XII
-¿Q-qué haces aquí? -inquiero alterada mientras rodeo el pequeño espacio a medida que él avanza hacia mí.
-Necesito ese papel. -Cuando está cerca de mí agarra mi mano y coge el papel.
Su contacto ya no es como antes. Sus suaves dedos ahora queman y me duelen, como si en ellos hubiera ácido. Nada más retira el papel del dorso de mi mano, la aparto y me la agarro como si hubiera recibido un corte. Agacho mi cabeza. No quiero ver cuál es su expresión porque ya la conozco de sobra. Rantaro tiene la habilidad de ocultar todas sus emociones bajo la misma media sonrisa relajada y cándida. Cuando no me quería contar lo que realmente le atormentaba lo hacía siempre y terminé por darme cuenta. Ahora es diferente, ni siquiera me sonríe. Solamente mantiene una mirada vaga y aburrida. No quiero ver eso de él.
Oigo sus pasos alejarse. ¡Se está yendo! Vamos, Catherine. ¡Ahora es el momento! Tengo que decírselo ya. Es ahora o nunca.
-¿En qué estás metido? -pregunto con la cabeza baja aún.
-¿Qué? -inquiere él a modo de respuesta tras detenerse.
-Podrías estar metido en algo que podría resultar peligroso y no quieres involucrarme, ¿no? Por eso me dijiste aquello. Por eso estás comportándote así y por eso el otro día... -Trago saliva al recordarlo- te fuiste tan de repente. ¿Me equivoco?
Vacila un poco antes de hablar. Se da la vuelta y avanza unos pasos hacia mí.
-No sé de qué me hablas.
Lo dice totalmente seguro y sin perder la calma. Es una mentira, lo sé.
-No te hagas el desentendido. Sabes de sobra a lo que me refiero -replico apretando los puños.
Le oigo suspirar pesadamente. Esta conversación no le agrada. A mí tampoco, pero de ninguna manera dejaré que esto se quede así.
-Iré a dormir. Que descanses. -Y se va de nuevo.
¿En serio? ¿Seguro que esto no es una broma? Siento un nudo hacerse en mi garganta y la ira acumularse por todo mi cuerpo. ¿Cómo es posible que con toda la electricidad que sentí en apenas unos minutos junto a él ahora me pueda mentir sobre algo así?
-Eres un... -Doy una bocanada de aire. Siento que si no lo hago me ahogaré- cobarde. Y un cabrón.
Entonces se para en seco y se da la vuelta otra vez. Esta vez nos miramos a los ojos. Los suyos muestras inquietud por mi actitud enfurecida de ahora. Estoy enfadada con él y es *su* culpa, no la mía. Esta vez él es el responsable de mis sentimientos encontrados.
-Catherine... -dice mi nombre con suavidad-, a veces la persona que nos gusta no nos corresponde -me explica con irónico cansancio. Mi sangre comienza a hervir-. Tienes que entender eso. Es algo que deberías conocer ya con los diecisiete años que tenemos todos.
"No me vengas a dar lecciones de vida ahora", pienso mientras le fulmino.
-Tendrías que haber pensado en eso antes de... -mis palabras se ahogan.
-¿Antes de qué? -inquiere alzando una ceja.
¿Y encima se burla de mí?
-¡Antes de besarme para después huir, gilipollas! -le grito a la vez que mis ojos arden.
No es momento para llorar. Aunque las lágrimas se acumulan en mis cuencas yo las retengo clavando mis uñas con fuerza. Casi ni me entero del dolor; estoy demasiado pendiente de su reacción. No es muy distinta a lo que esperaba: abre un poco más sus ojos pero no pierde su serenidad. Eso me pone los pelos de punta y hace que mi calor corporal se eleve por los cielos.
-Eso fue un error -argumenta él mirando a otro lado.
-¡No, no me mientas! -grito de nuevo.
-Cather...
-¡Que no! ¡No intentes colármela porque no funcionará! Si lo que quieres es decirme que fue un error entonces... -Seco una lágrima que cae por mi mejilla inconscientemente- ¿significa eso que conocerme también fue un error?
Al decirlo su cabeza gira rápidamente en mi dirección y me mira frunciendo el ceño. Se podría decir que he dado en el clavo.
-¿Por eso estuviste el otro día en la enfermería? -Da otro paso hacia adelante.
-N-no es eso... Es otra historia. -Toco mi brazo vendado instintivamente-. ¡Pero ese no es el tema! -Vuelvo a fulminarle.
-... -No responde. Avanzo hacia él quedando a poca distancia. Ni siquiera así se atreve a mirarme a los ojos.
-¡Respóndeme! ¡Al menos da la cara por tus acciones, que lo que haces tiene un precio! -Golpeo su pecho de una palmada. Es inútil. Sigue sin mirarme-. ¡Rantaro! -le llamo llorando descontroladamente-. ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué hiciste eso? ¿Querías hacerme daño? ¿Es eso? ¡Pues lo has conseguido!
Mis sollozos parecen no querer acabar.
Me mira afligido. Como si a él también le doliera todo esto. Como si cuando llorara él también sufriera y como siempre, lo ocultara con su expresión de siempre. Ahora tiene una mueca distinta: sus ojos muestran pesadumbre. Sin embargo, no habla.
-Yo... Yo... -intenta articular confuso.
-Fue perfecto por un momento. ¡Por un momento! Y al día siguiente me dijiste que yo no te importaba, ¡¡y ahora pretendes no darme explicaciones con la estúpida excusa de que lo supere!! -He golpeado su pecho varias veces más diciendo todo eso-. ¡¿Qué te he hecho yo para merecer algo así?! -demando suplicándole.
Pierdo el control de mí misma y estrello mis puños contra él mientras sollozo. Si tan solo no me hubiera ilusionado... quizás no estaría aquí, pegando a Rantaro mientras me derrumbo.
-¡Te odio! ¡Te odio! ¡Te odio! -chillo sin parar.
Cuando su respiración se hace más pesada finalmente agarra mis muñecas y me inmoviliza. Su cara se acerca bruscamente a la mía y me mira con rabia y tristeza. ¿Qué...? La ira que mostraba yo ya no existe. Ahora solo siento dolor. Por encima de todo esto, sigo queriendo pensar que realmente no siente nada de lo que sus acciones me han transmitido hasta ahora. ¿Y sus abrazos llenos de amor? ¿Y sus caricias? ¿Era todo fingido?
-Escúchame bien. No he hecho esto porque me importes una mierda. Eso no es así. -Logra mi atención-. Lo he hecho porque si nos enamoráramos de verdad y llegáramos lejos dejando atrás todo esto, finalmente te pondría en peligro. No hablo sin saber. ¿Lo entiendes?
Así que Kaede sí estaba en lo cierto, después de todo. Sí soy importante para Rantaro. Me alegra saber eso, pero me entristece que no quiera arriesgarse por esa pequeñez.
Las ansias se apoderan de mí y le abrazo con necesidad de aspirar su olor capaz de hacer que me olvide de todo, pero no tienen el efecto deseado. Solamente absorbo más melancolía. Él me rodea la espalda y me estrecha con fuerza.
-¿...por qué no quieres arriesgarte? -gimoteo-. Sabes que el mundo habrá cambiado después del incidente... Tendrías que al menos intentarlo. ¡Yo no tengo miedo...!
Intento hacerle cambiar de opinión. Él suspira entrecortadamente.
-Tan solo no me sueltes... -murmura contra mi cabello entre otro suspiro.
Ahora lo entiendo... Esto le duele tanto a mí como a él. Teme que algo me pase en un futuro. Y yo también tengo miedo de que algo le pueda pasar a él. Quiero cuidar de él para evitar que se meta en líos y quiero que él también cuide de mí. Así los dos estaríamos bien...
-Por... favor... -suplico-. No me dejes así, por favor... Arriésgate... por mí.
Hundo mi cara entre los pliegues de su ropa.
Cuando menos lo espero me aparta de él. ¿...qué?
Falsa alarma. Me aferra por los hombros y me mira con amor.
-No volveré a cometer tal estupidez -me susurra negando con la cabeza.
Yo no lo aguanto más y vuelvo a abrazarle, pero esta vez con fuerza. Necesito tenerle cerca. Necesito sentir que nunca se irá de mi lado. Lo único que quiero es a él junto a mí. Escondo mi cabeza entre su pecho y su hombro. Apenas llego a este último gracias a que me saca casi una cabeza. Él acaricia mi espalda y con la otra mano enreda su mano en mis rizos.
Cuando nos separamos me dirige una mirada que me vuelve loca y baja hasta mis labios cuando sonrío tímidamente. Los acaricia con su pulgar y los observa con necesidad. Vuelve a mirarme a los ojos con súplica como para pedirme permiso. Me dejo llevar por la adrenalina de mi estómago y le beso yo con todo lo que tengo. Mis manos recaen en sus hombros; las suyas sobre mi cara. Nos separamos durante unos segundos. Segundos en los que besa mis mejillas y mis manos. Entonces vuelve a tomar mis labios con más ganas aún. Los acaricia suavemente con gentilidad y a medida que los dos queremos superar al otro, el beso sube la temperatura de los dos.
Finalmente nos separamos, aunque no despegamos nuestros cuerpos. Sus dedos se deslizan por mi cuello y se detienen en mi costado. Yo miro al suelo aún tomando sus mejillas con mis pequeñas manos. Cuando nuestros ojos se encuentran, yo no puedo evitar entrecerrarlos con cansancio.
-Es tarde. Vamos. -Me toma de la mano delicadamente y me conduce entre el pequeño camino que hay. Así hasta tener que separarnos en mi puerta.
Acariciamos nuestras narices con encanto infantil y sonrío de felicidad. Se enternece y me revuelve el cabello.
-Buenas noches, Catherine. -Besa la palma de mi mano, después mi frente y termina sellando nuestros labios con mansedumbre. Abre la puerta.
-Adiós -me despido.
Al cerrar la puerta me apoyo contra ella y recuerdo los últimos acontecimientos emocionada. Me siento satisfecha por fin. Sentía un hueco enorme por la falta de amor. Ahora ese espacio negro lo ha llenado él. Me llena. Rantaro me llena y espero que también pueda decir que es recíproco.
Aún aturdida, voy hasta el baño para darme una ducha.
Nunca me había tumbado en estas sábanas que tanta evocación y nostalgia del orfanato me producen con tanto afán como hoy.
[...]
Despierto con bastante cansancio. Anoche nos quedamos hasta tarde fuera. Entonces lo recuerdo. ¡Rantaro! Tengo ganas de verle. Eso basta para despertarme del todo e ir de un salto hasta el baño para darme una ducha rápida.
En el comedor me espera en la puerta Miu. Al verme tira de mi brazo hasta dentro y nos lleva a una mesa apartada.
-A ver. ¿Qué coño hiciste ayer? -dice con aire interrogador.
-¿Qué...? ¿Por qué dices eso?
-No te hagas la tonta. Estaba en mi laboratorio y al irme por la noche os oí a los dos. -Me mira dejando caer su cabeza entre sus manos expectante.
-¿Dices que nos viste a mí y...?
-Y al perroflauta, sí. ¿Tan duro te estaba dando que llorabas? -inquiere con una sonrisa maliciosa.
-¿Eh? ¡No! -la corrijo alterada-. No hicimos nada. Solamente discutimos, como me dijisteis que hiciera.
Su gesto cambia por completo a uno atento y serio.
-Terminamos allí por casualidad y... le pedí explicaciones.
-Ajá. -Asiente y se rasca el mentón.
-Y terminamos solucionándolo. Fue muy bonito. -Sonrío sacando la lengua.
-¿Y qué sois? -inquiere acercando su cara a la mía con ojos interrogantes.
-¡Hugh! -jadeo de la sorpresa-. Pues... no estoy segura. No se lo pregunté. Solo sé que todo está aclarado.
Miu medita durante unos segundos antes de volver a mirarme y decirme:
-Para evitar embrollos pregúntaselo cuanto antes. Igual hacer una búsqueda los dos juntos hoy es una buena idea. -Y me guiña un ojo. Yo me sonrojo terriblemente rápido.
Tiene razón. Me gustaría saber si Rantaro considera buena la idea de ser pareja. A pesar de lo que pasó ayer, es complicado que su idea de que estando juntos nos podemos hacer daño en un futuro desaparezca de la nada. Si eso aún le causa inseguridades quiero intentar hacerle ver que hay que disfrutar del presente. ¿Quién sabe lo que pasará? Nadie. Puede que cuando todo esto termine nos enamoremos de otra persona. Puede que sigamos juntos durante más tiempo. O incluso podemos morir todos. No se puede saber.
Termino de desayunar y me despido de Miu. A penas salgo del comedor me encuentro con Rantaro que parece sorprendido por la velocidad que llevo -sí, estoy corriendo-. Antes de que pueda hacer o decir nada, le digo:
-En media hora hablamos. -Y me doy la vuelta para seguir correteando sin dejarle decir nada u oponer resistencia.
Una vez en mi habitación tras realizar mis necesidades, compruebo mi olor y mi apariencia. Me gusta verme bien para él -y para mí. Trato de pasar el rato jugueteando con mi teléfono. Reviso la galería. Todo sigue igual a cuando fuimos traídos hasta aquí. Las fotos que tengo con mis amigos, los chicos del orfanato... Todo está exactamente como lo recuerdo ahora que mis remembranzas están en orden también. Anhelo saber si todos siguen bien.
Me doy cuenta de la hora. ¡Me he quedado demasiado tiempo mirando mis fotos! Llegaré tarde. Aunque ahora que lo pienso..., no hemos elegido ningún lugar en específico. Se me viene a la cabeza un lugar en el que podríamos estar solos para hablar. Sí, hablo de el pequeño claro entre los árboles cerca de la piscina y el laboratorio de Miu. Iré hacia allí. Con un poco de suerte, él supondrá lo mismo que yo y también irá.
Voy a paso ligero hacia nuestro sitio. Río internamente. Tengo un sitio secreto con un chico -amable y guapísimo, por cierto- en medio de una (posible) apocalipsis y estando encerrados en la escuela de los estudiantes definitivos. Esta situación es muy común en la ficción.
Me abro paso entre la maleza y llego hasta el nostálgico escondite. ¡Oh, no hay nadie! Estoy yo sola... Supongo que puedo esperar un ratito. Rantaro podría llegar en cualquier momento.
Me apoyo contra un tronco y miro las hojas moverse con la suave brisa que sopla. Pasan los minutos... pero no viene. Jo, me estoy impacientando. El efecto que tiene él en mí para hacerme perder tan rápidamente mi sangre fría con solamente acercarse a mí a veces incluso me asusta. Es como si me hubiera hechizado...
De repente algo me llama la atención. Veo algo removerse entre las hojas de un árbol. Estaba ensartada en una pequeña rama. Me incorporo y de un salto atrapo una hoja de papel entre mis manos. La doy la vuelta y leo lo que pone: "¡Bu!" ¿Qué narices...?
-¡Kyaaaaah! -chillo al sentir como alguien sopla en mi oreja.
Me doy la vuelta a quemarropa, sobresaltada. Enseguida me relajo. Es él, gastándome una broma.
-Pensaba que no verías el papel -dice con una sonrisa.
-¿Có-cómo has hecho esto? ¿Sabías que iba a venir...? -inquiero chocándome con el árbol. Aún no me acostumbro a tenerle tan cerca, algo normal cuando fue tan solo ayer cuando me dejó claro que soy importante para él.
-Claro que no. -Me observa candoroso-. Te vi venir hacia aquí y me adelanté.
-Ah... -En verdad me alegro de que no haya sido la situación cliché del tipo: cuando la pareja tiene un sitio secreto y sin decirse nada los dos se ven ahí quedando intuitivamente."
-¿De qué querías hablar conmigo? -pregunta acercándose a mí despacio.
Estoy acorralada. Siento que mi cuerpo se va calentando con simplemente aspirar el olor de su colonia.
-Umm, pues yo... Y-yo... -tartamudeo liada. Su mera presencia es suficiente para envararme del todo y olvidarme de cómo hablar.
Sin previo aviso agarra mi mentón con delicadeza y une nuestros labios iniciando una danza que por mi parte, si no estuviéramos en el bosque, llevaría a un nivel más caliente y húmedo. Mis manos recaen sobre su cuello y no puedo evitar deslizarlas por toda esa zona que no es cubierta por la tela de su ropa. Su piel es tan suave que me gustaría deslizar mis labios por ella y sentirla por completo.
Ponemos fin a nuestro beso cuando besa mi nariz, cosa que me hace sonreír. Supongo que intuyó lo malditamente colada que estoy por él y para relajarme un poco, hizo eso. Y no sé si ha tenido el efecto que él deseaba o el contrario. Me he quedado alelada. Me gustaría seguir besándole durante mucho tiempo. Incluso todo el día, pero tengo que contarle lo que da vueltas en mi cabeza. Esa es la razón por la que estamos aquí, después de todo.
Nos alejamos un poco. Me concentro bien en lo que tengo que decir.
-Hum... Pues esta mañana... hablé con Miu. Hablamos sobre ayer. -Miro sus ojos y compruebo su reacción. Tiene su gesto tranquilo. ¡Menos mal! Por alguna razón pensé en la última vez que le dije eso mismo-. Le conté que lo hemos arreglado y... me preguntó que qué éramos. Lo pensé..., y no tengo ni idea. Quería preguntártelo a ti y saber qué opinabas.
Me toco el brazo avergonzada. Evito su mirada.
Como tarda en responder, le observo. Para mi sorpresa, me mira divertido, como si le hiciera gracia mi inseguridad.
Al ver como me encojo en mi posición se vuelve a acercar a mí con una mirada reconfortante y toca una de mis mejillas. Me transmite calidez con sus acciones. Mi cara se torna roja.
-¿Y tú qué quieres que seamos? -Cierra los ojos con simpatía. Se ríe de mí. Lo sé porque sabe que voy a empezar a divagar por el nerviosismo y lo va a disfrutar aún más.
-Eh... p-pues... ¡Agh, no sé! Supongo que quiero que seas mi novio... -murmullo.
-¿Qué has dicho? ¡No te he oído! -Me dirige una mirada seductora y yo estallo.
-¡Que quiero que seas mi novio! -Me tapo la boca. Él se echa a reír.
Succiono aire e hincho mis mejillas con rabia.
-¡Eres tonto! -Golpeo su brazo.
-¿Ah, sí? -Irónicamente, su expresión cambia a una más bien perversa-. Soy más tontorrón de lo que crees... -Mi cuerpo arde al recorrerme ideas no muy puras. Él se carcajea-. ¡Es broma, es broma!
Pongo los ojos en blanco y apoyo mi cabeza en su torso, para su sorpresa -y puede que un poquito para la mía también. Él sube gradualmente sus manos por mi espalda rozándola suavemente. Me arranca escalofríos de la piel. Está al tanto de eso, por esa razón lo hace. Él tiene tanta experiencia que no sé si seré suficiente para él... ¿Habrá estado con más chicas? Por lo que me contó, él nunca ha tenido una novia. Entonces Tsumugi estaba en lo cierto cuando dijo que la impresión que le daba era la de un playboy. ¿O no? Sus caricias no son para nada torpes y besa muy calculadamente... ¡Agh, deja de pensar eso, Catherine!
Sus manos -expertas, creo- descargan electricidad allá por donde me tocan. Los impulsos que siento de besarle me hacen perder la cabeza. No dejo atisbo a la paciencia y le sorprendo tomando esta vez yo sus labios aunque tímidamente. Al momento, él toma el poco control que me quedaba y con unas pequeñas acciones ya no sé ni cómo me llamo.
Diría que estoy enamorada.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro