
•VII•
Todo estaba en completo silencio. Lo único que se escuchaba era lo que decían sus ojos, no sabía cómo mirarlo, se levantó y miró a su alrededor dándose cuenta que todos los ojos estaban puestos en ella.
—Cantas realmente hermoso—La voz de Lucas, rompió el silencio.
—Gracias, adiós— Y con esas palabras salió de su lugar de trabajo.
Caminaba de prisa, no tenía como volver a casa; no había transporte. Podía caminar hasta la parada de los autobuses pero sería cansado. Y tal como si se tratase de una película un auto extremadamente caro se detuvo frente a ella. La puerta se abrió hacia arriba y los ojos de Myke, chocaron con ella.
—Sube. —Su cabeza negó y arregló sus lentes en la acción.
Mientras esa palabra salió de los labios de aquel chico ella planeó todo en su mente, se iría de allí, iría hasta la parada del autobús y esperaría paciente; tenía ganas de estar con su mascota, aquel pequeño perrito.
—Te dije que subas. —La voz se escuchó más cerca, el estaba tras ella.
—No lo creo, debo ir a casa. —Su cuerpo le había dado el frente para su mala suerte.
—Te dije que no, por favor. —Eso había sido una suplica, y al decir aquellas palabras la espalda se le fue otorgada.
—No me vuelvas a dar la espalda, por tu propio bien, ahora sube al auto y obedece.
Ella lo ignoró y siguió caminando. El sólo pensaba «¿por qué no obedece?¿no me teme?» si el sólo supiera cuantas oraciones internas decía no se estuviera haciendo esas preguntas.
La dejó ir, pero la seguiría, hasta donde quiera que se condujera, ella se había vuelto la pequeña atracción de la energía del rayo, era tan interesante y a la vez tan transparente. Ahnelaba que lo obedeciera, pero al parecer eso no estaba en los planes de la chica. Vió como su silueta cambiaba, sus pasos eran largos pero al estar a una distancia considerada ella bajó la velocidad. Una sonrisa un poco peculiar adornó los labios de aquel chico.
Caminó hacia su auto y vió como sus guardaespaldas lo miraran de manera disimulada, o eso creían ellos. No era una persona con muchos amigos, aunque tampoco estaba ahogado de enemigos. Todos lo conocían, pero preferían hacer los que no. Miró a uno de ellos y con una seña le pidió que se acercara.
Al estar esperando vió a lo lejos como Lucas, hablaba con la chica que antiguamente estaba rodeada de más de cinco chicos. «Puta» en vez de ser una ofensa para ella, lo era para la palabra, aún no olvidaba lo sucedido hace unas semanas ¿quién en su sano juicio disfrutaría la violacion de varios hombres?
—¿Sí, rey? —Ante las palabras de aquel hombre se volteó para darle frente. Nadie, absolutamente nadie pensaba que era una ridiculez llamarlo así, de hecho, él hizo la palabra rey, no la palabra rey a el.
—Quiero que sigas a esa chica con la que estaba hablando hace un momento. —Este asintió y se dirigió a uno de los autos que estaban estacionados frente al café. Miró a su jefe y arrancó, no sin antes un asentir de su jefe.
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—No es de mi agrado —La voz de Lucas, se había escuchado entre ellos y la atención de Connie, viajó hacía el.
—Cuidado, es la protegida de Connie, Lucas.—Había hablado el rubio.
—Eres un hipocrita. Dices que no te agrada pero caíste a sus pies. —La voz irritante de Connie, salió a flote.
—Te lo dije— Volvió a hablar el chico rubio. Mathew, uno de los chicos que había golpeado a la chica.
—No puedo creer que protejas a esa cosa. —Antes de volverse para dirigirse hasta donde estaba su jefe, las manos de Connie lo presionaron contra un auto, su mano derecha había hecho fuerza en su bulto y la izquierda había apretado en su cuello.
—Mucho cuidado de como hablas de ella, Lucas, puedo ser lo que sea. Pero con mi Elizabeth, no te metas.—La sorpresa fue evidente en sus ojos, antes de soltarlo su agarre apretó un poco más, para ese momento los ojos de Lucas, estaban vidriosos. Ella estaba completamente loca.
—¿Estás enamorada de ella?—Su voz había salido jadeante y sorprendida.
—¿Y eso a ti que te importa? Y no, no lo estoy. —Este la miró con duda, no estaba seguro, no le creía; era una mentirosa profesional, no lo dudaba pero si fuese verdad tenía que moverse rápido, sí, se había enamorado de Connie, la conocía y también conocía todo lo que le había hecho su jefe, pero eso no le importaba, la quería así: dañada y usada.
—Cuidado como me hablas.—Una carcajada llena de sarcasmo salió de los labios de Connie, ella le hablaba como quería a todo el mundo.
—¿Me estás amenazando?—Sus ojos se habían encontrado; parecía una historia aparte, donde sólo ellos dos estaban, nadie más. Él no podía disimular lo flechado que estaba por ella.
—No seas una perra, Connie.—Y ante aquellas palabras su mandíbula se apretó y se dió paso lejos de ella.
—Jefe.
—¿Que hacías con esa puta, ah?—La pregunta surgió.
—Señor, estábamos hablando, nos conocemos. Somos amigos—Una carcajada salió de los labios de Myke.
—¿Amigos? Tú no tienes amigos, hombre. No te engañes así.—Y al decir aquellas palabras subió a su auto y tomó camino por donde se había ido la chica.
En el momento en que pasó por la parada de los autobuses recibió la llamada del hombre al cual había enviado. Al tomar la llamada recibió la dirección del departamento de la chica y de manera inmediata manejó hasta allí.
—Voy por ti, muñeca.
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Estaba sobre el mueble de su departamento, sus pies en posición indio sobre este, tenía a su mascota en las piernas y su voz lograba tararear una canción.
—Bueno amiguito, y así ese hombre quiso meterme a su auto—El perro tiró un ladrido y ella asintió—Exactamente ¿que se creé?
Luego de haber pronunciado aquellas palabras el timbre de su casa se escuchó, repasó su estado y la palma de su mano chocó con la parte delantera de su rostro, llevaba unos pantalones cortos, una camisa que le quedaba ancha, un pelo desordenado y sus lentas no estaban sobre su nariz.
—Voy.
«¿Que más da?» pensó.
Pero al parecer no pensó muy bien que digamos, tal vez debía dar la vuelta e irse a poner algo más decente, algunas veces en su antigua casa se dejaba ver expuesta, con poca ropa y en la actualidad hacía un mes o semanas se había dejado ver de Connie, al fin y al cabo eran amigas.
—¿Y usted que hace aquí?
Su voz salió nerviosa, sí, su puerta ya se había abierto y la sorpresa era notoria. Él no le respondió y se dió paso hacia la habitación, había entrado como perro por su casa y ella solamente vió su ancha espalda atónita, estaba claro que aquel chico no tenía planes de irse así que ella se dispuso a cerrar la puerta.
—Así que aquí vives —Su voz salió firme, como había salido las antiguas veces en que ellos habían hablado.
Asintió y caminó hacia él, que aún estaba a espaldas hacia ella.
—¿Que hace usted aquí? Le tendré que pedir si no me responde que salga de mi casa.
Una carcajada salió de los labios del chico, amarga y enojada. Por fin sus ojos se habían encontrado y este estaba dispuesto a lo que sea para que siguiera así, sus ojos viendo los suyos, mirando más allá que un simple cuerpo, que una una simple cara: quería que ella desnudara su alma, todo de él.
—Muñeca, tu eres mía, ya te lo había dicho ¿no?
Ese había sido el turno de ella reírse pero al padece el no lo creía así, no le gustó para nada y su rostro lo demostraba.
—Yo no soy un objeto, así que no soy suya —Internamente ella maldijo, había salido de las manos de Connie y se había encontrado a un chico que al parecer tenía tarjeta dorada para reclamar lo que sea.
—Retrocede.
—¿Disculpa? —«¿A caso esta chica no escucha?» pensó Myke.
Su cuerpo se acercó hasta el de esta y ella se dió paso a retroceder, una sonrisa adornó su rostro.
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Gracias por leer.🤗
Hola chicxs ♥️
Espero les haya gustado el capi, la historia estará más activa ya ⚡️♥️
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