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— ¡Ese maldito chikushōme! —exclamó Kira.

Tuve que alejar el teléfono de mi oído por lo gritos de Kira. Le conté a Kira y Thalía por llamada el porqué estaba enojada con Adam. Por suerte se habían juntado a almorzar y la japonesa me llamó para saber cómo iba todo.

Al principio no sabía si decírselos o no, luego me valió mierda y, al ver el conteo de la llamada, supe que iba como una hora quejándome de lo imbécil que es Adam.

Ni ganas de desayunar me dieron luego de que se fue.

Y eso que a mí me encanta comer.

Maldito.

Habla con él, dile que es lo que te enoja —escuché la voz de Thalía.

O toma tus cosas y vete en el primer bus, así entenderá más rápido el mensaje —le secundó Kira después de su sarta de insultos.

Ladeé la cabeza de un lado al otro considerándolo.

—Puede ser... —Pero algo dentro de mí no quería hacerlo— mejor no.

Entonces eres una idiota —finalizó Kira.

— ¿Saben qué haré? Bajaré a la playa, compraré muchas cosas, me emborracharé en algún bar al lado de la bahía, la pasaré de lo grande y después volveré —determiné—. Estoy de vacaciones y nunca vine a Los Ángeles, no pienso quedarme en la cama llorando ni con el culo entumecido en algún bus.

Tienes razón —contestó Thalía—, ve y diviértete porque mereces esas vacaciones.

Y recuerda traer regalos —determinó Kira. La línea se quedó en silencio unos largos segundos en los que supuse que la japonesa recibió una mala mirada de Thalía. Kira agregó para Thalía—. ¿Qué? Si no se va a dignar a hacer una acción coherente por lo menos que traiga suvenires.

—Veo que estás de mejor humor, Kira —comencé cambiando de tema— ¿Pudiste conseguir trabajo?

Aún no, pero sigo buscando —comenzó la susodicha—. Incluso tuve que hacer currículum, ¿Acaso crees que sirvo para eso? Por favor, estoy segura de que con solo ver mi rostro y mi nombre las grandes empresas se estarían peleando por mi culo, pero al parecer así no se manejan las cosas en la vida real. Idiotas.

Me reí por el discurso de la japonesa. Por supuesto que Kira, luego de crecer entre lujos, tendría que acostumbrarse a la vida real.

—Bienvenida al grupo de la prole, Kira —me burlé.

Ja, ja, graciosa —reprochó.

Seguimos hablando de varias cosas más. Cómo de la búsqueda de trabajo de Kira, de cómo iban las cosas en Paulin's con Thalía, de que volvió por vez número mil con Ashton. Ya media hora después, mi estómago rugía así que decidí cortar la llamada asegurándole a Kira de que le compraría algún regalo.

Me bañé y me cambié, poniéndome una remera suelta de tiras finas y unos pantaloncillos cortos negros. Até mi cabello húmedo en un moño desaliñado y, luego de ponerme unas zapatillas y buscar dinero y mi teléfono, salí de la habitación en dirección al restaurante.

El trayecto fue calmado y corto. Con los días, ya me sabía de memoria el recorrido del hotel.

Llegué hasta las puertas del lugar cuando alguien vino a mi lado. Esa era Lilith, quién iba vestida informal, una remera suelta con algún personaje de caricaturas que tapaba sus pantaloncillos cortos, unas sandalias bajas y su cabello atado en dos trenzas cocidas.

— ¡Nova, buenos días! —comenzó.

—Lilith, hola —la saludé con una sonrisa—. ¿Vienes a comer también?

—No —Su sonrisa creció—. Vine a buscarte a ti.

Ladeé la cabeza confundida.

— ¿A mí?

—Sí, me preguntaba si querías venir de compras conmigo, pensaba ir a visitar algunos lugares antes de volver —propuso con una sonrisa inocente.

Ladeé la cabeza de un lado al otro. No me vendría mal el pasar el día con ella, me cae bien y conoce el lugar mejor que yo.

—Está bien, voy contigo —accedí.

— ¡Excelente! —exclamó con una sonrisa iluminada y enganchó su brazo con el mío—. La pasaremos excelente ¿Te molesta si invito al abuelo también?

—No, para nada —hablé mientras Lilith iba tirando de mí hacia la puerta del hotel.

—Bien, porque para que hagamos todo lo que necesito, necesitamos a un adulto mayor con Blackcard —contestó.

Salimos del edificio y al frente de este se encontraba un coche negro lujoso con un chófer esperando al frente y, con un gesto enojado y siseándole cosas al chófer, se encontraba Jack Becher. Llegamos hasta ellos y el chófer, quién contenía una sonrisa, nos abrió la puerta del coche con un asentimiento educado.

El abuelo Becher se hizo a un lado dejando pasar primero a Lilith y después a mí. Agradecí y el chófer volvió a su lugar para arrancar el auto.

—Buenos días señor Jack —lo saludé.

—Serán buenos para ti, a mi hoy me levantó temprano este tipo con cara de no haber tenido una alegría en meses para decirme que la castrosa de mi nieta quiere ir de compras, ¡Nunca el pasar un día con su abuelo! —exclamó Jack y yo me reí por lo bajo. Su rostro cambió en segundos y me regaló una sonrisa—. En fin, buenos días, nombre raro.

— ¡Si este es nuestro día para estar juntos abuelo! —alegó Lilith abrazando como podía a su abuelo y apoyando su cabeza en su hombro.

— ¡Agh, no me abraces que hace calor! —Se quejó Jack moviéndose para quitarla—, regresa en invierno, niña castrosa.

Lilith se rió y se volteó a verme.

—Yo sé que en el fondo me ama —finalizó.

***

Las tiendas a las que nos llevó Lilith eras bastante tranquilas así como muy caras también. Por algún motivo a Lilith ni le importaba este detalle, al llegar saludaba a cada dependienta con una sonrisa y empezaba a elegir cosas.

Por eso nos encontrábamos ahora en la quinta tienda a las que nos trajo, ella se estaba probando ropa y la desfilaba para Jack y para mí quienes nos encontrábamos sentados en uno de los cómodos sofás.

Por suerte, además de las tiendas de ropa, parábamos en tiendas con recuerdos o distintas cosas en las que me encargaba de comprar cosas.

Lilith salió con una gran sonrisa y caminó unos metros para luego girar sobre sus pies mostrándonos el vestido corto de color blanco y dejando relucir los volados de este.

— ¿Qué tal? —preguntó.

—Estás bellísima —alagué.

Lilith me regaló una sonrisa y se vio en el espejo.

—Es bonito pero... —comenzó algo dudosa.

—Sí, como las últimas trece compras que me hiciste pagar —dijo Jack con pesadez y puso una exagerada sonrisa en su rostro—. ¿Qué dirás ahora? "Oh, este es muy largo" "Oh, este no es blanco" "Oh, este es muy negro" nunca un "Este es muy caro" ¿No?

Miré hacia otro lado reprimiendo la risa por el comentario del abuelo Jack. Lilith bufó e hizo un puchero con los labios.

— ¡Abuelo, estoy tratando de decidir! —se quejó pero tenía una sonrisa en su rostro.

—Yo también estoy tratando de decidir si dejarte sin herencia o mandarte a una jodida escuela militar para reformar tu culo castroso —refutó su abuelo.

Apreté mis labios para no reír ante su pequeña discusión. Algunas de las vendedoras atendían a clientas pero miraban una o dos veces hacia nosotros.

—Me extrañarías —contestó Lilith.

Le lanzó un beso a su abuelo antes de volver a meterse con más ropa al vestidor. El abuelo Jack negó con desaprobación la cabeza y rodó los ojos.

—Ustedes dos son adorables —comenté.

El abuelo Jack chasqueó con la lengua y se encogió de hombros para verme.

—Que te puedo decir, es insufrible pero es mi favorita al fin y al cabo —admitió.

— ¿En serio? —pregunté.

El abuelo Jack asintió decidido. Es el primer adulto que por fin reconoce que tiene algún nieto favorito. Muchas veces se lo preguntamos a mi abuela pero ella siempre se escudó diciendo que nos ama a todos por igual.

—Por supuesto, obviamente no quita que quiera al bastardo y a la noviadzilla, pero esa niña castrosa e insufrible siempre va a ser mi debilidad —confesó—. Obviamente no se te vaya a escapar eso al frente de alguno, tengo una reputación que mantener y porque cuando muera tiraré de tus piernas mientras duermes.

Me reí y asentí.

—No pienso decir nada —aseguré con una sonrisa—. Es el primero que conozco que admite tener nietos favoritos.

Jack resopló y rodó los ojos.

—Por supuesto que todos tenemos algún favorito, que no lo digamos es otra cosa —Hizo un vago gesto con la mano para restarle importancia—. No lo decimos porque, bueno, eso de que los niños vienen más sensibles hoy en día.

—Mi abuela dice que un niño no es sensible sino que su aura está menos solidificada —contesté y reí cuando Jack Becher arrugó el ceño y me miró con asco como si fuera un bicho raro. Luego recordé algo—. ¿Usted conoce a Cora Anderson?

Jack asintió y fingió estremecerse con terror.

—Agh, ¡¿Cómo no olvidarla?! La maldita condenada era la persona más pasivo-agresiva que conocí en toda mi vida —dijo y soltó una sonora carcajada como si recordara algo—. ¿Por qué?

—Bueno, ella es mi abuela —confesé.

Su expresión se deformó a una de horror, se alejó un asiento y me miró de pies a cabeza como si fuera alguna criatura mitológica. Por mi parte, le regalé una sonrisa inocente y algo divertida ante su reacción.

— ¡¿En serio eres familiar de la hippie neonazi?! —exclamó.

—La misma —confirmé.

— ¡Mierda! —contestó llevándose una mano al pecho. Miró hacia el techo siseando una sarta de insultos—. ¡Esto es el karma! Seguramente tu abuela me tiró alguna maldición de todas esas hierbas y chuchos que quemaba.

—Sí... me comentó que se habían visto antes —comenté entre risas.

Por su parte, él se quedó viéndome durante un largo rato estupefacto.

—Jodida mierda, hasta te pareces a ella... ¡Esa mujer estaba loca como una cabra! —Comentó y negó con la cabeza riéndose cuando de pronto se detuvo y se volvió a verme—. Obviamente lo digo con respeto.

—Veo que se tienen la misma estima —contesté con una sonrisa.

— ¡Por favor! Hubiera reaccionado mejor hasta si me hubieras dicho que eres bisnieta del mismísimo Mussolini —bromeó se rió de su propia broma— ¿Cómo está Coco?

— ¿Coco? —Me reí por el apodo—. Ella está bien, sigue siendo hippie pero de las pacíficas.

—Excelente, si la ves dile que me debe una millonada de dinero del estacionamiento de mi hospital de todas las veces que se quedó a acampar —comentó.

Me reí ante su comentario. Al igual que mi abuela, podía notar que Jack la recordaba con algo de gracia y nostalgia, no era para nada desde la malicia. Seguramente de todas las veces que mi abuela se manifestó contra el hospital en el mandato de Jack, hasta se hubieran hecho amigos.

— ¿Y alguna vez le hizo caso a algunas de sus manifestaciones? —pregunté con curiosidad.

— ¡Por supuesto que no! —Se rió—, eso hacía que ella se enojara más. Era divertido sacarla de quicio. ¿Sigue en contra de la medicina tradicional?

—Hasta el día de hoy sí, pero no sé por qué —contesté encogiéndome de hombros.

— ¿Qué no lo sabes? —cuestionó confundido. Por mi parte, negué con la cabeza—. Está en contra desde que se murió tu abuelo.

— ¿En serio? No llegué a conocerlo —hablé.

De un momento a otro la charla se había vuelto más seria. Jack asintió tomando el bastón entre sus manos mientras la sonrisa en su rostro se iba volviendo más nostálgica. Miró hacia un punto en el suelo durante unos largos segundos, como si estuviera recordando algo y por ultimo levantó la cabeza para girar a verme.

—Al parecer un hospital de su ciudad atendió mal a tu abuelo. Lo que era una pequeña cirugía se terminó convirtiendo en una infección y de una infección a una sepsis lo que causó su muerte, cuando tu abuela fue a reclamar eso el hospital se lavó las manos —contó.

Asentí lentamente mientras analizaba sus palabras. Nadie en la familia hablaba de aquello, era como un pacto silencioso entre mi mamá y mis tíos para no tocar aquel tema que había dejado desolada a mi abuela. Ahora la entiendo, perdió al amor de su vida y tuvo que salir adelante sola con cinco hijos. Era un tema bastante delicado.

Levanté la cabeza algo confundida y una pequeña sonrisa se formó en mi rostro.

— ¿Y usted cómo sabe eso? —cuestioné.

¿No era que se caían mal?

—Una vez me lo contó cuando salimos a un bar —comentó con naturalidad. Al mirarlo sorprendida, él agregó chasqueando la lengua—. No te creas, la noche terminó con ella tirándome un trago en la cara y una planta en los pantalones.

—A eso sí me lo creo —aseguré.

Ambos nos reímos.

—Ahora entiendo lo de que la vida es un boomerang, tendría que haber apostado el único riñón que me queda por que me volvería a cruzar con Coco, o en todo caso con algún familiar —habló casi con algo de nostalgia y me observó—. Solamente que ahora será permanentemente ya que el bastardo de mi nieto prefiere que le amputen el pene antes de perderte a ti.

Sonreí mientras sentía algo de calor por debajo de mi oreja.

—No creo que sea tan así... —Me achiqué un poco.

Mi gesto decayó un poco al recordar el porqué estaba enojada con él esta mañana.

— ¿Cómo no va a serlo? —Cuestionó—, nunca vi a mi nieto así antes de conocerte. Calaste hondo en el malnacido.

—Y él también es importante para mí —solté pensativa con una leve sonrisa.

Lilith salió del vestidor con varias prendas en sus manos haciendo que ambos volteáramos a verla. Llegó hasta una de las vendedoras con una sonrisa y le dijo un "nos llevaremos todo" para luego volver con nosotros.

—Bien, Nova, elige algo —comenzó.

— ¿Qué...? —contesté descolocada—. No gracias, soy de las que prefieren mirar.

— ¡Oh, vamos! Es mi regalo para ti —aseguró Lilith juntando sus manos y poniendo su sonrisa más brillante en su rostro—. Habrá una fiesta esta noche y hay que ir bien vestidas.

La ropa de aquí costaba un ojo de la cara, tampoco es que haya traído tanto dinero y por supuesto que no dejaría que la hermana y el abuelo de Adam me pagaran algo.

—No es necesario... —comencé.

—Agh, no me vengas con la falsa modestia —El abuelo de Adam se impulsó con su bastón y se levantó pesadamente del sofá. Llegó hasta el lado de su nieta y se giró a verme—. Elige algo así acabamos y nos vamos de aquí, nombre raro.

Me levanté con ellos y dije por lo bajo.

—Es que este lugar es algo costoso... —dije con delicadeza.

— ¡Y una mierda! —me cortó—. Tómalo como un regalo de mi parte hacia la nieta de Cora.

Dudé un poco ante las miradas insistentes de ambos. Ladeé la cabeza de un lado al otro no tan convencida. Pero había quedado con Thalía y Kira de que me daría los lujos en este ultimo día...

—Bien —accedí y apunté con determinación a Jack—, pero se lo pagaré.

No terminé de decir eso que Lilith dio pequeños saltitos aplaudiendo de alegría y me tomó la mano para llevarme hacia la ropa.

***

Al fin, luego de estar casi dos horas buscando algo para ponerme para la fiesta de Lilith de esta noche fuimos a comer a un restaurante. Toda la tarde la pasé bien junto con Lilith y Jack, nos divertíamos con las ocurrencias de uno o de otro mientras caminábamos por las calles transitadas de Beverly Hill. Nos sacamos fotos, visitábamos lugares y compré recuerdos.

Ya cuando fue anocheciendo, Lilith y yo dejamos a Jack en su habitación pero, antes de que se fuera, direccionó hacia el bar. Por nuestra parte, fuimos a la habitación de Lilith para cambiarnos para la dichosa fiesta en la playa de Santa Mónica.

El vestido que me había comprado me encantaba. Era un vestido corto, blanco y de hilo, con una falda básica que llegaba hasta la mitad de mi muslo y de corte corazón con tiras finas. Dejé mi cabello con ondas sueltos y, al ser en la playa, opté por unas sandalias bajas.

Ya para las siete, algo bastante temprano a mi parecer para una fiesta y luego de miles de fotos e historias subidas a las redes sociales, Lilith estaba tirando de mí apenas nos bajamos del auto en la playa. Esta parte estaba algo alejada de la playa principal, el atardecer hacía que el ambiente estuviera casi en penumbras y no se escuchaba música por ningún lado.

Mientras caminábamos, no pude evitar mirar mi teléfono. En todo el día no había tenido ni un solo mensaje de Adam. Sacudí mi cabeza y guardé el teléfono en mi cartera. No pensaría en él esta noche, solamente me emborracharía y la pasaría genial porque era mi última noche aquí.

—No quiero arruinar tu travesía, Lilith, ¿pero dónde está la gente? —pregunté algo confundida— ¿No crees que es algo temprano para la fiesta?

—Es que es una playa privada y nop, no llegamos tarde —Ella de repente se paró al frente mío—, en realidad llegamos justo a tiempo.

De repente noté en el suelo el camino de velas encendidas y de un momento a otro varios arcos con luces se encendieron. Lilith se apartó con una sonrisa y me empujó un poco al verme anonadada por lo que tenía al frente. El camino de velas seguía la entrada a la playa privada y algo de música lograba escucharse a lo lejos.

Caminé lentamente mientras sentía una sensación de adrenalina en el pecho. Las mariposas revoloteaban más fuerte con cada paso que daba. Estaba paranoica de que alguien fuera a saltar encima de mí en cualquier momento y cagara el momento, mi respiración se aceleraba y mis ojos se iban humedeciendo con cada paso que daba.

Dudaba de si esto era por mí, ¿por qué lo sería? Me repetía a cada paso. Me sentía estúpida al pensar que todo este hermoso espectáculo de luces que hacían contraste con el sol ocultándose en el mar como paisaje fuera para alguien más. Pero venía con la ilusión de que fuera así y el miedo de que la persona que esperaba al final del pasillo no estuviera ahí.

Me congelé en seco cuando llegué al final de este pasillo y las lágrimas salieron por mis mejillas. No eran lágrimas de tristeza ni de dolor, eran lágrimas de alivio. Al terminar el pasillo de velas, unos arcos separados se extendían sosteniendo un techo hecho únicamente con hileras de luces, debajo de este, había una mesa con dos sillas y al costado un estéreo poniendo música lenta.

Y entonces lo vi.

Todas mis dudas y temores se esfumaron al instante cuando mis ojos cayeron en Adam, quien me esperaba a un lado de la mesa, tranquilo, con sus manos en los bolsillos delanteros de su pantalón y esa sonrisa que lograba enamorarme cada vez que la veía. Al verme su sonrisa creció y dijo:

—Bienvenida, Cenicienta.

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Estrellitaas ✨❤️

Les dejo un nuevo capítulo y espero que les haya gustado y si fue así denle mucho amogggg ❤️❤️

Les dejo una pregunta random:

¿Qué pasaría si Jack y Cora volvieran a encontrarse?

Explotaría todo seguro ah xd

Ya saben dónde buscarme:

Instagram: dhalia_s.g

Twitter: XdhaliaS


Donde subo un poco de todo y aviso cuando actualizo.

Sin más que decirles, los quiero estrellitaas 🌟❤️. Dhalia fuera.

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