32_
Bien, llegó el día. Llegó el día en el que le diría toda la verdad y esperaría lo que tenga que pasar.
Obviamente sé qué tal vez no se lo tome bien por el hecho de que le mentí, pero como decía Kira, no podía seguir ocultándole algo importante como eso.
Incluso aunque eso lo aleje de mí.
—¿Lista?.
La voz de Adam me llamó la atención y me volteé para sonreírle y asentir. Noté que el auto ya había parado justo al frente del bar donde los amigos de Adam lo esperaban y dónde por fin los conocería. Más bien conocería a su otro amigo, Marcus, a Travis ya lo conocía de la última fiesta en la fraternidad de mis hermanos y me cayó bastante bien y, según él, le caigo bien.
Sé que no tendría que estar haciendo esto, conocer a sus amigos para luego soltarle la bomba. Pero sabía que, si hubiera rechazado, quedaría mal con él y si no se lo digo sé que lo seguiré aplazando.
Bajamos del auto y, luego de poner la alarma, Adam se acercó a mí y tomó mi mano para guiarme hacia el lugar. No tuvimos problemas para hacer fila, Adam directamente pasó con un pequeño saludo hacia el guardia. Una vez dentro, el lugar estaba repleto de personas sobre todo bailando o haciendo fila para comprar bebidas.
—¿Cómo encontraremos a tus amigos en este lugar? —pregunté en su oído.
—No nos quedaremos aquí, acordé de vernos en el VIP —contestó con total naturalidad.
Claro, como si fuera tan fácil entrar.
Pasamos por el costado de la pista de baile y nos acercamos a las escaleras donde había otro guardia. Adam y el hombre compartieron un par de palabras cuando el tipo se hizo a un lado. Le regalé una sonrisa de agradecimiento y subimos las escaleras.
—A veces olvido que eres un niño rico —bromeé.
Mientras más subíamos, la música dejaba de ser tan fuerte por lo que era más fácil escucharnos.
—Yo también, hasta que recuerdo que tiene ventajas —contestó con una sonrisa fingiendo orgullo.
Me reí cuando llegamos al VIP. Este lugar no era tan grande como la parte de abajo, había varios sillones con gente hablando y una barra que decoraba el centro del lugar. La música era más suave y provenía del pequeño balcón que te dejaba una vista hacia abajo.
Antes de que pudiera notarlo, Travis acompañado de otro chico, quién creería que es Marcus, se acercaron a nosotros y este último le dio un efusivo abrazo a Adam. Sonreí ante la escena de su amigo colgado a él y cada tanto dándole palmadas en la espalda.
Travis se acercó a mí con una sonrisa y pude notar que ya no llevaba el cabello morado sino un azul metálico.
—Nova, gracias por venir —saludó.
—Por nada, quería saber de dónde vino la idea de Adam reconsiderando teñirse de blanco —saludé con una sonrisa.
—Estoy orgulloso de admitir que meses de influenciarlo están dando sus frutos —me contestó quitándose la pelusa invisible de sus hombros.
Me reí cuando Marcus se acercó a nosotros.
—¡Pero miren nada más a la flamante dama! —exclamó.
—Nova, te presentó a Marcus —comenzó Adam.
—La persona más efusiva que existe —comentó Travis a mi lado.
—Y Marcus ella es...
—Ivanova Jones, ¡Cómo no voy a conocerla! ¿Crees que vivo debajo de las piedras? —lo cortó Marcus y me dio una sonrisa alegre—. En serio es un gusto al fin conocerte, te lo habrán dicho mucho, pero Adam se la pasaba hablando de ti.
—Eso escuché —contesté con una sonrisa—, es un gusto por fin conocerte, Marcus.
—¿Qué tal si vamos a la mesa? —ofreció Travis.
—¡Excelente! —concedió Marcus y pasó su brazo por mis hombros y se dirigió a mí—, ¿Te molesta que sea algo efusivo? Si te incómodo dime, aquellos dos dicen que suelo emocionarme bastante.
Me gustaba bastante su vibra, además, no parecía hacer las cosas con doble sentido, solamente era así porque se notaba que era natural en él, como parte de su personalidad.
Negué con la cabeza y sonreí.
—No hay problema —contesté.
Llegamos a una de las mesas y Travis y Marcus fueron a buscar más bebidas pidiendo que los esperamos aquí. Por mi parte, tomé asiento y al instante Adam llegó a sentarse a mi lado.
—¿Y qué te parecen? —preguntó.
—Hasta ahora me caen bien, son agradables —respondí sincera—. A Travis ya me lo había cruzado antes en una fiesta.
—Sí, me comentó que te encontró ahí cuando acompañó a una tal Stacy —comentó pensativo.
—¿Stacy? —abrí la boca en sorpresa. Cuando estuve con ellos no parecía que hubieran ido juntos—. La conozco fue a la misma secundaría que yo. No sabía que estuvieran saliendo.
—En realidad no están saliendo, creo que fue algo de una sola vez —me comentó él pensativo.
Asentí lentamente. Estaba por comentar algo más cuando Marcus y Travis llegaron a la mesa con varios tragos de tequila.
—¡Hoy es noche de tequila! —celebró Marcus y se dirigió a mí—, espero que te guste, Nova.
—¡Por supuesto! —afirmé.
—¿De qué hablaban? —preguntó Travis una vez que se sentaron.
—De que eres un fracaso para encontrar relaciones serias —le contestó Adam.
—Lo dice quién se pasó dos años buscando novia —acotó.
—Wooo —solté y me reí junto con Marcus. Adam, por su parte, se volteó a verme sorprendido—. Lo siento, es que fue bastante bueno.
Negó con la cabeza y una sonrisa se formó en su rostro para terminar dejando un beso en mi cabeza.
Pasamos a dar varios tragos de tequila, chupar la sal, tomar y, por último chupar el limón hasta casi se había vuelto una competencia entre los amigos mientras yo reía observándolos. Solamente tomé dos copas ya que sabía que, si llegaba a tomar de más, estaría bastante ebria.
El primero en ganar fue Marcus, quién tiró el limón y su vaso trono en la mesa para luego apuntar de Travis a Adam con una sonrisa.
—¡Gané! ¡Yo gané, idiotas! —festejó y chocamos los puños en celebración.
El siguiente en terminar de tomar fue Adam. Dejando ambas cosas haciendo una mueca con la boca mientras el tequila bajaba y levantó dos dedos. Una vez que terminó de tragar, habló.
—¡Segundo! ¡Travis perdió! —exclamó.
—Oh, váyanse al carajo —se quejó el perdedor.
—Sabes lo que viene —advirtió Adam.
—¡Sí! —exclamó Marcus imitando un redoble de tambores contra la mesa y se inclinó a mí— ¿Sabes lo que se viene, Nova?.
—¿Qué se viene? —le seguí entre risas.
—¡La prenda! —exclamó y me vio con una sonrisa—, hay que pensar en una buena, cariño.
Y así comenzamos a conversar como si fuera una reunión secreta entre los tres sobre que prenda sería mejor. Me gustaba estar con sus amigos, a pesar de conocernos hace poco no me hacían sentir excluida y valoraba eso. Luego de decidir un largo rato, llegamos a un resultado.
—Tendrás que hacer el paseo de la vergüenza —comenzó Marcus—. Le coquetearas a una chica que nosotros elijamos y tendrá que ser el peor coqueteo que hayamos visto.
—Si no termina con una bofetada o una cara de disgusto pierdes —acotó Adam.
Travis rodó los ojos y sonrió más aliviado y altanero.
—Es pan comido —accedió.
Nos levantamos y fuimos hasta el pequeño balcón que daba hacia la pista de baile justo al lado de las escaleras.
—Nova, como eres la nueva tú elijes —comenzó Marcus.
—Mhm... déjenme ver.
Me asomé un poco por el barandal observando el lugar. Vi a un grupo grande de chicas quienes bailaban entre ellas mientras que otras dos ya habían conseguido pareja de baile. Mi vista cayó sobre una chica con top de leopardo y cabello castaño y flequillo.
—Ella —dije llamando la atención de Travis—, la de top leopardo y flequillo.
—Suerte compañero —aporreó Adam.
Observamos todo el camino de Travis. Bajó las escaleras y, luego de empujar un par de personas para llegar, consiguió acercarse al grupo. Algunas de este lo comían con la mirada mientras que otras ni siquiera se percataron de su presencia para seguir bailando, entre estas, la chica del flequillo. Travis llegó hasta ella y, con su mejor sonrisa, por lo que alcance a ver le tocó el hombro y la chica se dio vuelta. No sé que fue lo que habrá dicho, solamente alcancé a ver cómo Travis llevaba sus manos a su cabeza para imitar orejas de conejo. La chica arrugó el ceño y, gracias a la poca luz, no logré ver su reacción, pero, para sorpresa de todos, llegamos a ver cómo tiraba su vaso hacia el amigo de Adam empapándolo con cerveza.
Solté una carcajada para luego taparme la boca reprimiendo la risa mientras Marcus y Adam se reían abiertamente a costa de su amigo quién también quedó estupefacto por la reacción de la chica.
Ella le dijo algo más para volver con su grupo y Travis volvió a dirigirse hacia nosotros.
No sé en qué momento Adam se había pegado a mi espalda, pasando sus brazos por mi cintura y apoyando su cabeza en mi hombro. Tomé sus manos y nos quedamos un rato largo observando la pista cuando él se removió y llevó sus labios a mi oreja.
—¿Bailamos?.
—Me encantaría —sonreí.
Travis llegó con Marcus y, como si nos estuvieran ignorando, fueron a la mesa entre exclamaciones y risas, por partes de Marcus mientras Travis quería despegarse la camisa azul oscura de sus brazos. Por nuestra parte, bajamos hacia la pista de baile cuando la canción cambió a una, igual de bailable, pero menos movida.
Algunas personas a nuestro alrededor bailaban poseídos o incluso cantaban la canción a todo pulmón mientras que nosotros nos balanceábamos a nuestro propio ritmo.
Adam volvió a llevar las manos a mi cintura y me atrajo hacia él apoyando su cabeza en mi hombro de nuevo y tarareando la canción en mi oído. Mis manos fueron a su cabeza pasando mis dedos por su cabello negro. Las luces iban entre las distintas tonalidades de rojo cuando nos separamos para quedar a una corta distancia. Adam apoyó su frente con la mía y me regaló una sonrisa torcida.
—No sabes la paz que me das en estos momentos —confesó.
—Eso debe ser por el efecto del tequila, no mío —me reí.
—Logras hacerlo con o sin tequila —se encogió de hombros y se acercó a mis labios—, causas ese efecto Cenicienta, mi Cenicienta.
Sentía como mientras llenaban mi estómago devolviéndome a la realidad.
Antes de decir algo más, cortó la distancia entre nosotros en un beso profundo. Nuestros labios danzaban al mismo tiempo y abrí la boca abriendo paso a su lengua para profundizar más el beso. Sentía como las piedras se iban desvaneciendo y me sentía bien en sus labios, en sus brazos. Me sentía ligera, me sentía bien con él al tiempo en el que apretaba más su agarre para pegarme más a él, como si fuera posible, como si quisiéramos buscar la forma de fusionarnos en un paso.
Nos separamos jadeando por la falta de aire. Pero antes de que él volviera a mí, hablé.
—¿Luego podríamos hablar? Digo a solas, no es nada grave —pedí.
Él asintió como si volviera a la realidad. La canción cambió y no pude evitar mover las caderas al ritmo de la canción que era más movida que la anterior.
Él sonrió.
—¿Bailamos una más o vamos a la mesa?.
—Esta última y ya —contesté.
Sonreí y comenzamos a bailar y cantar la canción al igual que los demás. No era nada sexi ni mucho menos como la anterior, nuestro baile se limitaba en saltar y gritar el estribillo entre risas y de vez en cuando bailar algo pegados. Cuando la canción terminó ambos estábamos sudados y sedientos.
Adam me dio un fugaz beso para luego tomarme de la mano y volver hacia la parte VIP.
Una vez que subimos, llegamos hacia la mesa en la que estábamos y observamos confundidos como los amigos de Adam recogían sus cosas.
Por un momento me sentí culpable. Se supone que venía para conocerlos y Adam y yo desaparecimos. Aunque solamente fueron dos canciones cortadas así que seguramente más de diez minutos no nos fuimos, a menos que se hayan ofendido igual, pero no creo que lo estén. En sus rostros no había señal de enfado ni nada, parecían nerviosos, eso sí.
—Eh, que solo nos fuimos durante unos minutos ¿Tanto me extrañaron? —comenzó Adam.
—No es eso —se rió Travis nervioso—. Vámonos.
—Sí, ¡Vámonos a un karaoke! —exclamó Marcus.
Pero, a diferencia de como lo conocí, parecía apresurado, incluso igual de nervioso que Travis.
Compartí una mirada con Adam.
—¿Por qué? —cuestionó.
—Adam... qué sorpresa.
Una voz profunda, arrastrada y rasposa se escuchó detrás nuestro. La expresión de Adam se tensó y apretó mi mano para luego soltarla.
—Por eso —finalizó Travis.
Adam se dio vuelta con cara de pocos amigos y yo imité su acción para ver al protagonista de la voz. Era un hombre más o menos de la misma edad que Adam, de cabello castaño oscuro, ojos negros, con sus manos en los bolsillos de su chaqueta a simple vista costosa y una sonrisa de lado que me causaba escalofríos.
La mirada del hombre misterioso cayó sobre mí haciendo crecer su sonrisa. Me miró de arriba a abajo de una manera poco inocente haciendo que mis nervios crecieran. Adam tomó de nuevo mi mano al notar esto y habló.
—Ya nos íbamos —habló en un tono oscuro, un tono que nunca había escuchado.
—¿Por qué? ¿Acaso no puedo venir a saludar? —preguntó el hombre arrastrando las palabras.
Adam intentó pasar pero el hombre le cortó el paso haciendo que mi novio retrocediera con cara de pocos amigos. La mirada que le dio tenía bastante significado, sus ojos se oscurecieron y su mandíbula se tensó.
—Muévete Richards —dijo Adam.
Y el foco se encendió en mi cabeza. Al reconocer el nombre del tipo este sólo hacia que le diera más repulsión su presencia.
—¡Qué maleducado! ¿Ni siquiera me presentarás a tu novia? —preguntó y me observó—. Elías Richards, un gusto, nena.
—El gusto no es mío, ahora déjanos pasar —hablé con desagrado.
—Uh... tienes carácter, me gusta —comentó con una sonrisa coqueta.
Sonrisa la cual estaba a segundos de borrar.
—Aléjate de ella —siseó Adam.
—¿Por qué? —Llevó su mano a mi mentón y apretó con fuerza para que lo viera— Si nos estamos divirtien...
Y en estos momentos agradezco el haberle hecho caso a mamá cuando me aconsejaba la primera vez que salí de fiesta con mis amigas. Si algún imbécil me toca sin mí permiso y no se iba a la primera se solucionaba con un golpe en la cara y un rodillazo en la entrepierna.
Mi puño se asestó contra su mejilla haciendo que me soltara y su sonrisa se borró por completo cuando mi rodilla se estrelló en su entrepierna.
—No me vuelvas a molestar —me quejé.
Él se llevó su mano a su mandíbula y siseando un "perra" quiso volver a acercarse a mí. Algo que no consiguió cuando Adam se le tiró encima, empujándolo contra una de las mesas. Tomó a un aturdido Richards por su chaqueta y empezó a golpearlo.
—¡No vuelvas a acercarte a ella! ¡¿Entendido?!.
Corrí al instante para quitarlo de encima de Richards con ayuda de Marcus y Travis. Pero Adam parecía poseído, era una persona totalmente distinta a la que conocía cuando nos quitó de encima y sonrió llevando su mano hacia el cuello de Richards.
—¡Basta, Adam! —pedí—, ya vámonos, no vale la pena.
El tumulto de gente ya se había juntado alrededor nuestro cuando dos guardias se acercaron y separaron en un instante a Adam y Richards echándonos así a los cinco del lugar.
—Retírense del lugar o llamo a la policía a solucionar su mierda —dijo uno de los guardias.
Adam se soltó de un manotazo e, ignorándonos a todos, salió del lugar sólo. Compartí una mirada con sus amigos y lo seguimos hacia la salida.
La noche era fría y la calle estaba vacía a excepción de dos o tres que habían salido a fumar. Cuando salimos, Adam ya estaba a varios metros del lugar, intentamos alcanzarlo y pudimos llegar a él casi cuando llegaba a su auto.
—Adam —lo llamé.
—Quiero estar solo —siseó dándonos la espalda.
—No creo que sea... —comencé.
—¡Me vale mierda lo que creas! —gritó congelándonos a todos. Retrocedí por inercia cuando se dio vuelta— ¡Quiero. Estar. Sólo! ¡¿Tengo que repetírtelo con señas o qué?!.
Tenía una expresión furiosa y tensa, respiraba con dificultad, sus ojos se habían oscurecido y algo de sangre que salpicó Richards había caído en su mejilla. No era Adam, el que yo conocía era totalmente distinto al sujeto con la mirada de miedo, actitud amenazante y los puños llenos de sangre cerrados a sus costados.
Levanté la mirada y me crucé de brazos.
—Bien, haz lo que quieras, ¡Quédate sólo entonces! —grité.
Nos miró a los tres para luego irse a su auto, subió de un portazo y arrancó haciendo chirriar los neumáticos para perderse rápidamente.
Todavía estaba agitada por la adrenalina de lo que ocurrió adentro, mis manos escondidas temblaban y las lágrimas picaban en mis ojos pero no las dejaría escapar.
Tenía demasiado orgullo para eso.
Una mano cayó sobre mi hombro, era Travis quién se acercó a mí.
—No era Adam, él no es así, se pone así siempre que se encuentra con Richards —me consoló—. Se le pasará, desaparecerá y volverá.
—¿Tú dices? —pregunté.
—Lo sé —aseguró—, él siempre desaparece máximo una semana.
—Bueno, no pienso estar detrás suyo esperándolo —me quejé—. Gracias por la noche y disculpen chicos.
—No fue tu culpa —dijo Marcus y me regaló una débil sonrisa—, ¿Tienes como irte a casa?.
—Gracias pero tomaré un taxi —finalicé.
Necesitaba pensar. Para mis adentros en estos momentos era la perra más insensible del mundo. Por un lado me molesta nuestra discusión, pero por otro (el que más quiero reprimir) estoy aliviada ya que me servía de excusa de seguir alargando lo que tenía que decirle.
.
.
.
.
.
.
Ahhhh como amo un buen drama de miércoles xdxd.
Espero que les haya gustado el capítulo estrellitaas 🌟❤️🌟
Pregunta random del día:
¿Qué les pareció Richards?
Besos estrellitas, Dhalia fuera.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro