Viviendo por uno mismo.
Que Zander deje el orgullo de lado para dar paso a la felicidad sin importarle el resto.
Se sentía abrumado por las palabras de Liam que aún no terminaba de procesar. Sonaba fácil de decir pero difícil de lograr. Desde que era chico vivía bajo una coraza pétrea de la cual ahora no sabía cómo deshacerse.
— ¿Estás bien? —le preguntó a Aria, notando la forma en que miraba la lejanía silenciosamente. Ella parpadeó saliendo de su embrujo y le sonrió suavemente antes de asentir.
— Solo estoy cansada, en la mañana tuvimos una reunión para un nuevo trabajo y quieren avances en dos días, así que no tuve mucho descanso —respondió bebiendo un poco de cerveza. Ezio torció sus labios con una mueca de desagrado, notando el cansancio instalado en su rostro.
— ¿Quieres ir a casa? Puedo llevarte —le dijo, dándose cuenta la forma en la que ahora podría hablar tranquilamente con ella, sin sentirse intimidado o temeroso.
Ella abrió la boca, probablemente para negarse, hasta que Liam se metió entre ellos luego de abandonar su conversación con Laurent y Mer.
— Llevala Ez, así nos aseguramos que llegue a su casa —dijo Liam mirando a su hermano y luego a Aria— No seas terca —la amenazó con su dedo. Aria cerró la boca y ladeó su cabeza, dándose cuenta que no había mucho por negociar.
— Está bien —dijo resignada.
Ezio se vio a sí mismo de buen humor, volteandose hacia una Mer que lo miraba entre confundida y curiosa. Ella contempló la hora y si bien era temprano, para ellos que estaban desde hacía mucho tiempo despiertos, no se sentía tan temprano.
— Supongo que nos vemos en el estudio, yo vine en mi auto así que no hoy te uso de remis —le dijo ella y él asintió.
— Entonces, supongo que es el fin de esta cena... vamos pequeña —dijo Ezio estirándose holgazanamente, riéndose del apodo que él y Liam le habían puesto a Aria.
— Mido 1.70, no soy pequeña —se quejó como cada vez que lo oye. Liam se rió tras ella mientras la veía buscar sus cosas.
— Ezio mide 1.81 y yo 1.79... eres pequeña —afirmó.
— Los odio —susurró sin ningún tipo de maldad, despidiéndose de Laurent con un abrazo y de Mer con un saludo a la distancia. Las risas de Ezio y Liam la siguieron de cerca.
— Intenten descansar, mañana tienen que trabajar temprano. Déjenme el tema de la solución a mi, aunque creo que hoy pudimos haber hecho un avance —comentó Liam, apoyándose en la pared, viéndolos con esperanzas.
— Si necesitas algo nos avisas, no te sobrecargues con esto solo —le aseguró Aria, dejando un beso en su mejilla y luego un suave apretón de sus mejillas.
— Si, mamá —exclamó Liam sin perder la sonrisa.
— Nos vemos el domingo en el almuerzo con papá —comentó Ezio con una mirada oscura, ya sintiendo el mal humor con el solo hecho de pensar que debía reunirse con su padre en un par de días.
— Dios, lo había olvidado, gracias por arruinar mi noche —se quejó Liam, haciendo que Ezio le mostrara el dedo medio de su mano. Liam lo golpeó en la panza suavemente, obligándolo a irse junto a Aria.
El silencio se instaló entre ambos, suave y reconfortante, mientras sus pasos creaban ligeros eco en su camino hasta el auto. Ezio andaba a paso lento para que Aria no quedara atrás, siempre pendiente de ella a su lado. Ella parecía más cómoda cuando estaba con él a diferencia del inicio, y eso hacía que Ezio sonriera sin siquiera poder controlarlo.
Ambos habían pasado toda la tarde rodeados de personas, y Ezio se sentía un poco egoísta por estar feliz de tenerla por un instante a solas. No sabía cómo había comenzado esa necesidad de pasar más tiempo con ella, pero con el tiempo, nunca era suficiente los pocos instantes que compartían.
— ¿Mi hermano estaba raro hoy, no? —preguntó, abriendo la puerta del auto para Aria, aguardando a que se sentara. Ella se detuvo a medio camino, apoyándose ligeramente sobre el auto, pensativa.
— Creo que el tema pasado lo está preocupando, me da miedo que se exija demasiado —respondió. Él suspiró pesadamente, pasando su mano por su pelo negro. Sus ojos en ella con intensidad, pero sin rechazo o frialdad.
— Siempre estuvo en esto solo, yo no quería meterme pero ahora es distinto —confesó con cierta timidez.
— No te sientas responsable de cómo tu hermano maneja esto, cada uno es independiente, ahora lo único que podemos hacer es acompañarlo y ayudarlo si nos necesita —dijo ella, regalándole una pequeña sonrisa que hizo sentir a Ezio un poco más cálido.
Ella entró en el auto, y él intentó ocultar su sonrisa bajo su mano antes de unirse a ella.
El tramo hasta la casa de Aria no era largo y eso lo frustraba. Él manejaba con la vista en el camino pero sin poder dejar de pensar que ella estaba a su lado, cambiando las estaciones de radio y tarareando cada canción que le gustaba, haciéndolo sonreír y poner de mejor humor que el que tenía antes.
— ¿hoy estabas bien? Te veías un tanto tenso, sobre todo en el museo —murmuró Aria, con curiosidad. Ezio sintió sus mejillas enrojecerse al pensar en el museo; había estado todo el tiempo queriendo compartir un momento con ella pero Mer no había entendido ninguna indirecta o maniobra que había hecho para alejarse un tiempo de ella.
— Si, nada pasaba —respondió con una risa que resonó con falsedad. Ella entornó sus ojos sobre él, analizándolo sin ningún tipo de pudor, y él se permitió un instante en mirarla— ¿qué? —preguntó confundido, volviendo los ojos hacia el frente, sintiendo que ella lo juzgaba.
— ¿Te han dicho que eres malo mintiendo? —preguntó con tono condescendiente, sin dejar de mirarlo, él comenzaba a pensar que disfrutaba de verlo incómodo y torpe gracias a ella.
— Un par de veces —concordó, ladeando su cabeza. Aria lució incrédula y divertida ante su respuesta—. No estaba tenso por algo en particular solo no sé... —sus palabras murieron en sus labios mientras se concentraba en estacionar el auto frente a la casa de ella.
Cuando logró hacerlo, apagó el auto, permaneciendo en la tenue oscuridad, mirándola sin saber cómo explicarse.
— Si no lo dices no lo voy a entender —afirmó ella, viéndolo mover sus manos. Él la miró con un poco de mal humor y exasperación por obligarlo a confesar.
— Quería tener un momento de la muestra para estar contigo, pero Mer se encontraba todo el tiempo conmigo —susurró, sin animarse a mirarla, con el calor agolpado a su alrededor. Estaba seguro que su cara era roja como un tomate.
Aria no respondió a sus palabras, haciendo que no le quedara más alternativa que voltearse hacia ella más allá de su vergüenza y timidez. Lo miraba con el rostro en blanco, grandes ojos llenos de emociones que él no podía describir. Sintió su cuerpo debilitarse ante su reacción y tenía miedo de haber arruinado todo cuando comenzó a vislumbrar una pequeña sonrisa en sus labios.
— Yo también quería pasar tiempo contigo —murmuró suavemente, haciendo que su corazón latiera frenético. Ezio respiró hondo para calmarse, sonriendo—. Y eso suena a una causa particular —agregó acomodándose en el asiento para hacer frente a él.
— Ella es mi amiga desde hace muchos años pero no somos tan cercanos al punto de contarle todo de mí, además siento que ella espera de mí más de lo que puedo darle. Me cuesta decirle ciertos temas —le dijo dubitativo.
— Creo que si es tu amiga debes ser sincero con ella, es peor ignorar sus sentimientos sabiendo que probablemente siente algo por ti —respondió Aria, sintiéndose más sobria de lo que estaba cuando se fue de la casa de Liam. Ezio permaneció mirándola por unos instantes, perdido en sus pensamientos y en la tranquilidad que ella le transmitía.
— Pero, ¿cómo lo hago? —preguntó, sonando perdido y temeroso— No quiero perder su amistad, pero tampoco quiero jugar con ella —agregó, clavando sus uñas en sus manos con molestia.
Aria tomó una de sus manos para impedir que continuara lastimando su piel, y él se aferró a ella con calidez.
— Hay decisiones en las que a veces ganamos y otras perdemos, lamentablemente no podemos tener todo, pero también debes pensar que muchas decisiones son a costa de tu felicidad —le recomendó.
Ezio sintió un escalofrío al rememorar una de las tantas conversaciones con Megan durante sus días como Zander, cuando vivía por los demás sin pensar en él primero.
<Tienes que hacer lo que te haga feliz, debes vivir por ti y por nadie más>
Él cerró los ojos con fuerza, con la respiración irregular, enlazando sus dedos con los de ella, sintiendo que su otra mano daba caricias circulares sobre su piel.
— Supongo que a pesar de los años, sigo comportándome como Zander a veces —rió sombríamente con sarcasmo. La risa de Aria vibró a su alrededor, y estaba seguro que ella tenía en mente lo mismo.
— En el fondo somos los mismos —sentenció en medio de un suspiro. Ezio apoyó su cabeza en el respaldar del asiento, admirando su rostro y perdiéndose en sus ojos, llenos de sentimientos que lo hacían sentir más vivo que nunca.
Aún perduraban la desconfianza ante la felicidad y el temor por perderla, pero tenía más miedo de no poder disfrutar de su compañía y todo lo que ella generaba en él. Desde que había aceptado a Zander como parte de él, se daba cuenta que sus días no eran tan vacíos y malos, tenía una razón para sonreír y querer salir del trabajo, e incluso la relación con su hermano había mejorado.
— Gracias.
Por estar a mi lado; quiso agregar.
— Siempre —respondió ella, sonando como una promesa.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro