Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

P R Ó L O G O

Ese maldito oso de peluche detestable y sus juegos psicóticos me superaban. No soportaba la idea de que nos obligara a matarnos entre nosotros. Cualquiera pensaría que la cosa se complicaría más a medida que pasaran los asesinatos porque mientras eso ocurría, todos nos hacíamos más íntimos y cada muerte y cada ejecución eran más duras. Bien a mí no me pasó eso. Ocurrió que el primer asesinato fue el puñal más doloroso que se clavó en mí. Se trataba de Rantaro Amami, un chico que lo tenía todo, menos maldad.

    Cada uno de los que estábamos ahí -en total diecisiete- teníamos un talento que nos hacía únicos. Típico en el resto de personas pero la diferencia estaba en que nuestros talentos eran definitivos. Éramos los estudiantes definitivos. Rantaro en concreto no logró recordar cuál era su talento y como no recordábamos conocernos, no existía ninguna forma de averiguarlo. Más adelante descubrimos que era el superviviente definitivo, eso era bastante irónico.

    Yo soy la cirujana definitiva. Mis conocimientos sobre ciencia y medicina sobrepasan varios límites y soy mucho más conocida que varios médicos famosos. Nunca se me ha dado bien eso de conocer a nuevas personas y menos a otras dieciséis. Pensé en pasar todo el tiempo que estuviéramos en ese extraño sitio sola. Pasaron un par de días desde nuestra llegada y todo iba bien hasta que llegó él.

    Yo estaba yendo a por algo de comer y me lo encontré en la cocina mirándome sentado en una silla con esa costumbre suya de sentarse con el asiento al revés. Me estaba mirando con esos grandes ojos verdes que parecían analizar todo mi ser. ¿Quién diría que alguien con esa apariencia tan cándida terminaría así?

    Rantaro me trató desde un principio como si no fuera un bicho raro. No le tomé mayor importancia, me daba bastante pesar no establecer una amistad como él anhelaba, y sin darme cuenta le terminé apreciando más de lo que habría discurrido nunca.

    Creía que con él todo esto pasaría más amenamente. Que los dos seríamos de los pocos sobrevivientes. Pero cuando todo parecía ir bien, su cadáver apareció. Me sentí culpable. Ese mismo día habíamos discutido -quería que empezara a socializar con los demás y yo inicié la pelea. Yo y mi mal genio- y se fue a la biblioteca solo bajo la fachada de seguir a un pequeño grupo de los nuestros.

    Si hubiera ido con él no habría muerto. Posiblemente ni siquiera habría sido herido, pero de ser así podría haberle salvado. La culpa me carcomía, me culpaba de su muerte a pesar de que el responsable de aquel asesinato y los siguientes fuera ese detestable peluche. Odié que Rantaro muriera pero no fue hasta que pasaron unas horas después del juicio -en el que se encontró culpable a Kaede Akamatsu, aunque resultase una trampa- que no me di cuenta de lo mucho que le quería. Mi corazón quedó hecho añicos.

    Todo se tornó gris y yo volví a mi refugio y no salí ni siquiera para comer durante días. Después de lo que me contó que fue una semana, una chica un tanto peculiar entró por la fuerza en mi habitación. Miu Iruma, la inventora definitiva con un humor bastante... negro.

    "Si sigues encerrada en tu cueva vas a acabar teniendo la piel amarilla", tronó encendiendo la luz. Yo pasaba el tiempo en la cama sin hacer nada. Ni siquiera utilizar mi talento rellenaba el hueco que Rantaro había dejado con su marcha. Sentía pena también por Kaede, cometió un pequeño error y solamente ese casi insignificante fallo le costó la vida.

    "Poco me importa lo que le pueda suceder a mi piel", respondí poco interesada.

    Me llevó casi a rastras hasta su laboratorio. Fue bastante agudo por su parte pensar que estando en un laboratorio me podría animar algo. Iruma tenía una personalidad bastante arrolladora pero conmigo fue diferente, fue como si quisiera conocerme. Claro que no dejó de ser Miu pero en ningún momento se metió con mi físico ni me llamó "vírgen" -ese era su insulto más frecuente-.

    "No quiero que pienses que me importas o algo parecido, pero es agradable que en esta mierda haya alguien que como yo, se interese por la ciencia", comentó mientras fabricábamos algún artefacto que se le vino a la cabeza. "¿Sabes?, eres como yo pero en formal". Cuando me dijo eso me reí sinceramente por primera vez desde el asesinato de Rantaro. Tenía razón, las dos éramos rubias, nuestros talentos estaban relacionados con la ciencia y las dos éramos poco amables con los demás, solo que Miu directamente se metía con ellos mientras que yo ni siquiera hablaba.

    Nuestras diferencias eran igual de destacables así como nuestros parecidos. Puede que tuviéramos el pelo, la piel y la altura iguales, pero mi constitución era algo más delgada que la suya y mis ojos eran de otro color. No naturalmente. Fue una intervención quirúrgica que salió mal, una de las maravillosas ideas de mis antiguos padres.

    "Me tomaré eso como un cumplido", y le sonreí. Lo hice como pocas veces hacía.

    Un rayito de sol se había abierto paso entre tantos nubarrones de tormenta. Miu Iruma, la chica más detestable de los quince restantes -según todos los demás-, se había convertido en mi mejor amiga. Pasábamos casi todo el tiempo disponible juntas. Incluso abríamos nuestras propias investigaciones sobre los culpables de los otros dos asesinatos que tuvieron lugar después de la muerte de Rantaro y Kaede. Hacíamos todo eso antes..., antes del suyo.

    Miu fue la cuarta asesinada y se encontró culpable a Gonta Gokuhara. En un principio quise que le castigaran de la peor manera que se le pudiera ocurrir a Monokuma, pero terminé comprendiéndole. El otro, sin embargo, no fue tan comprensivo como yo.

    Rantaro y Miu fueron asesinados. Los dos. Rantaro fue golpeado por una una bola pesada. Miu en un principio pareció ser estrangulada pero al final fue un daño cerebral el que acabó con su vida. No podía ser real. No podían ocurrirme a mí tantas desgracias. Estaba aterrada, ¿quién más iba a relacionarse conmigo para después morir? Y ese bastardo de Kokichi... Él tenía que ser la mente maestra.

    "Si no recibe su merecida muerte de una vez, se la daré yo", pensé, pero enseguida quise alejar esos pensamientos de mí. Realmente no me aterraba morir, de hecho seguramente sería mejor así y ya en esas circunstancias me estaba enloqueciendo, pero no iba a matarle. Podíar convertirme en lo que todo el mundo quisiera, pero desde luego que no era una asesina. Prefería quedar en el puesto de la víctima antes que en el de el agresor.

    A medida que las horas y los días continuaban, los hilos que mantenían mi cordura medianamente estable eran cortados por pensamientos suicidas. Un hilo. Era un delgado hilo el que me separaba de la muerte y pronto acabaría como el resto.

    Ya no podía distinguir la supuesta y cruda realidad de lo que me imaginaba. Llegué a un punto en el que empecé a actuar como si Rantaro y Miu no hubieran sido asesinados. Terminé imaginándome que todos los que fallecieron en el juego de la muerte estaban conmigo, que habían vivido. Había perdido la cabeza completamente.

    Llegó un momento en concreto en el que se nos mostró la verdad de por qué estábamos en ese escalofriante lugar que Monokuma llamaba "nuestra escuela". ¿La Tierra acabada? ¿Nuestro planeta, tal y como lo conocíamos? ¿Destruído? Mi boca se abrió como la de todos los demás pero no fue solo por el asombro. Ese hilo que me sostenía de caer al vacío se estaba deshilachando. Mi cabeza daba vueltas. ¿En qué momento llegué hasta aquel punto? ¿Cómo había pasado todo eso? Todo fue tan rápido... Entramos como unos desconocidos y con amnesia. Después nos dieron recuerdos y un talento que a saber si realmente nos pertenecían alguno de esos dos elementos; el juego de la muerte empezó; los asesinos fueron incitados a cometer tales crímenes contra el resto de compañeros para luego ser culpados y brutalmente ejecutados -o como decía el oso, castigados-.

    Ese juguete nos había dado una realidad que algunos quizás no habían podido aceptar siquiera y para colmo jugaba con nuestras vidas como si no tuvieran valor alguno. Eso era tan satírico... En circunstancias comunes nuestras vidas habrían tenido un valor menor al que entonces tenían. ¡Éramos los últimos humanos de la Tierra! ¿Cuándo pensaba parar? ¿Cuando solamente quedara uno en pie? Era de locos. No podía continuar así. Todo me superaba. Estaba segura de que ni siquiera era una auténtica cirujana, que todos los recuerdos que teníamos eran falsos. Con lo poderoso que es Monokuma seguro que no tuvo inconveniente en extorsionar nuestras mentes hasta el punto de interferir en nuestra memoria. Había tenido esa cuestión presente durante algún tiempo ya, incluso desde hace semanas, cuando Miu todavía seguía viva, solo que no le daba importancia.

    Comencé a plantearme esa posibilidad. En un principio no me convenció, siempre pensaba y volvía a pensar las cosas un millón de veces, analizaba y descubría todos los finales posibles a cualquier tipo de asunto. Creí que esa posibilidad era tan ridícula como pensar que estábamos allí por un reality show.

    En resumen, me quemaba la cabeza. Ese era un veneno mortal para mí que terminó sentenciándome. Llegué a la conclusión de que esto no podía seguir. Los asesinatos se habían vuelto cada vez más turbios y ya estábamos en los extremos, pero no dudaba ni por un segundo que pudiera ser todo aún más surrealista.

    No pensé más desde entonces. Solamente tenía una idea en la cabeza: la de acabar con mi vida. Era una cobarde y seguramente ni Miu ni Rantaro quisieran que me rindiera pero mi mente era un descontrol. Catherine Marrowbone había estallado en mil pedazos. Varios se fueron con cada muerte que hubo y los restantes eran vidrios que se clavaban por todo mi cuerpo. Era prisionera de mí misma. Tomé mi última decisión. Escribí una nota para que todos supieran que el asesino no estaría entre ellos, sino que era yo misma. Esta decía:

    "Empecé a pudrirme con el primer asesinato. Ahora encontraréis mi cadáver, pero la verdadera Catherine Marrowbone murió hace mucho tiempo. Miu y Rantaro fueron los únicos que me sacaron algo de positivismo en todo este embrollo y como sabréis, ya no están. Mi cabeza ha explotado y el hilo que me dejaba suspendida en el aire a punto de caer entre los brazos de la oscura muerte se ha roto por el peso de los últimos acontecimientos. Y aunque no lo creáis, lo siento. Siento tener que hacer esto pero no por mí, sino por vosotros. A pesar de que sea un suicidio todos sabemos que Monokuma castigará a alguien con tal de divertirse y espero que el elegido para eso no sufra demasiado. No lo creeréis pero hasta llegué a sentir afecto por todos.

Catherine"

    Tomé una bocanada de aire con el corazón en un puño. Hacer esto era duro aunque no me quedara otra opción. Dejé la nota en mi escritorio y subí al taburete. Me enrosqué la soga al cuello. Di mi último suspiro. Miré a mi alrededor por última vez. Di una patada al taburete y...

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro