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Decidimos ir a sentarnos en una de las mesas donde nos condujo un mayordomo. Al llegar, nos sentamos en una mesa distinta a las otras, está era para muchísimos más lugares y, a diferencia de ser redonda, era alargada y la única que se encontraba en esta era una chica quién tenía la vista aburrida en su teléfono. Ni siquiera se inmutó de que nosotros habíamos llegado.

Observé a mi alrededor y los ánimos ya se habían calmado en el lugar y todos estaban tomando sus lugares en sus respectivas mesas.

Tenía la vista perdida al frente que ni siquiera noté cuando fue que una adolescente se sentó al lado de Adam. Me volteé hacia ella al notar su vista fija sobre mi cabeza. La chica sonrió al cruzarse nuestras miradas.

-Tú debes de ser Cenicienta ¿No? -asentí con una sonrisa-. ¡Excelente! Soy Lilith, la hermana de Adam. En serio quería conocerte y... ¡Muévete Adam!.

Reprimí una risa mientras su hermana le obligaba a cambiar de lugares. En un segundo ya tenía a Lilith sentada a mi lado y a Adam a una silla de distancia.

-Como seguía, Adam me habló demasiado de ti -prosiguió y apoyó su codo en la mesa y su barbilla en su mano así tapando por completo a Adam-. Sabía que iban a la misma universidad ¿En qué carrera?.

-Psicología -respondí.

-Oh, yo todavía no estoy decidida en que hacer pero estoy tranquila en que me faltan dos años para eso -comentó.

-¿Y tienes opciones? -pregunté.

-Cualquiera menos medicina -contestó. Ante mi expresión de desconcierto se rió-. Lo sé, es raro.

-Ya la aturdiste, Lith -informó Adam detrás de ella con un tono burlón.

Lilith arrugó el ceño y se volteó a ver a Adam para luego golpearlo en el hombro. ¿Toda su familia se comunicaba así?. Acto seguido, como si nada hubiera pasado, Lilith se volteó a mí con una sonrisa.

Era una chica linda, tenía rasgos parecidos a su hermano, como sus ojos y el cabello negro. Tenía un porte maduro a pesar de sólo tener 16 años, y derrochaba confianza.

-No le hagas caso, cuéntame de ti, Cenicienta -continuó.

-Bueno, no hay mucho que contar -comencé pensativa-. 21 años, familia grande, muchos hermanos...

-¿Hermanos hombres? -preguntó.

-Mira, Lith, papá te llama -avisó Adam.

Lilith le dio una mala cara a su hermano y volteó a mirar hacia el salón para darse cuenta de que lo que le decía Adam era cierto. Bufó y volvió a su hermano.

-Ganas esta vez -Luego se giró hacia mí-, fue un gusto conocerte, cuando el ogro de mi hermano se aleje espero volver a hablar contigo.

-Yo también -aseguré.

La hermanita de Adam me regaló una sonrisa y se levantó de la silla. Golpeó la nuca de su hermano y se fue bajo la mirada enojada de Adam. Yo no pude contener la risa. Asegurado, todos los Becher demuestran cariño así.

Adam negó con la cabeza y tomó la silla que era de Lilith.

-Lamento lo de Lith, suele ser algo... Intensa con las personas que conoce.

-A mí me pareció agradable -confesé.

El rió.

-Sí, porque la saqué justo a tiempo -bromeó.

-No seas malo -Me reí-, ¿Cuándo conoceré a los demás?.

-No tardarán en venir -aseguró- ¿Nerviosa?.

-No tanto -fingí seguridad.

-Les caerás bien -aseguró-, ya pasaste la prueba con el abuelo y Lilith.

Asentí y mi teléfono sonó. Bajé la vista para ver que el identificador avisaba que Thalía me envió varios audios. Arrugue el ceño confundida, Thalía nunca era de mandar audios de voz, según ella si en serio se interesaba en mandar un mensaje se tomaría el tiempo para escribirlos. Rarezas suyas.

-¿Qué sucede? -preguntó Adam.

-Nada, sólo mensajes de Thalía -Me llegó un mensaje escrito suyo que decía "IMPORTANTE"-, y según ella es importante.

-Entonces míralos -comentó.

-No... Tu familia llegará en un rato y no quiero quedar como que estoy pegada al teléfono -hablé dejando el teléfono sobre la mesa.

-Si no hay problema, ellos no llegarán hasta dentro de un rato y si es importante debes de leerlo -contestó.

Ladee la cabeza de un lado al otro y, luego de darle una corta mirada al teléfono, volví a verlo.

-De paso voy al baño ¿Me esperas aquí? -pregunté.

-Te guardaré el lugar, si es que Lilith no roba el mío -aseguró.

Le sonreí agradecida y tomé el teléfono para luego levantarme.

-¿Me dirías dónde queda el baño? -pregunté.

-Toma ese pasillo, subes la escaleras y es la tercera puerta a la izquierda -me indicó.

Asentí haciendo un listado y le di un pequeño beso en los labios antes de irme.

Caminé a lo largo de todo el salón pasando entre las mesas, esquivando a los niños correteando y llegué hacia el dichoso pasillo. Una vez ahí, subí las escaleras y llegué hacia el pasillo de la segunda planta. Varias puertas se abrían paso y caminé hasta llegar a la tercera. Cuando levanté mi mano para tomar el pestillo, una imagen llegó rápidamente a mi cabeza.

Caminaba tambaleante e intenté abrir esta puerta ya que creía que era el baño, intenté varias veces hasta que la puerta se abrió de golpe dejándome ver a alguien. Levanté la vista y ahí estaba Adam observándome confundido. Dijo algo que no logré interpretar y me fui al instante de ahí.

Retrocedí un par de pasos sorprendida y algo confundida. Pero sobre todo orgullosa.

Hace años nunca hubiera imaginado el volver a recordar lo que pasó esa noche. Pero ahora que las imágenes llegaban a mi cabeza, sólo me daban ganas de querer saber más. Mi rostro decayó.

Aunque eso significase saber lo que ya sospechaba: que yo no soy Cenicienta.

La puerta de repente se abrió y yo volví a ponerme en alerta. De esta salieron dos personas. Una mujer hermosa, totalmente elegante, con su cabello negro acomodado en un moño con unos mechones que salían desenfadados y un lujoso vestido, y un hombre algo desaliñado, con jeans azul oscuros y una camisa negra.

Los tres nos quedamos viendo en silencio. La mujer me observaba enojada y sorprendida, como si la hubiera descubierto haciendo algo.

Bueno, por suerte llegué después de descubrir ese "algo" pensé.

-Em...

-Tú no viste nada -advirtió la mujer.

Levanté los brazos en señal de inocencia y ambos salieron de ahí. El hombre me dio una pequeña mirada de disculpa antes de seguir a la mujer, quién daba pisotones, escaleras abajo. Cuando me quedé sola en la pasillo, suspiré.

-Bien, eso fue raro -hablé sola.

Sin más preámbulo, me metí en el baño. Este era bastante amplio y elegante.

Si no fuera por el teléfono en mis manos, habría olvidado lo que vine a hacer antes de encontrar a la extraña pareja. Me revise en el espejo rápidamente y, sentándome en el inodoro, abrí el chat con Thalía activando el primer audio.

-Nova, no sé si estarás ocupada pero te tengo buenas noticias -comenzó-. ¿Recuerdas al señor Everston? El de la librería, bueno, me dijo que en Paulin's la tienda que vende ropa excelente están buscando dependientas.

Un pequeño sonido me hizo saber que cambió de un audio al otro.

»No sé si todavía sigues en la búsqueda de trabajo, pero si es así, encontré una buena opción para la dos.

Pasó al siguiente.

»Van a estar entrevistando esta semana por si te interesa. Además, el señor Everston me pasó el número de la dueña del local, si quieres te lo paso.

Y pasó al último audio.

»Por cierto, ¿cómo te está yendo con la familia de Adam?.

Y hasta que lo pregunta. Me reí.

Aún así la propuesta me interesaba. Desistí de buscar un empleo cuando los exámenes empezaron a pasarme factura. Pero ahora ya en vacaciones, podría aceptar el trabajo. El dinero no me vendría mal y sería una manera de distraerme.

Le contesté rápidamente que si me interesaba y que me pasara el número de la dueña. Luego le hice un pequeño resumen de mi poca experiencia con la familia de Adam. Una vez que terminé, me miré por última vez al espejo y salí del baño.

Bajé las escaleras y, mientras caminaba hacia la mesa, me encontré con Adam, hablando con un hombre unos años mayor que él quien tenía a una linda mujer parecida a Lilith a su lado.

Adam justo me observó y me hizo una seña para que me acercara. Caminé hasta los tres y él pasó su brazo por mi cintura con una sonrisa.

-Nova, te presento a Richard Becher, mi padre y a Miranda. Ma, pa, ella es Ivanova Jones, mi novia -me presentó.

Estiré la mano de manera cortés y la estreche tanto con la de su padre como la de su madre.

-Es un gusto conocerlos -hablé con mi mejor sonrisa.

-El gusto es nuestro, Adam nos habló mucho de ti -me respondió su padre.

Una figura se apareció detrás de nosotros y pasó por el medio del grupo en dirección hacia la mesa principal. Era el abuelo de Adam.

-Imagínate, dos años besándote el culo hasta nosotros queríamos salir contigo -habló.

Tuve que reprimir una sonrisa mientras Adam y su padre le daban una mala mirada.

-Padre, ¿Por qué no vas a sentarte a la mesa más cercana? -invitó el padre de Adam.

-Viejo, ¿Por qué no vas a buscar el cajón más cercano? -invitó Adam.

La mirada de reproche del señor Becher pasó de su padre a su hijo. Por mi parte, hacia un esfuerzo importante por reprimir la risa mientras observaba al abuelo de Adam detrás de su padre como le formulaba un "vete al carajo" con los labios.

-¿Por qué no vamos todos a la mesa? -invitó la madre de Adam.

Asentimos y sus padres se adelantaron hacia la mesa y nosotros los seguimos detrás. Nos sentamos en nuestros lugares mientras que sus padres se sentaron a dos sillas de nosotros.

-¿Y qué tal? ¿Qué decía Thalía? -preguntó Adam.

-Sobre una propuesta de trabajo, pensaba conseguir uno en el verano -informé.

-Oh, qué suerte. Yo estoy destinado a estar enterrado en el papeleo del hospital -comentó él.

-¿Y eso no es algo bueno? -pregunté.

-No cuando significa soportar a mi padre -bromeó.

De repente me acordé lo que ocurrió en el pasillo.

-Por cierto -comencé-. No sabes lo que ocurrió cuando iba al baño...

-¿Qué...?.

Adam desvío la vista hacia alguien detrás de mí y su gesto decayó a uno más molesto. Arrugue el ceño confundida por su repentina acción y me volteé para ver lo que ocurría.

Una mujer llegó a la mesa con una sonrisa de la mano de un tipo con una expresión de "yo valgo más que tú, apártate". Al instante en que los reconocí mi mandíbula se descolgó y todo llegó a mi mente como un rompecabezas.

Me incliné hacia Adam esperando salir de mi duda.

-¿Ella es Adela? -pregunté.

-Sí, ¿Por?.

-Cuando llamaste el domingo y dijiste que viste a tu hermana enrollándose con el jardinero, hablabas de ella, ¿Cierto? -susurré y me volteé a verlo. Él asintió y me regaló una expresión confusa-. Bueno, porque los acabo de ver en el pasillo. A tu hermana y al jardinero y créeme Adam -apunté disimuladamente al tipo al lado de su hermana-, ese no es el jardinero.

***

No tardaron en traer nuestro platos y la cena comenzó en todo el lugar. La mesa nuestra se encontraba bajo charlas aisladas mientras Adam y Lilith me explicaban entre susurros el chisme.

Al parecer su hermana engaña a su futuro tercer esposo con el jardinero quién trabaja de toda la vida en la casa y siempre tuvo un flechazo con Adela.

-¿Y por qué simplemente no deja a su prometido y se va con el jardinero? -cuestioné.

-Porque Adela es materialista, se moriría antes de perder su jet privado -se quejó Adam con cierto recelo.

-Lo que Adam quiere decir -comenzó Lilith a mi otro lado-, es que Adela siempre se manejó dentro de las etiquetas sociales y además de que ya pagó toda la boda que, según ella, será la noticia del año.

-Oh...

-Pero eso no justifica el hecho de tener que mentir para ganar algo -increpó Adam-. De qué le sirve todo el dinero si ni siquiera tiene una relación a base de confianza.

Tragué en seco y decidí quedarme callada mientras la vocecita en mi cabeza me gritaba.

¡Tú eres la menos indicada para hablar de eso, calladita te ves más bonita!.

Asentí dándole la razón.

De pronto, Adela, se rió del comentario de una mujer mayor y su vista cayó sobre mí. Cómo odiaba ver fijo a las personas sin hacer nada, sonreí como acto reflejo. Mi error. Ella apoyó el codo sobre la mesa y se inclinó un poco en mi dirección.

-Tú eres la novia de Adam, ¿Me equivoco?.

Negué con la cabeza.

-No, si lo soy. Es un gusto soy Ivanova Jones.

-Adela Becher, próximamente Lowestein -se presentó y arrugó un poco el ceño pensativa para volver a hablar-. Jones... me suena tu apellido.

-¿No será que eres familiar de Tyron Jones? -preguntó la mujer a su lado de la misma edad que su padre.

Reconocí el nombre al instante. Tyron Jones no era nada más ni nada menos que mi abuelo, en otras palabras, el sujeto que le importó tres carajos cuando papá tuvo su primer episodio cardíaco.

-Sí, estamos relacionados -contesté.

Y ojalá que no lo estuviéramos.

-Claro -la mujer chasqueo los dedos como si hubiera recordado algo-, debes ser la hija de Alfred Jones.

-Sí, soy su hija -hablé con orgullo.

-No sabía que tu familia era de la secta de ricos -bromeó Lilith.

-Porque no lo es -Adela habló al instante.

-Adela, no comiences -la cortó Adam.

-¿Por qué? No dije nada malo, simplemente que no es parte de la élite porque su padre decidió tomar la pésima decisión de casarse con una camarera que conoció una noche.

Y esas palabras cayeron como piedras en mi estómago. Odiaba demasiado que hablaran de mi familia. Sí, mi padre es repudiado por los estúpidos de la élite porque se casó con mi madre quien no era del mismo "estatus social". Lo ven a él, y nosotros en el camino, como los que no merecemos que nos miren cuando fueron ellos los que le dieron la espalda a papá en sus peores momentos.

A ellos tendrían que darles vergüenza ser Jones, no a mis padres y a mis hermanos.

Recordaba las palabras que mamá nos dijo a mí y a mis hermanos esa noche en la que mi querido abuelo Tyron, nos cerró las puertas de su casa en nuestras narices.

No bajaría la cabeza ni me rebajaría al lugar en los que ellos me ponen. Sé lo que soy, sé lo que valgo y sé que mis acciones y principios son los que definen mi nombre, no el dinero.

Me encogí de hombros y hablé.

-Sí, al parecer eso dicen -contesté finalizando el tema.

-Tu cabello rubio te hace igual a tu madre, incluso entraste de colada como ella a una fiesta y mira te sacaste el premio gordo -continuó.

Con el cruce de palabras anterior y la revelación de mi familia, algunos en la mesa enfocaron su atención en nuestra conversación.

Pero la hermana de Adam no lo dejaría ahí. Asintió sonriendo y se volteó a su hermano.

»Ten cuidado Adam, que si es igual a su madre seguramente hará que te deshereden -comentó entre risas.

Bueno, al carajo el consejo de mamá.

Me levanté ahora sí llamando la atención de todos. No me importaba que me miraran. No iba a retroceder sin dar pelea.

Las palabras de mi madre aparecieron como un eco en mi cabeza cambiando lo que iba a hacer.

-Te pediría que tengas la educación de dejar de hablar así de mi familia al frente mío -la enfrenté-. Qué si tenemos que hablar de cosas que no se deben hacer, saldrías perdiendo y ambas sabemos porqué.

Terminé dándole una sonrisa y me volteé a Adam.

»Saldré a tomar aire.

Y, acto seguido, me alejé de la mesa dejando a gran parte de esta atónitos. Algunos se miraban entre ellos, Adela elevó una ceja despectivamente y dijo algo por lo bajo a su prometido mientras Lilith tenía una expresión orgullosa, como si fuera a levantarse y aplaudir.

Atravesé el salón rápidamente y salí al invernadero del jardín trasero. Tomé aire aún con la adrenalina y el enojo en mi pecho y suspiré intentando liberarme de ese sentimiento.

Me senté en la fuente al centro del invernadero y me quedé observando un punto fijo.

¿Cómo se atrevía a decir todo eso de mi familia cuando ella es quien engaña a su esposo? Hablaba de mí a todos rebajándome, como si quisiera demostrar que mi apellido no estaba a la altura para que saliera con Adam.

Me hizo notar que no era buena para él, pero a eso ya lo sé y no exactamente por esos motivos.

La presión en mi pecho volvió y el sentimiento de culpa se alojó en mi estómago revolviendo lo poco que había cenado. Miré a mi alrededor intentando recordar algo de aquella noche, pero por más que intentara, mi mente se quedaba cada vez más en blanco. En blanco como el destello que tuve antes de perder la memoria.

Quería recordar, tenía la esperanza de que, haciéndolo, podría justificar la existencia de ese maldito collar. Tal vez lo haya comprado esa noche en algún lado y lo llevará puesto, o Mary me lo habrá prestado con el vestido.

Cualquier cosa, cualquier excusa para aliviar el dolor en el pecho que tenía el saber que yo no era la Cenicienta de Adam.

Parpadee varias veces alejando las lágrimas acumuladas en mis ojos.

No lo soy, y no lo seré nunca.

Cuando él se enteré seguramente me mandará a freír espárragos. Le mentí con algo importante como lo es con la mujer de la que él se enamoró.

Y yo no lo soy, pero desearía fuertemente serlo.

Me reí sola.

Era patética.

Mintiendo y haciéndome pasar por otra sólo para tener el amor que no había sentido en años, que me había negado a sentir luego de Tyler.

-No escuches a Adela, ella habla solamente para soltar veneno.

Levanté la vista al instante para ver a Adam llegar hasta mí. Una vez que entró al invernadero, llevó sus manos a los bolsillos delanteros de sus jeans y caminó lentamente hacia mí. Aspiré una bocanada de aire intentando volver a la normalidad cuando él se sentó al lado mío.

-Estoy bien -mentí-, sé que tu hermana es la menos indicada para hablar.

Adam llevó sus dedos hacia mi mentón y guió suavemente mi rostro para que lo observara. Ladeó la cabeza hacia un costado dedicándose a observarme y, con una pequeña sonrisa, habló.

-Me gusta cuando te haces la fuerte.

-Ey, que lo soy -me quejé.

-Mhm...

Llevó su mano lentamente más arriba acunando mi rostro y acariciando en círculos mi mejilla con su pulgar. Me apoye sobre su mano y nos quedamos durante unos largos segundos así en silencio.

Me sentía bien bajo su toque, pero aún así me daba un sabor amargo mentirle.

—No soy buena para ti, Adam —hablé.

—¿Y qué? Seguramente yo tampoco soy bueno para ti, lo más probable es que seamos las personas equivocadas para el otro pero ¿A quién carajo le importa si no es a nosotros? —habló y sonrió—. Esa mierda no me interesa, yo sé que te amo y, mientras tú me ames a mí, siempre se sentirá correcto.

Me reí por sus palabras.

En serio quería llorar, no lo merecía.

-Si no quisieras ser doctor te aviso que serías un buen poeta -comenté.

-Estuvo entre mis opciones -admitió y también se rió.

Se acercó más a mí y pasó su brazo libre por mi lado apoyándolo a un costado para quedar más cerca. Nuestros labios se rozaron cuando una lágrima resbaladiza cayó por mi mejilla. Adam la seco al instante y unió sus labios con los míos en un tierno y corto beso.

Nos separamos pero aún así nuestros labios de seguían rozando. Él sonrió.

»Dime, Ivanova Jones -murmuró- ¿Me harías el honor de ser mi persona equivocada en el momento correcto?.

No pude evitar reír ante la pregunta. Solamente él podía tomar un momento y un pretexto así y transformarlo en algo bueno, en algo dulce, en algo correcto. La parte de mi que gritaba que estaba mal se volvió más lejana bajo los ojos verdes de Adam.

Terminé asintiendo.

-Sí, quiero serlo.

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Saludos, Dhalia fuera ✌️











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