III
Kaede, Suichi y Miu se han estado turnando para cuidarme durante otros dos días. La comida parece no agotarse y la enfermería no está mal pero me gustaría tener una habitación para mí sola durante el tiempo que duremos aquí antes de encontrar la manera de abrir la puerta principal. Me han dicho que es una puerta enorme con un montón de cerraduras. Son cincuenta seis en total. Las llaves están repartidas por todo el recinto, muy escondidas. Para poder llegar a ellas hay que seguir cierto orden y conseguir pistas que al final nos lleven hasta la llave correspondiente. Suichi me ha informado de que los demás ya han encontrado tres llaves. Gracias a que los cuatro que no estamos haciendo nada somos muy inteligentes, podremos acelerar la búsqueda de nuestra libertad cuando nos pongamos en marcha.
Mi salud ha mejorado mucho. Por fin puedo salir de la enfermería y quitarme el dichoso camisón blanco. Quiero instalarme cuanto antes en mi habitación para así poder unirme a la búsqueda con los demás.
Me estoy lavando los dientes en un lavabo que hay en la habitación. Kaede entra.
-¡He traído tu ropa! La he lavado y planchado -dice con la alegría de una niña.
¿De verdad que Kaede tuvo problemas emocionales? Es cierto que Junko tiene un poder sobre los demás impresionante, pero Kaede es testaruda. ¿Cómo terminaría como los demás? Me han contado que hace algunos años dieciséis alumnos como nosotros también tuvieron un juego de la matanza, ¡y encima aquí mismo! Algo después, más alumnos definitivos sufrieron la desesperación de Junko y también fueron sometidos a una simulación para devolverles a la normalidad que fue contaminada por el Alter Ego de Junko en una isla lejana. La diferencia es que si en esa simulación morías, te sumías en un coma del que era prácticamente imposible despertar. Me entristece que otros adolescentes como nosotros hayan sufrido incluso más que nosotros.
-Gracias, Kaede, pero te estás tomando demasiadas molestias por mí.
-Tú te tomabas molestias por todos siempre. Te preocupaba que estuviera triste porque una pieza de piano no me saliera y me animabas a tomarme un descanso. A Suichi le ayudabas cada vez que se atascaba en alguno de los casos que tenía que resolver para sus notas finales. Cuando Miu se quedaba sin ideas tú proponías las más locas y ridículas que terminaban siendo grandes inventos. Alguna vez encubriste a Maki para que no fuera descubierta cuando acababa con algún mafioso. Te encargabas de que Tenko no se pasara entrenando y le llevabas agua y merienda para que no se desmayara. Eras la ayudante de trucos de Himiko. Investigabas con Gonta en el bosque para descubrir nuevas especies de insectos. Enseñabas a Kirumi nuevas recetas para poner en práctica y muchas veces limpiabas la clase por ella para que no se cansara tanto. Seguías a rajatabla los entrenamientos de Kaito con la alegría que tenías entonces para que se animara. Siempre jugabas con Ryoma al tenis para que no se metiera en líos. Posaste un montón de veces para las obras de arte de Angie. Dejabas que Kiyo te diera clases de antropología para que no se sintiera solo en ese tema. Dabas ideas a Tsumugi para cosplays realmente originales. Siempre estuviste ahí para bajarle los humos a Kokichi y que así no le pegaran los matones. Ayudabas a K1-B0 a encontrar un escondite cada vez que Miu quería "revisar el estado de su mecanismo". Cuando Rantaro aún era el aventurero definitivo siempre ibas de excursión con él a cualquier sitio. -Poco a poco me he ido acordando de todo eso y más-. Y por último: siempre ofrecías tu talento para la medicina cuando alguien estaba herido. Al principio no era mucho pero cuando la guerra con Junko comenzó fue muy necesario, hasta que caímos bajo ella.
Siempre he sido una introvertida, eso no ha cambiado. Pero ellos no son mis compañeros: son mis amigos. Da igual la manera en la que lo hagamos, saldremos y si la guerra sigue, salvaremos a todos. Es nuestro deber como estudiantes definitivos y por lo tanto iconos de la esperanza.
-Gracias, Kaede. -Le abrazo-. Se supone que todos somos todos amigos, ¿no? -Ella me sonríe.
-Exacto. Bueno, te dejo para que te cambies y explores a tu gusto toda la escuela. Y ve saludando a todos, ¡se alegrarán muchísimo de verte!
-¿Saben que salí de la cápsula?
-Sí, les pedimos discreción para que tu recuperación fuera lo más rápida posible. ¡Era imposible que no supieran que despertaste con los gritos que diste cuando empezaste a huir! -bromea. Me echo a reír. Se va.
Desde un principio, nos explicaron que la ropa que lleváramos sería nuestra seña de identidad. Por ejemplo: Tenko tiene que llevar ropa cómoda y elástica. Kaede lleva ropa decorada con notas musicales, pentagramas..., y Suichi viste como un auténtico detective. Yo llevo una camisa blanca con un chaleco negro con detalles celestes, una falda del mismo color, unos calcetines largos y blancos y unos mocasines negros. Lo curioso es que bajo la falda llevo pequeños compartimentos con algunos de mis instrumentos quirúrgicos por si surge alguna emergencia.
Me visto y me peino con un cepillo que me ha dejado Kaede. Después tendré que devolvérselo. Me hago una coleta alta y me pongo un lazo alrededor. Tengo bastante mejor aspecto que otros días; mis ojeras han desaparecido y mis ojos vuelven a brillar. Me extrañó cuando gracias al cansancio parecían tan apagados. Es difícil que dejen de hacerlo, mis antiguos padres se encargaron de eso.
Kaede me dio indicaciones de la habitación libre que estaba al lado de la suya. Acepté sin pensarlo ya que es mi amiga y la de Miu tampoco estaba muy lejos, pero me he dado cuenta de que me arrepiento. No es nada personal, se trata de que quizás un día de estos no pueda dormir porque ella y Suichi compartan una linda noche a la luz de las velas. Hacen una pareja bonita y se nota que su relación está a punto de soltar chispas pero para ser sincera, no me gustaría ser testigo de eso.
Al entrar mi boca se abre inconscientemente por el espectáculo que mis ojos admiran. ¡Hay lujo por un tubo! La cama tiene un dosel violeta como el edredón y el resto de la habitación. Llena del color pastel con blanco, me recuerda mucho al orfanato. Echo de menos a todos mis amigos de allí. Estoy deseando verles y a ser posible, sanos y salvos.
Voy al baño. Entero blanco, con una bañera blanca y el lavabo hecho de mármol. Sigo sin estar del todo segura de que esta sea la escuela Pico de Esperanza verdadera pero si no es mejor, es igual de lujosa. "¡Lo mejor para la esperanza del mundo!", repetían los profesores y el director una y otra vez como si fuera un lema.
Lo único que tengo es la ropa que llevo puesta y el cepillo de Kaede. Miro por los armarios para ver si hay algo. ¡Me encuentro con un pijama que es bastante... corto! Es de mi color favorito -azul celeste-. Y también hay varios conjuntos como el mío. Hum..., y mudas, interesante. En el baño hay productos de limpieza; en el tocador encuentro un cepillo parecido al de Kaede, perfume -sorprendentemente se trata de uno de los que usaba antes-, desodorante -el que suelo usar- y hasta algo de maquillaje -de tonos suaves, como siempre uso-. ¡La gente que nos ha metido aquí lo sabe todo sobre nosotros! No solo tendrán nuestros expedientes, tendrán carpetas y carpetas sobre todo lo que tenga que ver con nosotros.
No me puedo resistir a darme una ducha y cambiarme la ropa. Supongo que habrá una lavandería o algo así para lavar y planchar la ropa como hizo Kaede. No lavaré la ropa hasta acumular un buen número y espero que lo tenga que hacer pocas veces. Ansío que podamos salir pronto.
Estoy lista. Me tengo que enfrentar a mi mayor enemigo: mi timidez. Son mis amigos, sí, lo son, pero me preocupa que me vean de manera distinta. ¡Era toda una enferma!, aunque ellos también... De verdad que espero que todo vaya bien. Salgo ya. Voy tocando cada puerta pero no hay nadie en su habitación. Queda una última.
-¡Adelante! -responde una voz aguda.
Es Angie. La que trataba de imponer a los demás su cultismo... Es escalofriante pero no creo que sea igual ahora, ¿no?
-Emm, ¡hola! -Asomo mi cabeza por el marco.
Ella está de espaldas pintando un cuadro. ¡Wow! Su habitación es entera de color amarillo. ¡Sí, esta es la habitación de Angie! Gira su cabeza hacia mí y abre los ojos tanto que creo que se le saldrán. Estaba claro que no me esperaba. En la simulación, Angie me trató como a los demás pero yo no recuerdo haberla hablado nunca. Gracias a mis recuerdos sé que éramos -y espero que aún lo seamos- buenas amigas. Adoraba que me hiciera retratos.
-¡Cathy! -chilla emocionada saliendo a recibirme. Se tira encima mío-. ¡Por fin estamos todos! Pero..., ¡antes estabas fatal! Y también yo. Era una locura haciendo estatuas de los que murieron, ¿no crees? ¡Ja, ja! -Sí, es la misma Angie de siempre: loca y vivaz.
-¡Sí! Por fin estamos los diecisiete. En serio pensaba que todo se había acabado para mí pero...
-¡Pero aún queda otra parte más del cuadro! -me interrumpió-. Hemos pasado la más dura pero queda la más importante. ¡Tenemos que salir!
¿No sabe nada sobre el tema de Junko?
-¿Pero no sabes lo que pasó al final de la simulación?
-No mucho. Los que finalizaron "vivos" son Himiko, Maki y Suichi. Son los únicos que lo saben todo pero han dicho que querían esperar a que estuviéramos todos para explicárnoslo.
-Ah, entiendo. Por cierto, ¿tú no haces la búsqueda para salir de aquí?
-Sí, suelo estar siguiendo pistas casi todos los días pero hoy estoy perezosa. ¿Tú también te pondrás a buscar las llaves como un ratoncito busca su queso?
-Supongo que sí. Eso sí, no sé por dónde empezar.
-Ya lo descubrirás -me canturrea mientras vuelve a pintar-. En la puerta principal, en el papel en el que está apuntada la prueba, si le das la vuelta aparecen todas las llaves numeradas y con la primera pista para encontrarlas. Hay que buscarlas en orden y si ya se están buscando o han sido encontradas tendrán un "tick".
-¡Gracias! Voy a buscar a los demás para saludarles. ¡Nos vemos! -Voy hacia la puerta.
-¡Chaito!
Prosigo mi camino. No tengo rumbo fijo aunque sé que en las habitaciones no hay nadie. Bajo unas escaleras. Pienso en que quiero ver a Miu de nuevo y a... Rantaro. Ansío verle ya. Es por mis sentimientos... Quiero abrazarle y que no me suelte. Durante toda mi estancia por la enfermería no he podido parar de pensar en las ganas que tengo de verle. Pero eso me recuerda a que... se supone que todos llegamos con nuestras respectivas enfermedades a la simulación. ¿Estaría Rantaro maquinando torturas a través de esos ojos que le hacen parecer inofensivo? Quizás quería hacerme sufrir a mí mientras me abrazaba o mientras debatíamos cualquier tema estúpido. O mientras tomábamos té verde. ¡Maldición! Siento ganas y temor a la vez por verle. No sé por qué tengo miedo si se supone que él ya está bien, como antes de todo este caos. Siempre íbamos a bosques a perdernos y buscar una salida o un tesoro si acaso. Extraño eso. Igual cuando pase todo no podemos volver a hacerlo pero no me preocupa. Solo quiero estar con él, aunque me asusta su reacción a verme. Anda que voy lista... Si me preocupa cuando nos volvamos a reunir no me quiero imaginar lo que pase si le confieso lo que siento por él. Deseo que él también sienta lo mismo. Deseo saber qué se siente cuando pasa eso.
[...]
He podido saludar a todos menos a Rantaro. No le he encontrado por ningún lado lo que me extraña si supuestamente no hay manera de salir a la calle a pesar de que haya jardines en la planta más alta.
Todos parecían felices y sorprendidos de verme. ¡Hasta Ryoma! He sentido nostalgia de cuando íbamos todos a clase juntos y lo pasábamos bien. Esta experiencia nos une aún más, desde luego, pero quisiera no estar en esta situación.
Tengo algo de hambre. Son las siete y media (hay relojes en todas las habitaciones). Ya sé más o menos dónde se encuentra la cocina. Hay alimentos para todos los gustos. Cojo un par de mondas de chocolate con leche y un vaso de zumo tropical. Sí, es una mezcla poco común que bastantes personas descartarían por vomitiva. Seré la cirujana definitiva y tendré un montón de conocimientos sobre medicina general, pero me doy tantos caprichos que nadie lo diría. Voy a coger un vaso de un estante para servirme el zumo. ¡Agh, no lo alcanzo! No es que sea un tapón en cuanto a altura sino que los vasos están en los estante más altos. Me pongo de puntillas y ya casi lo alcanzo pero...
-¿Huh?
Estaba llegando. Alguien lo ha cogido por mí. Alguien más alto que yo. ¿Quién...? ¡Oh! Es... ¡Es...! ¡Rantaro! Mis ojos se están llenando de lágrimas. Ni yo misma tenía idea de las ganas que tenía de verle. Eso o es que pierdo el control con su presencia cerca.
-¿Lo querías? -inquiere ofreciéndome el vaso con ese halo misterioso que le rodea.
-¡Idiota! ¡Te quiero a ti!
Digo eso sin querer. Lo he casi gritado sin pensarlo. Desde el corazón.
Le rodeo fuertemente con mis brazos la espalda. Sus abrazos... Eso es lo que más echaba de menos. Su olor a perfume masculino ya me tiene en trance. Sus brazos y sus grandes manos abrazan mi nuca con fuerza pero delicadeza y me acarician. Su tacto parece tan agradable como para ser real... Es como si fuera a desaparecer. Como si Rantaro fuera a irse de nuevo de mi lado si no le abrazo fuertemente.
-Hey, que no me voy a ir. Ya no. Voy a estar contigo siempre. -Su voz. Su grave y suave voz. Sigo sin creer que por fin pueda volver a estar con él-. ¿Catherine?
Siento que me derretiré si vuelve a pronunciar mi nombre.
Al ver que no contesto me separa de él un poco. Sus hermosos ojos verdes estan preocupados. Él está preocupado. ¡Concéntrate, Catherine!
-¡P-perdón! Yo... -¿Qué narices me pasa? Ahora estar tan cerca de Rantaro me provoca nervios. Mis manos están sudorosas y me falta la respiración. No es un ataque de ansiedad, es una sensación agradable... No entiendo lo que me sucede. En la simulación sabía de sobra lo vulnerable que era a él y ahora es más fuerte.
¿Será porque realmente me hizo falta estar con él? Estoy muy avergonzada y él lo puede ver. ¡Mierda!
-¿Pasa algo? -Me agarra por los hombros. Yo evito su mirada mirando a otro lado.
Tengo que disculparme. Ahora no tiene mayor relevancia pero él murió en la simulación por mi culpa. Si tan solo no hubiera ido él solo a la biblioteca... Me odié y me odio por haberme ofuscado así. Fue sin una razón concreta. Simplemente porque como la ingenua que era -y que puedo seguir siendo- me negué en rotundo a intentar conocer al resto. Restando que ya conocía a todos en realidad, la mayoría fueron amables conmigo. Todo fue mi culpa, porque quería encerrarme en una burbuja, porque quería estar sola con Rantaro, porque fui tóxica y él acabó mal parado por todos mis errores. Como dije al principio, ahora ya no puede pasar nada por eso (espero) pero no puedo evitar sentirme culpable. Rantaro no ha sido ni un poco odioso conmigo como para que no me disculpe por mi narcisismo.
-Es que... Emm..., te d-debo una disculpa -digo poniéndome roja. Mis ojos se están empapando de mis propias lágrimas.
-¿Disculparte? ¿Por qué? -inquiere sorprendido.
-¿Cómo que por qué? -Me separo de él aunque no quiera hacerlo. Tomo cierta distancia y le miro a los ojos intentando mostrar seguridad. Es ridículo porque soy tan estúpidamente frágil que la fortaleza que intento aparentar se va a derrumbar junto a mí. Lo peor es que es culpa mía y por lo tanto lo merezco.
-No has hecho nada para tener que pedirme perdón, que yo sepa. -Y se encoge de hombros.
-¿Ah, no? ¿Y qué me dices de que fuiste la primera víctima en la simulación? ¡Fue por mi culpa! -Me mira como si se me hubiera ido la cabeza fuera de la galaxia.
Las lágrimas que he intentado retener ya corren por mis mejillas.
Rantaro intenta acercarse a mí para calmarme. Me alejo dos pasos hacia atrás. No puede evitar que me sienta culpable. Ni siquiera he terminado.
-Lo que sea que estés pensando sobre lo que ocurrió que te culpabilice lo puedes olvidar. Lo que pasó en la simulación se queda en la simulación. El único culpable de todo lo que pasó es Monokuma. -¿Monokuma? ¿Cómo que Monokuma? ¿Es que no sabe que Junko Enoshima es nuestra verdadera enemiga? ¡Ella controlaba a Monokuma y a Tsumugi! ¿Acaso no conoce lo del virus? ¿Que la simulación fue programada para liberarnos de nuestros traumas?
No se lo contaré. Creo que no me corresponde eso a mí. Angie me contó que Himiko, Suichi y Maki nos hablaría sobre ello. Será eso. Yo ya lo sé porque era necesario para que recobrara la estabilidad y ni siquiera soy la única de los que no sobrevivieron que lo sabe. ¿Por qué los otros no?
-¡Claro que tengo la culpa! Esa bola no habría ido a parar a tu cabeza si no hubiera dejado que fueras solo a la biblioteca... -insisto desesperándome.
-¡Ni que hubieras sido tú la que empujó la bola! ¡Todos sabemos que fue un accidente! ¡Tú lo sabes! -replica.
No quiere dar su brazo a torcer. Yo tampoco.
-¡No tiene nada que ver con quién empujó la bola! -grito. Se sorprende de mi tono. Pensará que a pesar del programa estabilizador que hemos pasado aún sigo siendo una histérica. Normal-. ¡Si no hubiéramos discutido...! Corrijo: ¡Si no hubiera sido tan idiota cuando tú solamente me querías ayudar, no te habría pasado eso!
-No sigas por ese camino, Catherine... -Ahora tiene un semblante más sombrío-. Podría haber ido a la biblioteca igualmente. ¡Aunque tú también hubieras venido!
-¡De eso se trata! Si tan solo hubiera estado ahí... La bola igual no te habría dado. Y aunque hubiera sido así podría haber evitado tu muerte. ¡Soy cirujana! -Me observa como si fuera un enigma.
-Catherine, escucha... -Suspira pesadamente y se acerca a mí. Me coge por lo hombros de nuevo veloz para que no me vuelva a alejar-. Las personas discuten. Y esa fue una coincidencia. No fue la vida real. Yo estoy aquí ahora y todo irá bien.
-Pero no se trata de eso. -Bajo la cabeza-. Me puse a la defensiva por una tontería. Sé que te hice sentir mal. Yo soy la responsable de lo que pasó. Por haber sido una exagerada que sigo siendo. Por ser una cabezona. No quería estar con los demás porque... -Dudo un poco-, porque quería estar contigo. Solamente contigo. Después de lo que pasó, Miu se acercó a mí y terminé abriéndome a los demás. Fue ahí cuando me di cuenta de que realmente era mi culpa, que no era una tonta paranoia... -Hay silencio. No responde. Sus manos siguen en mis hombros.
Levanto la cabeza. Me mira con tristeza porque tengo razón. No ha habido fallas en nada de lo dicho. En un futuro no creo que sea importante. Pero si quiere cortar lo que sea que seamos porque soy una arpía lo entenderé.
-...
Nos estamos mirando muy fijamente. Mis ojos están nublados por el agua salada que cae de ellos. Muerdo mi labio inferior.
-¿Ves? Es mi culpa. ¡Soy un monstruo! Quizás lo mejor es que te alejes de mí y...
-¿Ah? ¿Qué dices? -Ahora parece furioso, algo raro en Rantaro considerando que siempre transmite buenas vibraciones. Ahora hasta me da miedo. No le había visto así nunca-. ¡Da igual lo que ocurriera entre nosotros, maldita sea! ¡El culpable de todo sigue siendo Monokuma porque para empezar, una bola metálica no tenía que estar en una biblioteca para que alguien la empujara sin querer! ¡Era una trampa, Catherine! Era imposible que supieras que mi "muerte" acechaba en esa biblioteca.
Sus ojos no expresan odio. Expresan angustia y rabia. Yo le estoy angustiado. Yo le estoy haciendo rabiar. Tiene razón en cierto modo. Monokuma, es decir, Junko es la responsable de todo lo que hemos pasado hasta ahora, ¡aunque ni siquiera fuera real!
-Puede que estés en lo cierto... -Bajo mi cabeza, apenada. Soy una dramática, sí, pero aunque él no quiera admitirlo, sí soy culpable de haberme enfadado con él sin ningún motivo. Y si no lo hubiera hecho, igual le podría haber salvado la vida. Existe también la posibilidad de que hubiera fracasado en el intento, igualmente lo habría intentado.
-Anda, ven aquí. -Me abre sus brazos. No lo pienso, solamente me acurruco en ellos.
Me gusta que Rantaro sea cálido y huela tan bien, gracias a eso logro sentirme mejor siempre. Aunque no hayan sido un montón de veces las que me ha abrazado. Desde casi el principio, mi corazón y mi cerebro se pusieron de acuerdo para elegirlo a él y que ocupara un espacio en ellos.
Creo que me estoy enamorando.
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