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¿Preparados para el capítulo más largo del libro hasta ahora?

No me podía aguantar las ganas de publicar😂. No soy la mejor escritora y mucho menos en escenas cómo estás, pero traté de hacer lo mejor.

Y gracias.

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—Descuida, pronto te mantendré lo suficientemente ocupado como para que dejes de hablar.

Nam Joon se quedó tieso mirándome a los ojos. Su pupila comenzó a dilatarse y sonreí triunfante por conseguir esa reacción en él. Comencé a jugar con la copa y como si no lo hubiera hecho adrede, derramé un poco el contenido sobre mí. Hice una mueca de disgusto y luego miré a mi acompañante.

—Las manchas de vino no salen si no se limpian rápido—le digo.

—Si quieres puedo ayudar a quitártela—nuevamente trata de tocarme y antes de que lo hiciera, me levanté del asiento.

—Prefiero que se estropeé—las gotas estaban bajando por entre mis pechos y recorriendo mi abdomen. Él no podía apartar la mirada de mi cuerpo. Creo que es la primera vez que lo tengo tan concentrado en mí. Me está comenzando a gustar la atención.

Sin disimular ni un poco le lancé el resto de mi bebida sobre su suéter. Abrió los ojos como si me hubiera vuelto loca e hice una cara de sorpresa.

—Perdóname. Creo que lo mejor será que te lo quites—disfruté cada segundo de su espectáculo. Se sacó el suéter y se quedó sentado sin moverse, luciendo con orgullo su abdomen tonificado.

Caminé unos pasos y tomé la bolsa que estaba en el suelo. Volví a pararme frente a él y dejé la copa sobre la mesa, también puse la de él para que no se rompiera.

—Estira tus brazos.

—No...—le interrumpo antes de que se niegue.

—Hazlo ahora, es una orden—no pudo ocultar la sonrisa y eso me hizo aumentar la confianza.

Saqué lentamente el contenido de la bolsa y le mostré las esposas que había comprado especialmente para él. Me apresuré a esposarlo antes de que se negara o tomara el control de la situación. Me sorprende lo mucho que ha aguantado sin moverse.

—Hoy yo tendré el control—le dejo claro. Tenía miedo de su mirada. Estaba tan fija, tan fuerte, ¿en qué estará pensando?

—Siempre tienes el control sobre mí.

Mierda. Busquen un extintor y apáguenme.

Jamás creí que una situación cómo está me resultaría tan excitante. Soy una persona de cosas sencillas, en mi vida hubiera pensado que haría todo este juego previo para terminar teniendo relaciones.

Tratando de que mantenerme fíeme y no ablandarme bajo su mirada, saqué el frasco de algún aceite raro que había comprado.

—Estas muy tenso, creo que necesitas un masaje—subo a horcajadas sobre sus piernas. Se trata de acomodar como puede. Sonreí al ver sus manos sin moverse sobre sus piernas, a centímetros de mi zona íntima.

—Esto no ayuda.

—Déjame ayudarte entonces—llené mis manos de aceite y comencé a acariciar sus hombros. En mi vida había dado masajes, espero que el tutorial de YouTube sirva de algo.

Nam Joon cerró los ojos dejando caer su cabeza sobre el espaldar. No lo quería dormido. Me moví un poco como si me estuviera acomodando cuando en verdad estaba buscando que rozáramos. Abrió los ojos de repente y sonreí inocentemente.

Mis manos fueron bajando por sus brazos hasta sus manos. Una vez más subí a su pecho y esta vez me acerqué dejando mi rostro entre su cuello y hombro. Traté de mantener mi respiración tranquila, al soltar el aire él se movió incómodo. Fui dejando pequeños besos mientras a la vez masajeaba sus músculos. Esto me estaba gustando más de lo necesario.

Estaba tan metida en lo mío que no me di cuenta que con sus dedos estaba estimulándome sin apenas moverse. Baje lentamente mis manos hasta que aparté las suyas.

—Hiciste trampa—susurro sobre su cuello y suelta una sonrisa ronca—. Si tanto quieres eso.

No lo pensé mucho cuando me levanté y caminé hacia mi habitación. Tomé el dildo más pequeño y volví a la sala. Este tipo de cosas siempre me ha dado morbo, me parece raro que a alguien le pueda poner, pero creo que ahora lo entiendo más. Algunas situaciones te hacen cambiar totalmente de parecer. Me dejé caer a su lado y él bajó su mirada hacia mis manos.

—Ri Eun Yeong, no—sentencia con voz ronca. Jamás pensé que una voz ronca me pudiera poner tanto.

No necesitaba quitarme las bragas, desde el principio supe que el hoyo en ellas no estaba de adorno. Sin necesidad de lubricarme más, ya que mi prometido había hecho el trabajo por mí, introduje lentamente el aparato. Soltando suspiros y maldiciones comencé a disfrutar de la vibración. Nunca había usado uno, esta era mi primera vez y tenía público.

—Dios—susurro cuando a la vez comienzo a jugar con mi clitoris. Tenía los ojos completamente cerrados hasta que escuché un jadeo. Abrí lentamente los ojos y justo a mi lado estaba Kim Nam Joon masturbándose con los pantalones por las rodillas, no tengo ni idea de cómo pudo hacerlo tan rápido con las esposas aún puestas.

¿Es normal que esa imagen me ponga tanto?

Tampoco soy mucho de hacer estar cosas, pero la vista era como una invitación. Con cuidado y mis piernas temblando me bajé del sofá y gateé hasta quedar frente a las piernas del hombre en mi apartamento. Su mirada cayó sobre mis ojos y sin hablarnos, al instante de soltar su miembro yo lo cubrí con mi boca.

Darle placer a él y a la vez estarlo sintiendo yo, y no con sexo directo, se sentía demasiado bien, algo nuevo que definitivamente teníamos que probar.

Lo saqué de mi boca cuando sentí como el espasmo comenzaba a recorrer mi cuerpo. Rápido saqué el vibrador, no quería que el orgasmo me lo diera una maquina. Sin pedirle permiso me monté sobre sus piernas y abracé a su miembro con mi vagina.

—¿Cómo coño te sientes siempre tan jodidamente bien?—pregunta y suelta una pequeña risa cuando comienzo a moverme sin su ayuda. Tomé sus manos aún esposadas y las pasé por detrás de mi cabeza. Él las siguió bajando hasta dejarlas sobre mi trasero.

El hierro se estaba enterrando sobre mi piel ya que el trataba de ayudarme a moverme. El sudor estaba bajando por mi frente de lo rápido que trataba de ir. Estábamos respirando con dificultad y aún así la sonrisa en nuestros rostros no desaparecía.

—Estuve imaginando esto desde que me mandaste el mensaje—dice de repente.

Las cosquillas comienzan a llegar nuevamente y por primera vez en la noche lo besé en los labios. Con rudeza y posesión lo besaba y mordía. Él era mío y estaba bajo mi poder. Tiene que saberlo. Di unas dos estocadas más fuertes y él hizo el intento de separarse de mí.

—Vente...dentro—susurré sobre sus labios al comprender porqué me apartaba. Lo intento una vez más—. Vente dentro, por favor—supliqué y como si fuera una orden, el líquido caliente me inmundo. Pero no me bastó, yo seguí con mis movimientos ahora más calmados.

Comenzó a dejar besos sobre mi cuello que me hicieron detener un poco mis movimientos. Me estaba volviendo a encender justo cuando acababa de apagarme. Estuve un rato sin hacer nada, solo disfrutando de sus pequeñas caricias cuando de repente decidió hablar:

—Sé que acabas de darme el mejor sexo de mi vida, pero no te creas que no tendremos otra ronda en la que si te pueda tocar—no pude evitar reír y abrazarlo.

—Te amo—digo sin vergüenza alguna.

—Te amo—le doy un pequeño beso. Miré el frasco de condones detrás de mí.

—Creo que para el próximo si deberíamos usarlos.

____
Estaba descansando sobre el pecho de Nam Joon cuando decidí revisar mi celular. Tenía 23 llamadas perdidas de Ji Woon y dos mensajes. Fruncí el entrecejo sin comprender nada.

—Por favor dime que no
te has acostado con él.
10 p.m

Eran las 4 de la madrugada, claro que ya me había acostado con él. El otro mensaje era un link que me llevaba a una página web de revistas. El enunciado lo decía todo: El presidente Kim tendrá su primer nieto.

Me bastó con leer solo eso para que las lágrimas comenzaran a salir. No puedo creer que mi felicidad se acabe tan rápido. No puedo creer que esto haya pasado justo el día en el que decidí dejar de lado mi morbo solo porque me sentía en confianza con él.

—¿Estás llorando?—seguí leyendo la publicación. Era exactamente lo que prometía el enunciado. Lo habían publicado hace más de 8 horas y no me había dado cuenta. Fui una tonta por no revisar mis redes sociales en todo el día—. Oye—se levantó haciendo que yo también quedara sentada—. ¿Qué pasó?—tomó mi celular para ver lo mismo que yo—. Te juro que te lo iba a decir. Cuando dije que tenía que hablar contigo era sobre esto. Todo tiene una explicación.

—Preferiste follarme a contarme lo que estaba pasando con tu vida—digo sin mirarlo—. Preferiste disfrutar antes de romperme una vez más el corazón.

—Te juro que no es mío—comencé a reír por la estupidez tan grande que acaba de decir.

—¿Escuchaste lo que acabas de decir?—me atrevo a mirarlo a la cara—. Dime, ¿te acostaste con ella?—no me responde, trata de tocar mi rostro y lo alejo de mí—. ¡¿Te acóstate con ella?!—grito desesperada. Necesito que me lo diga. Necesito que me expliqué porqué siempre tiene que joderme mi felicidad.

—Fue cosa de una noche, ambos estábamos borrachos, nos calentamos...—lo interrumpí.

—Yo he estado borracha millones de veces y no por eso terminaba acostándome con el primero que pasara—me levanté de mi cama. No quiero verlo. Lo quiero lejos de mí—. Vete de mi casa, y está vez no vuelvas nunca más. ¡No te pienso permitir que me sigas haciendo daño!—grité mientras las lágrimas salían, y mi voz se escuchó lejana, como si la hubiera forzado mucho.

—Por favor, hablemos.

—¿Sobre cómo tuviste sexo con ella?

—No se compara en nada con lo que acabamos de tener—señala la puerta—. Lo nuestro es amor.

—Si tanto lo dices, eso significa que teníamos una relación, y me engañaste. ¡Y la embarazaste!—se levantó rápido de la cama y trató de rodearla para acercarse a mí.

—Aún no se ha hecho las pruebas en el hospital, las pruebas instantáneas pueden cometer un error—reí una vez más burlándome de él.

—¿Crees qué el problema es que la embrazaste? El problema es que me mentiste. ¡Me mentiste una vez más!

—Tienes que relajarte—me toma de mis brazos y lo alejo de un empujón.

—No me toques, me das asco—lo miré con repulsión. Y me dolió aún más que no tuviera que fingir la mirada. Todos mis sueños y expectativas junto a él se estaban volviendo una pesadilla.

—Cálmate. Hablaré con mi padre, le diré que me casaré contigo. Que te amo a ti. Que quiero estar junto a ti—una vez más trata de acercarse. No me pude aguantar y le pegué una cachetada. Me había dolido más a mí que a él. Ver mi mano marcada en su rostro me hizo llorar aún más.

Caí al suelo. Me sentía como si me estuvieran arrancando los órganos y estuvieran dejando mi corazón para último solo con el objetivo de torturarme. Como si mi propósito de vida fuera sufrir.

—Me mentiste—hablo susurrando, sabía que el me escuchaba—. Te acóstate con ella y no me dijiste. Me prometiste no hacerme daño nunca más. Me pediste matrimonio—agarro la cadena y la arranqué, no sé cómo pude hacerlo—. Me dijiste te amo cientos de veces—le lancé la cadena junto al anillo—. Vete.

—¿Qué pasó con lo de "no importa las veces que salga mal"?

Me cansé de que todo saliera mal. Voy a tener lo que quiero contigo, pero con alguien más—solo dije lo último para vengarme. Quería que el sintiera cuanto dolía que te cambiaran por otro. Que te hagan sufrir.

—No te mientas.

—Yo no hago eso, ese es tu trabajo—limpié mis lágrimas con rabia. Ya había dado suficiente pena por hoy. Estaba lista para echarlo cuando me vino una pregunta a la mente—. ¿Me pediste matrimonio antes o después de acostarte con ella?—se quedó callado unos segundos—. ¿Fue después?—levanté mi cabeza para verlo a los ojos. Quiero que me diga a la cara que me pidió matrimonio justo después de revolcarse con otra.

—Fue después, pero ya yo tenía pensado hacerlo. Siempre te dije que quería casarme contigo—me levanté del suelo.

—¡Me pediste matrimonio para tener limpia tu consciencia!—le grito. Esta vez no permitiría que siguieran saliendo lágrimas. Terminaría esta discusión sin darle el privilegio de seguir viéndome llorar.

—¡No es así!—vuelve a acercarse y esta vez le lance una patada en el estómago para empujarlo. Abrió los ojos sin entender lo que había pasado. Ni yo entendía porqué me había puesto agresiva.

—Te dije que no me tocaras—hablo entre dientes aguantando la rabia. Quería seguir golpeándolo y hacerle sentir lo mismo que estoy sintiendo yo.

—Tienes que calmarte.

—¡Tú no me mandas a calmar! ¡Todas las cosas que hiciste siempre fue para mantenerme amarrada a ti! ¡Solo te importaba cuando te dabas cuenta de que me estabas perdiendo!—comienzo a caminar de un lado a otro como si eso me ayudara a contener mi enojo.

—Estás malinterpretando todo, lo que he hecho siempre ha sido porque te amo—comencé a reír como si me hubiera contado el mejor chiste del mundo.

—Cuando amas algo lo cuidas, lo pones en un pedestal y lo admiras. Das tu vida por él y matas al que le haga daño—detengo mi caminata—. ¿Acaso te vas a matar a ti mismo por hacerme daño?—lo miro lentamente.

—He cometido mis errores, ¿pero quién no? ¡Tú te acostaste con Hoseok!—abro mucho los ojos al escuchar lo que me había dicho.

—¡No compares! ¡Estaba soltera y tú de luna de miel! ¡No me quedaría llorando por ti!

—¡Si tanto me amabas no lo hubieras hecho!—grita. Incluso escupió un poco al hablar por la rabia.

—Pues supongo que ninguno de los dos nos amamos—guardó silencio sin saber que decir. Solo nos mirábamos a los ojos. La vena sobre su frente estaba haciendo acto de presencia del enojo que tenía. Sus ojos aguados como si estuviera a punto de llorar. Su nariz anchada por las respiraciones pesadas. No podía seguir mirándole mucho tiempo sin llorar.

~Recoge tus cosas y vete. No volveré a repetírtelo. Si cuando salga del baño sigues estando aquí, llamaré a la policía.

—Eun Yeong—comencé a caminar sin mirar atrás—. Por favor—lo ignoré y seguí—. Princesa—le cerré la puerta en la cara y pasé el seguro.

Estuve un rato en silencio, escuchando todos los ruidos de mi exterior. Escuchar el tirón que le dio a la puerta fue como mi señal de que ahora podía romperme.

Me pegué a la pared y arrastrándome por ella llegué al suelo. Comencé a llorar. Abracé mis piernas y puse mi cabeza sobre mis rodillas.

Mis ojos ardían y mi nariz no paraba de soltar mocos. Esto se siente peor que la última vez. Se siente como el final de lo nuestro. Se siente como el final de mi vida.

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