban por ese sector.

Habían troncos anchos de color marrón soltando hojitas secas, que caen con delicadeza sobre el suelo de tierra crema y de textura áspera.

Camino por el sendero gozando un poco la tranquilidad que este jardín le ofrecía, algo le dice que no tendrá muchos momentos así el tiempo que dure aquí, así que debe aprovechar.

Pero...hay algo más.

Una sensación de magnetismo le obliga a seguir caminando, por muy ridículo que suene, su alma le grita seguir avanzando, porque tal vez encuentre algo que no sabía que estaba buscando y su cuerpo tan solo obedece.

El sonido de hojas y ramitas siendo aplastadas eran muy relajante mientras daba pasos vacilantes. Sus instintos tomando control.

Una bella melodía lo distrajo de su misión principal. Mando al diablo la piscina y siguió escuchando, preguntándose de dónde provenía y quién lo generaba. Maldijo su curiosidad y las emisiones sensoriales que generaban aquellos sonidos en el.

Dicha sinfonía estaba lejos de ser estridente, era pausada y muy hermosa, lenta y con ritmo.

Un canto melancólico que cautivo sus sentidos, le daba ganas de llorar de solo escucharlo.

Hubo un momento en que su cuerpo dejo de caminar, sabiendo que había llegado al origen de semejante satisfacción auditiva.

En ningún momento aquel instrumento de cuerda dejo de escucharse.

Pudo ver a un hombre no mucho mayor que él. Su cabello negro como el carbón, rebeldes mechones sobresalían en algunas secciones, recogido con una liga en una leve coleta. El traje de color crema pálido le daba una idea de sus gustos por lo clásico.

Tocaba con un sutil movimiento de manos su violín color camello.

Se estremeció cuando un sentimiento de reconocimiento instantáneo lo golpeó. Un déjà vu, como si ya lo hubiera visto antes.

Era como si una chispa que no sabía que poseía en su interior se encendió, quintadole la venda de sus ojos.

Nunca lo había sentido, por lo que se halló confundido ante tantos sentimientos y emociones revolviéndose en su estómago.

Sentía náuseas.

Pero no del tipo cuando está enfermo o cocina la cena. Es otra cosa...una que no sabe Identificar.

Apreciando como sus dedos finos acariciaban la madera bruñi-

—Hum. —Se giró hacia él en azabache al verse observado.

Akaza salto y detuvo su análisis interior cuando se dio cuenta que se había acercado demasiado. Siendo notado por aquel sujeto. «¡¿Que diablos estoy haciendo aquí en primer lugar?!»

Aunque la persona que se encontraba espiando en ese momento, no se mostraba particularmente molesto, más bien curioso.

—E-Eh...yo...uh, —tartamudeo por unos segundos de forma patética. —¿S-Sabes dónde puedo encontrar la piscina?

La expresión de la persona delante de él no parecía haber cambiado, pero pudo notar unos distintivos ojos afilados color océano oscuros, justo debajo de un flequillo desordenado.

Aquel hombre no dijo ni una palabra, solo lo observó unos cuántos segundos y luego alzó su brazo para señalar con la barita de su violín la dirección que está buscando.

Con eso movimiento pudo descubrir curiosamente que no era alguien flacuchento.

Además, a diferencia de el resto de su conjunto de color crema pálido, su camisa era extremadamente blanca.

—O-Oh así que era para el lado contrario. Ehm, ¡Gracias! P-Puedes seguir, yo...¡Eh! Mejor voy.

No quería verle la cara, de seguro se está burlando de la tonta imagen que acaba de mostrar de si mismo, nunca había tartamudeado de la forma en la que lo hizo hoy.

Y no sentía para nada bien.

Volvió a sacudir su cabello con nerviosismo mientras se alejaba cada vez más de ese sujeto. Algo dentro de sí grito que se quedará, pero su otro lado, más racional insistía en que se large antes de hacer nuevamente el ridículo.

Desatando una batalla que al final ganó la racionalidad.

Debe admitir que, ese chico que era guapo.

«¡Que demonios estoy pensando! ¡Ya dejaste de ser un adolescente hormonal hace mucho BAKA!»

—¡Ni siquiera me van los chicos! —Grito en un susurro para si mismo.

Solo espera que si lo vuelve a ver no sea en circunstancias tan vergonzosas.

Revisó su pequeño celular para verificar la hora.

«¡8:00...!»

Corrió lo más que pudo por los pasillos, lo último que quiere es le manden un citatorio por tardanza.

Entro al edificio y subió las escaleras buscando su salón —sin tener una sola idea de cuál era, pero de todas formas corriendo sin sentido—, no avanzó mucho por qué de pronto todos los presentes gritaron al unísono la palabra:

—¡LOS F4!

«¿Eh?» Se quedó fuera de sí por una instantes.

Los jóvenes corrían escaleras abajo con rapidez. Por un momento pensó que sería un grupo de asaltantes o incluso una alarma para un terremoto ¡Yo que sé!

Ni siquiera pudo preguntar por qué todos los de la escalera pasaron violentamente por su costado empujándolo contra la barra de metal de las gradas, mientras se golpeaba el tórax contra ella.

—¡Maldita sea un poco de modales no los mataría hijos de perra!, —vociferó aprovechando el ruido ocasionado por los gritos de los otros muchachos, para ahorrarse problemas de niños ofendidos más tarde.

Le parece curioso que hasta el momento no halla visto ni un profesor.

Gritos y chillidos de emoción hacían eco en el gran salón, que parecía un vestíbulo.

Se acerco lentamente sin intención alguna de ser notado, solo tenía algo de curiosidad sobre saber quiénes habían causado tanto revuelo.

Un pequeño espacio se formó en el centro, dividiendo a los estudiantes en dos grupos mientras dejaban pasar a un grupo de chicos, su caminar era seguro y arrogante como si el colegio fuera de su propiedad.

Uno de ellos creyó reconocerlo, por detrás iba caminando él mismo chico que vio en la parte posterior del colegio, a diferencia de los demás su forma de andar no era tan arrogante, si no...indiferente, aunque igual de molesta. No sabe por qué, pero sus mejillas se sintieron un poco calientes.

«Basta de tonterías Akaza no es el momento» se reclamó así mismo.

Como segunda cabeza distinguió un cabello de tinta blanca, vincha de joyas parecidas a las perlas y tatuaje de flor en el centro de su ojo izquierdo. Su forma de moverse era más exagerada, brazos cruzados mientras saludaba con la mano y guiñaba el ojo a las chicas que chillaban.

El otro probablemente fue el más bajo de todos, mechones lisos y oscuros, ojos aguileños y desconfiados, ambos de diferente color, además de cubrirse la boca con muchas vendas claras. A simple vista su apariencia era más intimidante que los otros.

Y por último el mas peculiar de los cuatro, por qué vamos, el del cabello blanco era extraño, pero este sin duda le robó el aliento de lo raro que era, por un momento pensó que había visto mal o era obra de su imaginación. Vistosas hebras color dorado con puntas escarlatas, que hacían juego con su mirada bicolor.

Tanta era la ovación por ellos que por un momento pensó que el mero hecho de respirar era digno de admiración para sus compañeros.

Entre tanto jaleo pudo ver cómo ese sujeto —el de mechas rojas y rubias— junto sus amigos se detuvieron frente un estudiante en particular.

Alguien un poco más alto que él, pero algo le decía que era menor en edad por su forma de tartamudear no solo con sus palabras, si no con sus manos.

Recuerda vagamente haberlo escuchado conversando con sus amigos alardeando de su camisa nueva mientras el corría en busca de su salón.

—Solo hay dos de estas camisas importadas en Japón —dijo a sus amigos—. Y yo compré una, ¿adivina quién compró la otra?

—¿Quién? —le pregunto preguntó viendo la sonrisa de satisfacción crecer en su amigo.

—Rengoku Kyojuro.

O algo por el estilo, francamente no recuerda bien el nombre.

Para él es una tontería porque según lo que ve son iguales que las que llevan todos, a excepción por una detalle negro en la parte superior.

Pero ese sujeto alto y robusto lo miraba de una forma severa, dando la impresión de haber cometido el peor pecado del mundo y él se encargaría de purificarlo.

Como si todos sus compañeros estuvieran sincronizados guardaron silencio en vista de que iba hablar.

-¿P-Pasa a-algo señor Rengoku?

La víctima temblaba de miedo ante la presencia autoritaria de aquel hombre. Sus ojos se achinaron y enrojecieron por las ganas infinitas de llorar o esconderse en cualquier lugar que no tenga la atenta mirada de enfurecido fuego.

—Voy a contar hasta tres..., —dijo ese tal Rengoku fingiendo ser benevolente. Su voz era más grave de lo que creyó en un principio. —Uno...

El otro se encogió en su lugar, prediciendo lo que va a pasar.

—...Dos...

Akaza, confundido trato de alzar más su cabeza para observar mejor, en este momento esta odiando su estatura un poco más baja que él promedio. ¿Que se supone que quería de aquel chico?

—...Tres —. Finalizó su conteo.

El hombre de mechas rubias los sujeto del cuello, pidiendo —mas bien exigiendo— el jugo de naranja de su compañero con vendas.

A lo lejos el joven tintorero alzo una ceja ante su raro accionar.

La compresión llegó a su mente cuando el líquido fue expandido por toda la camisa de su víctima, haciendo que vítores se escucharán por toda la sala.

Permaneció quieto en su lugar, observando como todos se retiraban como diciendo que el espectáculo se había acabado.

La pobre víctima se reincorporó con ayuda de sus amigos para limpiarse.

Pero claro, para cuando salió de su show todos empezaron a rodear aquellos personajes de esbelta imagen y el quedó otra vez atrapado entre todo el tumulto.

En un descuido alguien más grande que el choco contra su espalda. ¡Maldita sea con su jodida estatura de enano!

Un objeto se callo de sus bolsillos con un sonido seco y resbaló por el piso.

«¡Maldición mi teléfono!»

Entre la multitud no pude ver bien que estaba pasando, buscó a tiendas su pequeño Nokia, pero la reducida visión que le permitía estar bajo las piernas de los demás se lo impedía.

Fue cuando escuchó un track que ya era demasiado tarde. Alguien lo piso.

«¡Era nuevo...! Hace tres años, ¡Pero lo seguía siendo para mí...!»

—Oye idiota!

Sujeto con fuerza del pie al dueño de esos zapatos negros con diseño de escamas. No iba escapar tan fácil.

Alzó su vista topándose con una mirada de fuego y cabello que combinaba con ella a la perfección.

Rápidamente saltó sobre sus pies para enfrentarlo.

—¡Mi teléfono! —engrosó su voz todo lo que pudo para sonar amenazante mientras le mostraba el celular más pequeño que su palma.

Su contrario mantuvo el ceño fruncido todo el tiempo ¿Este niño se atrevió a tocarlo?

Aunque su visita de molestia no duró mucho cuando enfocó su ojos en el aparato meneándose delante de su rostro.

—¿Eso es un teléfono? —murmuró para si, más incrédulo que burlón.

Los otros muchachos observaban desde atrás la escena con diversión.

Entre ellos un oji-azul que lo veía con curiosidad.

Ignorando eso, Akaza pensó que este tipo se estaba mofando. —¡Pues si imbécil! ¡Tanto dinero y poco cerebro! ¡Está hecho trizas por tu culpa y debes reponerlo!

—No puedo comprar esa basura, te hice un favor. Ve y busca uno mejor, —respondió con simpleza ignorando el insulto que le había lanzado.

Dicho eso, se dio media vuelta y siguió con su camino antes de toparse con el pelirosa.

Quién se sentía a explotar.

—¡Ey! ¡Esto no se queda así! —Se iba abalanzar al ataque, pero sintió como alguien lo tomó desde atrás con fuerza— ¿Ah? —Una chica de cabellos plateados lo tenía fuertemente sujetado del brazo.

Regresando su atención al idiota, pudo observar como su figura se desvanecía por los pasillos seguidos de esos otros tres chicos.

—¡¿Quién eres?! ¡Apártate! ¡¿Que no vez que quiero darle su merecido a ese bastardo?! —Se retorció en su agarre como nunca lo había hecho en su vida.

—Tranquilo, lo único que lograrás es que te golpeen.

—¡¿Ah?! Soy más fuerte que todos ellos juntos! ¡Malditos hijos de...!

La chica no sabía si regañarle o burlarse, por está actitud tan infantil que le estaba mostrando.

—Shhh, no te alteres. Ya se fueron de todas formas.

El pelirosa gruño como un perro cuando le quitan su hueso, mientras ella reía de forma un poco escandalosa.

—¡Hmp! Y de quién es la culpa —dijo mientras su irá se disipaba poco a poco—...¿Y tú quien eres eh? ¿Nos conocemos? —Rascó su nuca tratando de buscar en sus memorias ese rostro afilado y agraciado.

—Ah. ¡Disculpa olvide presentarme! —dijo liberando al chico para sacudir un poco su falda arrugada— Mi nombre es Daki Shabana, voy al segundo año en el aula G. —Una sonrisa dulce en el rostro de la chica.— Y el tuyo?

—Uh. Akaza Soyama...Y...¿Quiénes eran esos larguiruchos dementes y presumidos?

Tras una risita la chica se dispuso a responder, pero fue interrumpida por otra voz.

—¡Ey niño!

Resoplando con disgusto se giró sobre sus talones esperando espantar a quien sea que lo valla a molestar.

Pero cuando se topo con esos tres pares de ojos maquillados observándolo como si fuera la peor escoria del mundo —que tal vez sea cierto— no se sintió molesto, si no extrañado.

—Será mejor que cuides tu lengua si no quieres meterte en problemas.

—¿Disculpa te conozco? —Preguntó un poco irritado por su presencia. ¿Por qué extraños insisten en robarle su paz?

—¡Discúlpenos, les prometo que no volverá a pasar! ¡Nosotros ya nos vamos! —dijo con una voz nerviosa Daki mientras jalaba levemente desde el hombro Akaza tratando de frenar el conflicto.

Pero fue ignorada.

La que anteriormente de dirigió al Soyama se sacudió su cabello claro a un lado, con su rostro indignado.

—Oh pequeño, lamento no presentarnos.

«¿Por qué me trata como un niño? Soy mayor que tu sabes» pensó para sí Akaza.

Las tres realizaron poses ridículas diciendo sus nombres. Él y Daki pusieron los ojos en blanco, parecían caricaturas de un anime. Por un momento recordó una poses ridículas que vio en un manga de Japón. Dragón Ball según su recuerda.

Era demasiado vergüenza ajena para un día.

—Sahuko —. Era obvio que ella era quien toma las decisiones y las otras son su perras.

—Mukago —. Eran muy parecida a la anterior. Solo que mas bajita.

—Sasumaru —. La única pelinegra del grupo.

Bueno, ahora sabe los nombres de las tres chicas superpoderosas «Que útil» pensó con sarcasmo.

—¿Y eso debería importarme porque...?

—Lo que dijiste hace rato. ¿No era para insultar a los F4 o sí?

—Uh, ¿F4?...Ya suponía que esa bola de engreídos son parte de los infames F4—dijo ya harto del asunto. ¿Quienes diablos son en realidad y porque son tan interesantes? No es que al le importe. Para nada.

—¡Infames! Querrás decir famosos —. Reprochó la pelinegra jugando con sus anillos.

La chica acercó su manos para tocar los tatuajes en su cuello, como si fuera un objeto de exhibición.

—¿Eres el chico maravilla verdad? El de la lavandería.

Retiró sus manos con cuidado. Son realmente molestas, pero no piensa dañar a una mujer.

—Tintorería, es una tintorería no lavandería. Deberías leer tu misma los periódicos en vez de que tus sirvientes lo hagan por ti.

Sasumaru chilló ofendida. Y su amiga salió a defenderla.

Le mostró una sonrisa más falsa que había visto hasta el momento y dijo: —Nunca había visto un muchacho de tintorería. Me resulta fascinante.

Y copiando su acción, el pelirosa soltó una risa más falsa que sus ganas de vivir. —Puedes mirar todo lo que quieras, no te cobraré.

Daki sujetó su hombro y apretó levemente para calmarlo.

—Chicas por favor —Tranquilizo la líder. —Como es tu primera vez en el colegio, transferido, te dejare pasar está.

—¿Pasar que?

—¡El hablar mal de los F4 obviamente! —. Grito hastiada su compañera pelinegra.

—¿Ah? ¿Acaso son sus matonas o algo así? ¡¿Se supone que debo pedirles permiso para insultar a alguien?! —. Dijo burlesco, está seguro que sus carcajadas fueron escuchadas por todo la escuela.

Ni Keizo ni su madre a logrado cerrarle el hocico —Miente, su madre sí—, ¿Por qué esas desconocidas piensan que podrán hacerlo?

—¿Que es tan gracioso? —siseó molesta.

Ligeramente inclinado sujetaba su pancita, que dolía de tanto reír. Limpio sus lágrimas para poder hablar. —Aww disculpa. Me parece tierno que piensas que vas a callarme a si de fácil. Si quiero insultarlos es cosa mía. Mejor ve a checarte ese ojo me parece que se te corrió el rimel de tanto arrugar la nariz.

Con eso el trío de mujeres gritaron de enojo con alaridos de frustración mientras el se alejaba. Daki aún detrás de él.

—¡O-Oye espera! —grito para llamar su atención, pero estaba muy ocupado perdido en sus pensamientos.

Al parecer acaba de encontrar a sus "bullies" personales, que halagador.

Espera que está primera impresión solo halla sido mala suerte.

Recordó los locos que de esta tarde, la multitud clamando por ellos, su celular destruido, las chicas superpoderosas...

«Joder, todos en está escuela están locos.»

Cálido, no caliente. De hiervas, no de sobre. Dulce, no azucarado. En taza de porcelana, no de loza.

Así era como prefiere su té de medio día el vástago de la familia Rengoku, mientras ojea un libro en su propia estancia del colegio, a veces junto a sus amigos y otras solo con la compañía de su preciado té de gyokuro recién exportado de Japón.

El mismo que casi lo ahoga en este momento.

—¡¿Esa víbora estuvo aquí?!, —preguntó exaltado.

—Si, me sorprende que tú no hallas sido el primero en enterarte, —replicó su compañero de vendas— ¿Pero que hacía aquí? Según lo que dijo debe estar en China dentro de unas horas ¿No?

Kyojuro analizó sus palabras.

Debido a los constantes viajes, su padre rara vez visita su hogar en Corea. Una vez al año por lo menos hace acto de presencia en un almuerzo. Pero nada más que eso.

Y nisiquiera en esas ocasiones se siente cercano, cada vez que intercambian palabras es solo para señalarle lo que hizo mal y su futuro como presidente de la compañía.

Es un alivio que Senjuro halla podido escapar de todo eso. A diferencia de él y su hermana mayor, que no corrieron con tanta suerte. Estaría mintiendo si dice que no lo envidia a veces.

Por otro lado su madre...no podría decir que es igual a su progenitor, desde que era pequeño mostraba gran interés sobre su bienestar y deseos, pero eso duro hasta que cumplió 10 años.

Tuvo que mudarse a China debido a algunas disputas que surgieron entre los países.

Ahora ella se encarga de ampliar el mercado Shinhwan desde allí.

Los recuerdo que tiene con ella no son muchos, aunque siempre fue más dócil y paciente con el—pero igual de firme— que Shinjuro.

Aunque ya han pasado años desde que no la ve por más de dos horas...

La relación que tenían entre ellos se fue enfriando poco a poco hasta convertirse en un sólido hielo. Pero eso no quiere decir que era indiferente a su bienestar o no la extrañaba.

Las lágrimas que soltó aquel niño, que recién había entrando a la pubertad, para que su madre no lo abandone siguen quemando hasta el día de hoy. Y probablemente no las olvide nunca.

—¡He! Kyojuro! Deja de ignorarnos! —Una mano se agita en su visión.

¿Ah?

—Estábamos hablando de la víbora.

Víbora. Un insignificante sobre nombre con el que se dirigen a su padre de vez en cuando. —Ah, claro. No tengo idea del por qué vino si es lo que quieres saber, —dijo fijando su vista en un punto de la habitación.

—¡Si serán idiotas! Es obvio que tenía que quedarse más tiempo, —un chico de cabello blanco entro en la escena, luciendo un collar de brillantes colores nuevo sobre su cuello.

—En todo caso habré la boca y dilo de una maldita vez.

—Alguien debería practicar su lenguaje. —Se cruzó de brazos el gran hombre con cejas fruncidas.

—Vas a decirnos o no? —Se unió Kyojuro, su curiosidad despierta.

Y Uzui no podía estar más contento de ser el quien pase el chisme. —Por ese chico que salió en las noticias. —Su sonrisa creció más— ¡¿Un chico apodado "chico maravilla" debe ser extravagante verdad?!

—Idiota, —replicó Iguro— acabamos de verlo hoy en la tarde.

—¡¿Eh?!

—Es el chico que le reclamos su celular roto a Kyojuro

—Oh cierto. No lo vi. —Pensativo miro la nada— Creo que estaba hablando con Suma en ese momento.

—Déjame repetirlo. Idiota.

Kyojuro ignoro la conversación entre sus amigos, no estaba tan al tanto sobre el tema, tampoco sabía que el chico imprudente que vió hace unas horas era el mismo del que hablaban, pero sabe lo suficiente como para no creer lo que dice su Tengen.

Retiro el libro sobre yates que reposaba sobre sus piernas y le prestó más atención a su compañero para asegurarse de que no mintiera.

—¿El chico de lavandería en mí escuela? Debes estar bromeando.

—¡Lo juro por mi título de dios de las festividades!

Definitivamente no mentía.

—Shinjuro suele ser bastante imprudente algunas veces, pero esto...no me lo esperaba, —dijo con un suspiro Obanai— No es como que nos concierna tanto ¿Verdad? Ey Kyojuro, ¿Tú que piensas?

En realidad nada, está más ocupado decidiendo mentalmente que yate comprará para este fin de semana, iba usar el suyo, pero por desgracia lo sometieron a una limpieza exhaustiva desde la última fiesta.

Aprendió qué bajo ninguna circunstancia debe dejar a Uzui de anfitrión, lo dejo a cargo 5 minutos y la pequeña reunión con algunos amigos se convirtió en lío festivo con toda la escuela.

—Me parece que debió estar muy desesperado para tomar esa clase de decisión —dijo regresando su atención a la taza de te.

—Escuché que a pesar de todo ese niño tiene un cuerpo bastante atractivo, ustedes lo vieron ¿Verdad? ¿Qué tal es? me preguntó si le gustan los peliblancos guapos...

Kyojuro se atraganta otra vez.

—No vallas hacer nada estúpido! —rugió Iguro tratando de ayudar a Rengoku a escupir las hiervas que se habían a atorado en su garganta.

Kyojuro habría dicho lo mismo si no estuviera haciendo un gran esfuerzo por respirar.

—Okey, okey, era una broma, estoy demasiado ocupado con las señoritas que conocí ayer. Además, lo vulgar no es mi estilo, —calmó a sus amigos, no es la primera vez que Uzui hace esa clase de comentarios.

Pero a pesar de saber que realmente no hará nada, el Rengoku no podía dejar pasar esa mirada que le decía que estaba maquinando algo.

«¿Uzui pensando? Corea corre peligro...»

Akaza se sentía miserable.

Frente al computador de su hogar no se atrevía ni a presionar en el buscador de Google para escribir.

Ya se cansó de que vez que le preguntarán por los F4 el tuviera que evadir el tema o poner cara de idiota por no saber absolutamente nada.

También, aunque no quisiera aceptarlo, se sentía intrigado por saber quiénes son estos personajes, intriga que aumentaba con el pasar de los días.

Pero su orgullo le impedía tocar una sola tecla.

Es bastante estúpido, pero tubo que usar cada gramo de su fuerza de voluntad para poder escribir "F" y "4" en el buscador.

Inmediatamente aparecieron las opciones de páginas y algunas fotografías que parecían de súper modelos frente a él.

Una de ellas la creyó reconocerla. Se parecía al chico de cabello negro.

No pudiendo con su curiosidad presiono sobre la foto.

Sus dudas se disiparon. Era el mismo semblante apacible de esa mañana, ojos azules y mata de cabellos oscuros.

En la imagen se veía a él con un violín diferente al esa mañana, en un gran salón elegante de música. Por lo que vio en la escuela y ahora, es probable que se dedique a la música, aunque en gran parte lo duda, son pocos los millonarios que provienen de una familia de músicos en su institución, de ser así probablemente los enviarían a otro lugar que se enfoque en esa área.

—Oye ¿Qué estás haciendo?

Dio un respingo cerrando la laptop de golpe.

—¡Nada!

Su hermano parpadeo dos veces a la obvia actitud sospechosa de Akaza, lo miro con recelo mientras el trataba de ocultar el computador con su espalda.

—¡N-nada de nada!...solo-¡Ah! Ya sabes, tarea y así, —dijo torpemente tratando de sonar convincente.

Hakuji no le creyó ni una palabra. Entrecerró sus pequeños ojos azules y lo miro con sospecha.

—Ya veo...Oye tienes el cierre abajo

—¿Ah, enserio?

Suficiente para distraer la atención de su hermano y huir con la laptop.

—¡Hijo del mal, regresa aquí!

La persecución entre los Soyama se extendió durante unas horas hasta el atardecer, sus padres no se hallaban en casa por lo que tuvieron tiempo suficiente para insultarse y perseguirse.

Hasta que ambos quedaron rendidos en suelo, el pequeño acurrucado en el pecho del mayor con la laptop aún en sus brazos.

—¿Por qué no quieres que vea eh?, —sus mejillitas algo rojas por la indignación al sentirse excluido por su hermano.

Akaza soltó una carcajada por aquella imagen tierna del Soyama de cabellos oscuros. —Primero quita esa casa antes de que la vuelva un meme.

—¡Hmp! —giro su cabecita de forma molesta—. ¡No cambies de tema y confiesa de una vez idiota!

—Para un niño de de tu edad tienes las lengua muy afilada, —se enderezó acomodando al infante sobre sus piernas.

—Tu no eres muy diferente.

—Tienes razón. —Suspiro con fuerza— No es nada. Solo...ya sabes, quería averiguar quiénes son los F4 —lo último lo dijo en un pequeño susurro, pero aún así Hakuji logro escucharlo.

—Pensé que no te interesaba.

—No me interesa, pero me incómoda no saber nada sobre ellos, supongo. ¡Me ven como si tuviera cara de estúpido!

—¿Tu cara de estúpido no es lo normal? ¡ayy! —un chillido de dolor escapó cuando le pellizcaron una mejilla.

—¡Te estás pasando! Dame la maldita laptop.

El bajito le dió palmadas sobre su cabeza. A veces se creía el mayor entre los dos. —Tranqui' tranqui'. Como soy buen hermano te ayudaré ¿Vale?

El pelirosa inconscientemente aguanto las ganas de formar un puchero en sus labios y acepto a regañadientes.

Sip. Hakuji aparenta ser el mayor.

—Bien.

Ambos se enderezaron de una forma que fuera cómoda para los dos y comenzaron con su investigación.

Abrieron la primera web que se puso como sugerencia sobre su buscador.

Los F4 son un grupo de 4 chicos provenientes de familias adineradas con grandes empresas, propiedades y lujos a su disposición.

Mentiría si dijera que eso lo sorprendió. Deslizó el cursor para visualizar más contenido de la página.

Obanai Iguro
Hijo de los fundadores de la Constructora Il-Sim, llamada el estandarte de la industria de la construcción. Magnates de los bienes raíces, es la familia líder del Il-Sim-Pa, una organización que data de hace 20 años.
Y hasta el día de hoy poseen algunos clubes y salones de clase alta.

Tengen Uzui
Su abuelo era So Yoon-hee, un ex luchador por la independencia y propietario del Museo Woo Song. Genio artista cerámico que débito en la Bienal a los 16 años. En uno de los jóvenes artistas seleccionados por la UNESCO.

—Al menos uno logro por su cuenta.

—Deja de pensar que son unos pobres diablos mantenidos. Cada uno de ellos son expertos en su elemento, bienes raíces, finanzas, artes-

—Artes?

—Si, como Uzui Tengen o este de aquí ¡Mira!

Giyū Tomioka
Fallece la familia del presidente Sakonji Urokodaki sobrevive su nieto de 5 años. Un instrumentista múltiple que sabe tocar por lo menos 10 instrumentos distintos. Dueño de la Fundación de Arte Soo, un equipo de fútbol en Europa y de un equipo de béisbol de las ligas Mayores.

—¿El antiguo presidente? No sé a oído hablar de él en mucho tiempo.

Coloco un dedo sobre su barbilla de forma pensativa. —Uh, según lo que sé tomo distancia de las cámaras después de lo que sucedió con su familia. Si nieto Tomioka Giyuu fue prácticamente adoptado de forma sentimental por Rengoku Ruka, el y los demás F4 son muy amigos de su hijo.

Rengoku Kyojuro
Es el líder de F4, así como el heredero del Grupo Shinhwa, uno de los grupos empresariales más poderosos de Corea del Sur. Está involucrado en varios mercados, incluidos los de electrónica, refinación de petróleo, automóviles y telecomunicaciones. La empresa es muy conocida entre los coreanos.

—Al parecer es hijo de papi. Todo lo que tiene no lo consiguió solo.

—¿Te parece poco? me enseñan de él en la escuela. Hasta los niños de 3 años lo conocen...

Después de lo leído y visto en la escuela, pido llegar a sus propias conclusiones sobre los F4. Millonarios que aprovechan su estatus para molestar a otros.

Hubo un tiempo en el que también relaciono el hecho de que el tener poder y fuerza hace que tengas derecho de lastimar a otros, Koyuki y su maestro lo hicieron desistir de esa idea cuando convivió con ellos, trabajo muy duro —y sigue trabajando— para no decepcionarlos.

Se prometió a si mismo que la próxima vez que vea este tipo de comportamientos en uno de ellos no de quedará callado.

Aún así, hay un algo que...no sabe que es exactamente, pero un mal presentimiento lo inunda cuando mira fijamente al pelinegro de ojos azules y el de ojos bicolor con mechas fuego. Sobre todo el último...

«Debe ser...solo mi imaginación»

Notas:

Wuolaa :D. Tarde más tiempo del que creí con este capítulo sorry, estuve reescribiendo muchas veces y aún así no me termina de gustar.

Pero está más decente que la primera versión. Espero le halla gustado.

Muchas gracias por leer :3💖✨

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