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Entré a la pista de patinaje sobre hielo y sonreí haciendo un saludo con la mano a la chica que trabaja en la cafetería del lugar. Pasé directo hacia la pista donde había varias chicas de distintas edades sobre la pista practicando, algunas se notaba que tenían años de experiencia y había otras que recién comenzaban. Recorrí el lugar con la vista hasta que encontré una cabellera rubia atada en una cola de caballo y me dirigí a ella.

Mientras más me acercaba podía ver como mamá hablaba con dos chicas; ambas asentían concentradas al monólogo de mi madre y respondían cada tanto.

Mamá se dedicaba a entrenar al equipo de hockey sobre hielo así como también a patinadores artísticos, obviamente tenía más experiencia en esta última. Cuando era joven, mamá también fue una patinadora y bastante exitosa con una larga fila de medallas y premios que la abuela se encargaba de mostrarnos cuando éramos niños, con el tiempo, ella supo que su vocación era enseñar a más personas el arte del patinaje y, gracias a su trayectoria y talento, es entrenadora de varias patinadoras profesionales así como, según se decía de su reputación dentro del mundillo del patinaje, descubría nuevos talentos. Obviamente en estas épocas estaba más atareada como nunca ya que unas regionales estaban a la vuelta de la esquina.

Me uní al grupo justo cuando mamá se despidió de las dos chicas quienes volvieron a la pista a practicar. Ella se percató de mi presencia y me regaló una sonrisa mientras se deslizaba para salir de la pista.

—Hola cariño —me saludó— ¿Qué haces aquí? No es que me moleste que vengas, claro.

—Hola ma —saqué del bolsillo de mi pantalón las llaves y se las entregué—. Papá te manda las llaves de la casa ya que se tardará más de lo esperado con unas piezas que recibirá.

—Ah, sí me lo dijo —Las tomó y fue a guardarlas a su bolso—. ¿Ya saliste del trabajo o todavía no entraste?

—En realidad hoy trabajo más tarde, vengo de juntarme con Kira y Thalía —comenté. Una idea se me cruzó por la cabeza y volví a hablar— ¿A ti cuánto te falta para terminar?

—Ya están por terminar, estábamos puliendo algunos detalles de las coreografías —contestó y le dio una mirada rápida a la pista para asegurarse de que todo estuviera bien.

—Bien, entonces te espero así vamos a comer a algún lado —comencé—. Yo invito.

Ella se volvió a verme algo extrañada.

—Está bien cariño, pero no será necesario que pagues —dijo.

— ¿Para qué gano dinero si no te puedo invitar a comer? —me quejé. Ella dudó un poco y yo hice mi mejor cara de perrito—. Será solo por esta vez, además, ¿Hace cuánto no tenemos una salida madre e hija?

Mamá ladeó la cabeza de un lado al otro dándome la razón y terminó por asentir.

—Bien, deja que termine la clase y estoy contigo —aceptó.

— ¡Excelente! Te llevaré a ese lugar de sándwiches que tanto te gusta —aseguré.

Ella me dio una sonrisa y volvió a la pista de hielo, por mi parte, tomé asiento en una de las sillas de las tribunas y me estremecí un poco por el frío. Podía hacer calor afuera, pero aquí dentro se me congelaba el culo.

Invité a mamá porque, además de que hace bastante tiempo no tenemos una salida a solas, quería ver si le podría sacar algo de información acerca de lo que haya pasado con el hermano de papá. Ella seguramente sabe que quería y, como es bastante chismosa, estoy segura de que podría hacerla hablar.

Estuve un rato con mi teléfono hasta que la clase terminó por fin. Mamá se despidió de algunas estudiantes y, luego de ponerse sus zapatos bajos, salimos en dirección al restaurante que le gustaba.  

***

Entramos al restaurante familiar y, luego de estar un rato buscando, conseguimos una mesa al aire libre justo con una sombrilla que nos daba sombra. Apenas nos sentamos, una chica llegó y nos dejó nuestras cartas pero no necesitamos leerlas para ya saber lo que pediríamos. Luego de pedirle a la camarera sándwiches para ambas más una buena ración de papas fritas, la chica se despidió asegurando que traería en un rato nuestras bebidas.

—Estuve viendo algunas coreografías de tus estudiantes y en serio son buenas —comencé— ¿A cuál de ellas llevarás a las regionales?.

—Bueno —Mamá dejó su teléfono sobre la mesa de madera y comenzó a hablar—, se postularon varias chicas, pienso llevar al grupo juvenil para la fase de grupos y estoy intentando convencer a una de las chicas para que participe de la fase de solos.

— ¿A quién? —pregunté.

—Oh, no la conoces, se llama April Cambar, es nueva y comenzó hace poco aquí pero déjame decirte que es una verdadera prodigio —aseguró—. Estoy usando mis métodos de persuasión con ella.

—O sea que le hablas todos los días acerca de las regionales cual acosadora, bonito, muy bonito —bromeé.

Mamá se rió y rodó los ojos.

—Pero me sirve muy bien, es cuestión de días para que acepte —determinó.

—Lo hará, ¿Quién no desearía el tenerte cómo entrenadora? —aseguré.

La camarera llegó con nuestras bebidas y, luego de dejarlas y un "gracias" de nuestra parte, se retiró. Nos serví refresco para ambas cuando el teléfono de mamá sonó. Ella bajó la vista esperando el mensaje de alguien pero arrugó el ceño al parecer decepcionada con lo que encontró.

— ¿Todo en orden? —pregunté.

Mamá asintió con la vista fija en su teléfono. Suspiró y lo apagó para verme.

—Sí... solo esperaba que Jarek pudiera contestarme a donde se iban los gemelos —habló.

— ¿Hoy también salieron? —pregunté.

En estas últimas semanas, desde que comenzaron las vacaciones en realidad, Alexei y Jov han estado bastante extraños. Al principio pensé que era por la escuela de verano, pero, cuando esta terminó para ellos, aún seguían esquivos, saliendo de día y volviendo casi de noche y siempre murmuraban entre ellos callándose cuando alguno se acercaba.

No creo que estén en algo ilícito, pero también me preocupa bastante que personas con el carácter de Alex y Jov estén tan misteriosos.

—Sí, obviamente tendré una seria charla con ellos más tarde —sentenció mamá—. Está bien que yo les de su libertad para salir y más en verano como hice con todos ustedes, pero tampoco para que anden ocultando a donde van. ¿Tú no sabes algo de eso?

Negué con la cabeza al instante.

—No, sé lo mismo que tú —afirmé.

— ¿Segura? Porque sabes que odio los secretos Nova.

—Te aseguro que no sé nada y descuida, que si es algo importante seguro desembucharán pronto —la tranquilicé.

Mamá suspiró y asintió lentamente murmurando entre dientes un "Eso espero".

Luego sacudió la cabeza como borrando ese pensamiento y apoyó sus codos en la mesa para luego recostar su mentón entre sus manos, observar a su alrededor a las demás mesas y hablar.

—Por otro lado —cambió de tema mamá volviendo a mí—, ya sé que pasó un mes pero ¿Alguno de tus tíos te saludó por tu cumpleaños?.

No hablaba de tía Jayleen ni de tío Jem, sino de sus otros dos hermanos, el mayor de todos, Joseph y la gemela de tía Jayleen, Josie. Ellos no pudieron ir a mi cumpleaños ya que tío Joseph se la pasa viajando así como tía Josie se la pasa trabajando, aun así, a pesar de la distancia, todos los hermanos tenían una relación medianamente buena entre ellos.

—Sí, tío Joseph me mandó un mensaje pensando que mi cumpleaños era hoy y después se disculpó —comencé—, y Zaheer me mandó un saludo por parte de toda la familia, incluyendo a tía Josie.

—Pobre Josie, ¿no? Trabaja demasiado —suspiró mamá.

Y esa cierto. Tía Josie es madre de cinco hijos y, siendo una madre adolescente, trabajó desde muy chica en varios lados a la vez para poder darle todas las comodidades a sus hijos, comodidades de las que estos se aprovecharon bien y hasta el día de hoy son unos buitres, gastando más de lo que deben de gastar del salario de mi tía fingiendo que tienen una vida de clase alta. No es que esté mal ser de clase media, pero para mis primos sí, utilizando el dinero de tía Josie pero ni siquiera reconociendo el esfuerzo que hace por ellos.

—Y para personas que ni siquiera se lo merecen —le secundé.

—No quiero decir que tienes razón pero... —dijo mamá dejando lo último al aire.

—Hablando de tíos —comencé. Esta era una oportunidad de oro que debía aprovechar—. ¿Qué sabes del hermano de papá?.

Mi pregunta dejó descolocada a mamá, quien se quedó paralizada en su lugar con un ceño arrugado de confusión y abriendo y cerrando la boca varias veces sin saber que contestar. Se enderezó en un asiento y un poco de rubor, tal vez por el calor, coloreó sus mejillas.

— ¿Por qué quieres saber eso? —cuestionó.

—Porque los escuché hablar con papá acerca de que él lo estaba buscando —admití—. ¿Tú qué sabes de eso?

—Oh... bueno... —dudó un poco— no lo sé. Digo, no sé qué querrá ya que tu padre se niega a hablar con él pero no debe de ser algo importante, no te preocupes por eso.

Nuestra comida llegó y mi boca se hizo agua al ver al sándwich y a la gran bandeja de papas. Le agradecimos por última vez a la camarera y comenzamos a comer en silencio.

Por un lado sabía que mamá respondería así, pero se notaba sinceridad cuando dijo que en realidad no sabía porque el hermano de papá lo estaba buscando, solo me quedaría preguntarle a papá, una tarea bastante complicada ya que es bastante cerrado, o por lo menos lo fue, siempre que le preguntábamos acerca de su familia.

—Yo solo preguntaba porque ambos parecían bastante... ¿preocupados? De que el hermano de papá volviera —hablé luego de unos segundos en silencio.

Mamá dejó el sándwich sobre su plato y se limpió la boca con una servilleta para luego regalarme una sonrisa dulce.

—Descuida, cariño, no hay de qué preocuparse —aseguró—. Las veces en la que lo buscó no fueron por cosas serias.

— ¿Hubieron más veces? —pregunté.

—Sí... no tantas, pero si cuando ustedes eran niños —contestó mamá haciendo un gesto con la mano restándole importancia. 

Asentí lentamente y decidí concentrarme en mi comida. Nos dedicamos a comer hasta que mi teléfono sonó, como mis manos estaban sucias con la mayonesa, toqué apenas con el dedo pulgar el teléfono y me incliné sobre la mesa para leer el mensaje que Adam me envió.

Adam: Hola Cenicienta cómo estás?

Adam: Te hablaba porque Adela se casará en Los Ángeles y me preguntaba si querías venir conmigo al fin de semana familiar.

Adam: Obviamente solo si quieres.

Adam: Pensé en invitarte porque necesito a alguien quien me recuerde porque no tengo que mandar a la mierda a mi hermana.

Me reí con todos los emojis nerviosos y de ruego que le siguieron a esos mensajes. Tomé una servilleta y me limpié las manos, estaba por contestar cuando mamá tomó el teléfono y lo dio vuelta para leer mejor. Bufé molesta. Con lo chismosa que es mamá lo veía venir.

Internamente agradecía que no fueran los mensajes subidos de tono.

—La privacidad es importante ¿No lo crees? —hablé sarcásticamente mientras tomaba mi teléfono.

—Soy tu madre, esa palabra conmigo nunca existió —refutó mamá y apoyó sus codos sobre la mesa juntando las manos— y creo que deberías aceptar.

Ladeé la cabeza de un lado al otro dudando. Primero porque tenía trabajo y no sabía si me podrían dar los días, además nunca había estado antes tanto tiempo a solas como lo estaría con Adam en estos días, eso me ponía algo nerviosa, sería algo así como unas vacaciones con él, y toda su familia.

— ¿Tú dices? —pregunté.

—Por supuesto, ¿por qué no? —comenzó mamá—, no es que te esté dejando ir con un asesino en serie, es Adam y confío en ti en que te portarás bien.

—Es cierto... tal vez pueda hablar en el trabajo y tomarme algunos días —pensé en voz alta—. Aunque...

—Excelente —me cortó mamá.

De repente me quitó el teléfono y empezó a teclear una respuesta. Me incliné sobre la mesa y le quité el teléfono al instante de las manos aun con una expresión ofendida.

— ¡¿Qué mierda, mamá?! —exclamé.

Algunas personas sentadas en las mesas cercanas a la nuestra se voltearon a verme por mi ataque, pero no me importaba y a mamá tampoco.

—Cuida tu vocabulario que no estás hablando con tus amigas —reprendió mamá.

Miré el teléfono al ver la respuesta.

Ivanova: Me encantaría.

La respuesta por parte de Adam no tardó en llegar.

Adam: Bien, entonces te buscaré mañana a las 11,

Adam: Gracias!!

Levanté lentamente la vista de mi teléfono aun sin dar crédito a lo que acababa de pasar. Por su parte, mamá me observaba con una sonrisa de oreja a oreja, como toda lo psicópata que es y esperaba emocionada que hablara.

Dentro de mí lo entendía, mamá y yo siempre fuimos bastante cercanas al ser las únicas dos mujeres de la familia y dentro de su retorcida cabeza y su forma anormal quiere ayudarme. ¡Pero no era necesario que hiciera lo que hizo! Cualquier madre normal solamente hubiera dicho: "Ve, yo te dejo", pero desde los 11 cuando nos enseñó a andar en bici a mí y a Jarek persiguiéndonos desde el auto para que no dejáramos de pedalear supe que con mamá las cosas nunca iban a ser normales... y que si quería aprender algo tendría que pedirle ayuda a papá.

— ¿Y? ¿Qué dijo? —preguntó ladeando la cabeza hacia un costado inocente.

—Que vendrá mañana a buscarme... —Mi voz se fue apagando— ¡¿Por qué hiciste eso?!.

—Porque es una linda oportunidad para que pasen tiempo juntos, además —Se encogió de hombros e hizo un vago gesto con la mano— siempre tiendes a sobre pensar las cosas.

—No sobre pienso las cosas —me quejé.

O eso creo, pensé.

—Tómalo así, necesitas un respiro y aquí tienes tu oportunidad —finalizó con una sonrisa triunfante.

Volví a ladear la cabeza de un lado al otro pero está vez dándole la razón.

Me gustaría tomar esta oportunidad para conocer más a su familia y, de paso, podríamos hacer una primera práctica de cómo sería vivir solos.

—Tal vez tengas razón... —Suspiré dejando el teléfono de nuevo sobre la mesa.

Comí un poco de la bandeja de patatas cuando mamá volvió a hablar.

—Por cierto, ¿Cómo van las cosas con Adam? —preguntó.

—Oh, ¿y ahora es que lo preguntas? —reproché y me reí.

Estuvimos un largo rato hablando acerca de mi relación, era liberador hacerlo además de que me sentía cómoda hablando con ella de estas cosas. Obviamente no le contaba todos los detalles exclusivos de la relación, por ejemplo aun no le comenté acerca de nuestra idea de vivir juntos, pero en líneas generales le contaba la realidad. Nos iba bien, nos divertíamos juntos y si algo nos molestaba del otro simplemente lo hablábamos.

Con el tiempo me sentía más cómoda al estar alrededor de Adam. Estar con él se sentía como estar en un lugar seguro y calmado y al mismo tiempo tener esa sensación de que, con cada palabra, con cada beso o toque, sentía que me tiraba en picada y sin paracaídas, no porque me sintiera insegura, sino porque quería hacerlo por cuenta propia al saber que él estaría abajo para atraparme.

Yo era su Cenicienta y él, con sus virtudes y sus defectos, era mi príncipe encantador, aquel que solo pensaba que existía en las películas.

—Me gusta hablar de estas cosas contigo —reconoció mamá con una sonrisa.

— ¿En serio? —pregunté.

—Sí, siempre quise tener una hija para hablar de chicos y esas cosas —confesó—. Con mi madre nunca pude hacerlo porque cada conversación que comenzaba con ella acerca de tu padre ella comenzaba con un "¿Y nunca pensaste en separarte?".

Me reí creyendo que la abuela sí es capaz de eso.

— ¿Y nunca pensaste en hacerlo? —bromeé.

—Varias veces, pero todos ustedes ya hasta le dicen papá y yo con los años ya me encariñé con él —bromeó haciendo que ambas nos riéramos.

***

Luego de una divertida tarde con mamá, ya yo me tuve que largar al trabajo y mamá se fue para casa. Me gustó bastante salir a solas ya que era algo que nunca solíamos hacer.

Luego a la noche caí en la realidad de que tenía que armar maletas y puede que haya entrado en una pequeña crisis haciendo que toda mi ropa terminara en el piso.

—En serio no quiero ser una molestia pero este viaje me salió de improvisto —me disculpé una vez más con mi jefa.

No hay problema Ivanova, además, lo último que has estado haciendo estos últimos dos meses fueron horas libres, no hay problema —me consoló mi jefa que a decir verdad fue bastante permisiva— Tu diviértete y espero que me traigas un regalo de LA.

Obviamente negociamos de manera justa, lo que devolvería los días con horas extra y me descontaría un día de sueldo, algo justo a mi parecer.

Me reí.

—Por supuesto que le traeré el mejor regalo —aseguré—. De vuelta, muchas gracias.

Corté la llamada y suspiré más aliviada tirando el teléfono en mi cama. Escuché la indiscutible voz de Kira abajo y arrugué el ceño confundida. No sabía que vendría, o por lo menos no me mandó ningún mensaje avisándome.

Salí de mi habitación y cuando bajé por las escaleras la vi mientras mamá le daba un fuerte abrazo y una maleta reposaba a su lado. Ahí entendí todo al instante sin necesidad de que lo explicara, en realidad, siempre me lo veía venir.

Kira levantó la vista y nuestras miradas se cruzaron. Yo le sonreí triste y corrí a abrazarla intentando contener a mi amiga a quien acababan de echar de su casa. 

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Holaaa estrellitaas 🌟🌟. Acá les dejo el capítulo de hoy.

No tengo tanto para decir pero tampoco es que no iba a poner algún aviso así que ¿Cómo están? La tía Dhalia se preocupa por ustedes.

Ya saben dónde buscarme:

Instagram: dhalia_s.g

Twitter: xDhaliaS

Ahí subo cuando actualizo y otras cosas ah

Sin más que decirles, los quiero estrellitaas, Dhalia fuera.

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