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—Bien, vamos empatados —comenzó Adam dramáticamente—. El último round decide, el que gana se lleva la gloria y el que pierde la vergüenza eterna, además de tener que pagar los helados.

— ¿Todo por no saber atrapar un osito de goma con la boca? —inquirí mientras reía.

—Tú misma lo has dicho, así que —comenzó y levantó el osito de goma apuntando en mi dirección— a la 1... a las 2... y a las... 3.

El osito voló por los aires y yo abrí la boca al instante moviéndome de un lado al otro y, en un último momento, al saber que iría al piso pude atraparlo con las manos y lo llevé directo a mi boca y celebré moviendo mis brazos mientras tragaba la gomita. Por su parte, Adam se quejaba.

— ¡Eso fue trampa, no se vale!

—Ve pagando mi helado, niño rico —me burlé.

Como eran vacaciones, la compañía de cine de la ciudad siempre organizaba todos los sábados de estos meses el cine al aire libre. Constaba de poner una gran pantalla en el parque y varias familias, amigos y parejas se reunían alrededor como forma de picnic para ver la película que pasarían totalmente gratis. Adam y yo habíamos optado esta decisión de venir casi todos los sábados y ver la película aunque no la conociéramos, ese era el juego, conocer nuevas películas que nunca habíamos visto antes.

Esta noche daban Casablanca que no necesitabas ser un cinéfilo para saber que era una película antigua. Hasta ahora me está gustando, a Adam no tanto si del aburrimiento comenzó este juego con ositos de goma.

Seguimos viendo en silencio la película que ya estaba a punto de terminar. Por mi parte, necesitaba con urgencia saber qué pasaría con Rick e Ilsa. Por otro lado, Adam se recostó con mis piernas cruzadas de almohada mientras jugaba con mi cabello.

La película dio a su fin dejando a gran parte del público llorando, por mi parte estaba furiosa con el final, me parecía uno muy injusto. Mientras pasaban los créditos y algunas personas se levantaban para recoger sus cosas, encontré a Adam durmiendo. Lo moví para que se levantará y el refunfuñó algo para volver a acomodarse más.

—Adam —lo llamé moviéndolo con más fuerza.

Él abrió los ojos exaltado y, al verme, su rostro se suavizó.

— ¿Ya terminó la película? —preguntó pesadamente mientras se sentaba en su lugar.

Tomamos nuestras cosas y guardé la comida que habíamos traído en mi mochila y la cargué en mi espalda para luego levantarnos. Adam liberó un bostezo y extendió su mano para que lo ayudara a levantarse. Lo ayudé y hablé.

—Sí, lo sabrías si no te hubieras dormido —dije medio en tono de reproche.

—No me dormí, descansé los ojos un rato —se excusó.

Quité el pasto de mis piernas y mi short y le regalé una mirada cínica. Él me regaló una sonrisa inocente para dejar un rápido beso en mis labios y tomar mi mano. Empezamos a caminar en dirección a la heladería que quedaba a un par de cuadras de aquí. La noche estaba calurosa por lo que, por más que sean pasadas las 10, aun transitaban varios autos y por las veredas iluminadas se encontraban sentados y transitando varios grupos entre estos familias y amigos. Pasamos cerca de un show ambulante rodeado de muchísimas personas evitando que viera a los protagonistas cuando Adam volvió a hablar.

—En todo caso ¿en qué terminó?

Decidí abandonar mi postura de reproche para poder quejarme libremente.

— ¡¿Puedes creer que Ilsa y Rick no terminaron juntos?! —exclamé.

— ¿Y debían de quedar juntos? —tanteó Adam.

— ¡Sí! Porque merecían quedar juntos pero no, ella se fue con su esposo. "Siempre nos quedará París" ¡Ni un carajo! —me descargué.

—Ah... de ahí viene esa frase —comentó Adam ajeno a mis quejas. Le di una mala mirada y él se rió—. Está bien, es solo una película, piensa que se reencuentran años después y tienen un montón de hijos.

No pude evitar reír por su broma.

—Pero ya no me sirve porque sé que no quedaron juntos —determiné.

—Espero que el sábado que viene den una película del 2000 para adelante —dijo y me miró para agregar— y con un final feliz así no se queja la señora.

Volví a reír para luego caer en algo. Me detuve y él se volteó a verme.

—El sábado que vienen no podré —le informé.

Mi novio arrugó el ceño y me miró confundido.

— ¿Por qué?.

Jugué con mi cabello algo nerviosa y sintiendo como crecía el sonrojo debajo de mi oreja. Me debatí unos largos segundos en si decirle o no cuando me resigné. Bueno, en algún momento tendría que saberlo.

—Porque vendrá toda mi familia, ya sabes, por eso de mi cumpleaños.

—Oh, cierto... —sonrió algo nervioso y pasó su brazo por mis hombros acercándome a él y admitió—. Lo olvidé lo siento. ¿A qué hora dices que vaya?.

— ¿A dónde? —pregunté automáticamente.

—A tu casa, dijiste que harías una reunión —comenzó. Ante mi silencio prosiguió—, a menos que no me quieras ahí.

Ahora si nos detuvimos por completo y, al ver las personas que pasaban, nos hicimos a un lado en la vereda. Él se apartó para observarme de frente.

Y por esto sabía que sería difícil.

—No es que no te quiera ahí —sentencié—. Solo que... este tema me pone algo nerviosa, no por ti ni por mi familia es que... ¿Sabes? Nunca lo hice.

—Nunca presentaste a alguien con tu familia —tanteó Adam.

— ¡Exacto! —lo apremié.

—Está bien, si quieres no voy —comenzó y se acercó más a mí pasando su brazo por mi cintura—. Luego puedo darte tu regalo.

En serio no sé cuál fue la buena causa que hice para merecerlo.

No pude evitar sonreír y soltar una pequeña risita bajo su mirada pícara y dejó un pequeño beso en mis labios.

—Quiero que vayas —dije—, obvio sólo si quieres.

—Que rápido cambiaste de opinión, fue por el regalo ¿cierto?.

—Sí —admití— y porque no te ves como alguien que saldría corriendo.

—No pienso hacerlo —aseguró.

***

Volví a verme en el espejo por milésima vez. De cualquier ángulo que lo viera, sabía que me encantaba como me quedaba este vestido que me regaló mamá hoy. Era uno suelto, corto hasta la mitad del muslo, de color celeste y tiras finas. Lo amaba, combinaba bien con mi color de ojos y era bastante fresco para el calor que hacía.

La puerta de mi habitación se abrió y mamá entró. Se escuchó un grito y detrás de ella venía Phoebe y Fanny, mis primas. Se adelantaron a mamá y llegaron a abrazarme, por mi parte las recibí con una sonrisa y los brazos abiertos.

Las quería mucho, no éramos tan cercanas como cuando éramos niñas ya que Fanny trabajaba y Phoebe va a una universidad en el extranjero. Ambas, al igual que todas las mujeres del lado de la familia de mamá, también tenían el cabello rubio pero con ojos marrones y algunas pecas por sus rostros.

— ¡Chicas, las extrañé mucho! —exclamé.

Nos separamos y Phoebe fue la primera en hablar.

—Nosotras también —me acercó a ella y sacó su teléfono—. Ven, subamos una historia a insta.

Nos sacamos una foto las tres y Fanny pasó a darme los regalos para luego sentarse en mi cama.

—Oh, mis seguidores te amarán —exclamó Phoebe mientras miraba su teléfono.

—Espero que te gusten, mamá estuvo por todos lados buscándolo —comentó Fanny y se volteó a mamá—. Ya sabe cómo es su hermana, tía, hasta que no está satisfecha no vuelve a casa.

Mamá se rió dándole la razón.

Quité el regalo de la bolsa y sonreí contenta. Era el perfume que yo más amaba, lo llegué a usar en algún momento y lloré cuando se acabó. Seguramente mamá le dijo que me lo comprara.

— ¡Lo amo! ¡Gracias! —exclamé y lo rocié a la altura de mi cuello.

— ¿Y qué tal los 22? —comenzó Fanny.

—Mhm... casi igual que los 21 —bromeé.

Las hermanas compartieron una mirada y se voltearon a verme con una sonrisa.

—Lo que verdaderamente queremos preguntar es ¿Cuándo vendrá tu novio? —canturreó Phoebe.

—Mas tarde —contesté sin dar tantas explicaciones.

Si bien ya habíamos hablado acerca de que él conociera a mi familia, aún así tenía un poco de nervios. Nervios los cuales no se irían hasta que Adam llegara, lo cual todavía no pasó.

—Está algo nerviosa por eso —comentó mamá.

—Conociendo al tío quién no lo estaría —bromeó Phoebe.

—Estoy bien —me quejé con una sonrisa—, ya vendrá y papá no saltará encima de él.

Miré a mamá al decir esto último, más que en un comentario en un pedido. La familia de mamá lo conocería y no necesitaba a papá respirando sobre la nuca de mi novio.

Mamá levantó ambos dedos pulgares en una seña afirmativa con su mejor sonrisa.

—Hablando de eso, debo ir a tener una charla con Jones —recordó mamá—. Las espero abajo, niñas.

Asentí y ella desapareció por la puerta. Desde la última conversación que escuché de ambos no podía evitar pensar que esa y cada "charla" que ellos tendrían sería acerca de este hermano de papá.

Nunca me interesó conocer a la familia de mi padre, tal vez de niña sí, algunas veces, pero desde que ellos mostraron su claro rechazo hacia mi familia supe que no necesitaba conocerlos. Pero esto era distinto, el bichito de la curiosidad me había picado y, si bien no tenía el más mínimo interés en conocer al tío, quería saber por qué necesitaba, después de tantos años, hablar con papá.

—Te esperamos abajo, Nova —me avisó Fanny.

—Ya las alcanzo —informé volviendo a la realidad.

Ellas también salieron de la habitación dejándome sola. Volví a mirar al espejo decidiendo no hacerme la cabeza con eso, o por lo menos no hoy. Tenía otras cosas por las que preocuparme.

***

Ya tenía todas las posibles fallas controladas, es decir, mamá se encargaría de controlar a papá y Kira y Thalía a que mis hermanos no me dejen en ridículo como seguramente pensaban hacer. Si cruzaba los dedos y le rezaba a todas las entidades divinas posibles, estoy segura de que todo saldría bien.

Miré mi teléfono y no faltaba tanto de la hora que habíamos acordado en esta semana. No creo que la familia de mi madre sea mala con Adam, ellos son buenos, algo bastante peculiares, pero buenos.

Todos nos encontrábamos en el patio trasero sentados en la larga mesa de madera. Mis hermanos no sé dónde se encontraban y papá y mamá iban y venían de la cocina sirviendo comida y charlando con todos.

Por mi parte, me senté con tío Jem quién me dio un fuerte abrazo.

—Cariño, ¡Como haz crecido! —comenzó tan efusivo como siempre envolviéndome en sus brazos—. No sabes lo que te extrañé, Lloyd también te extraña.

Lloyd, su gato siamés que se encarga de rasguñarme cada que me ve. No entiendo como ese gato puede ser huraño con todos menos con él.

Aun así sonreí.

—Yo también te extrañé, tío Jem —lo abracé de vuelta y me dirigí hacía su esposo, Giorgio— y a ti también, tío Gio.

—Oh, yo también, rubita —me saludó tío Giorgio—. Espero que te guste nuestro regalo.

—Creo que mamá lo guardó, será el primero que abriré —afirmé.

Sonreí emocionada y di pequeños aplausos. Los amo tanto casi como amo sus regalos. No es por ser materialista, pero mis tíos siempre me dieron excelentes regalos de niña, que menos podría esperar de un empresario y un relacionista público de una multinacional que, aunque no lo admitan, soy su sobrina favorita.

—Nova, Adam llegó —llamó mamá.

Me levanté como si mi trasero fuera impulsado por un resorte y les sonreí a mis tíos.

— ¿Y quién es Adam? —cuestionó tío Gio con una sonrisa.

—Mi novio —contesté.

— ¡¿Novio?! Pero como es eso si ni puedes tener novio hasta los 30 —exclamó tío Jem y se volteó en dirección a la cocina— ¡¿Cuñado, tú estás al tanto de esto?!

—Lamentablemente sí —habló papá apoyado en las puertas doble.

Ignoré sus comentarios y caminé rápidamente y dando grandes zancadas hacia la sala. Ahí, mamá y Adam estaban hablando, lo que más me llamó la atención de este último es que tenía varios regalos consigo. Él al verme sonrió y mamá, al percatarse de mi presencia, habló.

—Los dejo solos —Y desapareció dejándome a solas con él.

Llegué hasta Adam con una sonrisa algo emocionada y lo abracé para luego darle un pequeño beso en los labios.

—Viniste —hablé.

—No iba a perdérmelo —aseguró y me extendió como tres cajas de regalo—. Feliz cumpleaños, Cenicienta.

No voy a mentir, amo demasiado los regalos, creo fervientemente que los cumpleaños son las mejores fechas porque los recibo y, de nuevo, no quiero sonar materialista pero el hecho de que Adam venga con dos cajas de tamaño algo grande y una pequeña con papel de envoltorio llamativo hacía que lo amara aun más.

—Oh, no debiste —dije cortésmente.

—Sí, debía —comenzó y me los fue entregando de a uno—. Uno por cada año que pasé buscándote y, el de este año. Lilith me ayudó a elegirlos por si no te gustan.

Bajé la vista hacia los regalos en mis brazos y volví a mirarlo con una extraña pero hermosa sensación en el pecho, en donde mi corazón latía con fuerza y quería salirse de este. Si algo me gustaba más que sus regalos, eran lo que significaban.

Los dejé en el sofá a nuestro lado con sumo cuidado y me acerqué a él pasando mis manos por su cuello para dejar un suave pero significativo beso en sus labios. Nos separamos para quedar a poca distancia.

— ¿Dónde estuviste toda mi vida? —hablé.

—Buscándote —afirmó.

Sonreí. Dejé un último y fugaz beso en sus labios, me separé de él para tomar su mano y hablé.

—Ven, te presentaré a los demás.

—Bien —accedió—. ¿Algo que deba saber antes?.

—No tanto —comencé—. Cuando hay un cumpleaños suelen ser inofensivos. Eso sí, deberás fingir que amas a los gatos si quieres ganarte a mi tío.

—Anotado, fingiré que amo a esas máquinas de arañar y soltar pelo —comentó Adam.

—Mientras tío Jem no te escuche decir eso estarás bien —bromeé—. Ah, y mi abuela es algo severa y...

Me había olvidado de ese pequeño detalle. Me detuve algo dudosa y Adam arrugó el ceño con un atisbo de preocupación.

— ¿Y...?

—Y odia a los doctores —confesé.

—Oh... ¿Qué tanto... los odia? —tanteó.

—Imagínate, intentó persuadir a Luka por dos años de no hacer, sus palabras no las mías, "esa carrera nefasta" —respondí—. Es bastante hippie del estilo naturalista. Cree que los doctores no deberían interferir de lo que la madre tierra se encarga y cosas así. Mientras no toques el tema estarás bien.

—Bien, bien puedo con eso —afirmó.

Asentí esperando que lo que dijo se cumpla. Fuimos a dejar los regalos junto con los demás y caminamos lentamente hacia la cocina donde seguramente papá nos estaba esperando. En la cocina, para mi sorpresa, no había nadie, seguramente todos ya se encontraban afuera.

Tomé la mano de Adam en busca de apoyo y le di una sonrisa nerviosa.

— ¿Listo?.

Con su mano aferrada a la mía, tiró un poco de mí para dejar un suave beso en mi frente.

—Por supuesto, Cenicienta —afirmó.

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Hooola hola estrellitaaaas, renaci de entre los trabajos del colegio (no se hagan ilusiones tengo muchos más, jel mi). Espero que les haya gustado el capítulo ❤️❤️

Sin más que decirle, vayan a darle amor a algún gato y carpe diem.

Los quiero estrellitaas, Dhalia fuera.








































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