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Caminé lentamente sin poder creer todo esto. Mandaba a mis pies moverse, pero estos lo hicieron solos cuando llegué más cerca de Adam y corté la distancia para tomar su rostro entre mis manos y besarlo. Apenas nos separamos lo abracé aun sin palabras.

— ¿Te gusta? —preguntó.

—Lo amo —contesté titubeando—, Adam yo... todo esto... es hermoso.

—Quería pasar mi última noche aquí solo contigo —contestó tomando mis manos y me regaló una sonrisa—. Desde esta mañana que quería decírtelo.

Parpadeé un par de veces y lo miré algo confundida mientras la bombilla en mi cabeza se encendía. Por algo revisaba su teléfono a la mañana y no fue casualidad el que Lilith me haya sacado de ahí. Todo siempre fue plan de Adam.

— ¿Tenías todo esto planeado? —pregunté incrédula.

Adam asintió regalándome una sonrisa inocente. Solté una de mis manos y golpeé su brazo mientras reía.

—Estuve enojada contigo todo el día —dije en reproche—, ¡hasta pensaba en irme!

—Por algo mandé a Lilith a entretenerte —contestó él con simpleza mientras se encogía de hombros. Miré detrás de mí para notar que Lilith ya se había marchado—. Si te lo recompenso con una noche especial ¿me perdonas?

Volteé hacia él y me reí.

—Depende de que tan especial sea —contesté fingiendo pensarlo.

***

Cenamos entre charlas, risas y fotos graciosas. Adam bromaba acerca de que le debía al abuelo Jack un favor por obligarlo a participar de, palabras de Jack "el ritual pre apareamiento". Por mi parte, le comentaba acerca del día de hoy con este último y Lilith. Ya para cuando terminamos de comer, la noche estrellada estaba encima de nosotros y el ruido de las olas acompañaba a la perfección la música suave de fondo.

—Sabía que Lilith le sacaría provecho de alguna manera a todo esto —suspiró.

— ¡Y qué bien que lo hizo si se llevó tanta ropa como para ponerse su propia tienda! —bromeé.

— ¿Los hizo andar mucho?

—Conocí Beverly Hill de pies a cabeza ¿Con eso te respondo? —contesté.

Adam se rió y asintió. Miró la hora en su teléfono y levantó la vista para regalarme una sonrisa.

—Cenicienta...

—Adam... —le imité en el mismo tono.

—Es hora de llevarte a tu otra sorpresa —comenzó.

— ¿Hay más? —pregunté algo descolocada.

—Por supuesto —dijo sonriendo como si fuera el mejor chiste.

Se levantó y extendió su mano hacia mí. La tomé dudosa e imité su acción.

¿Qué quiere decir con que hay otra sorpresa? ¿Qué es lo que tiene en mente? En serio deseo saber lo que pasa por su cabeza en estos momentos en los que veía como tomaba sus cosas y las mías en el camino. Una vez que recogió todo, se volteó a verme.

— ¿Nos vamos? —preguntó.

Asentí y empezamos a caminar juntos. Saqué mi teléfono y puse la cámara al frente nuestro.

—Nos saquemos una última foto aquí —comencé.

Adam me abrazó por detrás y apoyó su mentón en mi hombro. Sonreí y, antes de apretar el botón, Adam dejó un beso fugaz en mi mejilla que justo tomó la foto.

—Me gusta esa foto —comenzó retomando nuestro camino.

—A mí también, la subiré a Instagram después —dije guardando el teléfono— ¿Me dirás a dónde vamos?

Tomé la mano de Adam y caminamos unidos. Le regalé una sonrisa y él negó con la cabeza.

—Nop, es una sorpresa —contestó burlón.

Caminamos hasta salir de la playa cuando paramos al frente de un descapotable color negro precioso. Adam sacó unas llaves con total naturalidad y apretó un botón haciendo que el auto cobrara vida anunciando que ya no tenía la alarma puesta. Metió nuestras cosas en el asiento trasero mientras yo lo observaba totalmente sorprendida y encandilada por la belleza del coche. Se notaba a simple vista que era un modelo nuevo, tal vez un Ford mustang cabriolet, con partes originales, o el trabajo era tan increíble que lo hacía parecer así y una pintura pareja, no había rayón alguno.

— ¿De dónde sacaste este cochazo? —pregunté.

—Oh, ¿te gusta? Lo compré está mañana —comenzó con una sonrisa orgullosa.

— ¿Si me gusta? ¡Es precioso! —exclamé poniéndome al frente del auto para verlo mejor y me volteé a ver a Adam— ¿Qué tipo de motor tiene?

—Em... ¿yo qué voy a saber? —Contestó riéndose— ¿Quieres conducirlo?

Estaba tentada, muy tentada a decirle que sí y apoyar mi culo en ese glorioso asiento de cuero negro. Pero había otra parte que me gritaba con todas sus fuerzas que no lo hiciera, no sabía tener el control en carretera, no desde Tyler. Tocaba un volante y empezaba a temblar como una maldita gelatina.

—No, está bien... —contesté por lo bajo. Me separé del auto y le sonreí—. Vamos, ya quiero llegar a tu lugar secreto.

Adam puso las manos en los bolsillos delanteros de su pantalón y asintió entendiendo silencioso mis razones, como si recordara todo lo que le conté aquella noche y se le hubiera prendido el foco.

—Está bien, vamos que te encantará el lugar —comenzó abriendo la puerta de mi lado.

Le regalé una sonrisa y entré al auto viéndolo, como podía gracias a las luces tenues, mejor desde adentro. Adam no tardó en rodear el auto y subir al asiento del piloto. Encendió el auto e hizo ronronear el moto para arrancar casi al instante hacia el dichoso lugar misterioso. Viajamos por las calles de Los Ángeles con una música movida de Charlie Puth de fondo.

Entre tanto cerraba los ojos mientras sentía el viento pasar por mi rostro y despeinaba mi cabello mientras movía mi cabeza de un lado al otro al son de la música y cantaba el estribillo.

Sentí la risa de Adam a mi lado. Abrí los ojos justo para ver como parábamos junto con otros autos al frente de un semáforo en rojo. Miré a mí alrededor, no reconocía la calle, pero estaba bastante concurrida y los costados de la calle estaban adornados con palmeras iluminadas sobre nosotros. Por último, mi mirada cayó en Adam, quien me miraba fijo con una sonrisa en su rostro.

— ¿Qué pasa? ¿Tan mal canto? —bromeé.

—No, bueno eso sí —comenzó.

Abrí mi boca fingiendo estar ofendida y golpeé suavemente su brazo causando que él soltara una pequeña risita.

—Pero —prosiguió volviendo la vista al frente y arrancando cuando el semáforo se hizo verde— pasa que me gusta verte así.

— ¿Así?

—Así feliz —respondió Adam.

Sin poder evitarlo, sonreí ante su declaración. ¿Cómo no podía derretirme el corazón si soltaba cosas románticas?

— ¿Quién no sería feliz en este auto? —Bromeé— ¿En esta ciudad? ¿Cómo no estaría feliz con alguien como tú a mi lado?

Las últimas palabras hicieron que ambos nos quedábamos en silencio. El calor debajo de mi oreja creció mientras el silencio de Adam se extendía. Solté eso sin pensarlo, pero no me retractaría si es lo que siento. Compartimos una mirada fugaz cuando el volvió su vista al camino y yo miré hacia las veredas concurridas.

—Entonces haré todo lo que esté a mi alcancé para seguir viendo esa sonrisa —determinó Adam.

Giré mi cabeza para verlo, tenía esa sonrisa ladina que lograba enamorarme aún más cada vez que se formaba en su rostro. Estiré mi brazo haciendo que mi mano fuera a su nuca y acariciara su cabello con dulzura.

— ¿Me dirás a dónde vamos? —pregunté para romper la tensión.

—No.

—Agh —solté separándome de él causando que nos riéramos.

Se me había pegado eso del abuelo Jack.

—Solamente te diré que es uno de mis lugares favoritos en este mundo —confesó.

—Eso no me ayuda, no es una pista válida —me quejé en broma.

—Pues espera entonces, ya estamos por llegar —comenzó.

***

Recorrimos un par de calles más hasta que llegamos a una avenida llena de personas, luces, colores y bares. Lo conocía bastante bien por fotografías, mas nunca había visitado el Sunset Strip en persona hasta el día de hoy.

—Te presento mi lugar favorito —comenzó.

—Es... wow —comencé mientras veía la hilera de carteles luminosos

—Lo sé —aseguró con una sonrisa.

Sin todavía salir de mi fascinación, Adam aparcó el auto en una calle cerca de un bar el cual había una multitud de personas dentro por lo que se alcanzaba a ver desde el balcón de vidrio del segundo piso y una larga fila en la puerta. Adam tomó mi mano y me guió hasta donde estaba el guardia, con quien compartió un par de palabras y, luego de un saludo educado por mi parte, nos dejó entrar sin hacer la fila.

Dentro de este bar, pude ver mejor como era. Por fuera tenía toda la pinta de ser moderno, pero por dentro se sentía como volver a un bar de los años ochenta, con una banda tocando música movida en el escenario al final del bar, de un lado se encontraba la barra, algunas mesas rodeando la pista de baile donde habían varias personas bailando. No sé qué habría en el segundo piso pero seguramente era lo mismo que aquí, un lugar acogedor donde algunas paredes eran de ladrillo y tenían varias fotos instantáneas en blanco y negro de varias personas. Fotos que seguramente se tomaron a las personas de aquí.

— ¡Este lugar es increíble! —hablé por sobre la música—, ¡pero creo que no vine bien vestida para el lugar!

Adam asintió con una sonrisa y acercó sus labios a mi oído.

—Cenicienta, tú logras verte hermosa en cualquier lugar —contestó—. Ven, buscaremos algo para tomar.

Asentí en respuesta y Adam volvió a tomar mi mano. Nos guió hasta la barra y, de nuevo sin hacer fila, Adam se acercó con una sonrisa y se dirigió animadamente hacia el cantinero.

— ¡Tantos años y sigues sin deshacerte de esa barbilla de chivo! —bromeó Adam.

El cantinero arrugó el ceño y se volteó a vernos haciendo que su gesto cambiara al instante formando una gran sonrisa en su rostro. Le dejó el trago que estaba preparando a uno de sus compañeros y se acercó a nosotros.

— ¡Y veo que tú sigues con esos estúpidos tatuajes, hay maneras de borrarlos hoy en día! —le contestó el cantinero.

Adam y el tipo se rieron como si fueran los mejores amigos del mundo cuando la vista de este último cayó sobre mí con una sonrisa. Era moreno, con un pequeño rastro de barba en su rostro y unas rastas que tenía recogidas en un moño enorme encima de su cabeza. Le sonreí de vuelta cuando Adam habló.

—Ella es de quien te hablé —comenzó y se volteó a mí—, Cenicienta, él es Lorenzo, un viejo amigo y quién se afeitará de una vez.

—Es un gusto conocerte —comencé con una sonrisa y extendiendo mi mano hacia él.

—No creas todo lo que te dice este tipo —bromeó estrechando mi mano con una sonrisa—. Es un gusto conocerte, más cuando Adam me habló mucho de ti ¿Cuál es tu verdadero nombre?

Por su acento, podía notar que era de algún lado de Latinoamérica.

—Es Ivanova, pero dime Nova —contesté con una sonrisa.

—Bueno Nova, espero que disfrutes y, para tu noviecito no, pero para ti hay tragos gratis toda la noche —aseguró.

Adam le enseñó el dedo medio en alto ante la respuesta de su amigo. Seguimos hablando un poco más mientras Lorenzo nos dio unas cervezas y nos alejamos cuando otros se acercaron a pedir.

Nos sentamos en una de las mesas rojas que se encontraba bordeando el lugar cuando la banda que tocaba en el escenario ya había terminado dando paso a otra.

—Este lugar es increíble, me hace sentir en los ochenta —comencé y tomé de mi cerveza— ¿De dónde lo conocías?

—Trabajé aquí —confesó.

Me volteé a verlo sorprendida.

— ¿En serio?

Adam asintió y dejó su cerveza encima de la mesa.

—Fue solo un trabajo de verano hace un par de años —comenzó encogiéndose de hombros—. Aquí me hice amigo de Lorenzo y de algunas personas más.

Asentí y miré hacia la pared de ladrillos.

— ¿Y hay alguna foto tuya aquí? —pregunté apuntando a la pared con una sonrisa.

Adam también se volteó y miró a lo largo de la pared analizando cada una de las fotos hasta que giró la cabeza hacia mí con una sonrisa aliviada.

—Ninguna de la que esté orgulloso —bromeó causando que me riera.

Seguimos hablando un rato más de cualquier cosa, algunas anécdotas de Adam trabajando aquí, la universidad, amigos, lo que pensábamos hacer las semanas que nos quedaban antes de volver a la universidad cuando la canción movida que estaba tocando la banda finalizó y, luego de unas cuantas palabras del cantante, los primeros acordes del cover de Tenerife sea de Ed Sheeran empezó a sonar por todo el lugar haciendo que los que estaban en el escenario bailaran al son de la canción.

—Y aquí está tu otra sorpresa —comenzó.

Miré confundida del escenario a él un par de veces hasta que agregó.

—Recuerdo haber escuchado esta canción hace un tiempo y admito que me hizo acordarme de ti —explicó—; así que puede que le haya pedido a la banda que la tocaran.

— ¿Puede? —pregunté sonriendo automáticamente.

—Como ya te dije, tengo varios amigos aquí.

Adam se levantó y extendió su mano hacia mí.

— ¿Bailamos? —comenzó.

Tomé su mano algo dudosa pero terminé asintiendo con una sonrisa y me levanté para seguirlo hacia una parte de la pista de baile. Llevé mis manos a su cuello y él llevó las suyas hacia mi cintura.

—Te aviso desde ya que no sé bailar este tipo de música —avisé.

—Te guio entonces —determinó Adam con una sonrisa—. No tuvimos un baile la noche que nos conocimos así que quería hacer este memorable.

— ¿Eso significa que esta sería nuestra canción? —comencé con una sonrisa.

—Esta es nuestra canción, Cenicienta —aseguró Adam.

Adam me hizo alejarme de él para darme una vuelta y volver a pegarme a su cuerpo causando que sonriera como una colegiala enamorada. Apoyé mi cabeza en su pecho sintiendo los latidos de su corazón algo acelerados mientras ambos tarareábamos el estribillo de la canción que se había vuelto nuestra.

Cerré los ojos sintiendo sus latidos y absorbiendo el aroma de su perfume. Era un momento perfecto, las luces tenues, nuestra canción de fondo y nuestros cuerpos pegados balanceándose de un lado al otro. Sentía como si todo a nuestro alrededor se detuviera, quedando solo nosotros en el lugar, solo nosotros dos en el mundo; como si ni el pasado, ni ningún problema a nuestro alrededor importara en este instante. Como decía la canción, el tenerlo cerca era suficiente para mí.

—Te mentí —Su voz resonó en su pecho.

Levanté la cabeza para mirarlo confundida. Cuando mis ojos conectaron con los suyos, noté que tenía una mirada penetrante a pesar de la poca luz.

— ¿Qué? —pregunté confundida.

—Que te mentí —repitió—. El Sunset Strip no es mi lugar favorito ni tampoco lo es el acantilado de Sacramento; mi lugar favorito es cualquiera en el que tú estés a mi lado.

Necesitaba un médico rápido por la manera en la que mi corazón se aceleró al escuchar eso, estaba chocando desbocado contra mi pecho fuertemente, como si fuera a escapar en cualquier momento y caer en las manos de Adam. Me paralicé por sus palabras y él me regaló una leve sonrisa reafirmando lo que dijo.

—Te amo.

Al escuchar esas palabras, como si hubiera causando un clic dentro de mi cabeza, me incliné cortando la distancia entre ambos y mis labios chocaron contra los suyos en un profundo beso. Adam me correspondió al instante acunando mi rostro con su mano y reafirmando el agarre en mi cintura con la otra. Una vez que nos separamos, apoyé mi frente con la suya recobrando el aire.

Cuando el aire volvió a mis pulmones, sonreí abiertamente.

Lo amaba, amaba cada parte de él, amaba su sonrisa, sus bromas, su manera de entenderme, el hecho de que nunca se haya rendido en buscarme y la manera en la que podía ser meloso causando que se me derritiera el corazón. Lo que más amaba de él era la manera en la que, a pesar de que ya estábamos juntos, él procuraba amarme, cuidarme y conquistarme como si fuera el primer día que nos conocimos.

—Yo también te amo —confesé.

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Estrellitaas ✨✨ les dejo este capítulo para su San Valentín, espero que les haya gustado ❤️❤️

Disfruten este momento antes de todo lo que se viene... MUJAJAJAJA

Ejem ejem, pregunta random del día:

¿Alguna vez les regalaron flores?

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Sin más que decir, los quiero estrellitaas 🌟❤️ Dhalia fuera.

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