XI
A ver, ¿qué narices hace él aquí? ¿Qué es lo que quiere de mí ahora? ¿Aprovechar mi buen humor para mostrarme qué tan frío puede ser y dejarme sumida en la miseria para el resto del día? Quién sabe..., igual esas eran el tipo de torturas que planeaba mientras compartíamos tantos buenos momentos juntos. Ahora que lo pienso, Tsumugi mencionó que él parecía *ese* tipo de hombres cuando le pintó las uñas a Kaede. Del tipo que juega con los sentimientos de las chicas por pura diversión y si me apuras, finge una relación con ellas para causarlas el doble de daño..., no, el triple. El cuádruple. ¡El quintuple! Un playboy en toda regla... ¡Aish! Tengo que dejar de pensar en todo eso. Es cierto que opino eso de Rantaro, solo que este no es el momento ideal de transmitir todos esos pensamientos a través de mi cara. Me apuesto lo que sea a que se me nota a unas cuadras que estoy fulminándole con la mirada. Sus ojos de la naturaleza estupefactos me lo dejan claro.
-¿Qué? -digo sin mostrar expresión alguna en la cara, cosa irónica teniendo en cuenta que hace nada parecía que fuera a clavarle un arma en la garganta.
-Ven -responde siguiéndome la corriente de frialdad. Se da la vuelta y va hacia la salida.
-Toma. -Le entrego mi plato a Miu y oyendo todas sus quejas y maldiciones, voy a paso ligero por donde se fue Rantaro.
Doy una vuelta con una mirada fugaz a la estancia en su busca. Tampoco puede haberse ido muy lejos para lo que sea que quiera. ¡Este sitio está desierto!
Le encuentro apoyado en una columna. Sus ojos penetrantes no se separan de los míos, casi radiactivos. Eso me incomoda. Me apresuro en acercarme a él y terminar con esto cuanto antes.
-¿Y bien? ¿Me has hecho venir hasta aquí para no decir nada? -inquiero molesta tras unos segundo de silencio en los que su mirada me inspecciona de arriba a abajo. No lo he preguntado solamente porque tenga hambre y estar con él ahora me sea molesto. El que no despegue sus ojos de mi brazo vendado también tiene algo de mérito.
-Ayer oí algunos sonidos extraños -informa con su tono de voz tan sereno. Esta vez lo noto frío, como la última vez que nos vimos. Trago saliva al recordar eso-. No provenían de muy lejos. Del pasillo, diría yo. Fui a echar un vistazo al escuchar uno pasos también. Eso me condujo a la enfermería.
¿Qué? ¿Q-qué? ¡No tenía ni idea de que alguien nos escuchó! Es algo lógico que me escuchara alguien más que Miu, pero no ha sido la primera vez que ha ocurrido -que haya chillado por la noche por alguna pesadilla- y sí ha sido la primera que me he atrevido a hacer algo así -desde que estamos aquí, claro. Supongo que era tal el pánico que ninguna de nosotras se enteró de que nos seguían.
-¿Y qué? Eso no es asunto tuyo. -Trato de desviar el tema fríamente. Empiezo a hartarme de estar aquí.
-Escucha, Catherine. -Su voz se suaviza algo pero aún así puedo notar la sequedad en ella-. No me interesa saber qué es lo que ha pasado contigo ayer, pero ni se te ocurra hacer locuras tan estúpidas como esa. -Me rodea y se va. Antes de dejarme sola, me dice-: Recuerda que todos te necesitan..., digo, te necesitamos para lo que sea que haya ahí fuera. -Se va y regresa al comedor.
Con su marcha pienso en algo en concreto: ¿que todos me necesitan?
[...]
Los días van pasando, con ellos, nuestras ganas de salir. Quedan apenas unas pocas cerraduras para poder abrir la puerta que nos llevará hasta el exterior. Son unas diecisiete, especificando. A parte de buscar llaves para las cerraduras también hemos planificado las armas que repartiremos para cada uno, porque sí, había todo tipo de instrumentos letales -de los cuáles no conocía ni la mitad. Maki sí- en un aula. No es que nos apetezca recurrir a la violencia -menos a Maki- pero si hay peligros fuera, realmente necesitaremos algo para defendernos. Toda protección podría ser escasa. Yo me armé con un par de revólveres y un par de cuchillos y los dejé en un cajón de mi habitación. No necesito más. De por sí ya tengo bastantes utensilios de cirugía bien afilados que pueden servir en caso de emergencia. De todas formas, hemos decidido que yo no estaré al frente, sino en el medio de todos para estar lista si tengo que atender a alguien que lo necesite. Todo esto suponiendo que algo malo nos espere fuera.
Esto es una locura. ¡Aquí la única asesina es Maki! El resto somos estudiantes más o menos corrientes y la mayoría rara vez han visto como la vida de alguien se llegaba a apagar. Supongo que la asesina definitiva ya es una experta en eso, como yo, que antes de ser una cirujana milagrosa tuve varios fracasos.
Es extraño. Aunque no podamos estar seguros del todo, es como si ya intuyéramos que estamos a punto de adentrarnos en una guerra de esperanza -nosotros- contra desesperación -Junko. No me asusta en absoluto. De hecho, estoy sedienta por saldar cuentas con ella y seguro que todos piensan lo mismo. La desesperación no solo nos ha arruinado la vida a nosotros, también lo ha hecho con la de nuestros seres queridos y prácticamente todo el mundo. ¡No se librará de esta tan fácilmente e irá de rositas como si no hubiera nadie que pudiera derrotarla! Al menos no mientras yo esté viva.
Mientras esté viva...
Hoy me despierto con el ánimo por las nubes. Realmente llevo bastante tiempo de buen humor.
"A ver cuánto me dura."
Como esta vez no he remoloneado, me da tiempo a prepararme más cuidadosamente. Con eso me refiero a que me maquillaré un poco. En todo el tiempo que llevamos aquí, ¡no he tenido la ocasión de utilizar el maquillaje! Aunque me parece excesivo usar capas y capas de todo tipo de productos siempre he sido fanática.
Uso el rizador de pestañas y el rímel para darle un toque lindo a mi mirada y algo de bálsamo en mis labios también. ¡Listo! Solamente quiero verme algo bonita. Tampoco es necesario esforzarme en maquillarme más, teniendo en cuenta lo que el maquillaje le hace a la piel si sudas. Y yo voy a sudar hoy.
Salgo de mi habitación dando pequeños saltitos y en el comedor ya están algunos de mis compañeros.
-¡Kaede! -le llamo.
-¡Hola, Catherine! -me saluda con su naturalidad.
Me siento a su lado y enseguida todos comenzamos a charlar.
-Y pues esa era la única manera de mantener el orfanato... -cuenta Maki.
-¡Qué apasionante! -exclama la rubia-. Hiciste de todo para salvar tu hogar...
-Fue un método muy violento, te recuerdo.
-¡Lo que cuenta es la intención! -intervengo yo-. Tus intenciones no eran malas, así que no será para tanto, ¿no? -Le miro con amabilidad y ella se toca una coleta sonrojada.
-Hum... Sí, supongo que tienes razón.
La forma que tenía Maki de investigar a fondo a sus víctimas antes de atacarlas es simplemente impresionante -no importa el sentido de la palabra. Ahora entiendo por qué buscó el título de niñera definitiva como una fachada de su verdadero talento.
El comedor se va llenando con los diecisiete y al cabo de una hora se va vaciando a su vez. Durante estos últimos días todos demostramos más entusiasmo durante nuestra búsqueda de las llaves. Sabemos lo cerca que estamos de por fin alcanzar el exterior y enfrentarnos al mundo.
Yo tampoco me quedo atrás. Deseo con todas mis fuerzas saber cómo va todo ahí fuera. No tengo el presentimiento de que sea esperanzador lo que nos encontremos, sino todo lo contrario. Da igual. Sea lo que sea, somos los estudiantes definitivos. ¡Estamos preparados para todo!
[...]
Investigo todos los rincones que me sugiere la pista y doy con el siguiente papel. ¡Genial!
"Allá dónde los últimos rayos de luz llegan."
¿Uh? No se me viene ningún sitio a la mente. ¿Dónde los últimos rayos de luz llegan? ¿Y eso dónde puede ser? Literalmente puede ser cualquier sitio. No hay algo como un lugar en toda la academia y sus jardines en donde puedas ver los últimos rayos del sol y en el resto del recinto no. Es imposible. Aunque bueno, pensándolo... ¿Y el último piso? Allá es donde se puede ver mejor el atardecer, pero ¿no era que allí todo estaba sellado? ¡O igual no! Si se desbloqueó la puerta de la entrada, quizás también se puedan abrir las ventanas y demás. Solamente hay una manera de corroborarlo. No tengo pruebas de que sea imposible porque nunca he hablado con mis compañeros de algo así, ni yo misma lo he presenciado así que... ¡decidido! ¡En marcha!
Voy hacia el lugar de la pista -que espero que sea ese- y efectivamente, ¡las ventanas se pueden abrir! Asomo la cabeza hacia el exterior. Es el piso más alto... Desde aquí puedo ver todo el terreno pero no más allá del vallado de la "jaula". Es como si estuviera cubierto por una extraña niebla. Qué raro... ¡Bueno, a lo que me concierne! La luz no se ve muy distinta desde aquí... ¿Me habré equivocado? Hum... ¡No! ¡Pues claro que no! La pista se refería a los últimos rayos del sol. ¡El atardecer, pues claro! Ya falta poco para el ocaso, me quedaré aquí por un rato hasta entonces.
Apoyo mi espalda contra la pared y me quedo inmersa observando todo el jardín. Aquí Rantaro casi me besó. Aún no creo muy bien del todo que me dijera todo aquello de corazón. Tiene que ser como dijo Kaede. Que me tratara tan fríamente es algo fuera de lo normal en él. Su personalidad tan cándida lo confirma. Tiene que ser algo de eso de lo que me contó en la simulación... ¡Sí, eso es! Cuando pasaba mis ratos libres con él, a veces me contaba sobre sus aventuras; de cuando recorrió el mundo en busca de sus hermanas. Me explicó que el mundo era oscuro. Y antes de eso no quería hablar. Me decía que no quería meterme en problemas por él... ¡Ah! ¡Ya lo he entendido! Quizás no es que no le guste yo o haya sido bueno conmigo por pena. Puede tratarse simplemente de que le da miedo meterme en problemas. Vaya, ¡pues menuda tontería! Eso es ridículo. Aquí dentro nadie nos puede hacer daño y cuando salgamos lo más seguro es que el mundo haya cambiado con la catástrofe que Junko provocó. La gente e incluso las mafias -como la de Kokichi- estarán demasiado ocupadas como para preocuparse de poner en peligro a nadie.
Hablaré con él sobre ello después. Ahora tengo que esperar a que el sol se ponga. A todo esto, ya es el momento. El sol está resplandeciente de franjas anaranjadas y destellos rojizos y amarillentos, ideal para comprobar mi teoría de que este puede ser el sitio al que se refiere la pista. En teoría, la llave tendría que encontrarse aquí.
[...]
El tiempo pasa y pasa... Se ha hecho de noche y todo. He registrado todo el jardín y los pequeños lugares más recónditos que podían ser iluminados por el sol... pero nada. Entonces este no era el lugar, después de todo. ¿Y a qué lugar podría referirse sino el endiablado papel? Agh, he desperdiciado mucho tiempo. ¿Y para qué? Para nada. Nada. Nada. Nada.
Me rasco la nuca pensativa. Conozco las instalaciones a la perfección y este es el único cuarto con posibilidades de ser el mencionado. ¿Ahora qué? A seguir buscando. Prefiero no tener que ir a cenar. Esto no se puede quedar así. Esta sería mi segunda llave diaria, no puedo permitirme menos. No es como si la intriga me pudiera -ironía. Paso por mi habitación para refrescarme la cara con agua fría y poder pensar mejor. Tiene que tratarse de algún escondite de afuera. En la academia, que está casi a oscuras, no puede estar la llave que busco. ¡Qué rabia! Según hemos ido encontrando las llaves anteriores, cada vez han sido más difíciles de encontrar. Algo bastante típico en películas. Pero eso no me detendrá. Encontraré esa llave y muchas más.
Reviso el "exterior" entero para hacer un croquis y decidir candidatos (lugares en concreto sospechosos) para investigarlos más a fondo. Es una desventaja que ya sea de noche. Si aún hubiera algo de sol al menos podría guiarme de su luz para encontrar pequeños sitios escondidos que solamente serían iluminados por un rayo diminuto. Algo muy típico de películas también.
Miro en el laboratorio de Miu. Este tiene dos ventanas pequeñas por las que se podría colar la luz del atardecer en un ángulo exacto. No lo puedo comprobar porque ya es de noche pero me lo imagino. Trato de encontrar un pequeño espacio en la pared que se mueva, o que se presione como un botón -sí, algo típico en filmes de nuevo-..., pero nada. ¡Nada! ¿Dónde está la llave? ¿Dónde? ¿Dónde? ¿Dónde? Estaré cansada... Tendría que sentarme un poco para meditarlo todo más calmadamente. Es eso o volver a mi habitación a dormir ya. Miro mi reloj. Se está haciendo tarde... Buscaré solo un poco más.
Salgo afuera del laboratorio y me siento contra un árbol cerca de la piscina. Miro en una dirección concreta. Donde todos estuvimos juntos y donde revelé mucho de mí. Les conté lo que nunca dije a nadie... y después me fui. Rantaro me siguió cuando claramente dije que quería estar sola. No me creo que fingiera hasta aquel punto. ¿Por qué vendría sino? No me lo explico. Aquel lugar..., en el que Rantaro se veía más misterioso que de costumbre, rodeado por toda esa oscuridad con apenas unos destellos plateados iluminando sus ojos... Un momento, ¿destellos plateados? Por la noche. ¡Pues claro! Aquel claro entre tantos árboles que era iluminado vagamente. Tiene que ser ahí.
Cuando me quiero dar cuenta, estoy corriendo hasta allí. Es el único lugar en el que puede estar escondida la llave. Tiene que estar. ¡Tiene que estar!
Llego hasta ese pequeño hueco entre la maleza, atravesando matorrales y más árboles. Me acerco hacia el árbol en el que me acorraló. La pequeña luz que le iluminaba provenía justo de la izquierda. Miro hacia la derecha. ¡Sí, sí! Un haz de luz apunta hacia un arbusto. Como un relámpago me dirijo hasta este y rebusco con fiereza, igual que un ser famélico en busca de alimento. ¡La encontré! ¡Por fin! Miro el objeto metálico con fascinación. Siento que hoy ya descansaré bien a gusto... ¡Un segundo! Hay algo más. Un papel. Es una pista. Será para otra persona que esté buscando una llave distinta. La colocaré en un lugar menos escondido y me iré.
Pero justo cuando me doy la vuelta e intento irme por el mismo sitio por el que llegué, me encuentro con la peor de las sorpresas.
En frente de la entrada hay... alguien. Ese alguien es él. Rantaro.
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