Viernes 24 de Julio de 2015 18:52

—¿Cómo estuvo?

—Bien, supongo. Mis compañeros me prepararon un almuerzo de despedida. Se esmeraron en hacerme reír, aunque no pude evitar llorar un poco cuando recordamos algunas anécdotas. Me hicieron un regalo hermoso y Javier, mi jefe, me dijo que iba a mantener mi obra social por el tiempo que me hiciera falta.

—Eso es muy considerado de su parte.

—Ha sido un gran jefe y es una muy buena persona.

—Se ve que sí.

—Mañana llega mi mamá.

—¿A qué hora la tengo que ir a buscar?

—A las 9:40 llega el vuelo.

—Muy bien. ¿Queres que vayamos a cenar?

—No te enojas si lo dejamos para otro día, estoy muy cansada. Todo esto de la despedida me dejo agotada.

—Está bien, no te preocupes. Anda a darte una ducha que yo mientras preparo algo para cenar temprano.

—Gracias... por todo...

—No me des las gracias, sabes que haría cualquier cosa por vos.

—Lo sé.