29
—Vete de mi casa—digo luego de pensarlo por un rato. No puedo seguir haciéndome daño a mi misma.
—Hablemos mejor.
—¿Sobre qué? ¡¿Sobre el vestido que va a usar?!—pregunto con ironía subiendo la voz—. No seas ridículo y lárgate de mi casa ahora mismo.
—Eun Yeong—susurra y me levanto de la cama. Salí de mi cuarto sin importarme las caras que estaba poniendo. Me costaba trabajo caminar, pero la rabia me hacía ser más fuerte. No pienso seguir un segundo más con él. No cuando se va a casar—. ¡Son cosas de mi padre!—lo escuché gritar y rodé los ojos.
—¡Tu padre no te está amenazando con una pistola en la cabeza!—le grito de vuelta. Con rabia cogí una botella del refrigerador y comencé a beber.
—Ya has tomado mucho—se atreve a decirme cuando me ve.
—¿Y quién eres tú para decirme que hacer?—se trata de acercar, pero levanto mi mano deteniéndolo—. Te he creído muchas cosas, demasiadas. Si fueras otra persona ya lo habría mandado al demonio—sonrío sin ganas—. Pero a ti te creí cada promesa que hiciste. Dijiste que no me merecía que me trataran como un polvo de una noche. ¡Y tú lo hiciste!
—Eso no es lo que significas para mí—niego con la cabeza.
—¿Alguna vez sentiste algo por ella?—entrecierro un poco los ojos—. Contéstame—exijo cuando noto que no va a hablar más.
—Son muchos años, puede que...—lo interrumpí con una risa y comencé a beber de la botella.
—Siempre fui una ilusa.
—Las cosas no son así—abro mucho los ojos.
—¿Y tienes la vergüenza de seguir negándolo?—con fuerza dejo la botella sobre la meseta—. Te vas a casar con tu supuesta ex. Te quedaste dos semanas conmigo diciéndome te quieros a cada minuto. Me prometiste que no me harías daño. ¡Eres un mentiroso!—la vena en su frente estaba creciendo, se está enojando. No me importa, yo estoy aún más enojada.
—Sabes que todo es un contrato...—lo vuelvo a interrumpir.
—Si fuera un puto contrato ya estarías buscando la forma de cancelarlo. Pero no lo haces porque ella es la que en verdad quieres.
—No hables sin saber.
—Vete de mi casa, por favor. Necesito pensar.
—Déjame ayudarte.
—Tu presencia solo me dará más jaqueca—lo miro con odio—. De tanto alcohol me cuesta trabajo mantenerme de pie y mi cabeza duele como si la estuvieran martillando. Y tú haces que todo eso aumente.
—Me iré, pero vamos a resolver esto.
—No hay nada que resolver—susurro con pesar, me duele tener razón.
—Te juro que arreglaremos esto—la vena comienza a pasar más desapercibida.
—No sigas prometiéndome cosas, Nam Joon. No sabes cuánto me duele que no las cumplas—le paso por al lado con cuidado de no rozar con él. Me detuve un segundo para tomar aire—. Cierra la puerta al salir—digo sin mirarlo. Sigo mi camino hasta mi habitación y le doy un tirón a la puerta.
Comencé a llorar, no sabía que tenía ganas de hacerlo. Jamás creí que algo así me podría pasar a mí. Parece irreal esta situación.
En los dos días que pasaron me sentí como cuando él estaba en el Norte. Lo peor de todo es que ahora la distancia no era física. Lo veía cada día y trataba de ignorar sus miradas. Kyung Jiyu comenzó a visitarlo, siempre traía una sonrisa de oreja a oreja.
Tocaron mi puerta y fui a abrirla, no había nadie, miré el suelo y tomé la carta que estaba en el. Con el ceño fruncido la abrí. Mis ojos comenzaron a cristalizarse, ¿cómo podía tener la cara tan dura?
La invitación es blanca con adornos en dorados. Sus nombres estaban en grande encerrados en un corazón, algo cutre a mi parecer. ¿Quién le dijo a la invitación que quería acompañar a la linda pareja en el día más importante de su vida?
Traté de aguantar las ganas de romper la tarjeta, tampoco se la voy a entregar en trocitos para que no entienda que le estoy tirando. Sin importarme si cerré la puerta de mi habitación o no, salí de mi edificio y fui hasta el central, donde estaba su oficina.
No pienso aguantar esta humillación, me parece muy mal de su parte que me invite a su estúpida boda. Abrí la puerta tan fuerte que chocó contra la pared. Él estaba sentado tras su escritorio como siempre, solo que esta vez estaba acompañado por su futura esposa.
—Hola Eun Yeong—saluda con una sonrisa la pelirroja. La miré con asco y me centré en Nam Joon.
—¿Me dejas a solas con tu novio?—pregunto. Él tenía el ceño fruncido, miró el papel que tenía en mi mano y luego volvió a mi rostro.
—Claro—sin decir nada más se fue de la oficina. Menos mal que aceptó, porque con la rabia que tengo podía haberle dicho las verdades a su novio frente a ella, sin pensar en las consecuencias.
Caminé hacia el escritorio y le tiré la invitación logrando pegarle en el pecho, la tomó y por unos segundos mantuvo la vista en ella.
—¿Cómo tienes esto?
—Las preguntas debería estar haciéndolas yo. ¿Cómo tienes la cara de invitarme?
—Yo no lo hice—dice tranquilo y me cruzo de brazos.
—¿Quién mas lo haría? ¿Tu linda prometida?—comienzo a mover mi pierna.
—Deberías ir—abrí mucho los ojos.
—¡¿Acaso perdiste la cabeza?!—comencé a gritar—. No pienso ir a ver como la besas y le dices que la amas.
—No le voy a decir que le amo.
—Kim, déjame en paz—pido en un susurro. Lo decía de verdad, la mayor parte de mi cuerpo quería que él siguiera intentando convencerme, pero la parte cuerda lo quería lo más lejos posible. Y por esta vez pienso hacerle caso a la que tiene la razón.
—No me pidas eso—se levanta de su asiento y rodea el escritorio para estar más cerca de mí—. Por favor ve, te necesito.
—Y yo necesito que no te cases con ella.
—No hablaré sobre ese tema otra vez si no me piensas entender.
—Entonces no me pidas cosas tan tontas como que vaya—trata de acercarse, pero una vez más pongo el muro imaginario entre nosotros.
—Por favor—me toma la mano y pone la tarjeta en ella. Me lo pensé dos veces antes de aceptarla. Solo acepté para no discutir más sobre el tema—. Te juro que yo no fui el que la envío—asentí en respuesta.
____
—Como tu mejor amiga diré que no me parece muy buena idea que vayas, porque te va a doler—sube un poco la voz para que pueda escucharla desde el probador—. Pero como...tú mejor amiga también—sonreí—, me parece tremenda idea, así verá que no te duele.
—Pero si me duele—le recuerdo. Me giré para verme frente al espejo. El vestido era de color crema, o algo así. Tenía un refajo sencillo y por encima una tela transparente con bordados, manga larga y unos dedos por debajo de la rodilla. Abrí la cortina del probador para que Ji Woon me pudiera ver—. Siento que estoy exagerada, todos me mirarán.
—¡Estás hermosa!—grita eufórica—. Y claro que te mirarán, eso es lo que queremos. Además, estaré ahí para espantarte a los que se quieran sobrepasar.
—Se supone que deben mirar a la novia—volví a verme en el espejo.
—No, se supone que él debe arrepentirse por su decisión—camina hacia mí deteniéndose a mi lado.
—No es la razón por la que voy.
—Está bien que me trates de mentir, pero no te mientas a ti misma—me da un abrazo corto de lado—. Estás bellísima.
—Tú vestido también está hermoso—le recuerdo la existencia de su vestido azul claro, largo, con una abertura en la pierna. Le queda que parece una diosa griega.
—Deslumbraremos a todos—ríe emocionada y aplaude sacándome una sonrisa.
____
—No puedo hacer esto—digo mirando la iglesia frente a mí—. No quiero ser masoquista. No soy masoquista. ¿Soy masoquista?—hablo rápido y Ji Woon me toma de la mano.
—No eres masoquista, si no te sientes bien solo dilo y nos iremos.
—No me siento bien—suelto sin pensar.
—Perfecto—me da un tirón y me lleva en dirección a las escaleras. Antes de bajarlas me detengo para pensarlo mejor.
—Creo que...—el presidente estaba subiendo las escaleras de la mano de su esposa. Unió sus ojos con los míos y sonrió. Traté de no rodar los ojos. Se detiene a mi lado y la mujer me mira sin comprender nada.
—Me alegra que aceptaras mi invitación—sin decir nada más, sigue su camino. La sangre comenzó a hervirme.
¡Fue ese desgraciado!
Mi agarre en la mano de Ji Woon aumentó, ella me soltó rápido con un chillido.
—¡Eso duele!—protesta.
—El presidente Kim fue quien me envió la invitación—le explico para que entienda mi reacción.
—¡Ese maldito!—grita y se gira para ir en su búsqueda. La agarré de los hombros.
—No seas tonta, te pueden quitar tu puesto o hacerte algo peor.
—No me importa, nadie se mete con mi amiga—ruedo los ojos.
—Da igual. Si fuera por eso tendrías que discutir con todos los Kim.
—¿Qué te hace creer que no discutí ya con Kim Nam Joon?—fruncí el entrecejo ante su pregunta. ¿En qué momento sucedió que no me enteré?
Los invitados seguían llegando y me llamó la atención uno en particular. El novio. Ji Woon me dejó ir al entender lo que pensaba hacer, caminé hacia él. Estaba al borde de las escaleras con su vista fija en la calle. Me detuve a su lado y él aún no había notado mi presencia.
—¿Listo para el gran si?—trato de bromear.
—Viniste—responde sin verme.
—No sé que trato de lograr—suelto una carcajada sin gracia.
—Tal vez quieres gritar "Yo me opongo"—ruedo los ojos.
—No pienso caer tan bajo, si tú no piensas tomar tus propias decisiones yo no tengo porqué obligarte—se gira hacia mí. Me recorrió con su vista de arriba abajo y terminó con una sonrisa. Sentí como mis mejillas comenzaban a sonrojarse. No puedo ignorar lo que siento de él.
—Eun Yeong—suelto un suspiro.
—Deja de decir mi nombre si después te vas a quedar callado.
—Quiero decirte tantas cosas que no sé ni por donde empezar—toma mi mano entrelazando nuestros dedos. Comienza a hacer círculos sobre la palma. Sonreí por esa acción, extrañaba sus caricias.
—Te lo haré más fácil. Tienes dos caminos, si subes esas escaleras—señalo las que están detrás de nosotros—, tienes un matrimonio arreglado, el éxito seguro, dinero y el apoyo de tu padre...—guardo silencio, es obvio lo que escogerá.
—¿Y la otra?—pregunta con un toque de esperanza.
—Si cruzas la calle tomado de mi mano—el tono de mi voz iba bajando—, me tienes a mí—me limpio la lágrima antes de que salga—, los gritos de decepción de tu padre y un futuro incierto. Emocionante, ¿no?—traté de reír. No tengo mucho para brindarle, y siento que yo no soy suficiente para hacerle dejar todo a un lado. Quisiera creer que lo que siente por mí es lo suficientemente grande como para hacerle elegir la segunda opción.
—Yo...—se queda callado y no necesitaba más nada. Ya sabía su decisión.
—No me respondas, solo camina—asintió lentamente. Acercó su rostro al mío y posa sus labios sobre mi frente. Cerré los ojos, sentí como dos lagrimas recorrían mis mejillas. Ese simple roce estaba haciéndome sentir demasiadas cosas, me hizo recordar todo lo que sentía por él. Esta situación es tan dura y ya no tengo ni idea de cómo afrontarla.
Al abrir los ojos antes de que se separara vi una lágrima en su rostro. Se separó y se limpió con la mano que tenía unida a la mía~. Yo te amo—digo como último recurso para recuperarlo. Tenía que admitirlo, quería admitirlo, estaba preparada para hacerlo.
—Yo también te amo—dice soltando mi mano y poniendo un pie en la escalera.
—No lo suficiente—susurro antes de ver como subía sin mirar atrás—. Es increíble cómo me hiciste amarte para luego enseñarme de la forma más dañina que debo amarme primero a mi misma—no sé ni porqué seguía hablando.
Porque soy estúpida.
Esa es la respuesta.
—Deja de decir tonterías—se detuvo sin mirar detrás.
—¡La escogiste a ella!—personas seguían pasando por nuestro lado. No quiero escuchar los chismes después.
—¡No la estoy escogiendo a ella!—grita con rabia girándose.
—¿Qué tiene ella?—abre la boca y la vuelve a cerrar.
—¡Nada!—vuelve a gritar y la vena en su frente vuelve a salir.
—¡¿Entonces?!
—¡No te compares!
—¡Claro que no nos puedo comparar! ¡De ella te enamoraste, conmigo jugaste!—las lágrimas bajaron, mis ojos ardían y sentía el maquillaje destrozándose. Mi peor error fue enamorarme de un hombre que no estaba dispuesto a hacer todo por mí.
—No tienes idea de lo duro que está siendo esto para mí—pasa su mano por su cabello frustrado. Veo como sus ojos comienzan a cristalizarse.
—Es a mí la que estás dejando de lado.
—Que no me entiendas hace que me sienta peor.
—¡Me es imposible entenderte!—vuelvo a gritar.
—¡Basta!—grita con fuerza y veo unas lágrimas salir—. Basta—dice mas calmado antes de seguir su caminata por las escaleras.
Mierda.
—¡¿Qué sucedió?!—odié que gritara, ahora sentía como todos tenían su vista sobre nosotras. Tomé asiento entre ella y una señora.
—Le hablé—susurro como si no fuera obvio.
—Eso lo sé, te vi—dice con obviedad.
—No me escogió a mí—las lágrimas comenzaban a acumularse nuevamente.
—Eun Yeong, tu maquillaje es un desastre, ni se te ocurra llorar una vez más—exige con la mirada—. Trataré de arreglarlo—saca las cosas de su bolso y mientras me dice palabras para reconfortarme arregla mi maquillaje.
—Kim Nam Joon siempre hace lo que dice su padre—la señora de mi lado habló de repente.
—¿Perdón?—Ji Woon y yo preguntamos a la vez.
—Perdóname por entrometerme. Solo que no puedo quedarme callada—se acomoda para vernos de frente—. Mi querido Nam Joon ni siquiera quería estar en el ejercito, quería ser artista—sonríe y frunzo el entrecejo.
—El ama la pintura—asiente.
—No llores por cosas que no valen la pena. Si es para ti volverá en el momento adecuado.
—No creo que esta sea una historia de esas de "eres la persona correcta en el momento equivocado"—Ji Woon asiente dándome la razón.
—No es lo que quiero decir. Tal vez no sabe como afrontar la situación, estará buscando el momento adecuado para explotar contra su padre y hacer lo que quiera.
—¿Por qué habla sobre esto con tanta seguridad?
—Porque soy su tía y conozco a mi familia—levanté una ceja. ¿Y por qué me cuenta esto a mí?—. Dale tiempo.
—Se va a casar con otra—señalo el altar donde estaba el chico.
—Tiene que cometer errores para crecer. ¿Estás dispuesta a esperar?
—Tiene 30 años, ya debería haber madurado—Ji Woon se me adelanta.
—Es tu decisión—me mira a mí.
—Su decisión fue no escogerme a mí.
—¿Y por eso tu deberías hacer lo mismo?
—Señora no trate de marearme, él no me escogió, yo no tengo porqué esperarlo—la miro como si estuviera hablando boberías.
—Ambos se arrepentirán.
Nos volvimos a centrar en el frente cuando la marcha nupcial comenzó a sonar. ¿Por qué sigo aquí?
_____
Vestido usado por Eun Yeong, para que lo visualicen mejor.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro