Sábado 22 de agosto de 2015 05:16

— ¡Ayuda, por favor! ¡Necesito un médico urgente!

—Tranquilo señor. ¡Traigan una camilla! ¿Qué sucedió?

—Tiene cáncer... se despertó sintiéndose mal y de un momento al otro se desvaneció...

—Apóyela en la camilla ¿Hace cuánto perdió el conocimiento? ¿Qué tipo de cáncer tiene?

—Unos veinte minutos como máximo. Tiene metástasis... en varios órganos, acá tengo los estudios y diagnósticos.

—¿Es usted familiar?

—Soy su pareja.

—¿Hay algún familiar que pueda llamar?

—Ellos viven a 700 km de acá.

—Doctor, las pulsaciones están por debajo de 60 y la presión arterial es de 80/65.

—Llévenla a terapia.

—¿Va a estar bien?

—Debemos chequearla, por favor, diríjase a recepción para ingresarla y luego aguarde en sala, le informaremos en cuanto tengamos algún diagnóstico.

(...)

—¿Familiares de Martínez?

—Sí, yo.

—Me presento, soy el Dr. Cané. La paciente ya se encuentra estable, sufrió una descompensación debido a su anemia y otras consecuencias de su enfermedad. Tengo entendido que no está recibiendo tratamiento alguno.

—No quiso.

—Ya veo. Lamentablemente este tipo de episodios son inevitables debido a su condición. Ahora vamos a dejarla en observación para ver como evoluciona. Le recomiendo que hable con su médico.

—¿Puedo verla?

—En unos minutos lo hacemos pasar.