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Llegamos al patio trasero y apreté la mano de Adam, este me dio una sonrisa tranquilizante y caminamos hasta la mesa en donde se encontraban mi familia mientras le daba una disimulada mirada a Kira para mantener a raya a mis hermanos.

Las primeras en percatarse de nuestra presencia fueron Fanny y Phoebe quienes me dieron una sonrisa pícara, luego fue tío Jem, quién le dio un ligero golpe a Giorgio quién estaba hablando con mi tía Jayleen, la hermana de mamá, para avisarle que yo ya estaba aquí. Giorgio sonrió y se levantó para estrechar la mano de Adam.

—Adam, ellos son mis tíos, Giorgio y Jem —presenté—. Tíos, él es Adam.

—Es un gusto —dijo tío Giorgio.

Tío Jem se cruzó de brazos y lo miraba con desconfianza. Estrechó su mano por pura cortesía mientras intentaba darle una mirada intimidante.

—El gusto es mío, he escuchado hablar de ustedes —comenzó Adam con una sonrisa, ignorando la mirada de tío Jem.

— ¿En serio? —preguntó Giorgio.

—Por supuesto, Giorgio Contreras y Jem Anderson, trabajan en la multinacional más reconocida de la ciudad —contestó Adam.

La mirada de tío Jem pasó de una intimidante a una de desconcierto para luego ir formando lentamente una sonrisa en su rostro. Yo tampoco pude evitar sonreír. Por su expresión ya sabía que se lo había ganado, no había nada más que amara tío Jem más que su gato que ser reconocido en su trabajo.

—Oh, bueno... —comenzó Jem.

—No te dejes engañar por su encanto —advirtió papá llegando hasta nosotros junto con mamá.

Mamá le dio una mala mirada a papá y se acercó a Adam con una sonrisa para saludarlo con un beso en la mejilla.

—Qué suerte que hayas venido, Adam —habló.

—No me lo habría perdido —aseguró Adam y una sonrisa creció en su rostro para luego contestar—. Ni yo ni mi encanto.

Apreté los labios al instante para reprimir una risotada.

Eso fue un golpe directo para el orgullo de papá quién se cruzó de brazos y achicó los ojos en desconfianza.

—Estaré vigilándote —advirtió y apuntó dos dedos a sus ojos y luego a la dirección de Adam—, las manos donde pueda verlas.

—También está feliz de tenerte aquí —aseguró mamá.

Nos acercamos a mi abuela quién observaba todo en silencio desde su silla. A pesar de ya estar cerca de los 70 no parecía de esa edad, no corría una gota de maquillaje por su rostro, su largo cabello rubio caía en ondas sobre sus hombros delgados que estaban enfundados en la solera ancha de color verde musgo que tenía. Su cuello estaba rodeado por varios collares con dijes y talismanes y sus lentes redondos protegían sus ojos grises.

Así como en su exterior, en su interior la abuela es una mujer muy pacífica, no muchas veces levanta la voz y es de esas abuelas que te gusta abrazar.

Al acercarnos, ella me dio una sonrisa dulce y estiró los brazos para abrazarla.

Obviamente lo hice y apreté al igual que ella mi agarre para luego dejar un beso en su mejilla y separarnos.

—Adam, ella es Cora Anderson, mi abuela —presenté—, abuela, él es mi novio, Adam Becher.

Mi abuela acomodó sus lentes para analizar por completo a Adam con una expresión concentrada y luego regalarle una sonrisa dulce igual que la de mamá.

—Tu aura está algo turbada por oscuridad añeja, pero aun así brilla lo suficiente para saber que estás cómodo con mi nieta —informó—, es un gusto conocerte.

En la expresión de Adam no daba crédito a lo que acababa de escuchar, algo que hizo que volviera a reprimir la risa. Tardó unos segundos pero aun así se recompuso y le regaló una sonrisa educada.

—El gusto es totalmente mío, señora Anderson —saludó Adam.

Tía Jayleen se acercó a nosotras junto con mis primas a saludar. Presenté a todos a Adam y, cuando ya todos los saludos fueron hechos, ya nos pudimos sentar en la mesa. Suspiré más aliviada y le regalé una sonrisa a Adam para luego introducirme en la conversación en la mesa.

Por lo menos ya el peligro había pasado.

***

Me reí de nuevo por las bromas y anécdotas que se compartían en la mesa. Ya era casi de noche y aun así nos quedamos charlando con mi familia y Adam en el patio trasero. Thalía tuvo que irse porque su tía la mandó a llamar –y nadie quiere probar si las amenazas de madre Gothel son en serio– mientras que Kira seguía aquí hablando abiertamente con Jarek y tío Giorgio.

— ¿Cuándo fue eso? Ni lo recuerdo —se quejó tío Jem.

Phoebe se rió.

— ¡No te hagas la Myssie Anderson que estuviste ahí con todos nosotros! —se quejó.

— ¿La qué? —preguntó Adam entre risas.

—Myssie Anderson —respondí— era la hermana de mi abuelo.

—Y esa mujer siempre hacia las cosas para luego hacerse la desentendida —explicó tía Jayleen—, por eso decimos así a cualquiera que tire la piedra y esconda la mano.

—Esa mujer era todo un personaje —le secundó mamá—. Una vez en un casamiento cuando fue a quejarse la policía por el ruido intentó sobornarlos con los souvenirs.

Me reí junto con todos por ese recuerdo. Ni siquiera había nacido para ese entonces pero siempre es una anécdota que les gusta contar.

— ¡¿Lo recuerdas?! —Se rió tío Jem—. "Este problema se puede solucionar fácilmente, oficial, tomé un souvenirs".

Todos estallamos a carcajadas gracias a la buena imitación del tío Jem. Miré disimuladamente y Adam también se encontraba tentado de la risa.

Me gustaba que la pasara bien, temía que se sintiera incómodo pero fue bien recibido por mi familia, lo incluyen en las conversaciones e, incluso papá, lo tratan bien.

—Lo peor de todo es que después de eso quiso culpar a su padre diciendo que él la había mandado a sobornarlos —se rió la abuela—. El aura de esa mujer sí que era realmente peculiar.

— ¿Por qué lo era? —preguntó Adam.

—Felicidades, ya le diste pie para hablar de sus auras —se quejó Giorgio.

—Verás, cada persona tiene un aura distinta pero con cosas en común, dependiendo de su color, forma y brillo —comenzó la abuela ignorando al tío Giorgio—. Y el aura de Myssie en particular era bastante rara, era un aura ambiciosa. En toda mi vida solamente vi que sólo tres personas la portan.

La abuela no pudo evitar mirar de reojo a Kira, quién se reía abiertamente con los gemelos y Luka.

— ¿Y eso es bueno o malo? —cuestionó Adam.

Para ser alguien quien creía fervientemente en la ciencia y lo demostrable como lo era Adam, me sorprendía bastante que estuviera interesado en la explicación de mi abuela. Ella creía en las auras y tía Jayleen sólo un poco, pero el resto no. Aun así no nos metemos con su pensamiento.

—Eso en realidad es cuestionable —respondió mi abuela—. La ambición puede ser tanto buena como mala pero eso es algo que no puede percibirse. Se cree que es según el brillo de las personas, algunas pueden ser muy brillantes —Hizo un vago gesto con su mano lleno de anillos hacia Adam— o muy oscuras.

Acto seguido dio una mala mirada en dirección a Giorgio y papá. Me reí por lo bajo mientras papá resoplaba y le daba un largo trago a su vaso de cerveza y Giorgio se llevó la mano dramáticamente al pecho.

La abuela podía ser la persona más pacífica del mundo, un ser que puede dar amor a todo el mundo, pero nunca, jamás, admitiría que alguno de sus nueros le caen bien.

— ¿Por qué aura oscura? ¿Porque soy negro? —se quejó en broma Giorgio haciendo que papá se riera.

Tío Jem le dio un golpe en el brazo y compartió una mirada resignada con mamá mientras que su madre se dirigió a ambos.

— ¿Ven por qué deberían de haber elegido mejor?

Papá pasó un brazo sobre los hombros de mamá y, con su mano libre, levantó su vaso de cerveza en dirección a mi abuela.

—Sé que en el fondo nos quieres, Corita —finalizó.

—Me gustaría saber más de ti Adam —comenzó mi abuela ignorando a papá.

—Cierto. ¿Sabes?, tu apellido me suena de algún lado, pero no puedo saber de dónde —comenzó tía Jayleen.

Compartí una mirada con Adam y él dio una sonrisa algo nerviosa causando que papá se cruzara de brazos recostándose en su silla y sonriera augurando lo que se venía. Sabe que la familia de Adam maneja un hospital y que mi abuela odia a los doctores.

— ¿Será porque su familia es dueña de uno de los hospitales aquí en Sacramento? —comentó Jarek.

Le di una mirada cargada de una indirecta muy directa. Jarek entendió al instante y se volteó a Adam para luego formular con los labios un "Lo siento".

La mesa se quedó en silencio y todos nos volteamos a ver a la abuela. Su expresión era indescifrable, parecía analizar a Adam, pero, para sorpresa de todos, se encogió de hombros y se volteó a tía Jayleen para hablar:

— ¿Qué? ¿Tú no lo sabías?

— ¿Tú sí? —cuestionó Fanny.

—Por supuesto, lo supe por su apellido apenas me lo presentó Nova —contestó y se dirigió a Adam, quien no salía de la sorpresa, con una sonrisa nostálgica—. ¡¿Cuántas veces me habré manifestado en contra de tu abuelo?!

Yo, al igual que Adam, ni siquiera podía salir de mi sorpresa. Por un lado, porque pensé que reaccionaría peor de lo que fue su reacción verdadera, por otro lado, nunca supe que mi abuela fuera a manifestaciones, sabía que se consideraba hippie, pero no de los revolucionarios.

— ¿Usted conoce a mi abuelo? —preguntó Adam incrédulo.

—Por supuesto —aseguró mi abuela.

—Sinceramente, pensé que reaccionarías peor, mamá —comentó tío Jem.

—Sí, y más cuando a mí casi me haces una tercera guerra mundial porque te dije que estudiaría medicina —se quejó Luka y se dirigió hacia Adam—. No es que te esté pateando en contra ni nada.

—Pero parece que sí —se burló Aaron con la vista en su teléfono.

—Tú vuelve a tu teléfono —se quejó nuestro hermano.

—No entiendo que les sorprende, seguramente él ya sabía sobre mi pensamiento acerca de los doctores gracias a Nova —respondió y se volteó a Adam esperando que hablara.

—S-sí, por supuesto. Aunque no lo comparta, respeto su opinión —habló rascando su nuca.

— ¿Ven? —demostró la abuela pacíficamente—. Sí, estoy en contra de lo que promueve su familia pero ¿Por qué decírselo? ¿Qué gano haciéndolo ya que no soy alguien cercana para intentar generar un cambio en él? Sería algo descortés intentar hacerlo.

Solté un suspiró silencioso dejando que el alivio llenara mi cuerpo. Apreté la mano de Adam en señal de apoyo y le sonreí, habíamos salido de ésta ilesos. Luego de un largo silencio, la abuela acomodó sus lentes redondos y nos regaló una sonrisa. Por otro lado Phoebe silbó.

—Wow abuela, ¡qué profundo! —comenzó y sacó su teléfono—. Publicaré esa frase en Twitter.

***

Caminamos junto con Adam lentamente por el jardín delantero en dirección a su auto. Ya era de noche por lo que seguramente mi familia se iría en un rato también. Kira se fue un rato antes por algo de que tenía que ayudar a su madre con una fiesta o algo así y Adam tendría que levantarse temprano mañana para ayudar a su padre en el hospital.

—La pasé bien —confesó Adam una vez que llegamos al auto—. Tu familia es divertida.

Adam se apoyó en la puerta del auto y me tomó por la cintura para atraerme lentamente hacia él. Por mi parte, pasé mis manos a su cuello apoyando mis brazos en sus hombros.

—Yo también, me alegra que hayas venido y que le hayas caído bien a mi familia —comenté más aliviada.

— ¡Ah, por cierto! —exclamó Adam.

Él se enderezó haciendo que nos separáramos. Abrió la puerta y buscó algo en la parte que estaba entre ambos asientos delanteros. Por mi parte, me incliné un poco para intentar saber que era lo que estaba buscando. Al parecer Adam encontró ese algo y se volteó a verme extendiendo en mi dirección un pequeño cuadrado color azul marino con un moño celeste encima.

Sonreí emocionada y algo nerviosa tomando la pequeña caja que era ligera.

—Quería darte esto cuando estuviéramos a solas —comentó.

Arrugué el ceño curiosa y aun con una sonrisa en mi rostro.

Abrí la pequeña caja lentamente y la emoción se alojó un mi pecho al ver la pequeña llave en el centro. Levanté la mirada para verlo, él parecía nervioso esperando mi reacción. Por mi parte, mis manos temblaban y sentía que si tomaba la llave se me caería y arruinaría el momento, pero aun así la felicidad y las famosas mariposas se alojaron en mi estómago al saber lo que esté pequeño regalo significaba.

No era tonta, unía los puntos al instante hacia la respuesta más obvia.

—Adam... —comencé.

—Lo estuve pensando toda la semana y me di cuenta de que estuvimos bastante tiempo juntos en el verano y sobre todo en mi departamento, por lo que pensé... —me cortó. Hablaba rápido y jugaba con sus manos— Digo, en serio me gustaría que te mudaras conmigo, no necesitas mudarte definitivamente ahora, podríamos probar por un tiempo lo que sería la convivencia y podrías cruzarte una vez que volvamos a la universidad, obviamente solo si tú...

Mi sonrisa fue creciendo mientras más iba hablando. Corté la distancia entre los dos y lo besé. Adam se sorprendió al principio pero se unió y me siguió la corriente al instante convirtiendo, en lo que en un principio quería que fuera un beso inocente, a uno más apasionado removiendo todo en mi interior. Volviendo a pasar sus brazos por mi cintura, apretó su agarre pegando más nuestros cuerpos y abriendo pasó su lengua entre mis labios. Pasé los dedos de mi mano libre por su cabello mientras que con la otra me aferraba a la pequeña caja.

Nos separamos por falta de aire y Adam me dio un pequeño beso para separarnos por completo pero aún me mantenía pegada a él con sus brazos en mi cintura.

— ¿Eso es un sí? —preguntó burlón.

Me reí y asentí.

—En realidad eso fue un "¡Mierda, me encantaría!" pero puedes tomarlo como quieras —bromeé—. Es el mejor regalo de todos.

—Obviamente deberíamos hablarlo mejor para ultimar detalles —comenzó.

—Por supuesto que lo haremos —aseguré— porque en serio quiero que me hagas café a la mañana.

— ¡¿En serio?! —se quejó en broma.

—Por supuesto, es un requisito indispensable —exclamé.

—Entonces tendré que cambiar la cafetera —Suspiró resignado y me sonrió—. Me tengo que ir, pero ¿Hablamos después?.

—Hablamos después —afirmé.

Nos separamos y él se subió a su auto, arrancó y se asomó por la ventana.

—Adiós Cenicienta —se despidió.

Me incliné hasta quedar a su altura y le di un suave y pequeño beso en sus labios para luego separarme del auto.

—Adiós acosador —me despedí.

—No me llames así —se rió.

—Acostúmbrate así como yo lo hice al "Cenicienta" —le respondí.

Nos reímos y el auto empezó a andar. Retrocedí lentamente por el jardín e hice un gesto con la mano en forma de saludo, Adam imitó mi acción y el auto desapareció por la esquina.

Por mi parte, sonreí y bajé mi vista hacia la caja con la llave.

En serio ya me había acostumbrado al Cenicienta.

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Estrellitaas 🌟🌟

Les dejo nuevo capítulo y espero que les haya gustado❤️❤️

Pregunta del día:

¿Qué les pareció Cora Anderson?

Sin más que decirles, los quiero estrellitaas ❤️🌟. Dhalia fuera

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