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Paré el taxi frente a las residencias, entre estas la de Adam, pagué y bajé. Ya estaba anocheciendo por lo que las farolas de la vereda iluminaban levemente los departamentos.

Caminé lentamente obligándome a seguir y no dar la vuelta para huir. No lo haría, esta vez no. Por más que los nervios me presionaran el pecho, ya estaba lista para hablar con él de todo lo que pasó. Ya no había secretos entre nosotros, podríamos tener una conversación acerca de nuestra discusión y luego decirle que hubo un tiempo en el que dudé de ser Cenicienta. Lo tomaríamos como una broma y listo.

Sabía qué hacer, lo sé porque estuve todo el camino en el taxi practicando que decir. Primero iré con calma, le diré que vine a hablar y, sólo si es necesario, echaré la carta de la ley del hielo mensual a mi favor.

Mientras más me acercaba, sonreí al notar que el auto de Adam estaba aparcado al frente, pero mi sonrisa se fue desvaneciendo cuando noté otro auto, a la vista bastante caro. Estaba por acercarme cuando la puerta del departamento de Adam se abrió de golpe y unos gritos le siguieron.

—¡…Ya está decidido! —el que gritó fue su padre.

—¡Ya estoy grandecito para seguir tus órdenes! —se quejó Adam en la puerta.

Estaba lo suficientemente lejos y detrás de un árbol escuchando todo. Parecía una acosadora, pero en mi defensa creo que me daría más vergüenza llegar ahí en medio del campo de batalla a que estar aquí.

Si te vas seguramente ni te ven.

Lo veía como una buena opción.

Su padre se subió al auto costoso y pegó un gran portazo. Arrancó causando un chirrido de las ruedas contra el asfalto mientras yo retrocedía lentamente buscando irme. Adam se veía furioso, sus manos estaban encerradas en puños a sus costados, la mandíbula tensa y los ojos oscuros, pero eso en parte era por la poca iluminación.

La calle vacía quedó en completo silencio.

Siseó algo que no logré entender cuando su mirada cayó en mí.

Excelente, comenzamos bien.

Mantuvimos la mirada en un total silencio incómodo. Él ladeó la cabeza hacia un costado intentando ver mejor. No parecía enojado, la rabia de hace unos segundos se había transformado en confusión. Por mi parte, por cada segundo que pasaba más quería que me tragara la tierra.

Sonreí nerviosa y me llevé la mano hacia la parte lateral de mi cuello, en especial debajo de mi oreja en donde el sonrojo se extendía hasta la parte de mi nuca.

—¿Nova? —habló por fin.

—Adam —canturreé apoyándome en el árbol en el que me había escondido antes.

Bajó los tres escalones de su entrada y caminó lentamente hacia mí con las manos en los bolsillos delanteros de si chándal. Por mi parte, me quedé congelada en mi lugar mientras me dedicaba a analizarlo. Tenía un poco de sombra de algunos días sin afeitarse, llevaba una camiseta vieja y un pantalón de chándal gris, su cabello estaba algo corto y, a pesar de las tenues luces de la calle, aún podía notar algo de ojeras.

—¿Qué haces aquí? —preguntó.

—Bueno, yo… —Y en ese divino momento olvidé todo lo que había planeado decirle— ya sabes, venía a verte pero se nota que no es un buen momento así que…

—Ah, viste la discusión con mi padre —dijo más como una afirmación que pregunta—. Siempre discutimos así, siento que hayas tenido que ver eso.

—Oh, no, está bien si quieres vuelvo en otro momento —comencé.

—Quédate.

Volvimos a quedarnos en silencio. No lo dijo como una orden, sino más bien como un pedido. Tenía los ojos cansados y los hombros encorvados.

Terminé por asentir en silencio.

Entramos a su departamento. Este seguía impecable desde la última vez que vine, la única diferencia era los vasos a medio tomar encima de la mesa y un papel arrugado en una bola.

Adam se llevó estas tres cosas a la cocina. Como se conectaba directo hacia la sala comedor, dejó la puerta abierta y desde ahí habló.

—¿Quieres agua? ¿Algo para comer?.

—No, gracias —respondí.

Me quedé un largo rato en silencio hasta que el bichito del chisme pasó sobre mí.

—Tu padre y tú… ¿Todo en orden?.

Me apoyé en la mesa cuando el salió de la cocina y me entregó la bola de papel arrugada con una expresión neutral. La tomé totalmente confundida mientras observaba de reojo como Adam se sentaba en la silla a mi lado y se recostaba en el respaldar con una expresión cansada.

Abrí la bola de papel. No me faltó leer o preguntar sobre qué era. Hace ya un tiempo también había tenido en mis manos un documento así.

—¿Quién te puso una orden de alejamiento? —cuestioné.

—Richards, bueno, su padre en realidad —contestó con los ojos cerrados en dirección al techo. Suspiró pesadamente y agregó—. Mi padre actuó a mis espaldas y va a solucionarlo por más que yo le haya dicho que no.

Asentí y volví a observar el documento en mis manos buscando las palabras correctas.

—Bueno… por lo menos hay una solución y tu padre puede ayudarte —comencé.

—Lo hace para hacerse el héroe y poder reprochármelo en el futuro —me cortó.

Abrí y cerré la boca intentando decir algo para terminar aclarando mi garganta. Él se volteó a verme con ojos decaídos y se encogió de hombros murmurando un “así es”.

Ladeé la cabeza hacia un costado y algo dentro de mí se enterneció al verlo así, olvidando por un instante el porque vine, todo lo que ocurrió aquella noche y el hecho de no hablarnos durante un mes. Todo aquello se hizo a un lado al volver a verlo.

Sabía que debíamos hablarlo, pero sabia que este no era el momento.

Se recostó en la mesa apoyando la cabeza en sus brazos mirando en mi dirección. Me senté a su lado e imité su acción pero mirando a su dirección.

—Te ves cansado —hablé.

—No sólo me veo así —reconoció—. Es normal. Con Adela en casa, Lilith fuera y con mi padre respirando en mi nuca y más ahora luego de lo de Richards siempre pasa esto.

—Ese Richards es un imbécil —hablé.

—Lo sé.

Nos quedamos un rato en silencio. Me enderecé en la silla.

—Ya debería irme y tú en serio necesitas dormir —comencé.

—Bien, vamos a dormir —dijo.

Se levantó de la silla y se volteó a verme como si me estuviera esperando. Por mi parte, me quedé helada en mi lugar intentando analizar su reacción.

—¿Vamos? —insistió.

—¿Los dos? ¿A…? —pregunté.

—A dormir —repitió—. Habitación, cama, podemos abrazarnos si quieres. Creería que sabes dónde está ya que te quedaste antes.

Sonreí sin siquiera pensarlo. Él extendió su mano y yo la tomé. Mi mano cosquilleaba ante su toque y volvía a sentir ese nudo en mi estómago. No era uno malo, era uno expectante. Me gustaba volver a estar así con él y no lo supe hasta tenerlo cerca pero lo extrañé. Lo extrañé mucho.

Caminamos en silencio hasta su habitación. Cuando llegamos esta se encontraba en penumbras, únicamente iluminada por la tenue luz del velador y la cama perfectamente acomodada la única diferencia que había a la última vez que vine fue el pequeño escritorio que estaba lleno de papales dispersos en paralelo al armario. Adam se tiró a la cama y se corrió dejándome espacio. Al ver que yo no me movía él hizo un puchero exagerado en los labios.

Perdí el juego de miradas y me quité mis zapatillas y me acosté boca arriba a su lado.

A pesar de ni siquiera ser todavía las diez de la noche, me sorprendí al largar un pequeño bostezo.

Ambos nos quedamos en silencio, acostados boca arriba y observando el techo. Sentí como Adam se movió quedando de costado y apoyó el codo para dejar caer su cabeza en su mano. Con su mano libre corrió con delicadeza un mechón rubio de mi cara.

—Lamento lo que ocurrió aquella noche, no debí gritarte, fui bastante idiota por eso —habló débilmente.

De repente, todo el coraje que sentía cuando llegué y las palabras ensayadas volvieron a mi cabeza.

—Yo vine por eso —dije y me volteé a verlo. Imité su posición quedando enfrentados. Aspiré una bocanada de aire y hablé—. Lamento no haber querido venir a arreglar las cosas antes.

—No te disculpes por eso —pidió arrugando el ceño y pasaba sus dedos entre algunos mechones rubios—. Yo soy el que estuvo mal, yo tendría que haber ido a buscarte pero…

—¿Pero…? —lo incite a hablar.

—Pero no pude —dudó un poco. Apretó los labios y prosiguió—. Me dio vergüenza la manera en la que te traté, odié que me vieras así. Justo así es como era antes y me dio vergüenza que vieras esa faceta. Me odié por volver a ser así y muchísimo más por serlo contigo. Además pensé que no querrías volver a verme… eres bastante orgullosa en ese sentido.

—Venías bien hasta ahí, Becher —Me reí por lo bajo.

—Bien, entonces déjame remontarlo. Lamento haber sido un idiota contigo, Cenicienta —habló con una sonrisa.

Llevó lentamente su mano hasta mi mejilla y acunó mi rostro. Encerré mi mano libre encima de la suya cerrando los ojos y volviendo a disfrutar su tacto.

—Si volvemos a discutir lo hablemos en el momento, no esperemos un mes para hacerlo —comencé y corté la distancia pegándome a su cuerpo—. Te extrañé.

Los ojos de Adam, a pesar de estar oscurecidos por la poca iluminación, brillaron y su mano libre se apartó de mi rostro para rodear mi cintura y me pegó más a él reafirmando su agarre. La punta de su nariz rozó con la mía mientras sentía como su pulgar hacia círculos en mi espalda.

—Yo también te extrañé —murmuró con voz ronca y sonrió—. Sigo sosteniendo lo que dije esa noche, Cenicienta. Tú me das paz.

Sus palabras calaron hondo dentro de mí causando una explosión de emociones que no podía explicar.

Mi vista se alternaba entre sus ojos y sus labios, y sabía que él también hacia lo mismo. No me había dado cuenta hasta ahora cuanto ansiaba besarlo y no solamente eso, ansiaba muchas otras cosas más.

Sin pensarlo, estrellé mis labios contra los suyos. No fue un beso suave, sino uno más pasional, más necesitado. Adam me correspondió al instante, abriendo paso su lengua en dirección a la mía. Él se inclinó más hacia mi dirección quedando por completo encima de mí y fue bajando dejando un camino de pequeños besos por mi cuello mientras su mano se colaba por debajo de mi blusa. Su boca volvió a aprisionar la mía y sonreí debajo de sus labios cuando lo noté.

Al parecer no fui la única que extrañó al otro.

***

La habitación se encontraba en penumbras pero, mientras me iba despertando de a poco, pude notar que una pequeña luz se colaba por la ventana. Una pequeña brisa atravesó la habitación y yo me tapé más con las sábanas. Extendí mi mano y recién ahí noté que Adam no estaba. Me volteé para afirmar lo que ya sabía y, sin poder volver a dormir, me senté en la cama y acomodé mi cabello con los dedos.

Miré a mi alrededor, nuestra ropa estaba en el suelo y las sábanas desechas. No pude evitar sonreír al recordar todo lo que hicimos anoche. Aunque creería que sigue siendo de noche, estoy perdida con la hora.

Otra corriente de aire hizo que me estremeciera así que tomé lo primero que alcancé que era la camiseta que Adam llevaba ayer. Me la puse cuando noté un murmullo que provenía de la sala. Reconocí una de las voces como la de Adam, y había una segunda.

Busqué también mi pantalón corto y me lo puse para volver a sentarme en la cama.

¿Quién será?.

Parecía la voz de una mujer.

Me levanté y caminé lentamente sin hacer tanto ruido y apoyé la oreja sobre la puerta que se encontraba cerrada. Por lo menos así las voces se sentían con más claridad.

—Adela no necesito que vengas a irrumpir en mi casa —dijo Adam.

¿Adela? La misma Adela… Su hermana estaba aquí pero ¿Por qué?.

—Casa pagada por tu padre, al que si mal no recuerdo trataste mal ayer solamente porque te ayudó —reprochó Adela.

Al saber que ella era la protagonista de la voz, pude reconocerla al instante.

—No metas a papá en esto, ¿Qué quieres aquí, Adela? ¿Acaso te mandó Lilith? —reprochó Adam.

—No me mandó nadie, vine por mi cuenta al saber, al último cabe destacar, que volviste a la mala vida —recriminó.

—¿Mala vida? Mierda que eres exagerada —se quejó Adam.

—¡Ah, claro! ¿No es mala vida el que comenzaras una pelea en un bar con Richards? ¿No lo es el recibir una orden de alejamiento? ¿No lo es el andar borracho de bar en bar llorando por alguien tan grosera e inculta como esa chica Jones?.

La habitación se quedó en silencio y yo también. Por un lado estaba sorprendida por como Adam tomó este mes separados, por el otro me daban ganas de salir de la habitación y saltarle encima a Adela.

¿Grosera e inculta? ¡Qué se vaya al carajo!.

—Es mi vida, no la tuya —siseó Adam—. Si tanto te preocupa Richards no me hubieras dado la espalda hace años para mantener tu imagen en primer lugar. Y por último te aclaro, no vuelvas a meterte con Ivanova, ella no te hizo nada y más vale que te acostumbres a tragarte el veneno hacia ella porque es la mujer que amo. Eres una pésima hermana pero por lo menos ten la delicadeza de hacerlo.

Mi corazón se enterneció al escucharlo hablar así y no pude evitar sonreír como una idiota ante sus palabras.

En contraparte, Adela soltó una risa amarga.

—Sí, claro, avísame cuando ya te haya sacado todo tu dinero o peor, te ate a ella.

¡Perra, maldita y mil veces perra!.

—¡¿Sabes?! —exclamó Adam con sarcasmo— ¡No es muy buena en eso, podría aprender de ti y de tu larga lista de esposos a los que dejaste secos!.

—¡Adam Becher, respétame que soy tu hermana!.

—¡Tú lo dijiste, eres mi hermana no nuestra madre! —le gritó Adam de vuelta—. Y ahora vete.

—Estas muy equivocado, Adam, muy equivocado —siseó su hermana.

Una extraña sensación se alojó en mi pecho. Me gustaba que Adam me defendiera, sé que puedo hacerlo sola, pero en estos casos, cuando nadie se lo pidió, lo apreciaba mucho, pero por otro lado me sentía incómoda al llegar a pensar en la posibilidad de que él discutió con su hermana en cierta parte por mí.

De pronto, se escuchó más silencio, unos pasos y el ruido de la puerta delantera cerrándose de golpe. Esa fue mi señal para volver rápidamente a la cama y, a pesar de que me senté con suavidad y me acomodé fingiendo que recién me levantaba, maldije el pequeño chirrido que causaba el colchón.

La puerta se abrió lentamente y Adam asomó la cabeza. Al verme despierta, le di mi mejor sonrisa somnolienta que pude actuar. Adam me sonrió de vuelta y llegó hasta mí, se sentó y se inclinó para dejar un beso en mi frente.

—Sé que estabas detrás de la puerta —confesó.

Mi sonrisa se volvió algo avergonzada.

—¿Por lo menos me darías puntos extra por la actuación? —pregunté.

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Hooola hola estrellitaaaas bienvenidos a otro miércoles de Princesas Modernas (para mí todavía es miércoles y eso es lo que cuenta xdxd).

¡Pero mejor tarde que nunca!

¿Qué les pareció el capítulo estrellitaaaas? Espero que les haya gustado y ya saben dónde buscarme.

Instagram: dhalia_s.g

Twitter: XDhaliaS

Donde suelo subir un poco de todo y aviso cuando actualizo.

Y eso es todo estrellitaaas nos vemos en la próxima actualización.

Los quiero, Dhalia fuera.


































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