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40

Ji Woon salió del probador luciendo un vestido blanco apretado con una sonrisa. Hice una mueca al ver como se le marcaba demasiado la ropa interior.

—¿No te gusta como me queda?—pregunta al ver mi expresión—. ¿Crees qué no le gustará a mi cita?

—Creo que le gustará demasiado—señalé su trasero y corrió a mirarse al espejo. Me miró con los ojos abiertos a más no poder.

—Definitivamente este no es el indicado—reí de acuerdo con ella. Volvió a entrar al probador— ¿Quieres comprar algo para sorprender a Kim? Seguro ya están al entrar a la monotonía—rodé los ojos ya que ella no me podía ver.

—Yo no soy como tú, no me aburro de todos—contraataco.

—Pero él si se puede aburrir de ti—rio por la tontería que acaba de decir. Miré el anillo colgando de mi cuello, definitivamente no se estaba aburriendo de mí.

—No me importa—ella abre la cortina de repente y hace una pose exagerada en la que se le notan mejor las caderas. Un vestido negro deslumbrante perfectamente acomodado a su cuerpo, ese es—. Es el vestido—le digo con una sonrisa.

—Lo sé—volvió a encerrarse en el pequeño probador.

Unos segundos después salió con una sonrisa y el vestido en la mano.

—¿Puedes ir pagándolo por mi? Iré a buscar unos zapatos—me entrega el vestido y su tarjeta de crédito de la cual no sabía el código. Fruncí el entrecejo al ver hacia donde se dirigía. Esa chica ha crecido mucho desde que nos conocimos.

Hice la cola por ella y al llegar a la caja la odié por dejarme sola, tendría que pagar con mi tarjeta. Cuando estaba a punto de sacarla ella llega corriendo y pone sobre el mostrador unos tacones rojos puntiagudos.

—Yo pago, puedes salir—asentí dejándola sola con sus compras. La esperaría fuera de la tienda.

Finalmente Ji Woon salió con dos bolsas en sus manos. Estira hacia mí la mano con la que agarraba la bolsa pequeña. La miré sin entender.

—Es un regalo—lo tomé asustada por el contenido. Sabrá Dios que habrá comprado esa loca cuando me fui.

—No tenías que darme nada.

—Es por tu compromiso—me da una sonrisa de labios cerrados, no se veía alegre. Mis cabellos se pusieron de punta y mi boca no pudo estar más abierta.

—¿Cómo... cómo lo sabes?—tartamudeé.

—Llevas el anillo colgando en el cuello. Si querías que no se dieran cuenta lo hubieras guardado bajo el colchón—engancha su brazo en el mío y me obliga a caminar—. ¿No vas a mirar el contenido?

—¿No te molesta que haya aceptado?—tenía la cabeza agachada de la vergüenza. No quería que mi mejor amiga se enterara así.

—Ya una vez discutimos sobre él. No volveré a faltarte el respeto o gritarte. Si tú eres feliz, yo soy feliz. Eres mi mejor amiga, mi deber es estar feliz cuando tengas pareja y criticarlo cuando se dejen—reí por eso. Le di un abrazo rápido tomándola desprevenida. Estaba feliz de poder compartir esto con alguien.

—Espero que no tengas que volver a criticarlo—digo con una sonrisa.

—Yo también lo espero—asiento feliz de su reacción—. ¡Ahora abre el regalo!—grita tomándome por sorpresa y me suelto de su agarre para poder abrir la bolsa.

Al ver el color rojo en el fondo suspiré con pesar. Lo tomé con la punta de mis dedos como si tuviera alguna enfermedad y negué lentamente mi cabeza. Era un conjunto de ropa interior rojo con más hoyos de los necesarios.

—¡Felicidades!—grita aplaudiendo.

—¿En qué momento creciste?—pregunto confundida—. ¿En qué momento dejaste de ser la adorable chica de 18 años?

—Creció. ¿Crees que le guste?—cambió de tema señalando con su dedo índice el conjunto del demonio.

—¿A quién?—pregunto sin entender.

—A Nam Joon, ¿a quién más?

—No sé, igual no lo verá—subo los hombros restándole importancia.

—¡Claro que lo verá!—grita y las personas a nuestro alrededor se nos quedan viendo.

—Hoy andas muy gritona.

—¿Hoy se verán?—pregunta ignorándome. Volvimos a comenzar a caminar.

—Dijo que posiblemente iría hoy a la casa.

—Perfecto—me quitó la cartera que tenía colgando de mi brazo. Comenzó a buscar algo dentro y fruncí el entrecejo sin entender nada. Sacó mi celular y me lo entregó—. Pregúntale si ira.

—Ya te dije qué tal vez si vaya.

—Quiero una respuesta segura—tomé el celular con pesar, busqué su chat y comencé a escribir.

—¿Vendrás esta noche?
3:15 p.m

Sí, quiero hablar contigo.
3:16 p.m

—Dijo que sí—sonreí y ella no contenta con mi respuesta me arrebata el celular de la mano.

—¿Qué haces?—pregunto al ver que mueve sus dedos como si estuviera escribiendo. Cuando termina me lo entrega mostrándome lo que acababa de hacer.

—Nos vemos más tarde.
Hoy acabaré contigo.
3:16p.m

—¡¿Por qué hiciste eso?!—grito horrorizada—. Él sabe que no digo esas cosas.

—Tienes que ponerle más sazón a tu vida. Él debe saber que estás feliz por el compromiso.

—No sabes lo que hacemos a puertas cerradas—me cruzo de brazos molesta por su comportamientos

—¿Hace cuanto no tienen una sección de sexo interesante?—me quedé pensando y no tuve que responderle para que supiera la respuesta—. Eso pensé. Al inicio todo es sobre desafiarse y hacerlo en lugares prohibidos. Luego se quedan en la aburrida cama.

—¿Cómo sabes más que yo sobre esto?

—Supongo que aprendes mucho sobre relaciones estando en una. Aunque solo durara un año—asentí.

Mi celular vibró y miré con miedo a mi amiga.

—Revisa—dijo al ver que no me movía. Miré la pantalla y leí el mensaje sin desbloquear el celular.

—Algo me dice que yo
seré el que te hará acabar.
3:20 p.m

Ji Woon me arrancó el teléfono de la mano una vez más y me miró con una sonrisa al leer lo mismo que yo.

—Ya sé en que emplearemos la tarde.

Esa chica me obligó a ir a un sex shop y comprar cosas que en mi vida pensé que necesitaría. Incluso me obligó a ir a una lugar donde depilaban, no hay una parte de mi cuerpo con pelo, a excepción de mi cabeza y mis cejas.

—¿Tienes todo listo?—asiento aunque no pueda verme. Ni siquiera me dejaba tranquila a kilómetros de distancia.

—Todo listo—miré mi sala repleta de velas encendidas y pétalos. Me ruboricé con solo ver la cantidad de condones que habían sobre la pequeña mesa frente al sofá. ¿Acaso Ji Woon cree que tendré una orgía?

—¿Pensaste sobre lo que te dije?

—Te dije que no vería porno—protesté.

—No habló sobre eso. Digo lo otro—entré a mi habitación y miré con odio los tres consoladores de diferentes tamaños que estaban sobre mi cama.

—También te dije que no me masturbaría frente a alguien.

—Sosa—protesta y sonrío por poder tener estas conversaciones con ella. Aunque sea una cosa rara y fuera de común, significaba que estábamos bien. No más enojos o gritos, solo dos mejores amigas organizando una velada romántica para una de ellas—. Y recuerda, no es una velada romántica. Es una noche de pasión y locura—bufo con pesar.

Siempre fastidiando todo.

—¿Ya estás vestida?

Abrí un poco la gabardina dejando ver los pequeños trozos de tela. Ni siquiera cubría bien mis pezones, todas mis partes se podían ver casi en 3D. Esto no se puede llamar ropa interior.

—Si a esto le llamas ropa, sí estoy vestida.

—Perfecto—le escucho aplaudir—. Suerte—finalizamos la llamada a la vez.

No tengo idea de donde estoy sacando las fuerzas para hacer esto. Tratando de sacar la poca seguridad que tenía, dejé caer la gabardina. Escuché la puerta abrirse y casi me arrepiento de lo que estaba haciendo.

—¿Princesa?

No podía dar vuelta atrás, era ahora o nunca.

—¿Estás aquí?

Tratando de ser sexy caminé hasta la puerta y me arrecosté a ella. Tomando los consejos de mi amiga, me crucé de piernas para que mis caderas se marcaran aún más. Me mantuve seria ante su mirada. No tenía ninguna expresión en su rostro. Pero no bajé la cabeza decepcionada pues el bulto en sus pantalones se veía bien.

Por favor, no tropieces con los tacones.

—¿Algo que decir?—me animé a hablar. Debía mantener firme mi voz.

—Ya sabes lo que dicen, las palabras se las lleva el viento, mejor déjame actuar—trata de caminar hacia mí y levanto la mano en señal de que se detenga.

—No tienes permiso para tocarme—hasta yo me lo creí.

—Creo que tu superior soy yo—aguanta la sonrisa.

—No le di permiso para hablar—comienzo a caminar a paso firme contoneando mis caderas. Llegué a él y aguantando las ganas de besarlo, acaricié su pecho delicadamente y luego lo rodeé pasando mi mano por su cuerpo—. No te agradecí como se debe.

—No tienes nada que agradecerme—lo lancé al sofá tomándolo por sorpresa.

—No te dije que hablaras.

¡Esto está pasando!

Le di la espalda para coger la botella de vino que estaba sobre la mesa. Juraría que lo sentí mirarme el trasero cuando me encorvé para servir el líquido en las copas.

—Se vale ver, pero no tocar—me atreví a decir y recibí una carcajada de su parte.

—¿Cuándo te volviste tan atrevida?

—Algunas veces en la vida uno tiene que tomar la iniciativa—le brindé la copa y justo cuando iba a beberla me senté sobre sus piernas. Se quedó paralizado con la copa a milímetros de sus labios. Yo por mi parte si bebí de la mía y luego pasé mi lengua sobre mis labios para saborear lo que cayó sobre ellos. Él me miraba, atento a todos mis movimientos.

~¿Qué es lo que querías hablar conmigo?

—Ahora mismo quiero hacerte de todo menos hablarte—trató de poner su mano sobre mi cintura y le di un manotazo para alejarla.

—No puedes tocar—le volví a repetir.

—Tampoco podía hablar y mírame hacerlo—me acomodé sobre sus piernas sintiendo su miembro debajo. Mi mano fue al final de su suéter y lo fui subiendo poco a poco acariciando a la vez su abdomen.

—Descuida, pronto te mantendré lo suficientemente ocupado como para que dejes de hablar.







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Lo público a esta hora para que nadie lo lea😂.

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