21
Un fin de semana agotador, la verdad, no me sorprenda que haya sido así. Finalmente mi departamento estaba perfectamente ordenado, mi ropa limpia y los soldados temiéndome más que nunca.
Hoy estaba más que preparada para recibir a mi nuevo integrante, y al mejor amigo que necesito a mi lado. Se está demorando más de lo pensado, tengo que hablarle sobre la puntualidad.
—¿Emocionada?—miré a Hoseok a mi lado, se había dignado a hablar después de unos minutos en silencio. Todas las personas de la base estaban en lo suyo, mientras que Hoseok y yo estamos esperando a un chico casi en la entrada del lugar.
—Hace unos cuantos meses no le veo. Quiero abrazarlo—respondo—. Además, que esta espera me desespera.
—Me pasa lo mismo—sonríe.
—Gracias por hacerme compañía.
—No tenía nada más interesante que hacer, no tienes que agradecer—le resta importancia a su acción. La verdad es que significa mucho que me quiera hacer compañía sin importarle los silencios aburridos.
—Si tú lo dices—comienzo a mover mis piernas para mantenerme enfocada en algo.
—¿Y si le llamas? Tal vez pasó algo—abro muchos los ojos al exagerar en mi cabeza ese "tal vez le pasó algo". Rápido tomé mi celular y le marqué, casi al instante respondió, finalmente volví a respirar.
—¿Dónde estás?
—Viendo desde una ventanilla a una linda chica que no para de mover las piernas—giré mi cabeza hacia al frente y no pude ocultar la sonrisa que puse en mi cara cuando lo vi en el auto a tres metros de mí. Bajó su celular y sale del auto.
—Te demoraste demasiado—le regaño.
—Deja de tartar de empezar discusiones y abraza a tu hermano—abre los brazos mientras camina hacia mí.
—No es mi hermano—le digo a Hoseok para evitar confusiones. Luego me permití correr hacia mi mejor amigo y así darle un buen abrazo.
—Necesitaba mucho esto—susurra cerca de mi oído. Es obvio que lo dice por todo lo sucedido con Ji Woon.
—Lamento no haber estado antes.
—No es tu culpa no saber lo que estaba sucediendo—lo apreté un poco más. Luego de unos segundos nos separamos y caminamos hacia Hoseok.
—Jeon JungKook, Jung Hoseok—les presento señalando a cada uno—. Pueden hacerse amigos ya—sonrío y ambos inclinan su torso en forma de saludo.
—Un placer—habla el menor.
—Es todo mío, me han hablado muchísimo sobre ti.
—Culpable—digo emocionada levantando la mano.
—Espero que cosas buenas—me mira amenazadoramente.
—No responderé—reí.
Hoseok pasó gran parte de la tarde junto a nosotros, me ayudó a mostrarle toda la base a JungKook y además se hicieron amigos, o eso espero. Luego notó que sobraba y que mi amigo y yo debíamos tener una conversación seria, se marchó con una sonrisa.
Ahora estábamos en mi habitación sentados en la cama uno al frente del otro. Llevo esperando dos minutos a que el empiece a hablar.
—Las discusiones comenzaron cuando empezó a decir que no le gustaba mis bromas—fruncí el entrecejo. Ji Woon siempre se reí con JungKook—. Le preguntaba porqué me lo decía después de años aguantándome. Debí suponer que no le gustaban porque me odiaba.
—Ella no te odia—le contradigo rápidamente. Ji Woon no me ha dicho que no lo odia, pero tampoco que lo hace.
—Pero tampoco me ama—tiene razón, no puedo decir nada—. Traté de arreglarlo teniendo citas inesperadas y detalles que cualquier chica amaría, pero ella solo seguía mirándome con disgusto. No tienes idea de cuanto duele ver como la persona que amas se va desenamorando de ti.
—Lo siento mucho—tomo su mano para así reconfortarle un poco.
—No es tu culpa—mi celular comienza a sonar, ruedo los ojos y sigo atendiendo a mi amigo—. Contesta, puede ser importante.
—Tú lo eres más—él sonríe negando con la cabeza. Mi celular deja de soñar y ahora suelta un pitido que indica que me enviaron un mensaje.
—Al menos revisa eso—le hice caso solo por la intriga. Saqué el celular de mi bolsillo y lo abrí sin fijarme en quien fue.
Don Mandón:
Te recojo a las 8.
Abrígate bien y espero
que te llenes el estómago
en el comedor, porque no
iremos a ningún restaurante.
7:23 p.m
Fruncí el entrecejo. Mientras más lo leo, más me confundo.
—Si tienes que irte no pasa nada.
¿Qué hago? ¿Me quedó consolando a mi amigo o me voy con el chico con el que tengo algo raro? No, no soy así de mala amiga. Obviamente me quedo. Iba a responderle con un "No estoy interesada, tal vez otro día", cuando JungKook me arrebata el aparato de las manos.
Por favor, que no lea.
Obviamente, hace todo lo contrario.
—"Don Mandón" quiere que salgas con él—dice con burla.
Punto para mí por no poner su nombre.
—Estoy aquí contigo—tomo de vuelta mi celular.
—Yo estoy aquí todos los días. Además, te viene bien, porque ya cenaste conmigo. Le puedes hacer caso—sonríe.
—No lo sé. Sería muy mal amiga.
—Que mi situación amorosa sea una mierda no significa que la tuya también tenga que serlo. Solo te diré algo, no me gusta que sea tan mandón—reí.
—No lo es tanto ya—sonrío como estupida.
—No te enamores tan rápido—ruedo los ojos.
—Eso es como decirme todo lo contrario—se levanta y camina hacia mí para dejarme un beso en la frente.
—Pásalo bien.
—¡No prometo nada!—grito antes de que cierre la puerta.
Alguien tiene que enseñarle a Kim Nam Joon que no siempre haré lo que le dé la gana. Pero esta vez no seré yo, estoy interesada, quiero saber a donde me llevará.
Siguiendo sus "órdenes", me vestí con un pantalón holgado y una enguatada, llevaré un abrigo largo por si tengo frio más tarde.
A las 8 en punto mi celular comenzó a sonar, pero solo era un mensaje nuevo.
Don Mandón:
Ve a la entrada y
sube a mi auto.
8:00 p.m
No me gusta para nada que esto sea así, pero ya no hay nada que hacerle. Tomé mi bolsa e hice lo que decía el mensaje. Su auto estaba frente a la puerta principal. La puerta se abrió desde adentro dejándome verle, demasiado abrigado, quiero creer que exagera.
—¿A dónde iremos? ¿Al Polo Norte?—bromeo subiendo al auto.
—Si tienes frío más tarde no pienso darte mi chaqueta.
—Traje algo por si acaso—muestro el abrigo que tenía colgado en mi brazo.
—Mujer precavida—y el viaje comienza sin decir una palabra más.
Aún no conozco muy bien esta ciudad, por lo tanto, si me está llevando directo a unos mafiosos para que me maten, no podré ni sospecharlo.
—¿A dónde vamos?—vuelvo a preguntar.
—Quiero hacer algo que nunca he hecho.
Eso no me relaja.
Unos minutos más tardes se detuvo frente a un centro comercial. ¿Qué es lo que nunca ha hecho? ¿Ir de compras?
El lugar es gigante, aquí dentro podría perderme fácilmente. Caminamos un largo rato hasta que llegamos al lugar del patín gigante con luces.
—No—lo miré queriendo creer que no me haría patinar sobre hielo.
—Será divertido—sonríe tomándome de la mano.
—No, no lo será. Mi hermano siempre trataba de enseñarme, pero nunca aprendí.
—Entonces supongo que tendremos que agarrarnos de la baranda—me jala y entramos al lugar. Al instante la temperatura cambió, podríamos estar perfectamente a 0ºC.
—Nam, hace frío.
—Pues ponte el abrigo—suelta mi mano para quitar el abrigo de mi brazo y lanzarmelo a la cabeza.
Mientras yo acomodaba mi abrigo y temblaba, mi acompañante mostraba las entradas y pedía el par de patines. Llegó a mi lado y me muestra los que se supone que serán los míos.
—¿Cómo sabes mi número?—pregunto al darme cuenta que son un 36 y medio.
—Puede que lo haya visto cuando busqué tu dirección.
—Me preocupa cuanta información tiene esas carpetas—nos sentamos en un banco para poder cambiarnos de calzado—. Ni siquiera se caminar con estas cosas, me voy a matar al instante en el que me pare.
—Podría cargarte estilo princesa, pero tengo miedo de que me grites.
—Ni lo intentes—lo advierto con la mirada.
Debo decir que tardé más de lo necesario en ponerme esas armas mortales en mis pies. No entiendo como alguien puede hacerlo rápido. Es algo incómodo y apretado. No me gusta el patinaje.
Dejé que él se levantara primero, que pruebe suerte y después me ayude a mi. Sin dificultad alguna recogió el calzado con el que llegamos y los guardó en una taquilla. Nuevamente volvió a mí y estira su mano.
—¿Confías en mí?
—No, Aladdin, no confío en ti, pero no me queda de otra—resignada tomé su mano mientras el reía y con su ayuda caminé hacia la zona rodeada de muros y cristal. Es más fácil de lo que recordaba.
—Ahora entraré yo primero, cuando pueda agarrarme bien de la baranda, entras tú—asiento de acuerdo con su plan. No me molesta verlo fracasar antes. En cuanto puso sus pies sobre el hielo comenzó a moverse de un lado a otro tratando de conseguir equilibrio.
Estoy entre reírme o ayudarle.
Muy tarde, cuando decidí entrar que ayudarle su trasero se estampó contra el duro hielo. Me miró amenazadoramente, obviamente no quería que me riera, algo imposible ya que cuando intentó levantarse terminó cayendo una vez más. Mis carcajadas lograron salir y se acercó el encargado de verificar que todas las personas estén bien luego de una caída, no tengo ni idea de como se les llama.
Ayudó a Nam Joon a levantarse y yo no paraba de reír. Lo ayudó a que llegara a la baranda.
—¿Me puede llevar al lado de él?—pregunto antes de que se marche. No pienso caerme como mi superior. Él chico aceptó con gusto y me llevó junto a mi acompañante. Temí por mi vida en el trayecto, pero el chico me sujetaba bien.
—¿Disfrutaste tocándole el pecho?—se burla por como vine casi encima del chico.
—¿Disfrutaste tu encuentro con el hielo?—solté nuevamente una carcajada.
—No te burles, mañana tendré un moretón.
—Pobrecito—hago un puchero y sin darme tiempo a reacción me roba un beso. Abrí mis ojos a más no poder—. No vuelvas a hacer eso, es de mala educación en público.
—Nadie está interesado en nosotros—verifico si tiene razón. Todos están patinando o hablando en las barandas como nosotros.
—Da igual—para terminar la conversación me atrevo a "patinar".
—Si te caes me pienso reír.
—No me caeré.
Efectivamente, tengo un don innato para el patinaje, no sé porqué no lo desarrollé antes. Vale, no mentiré. La verdad es que iba despacio como tortuga y me alejaba de todas las personas que pudieran provocarme una caída. Nam Joon siempre trataba de acercarse y yo lo alejaba con una mala mirada. Mientras el avanzaba con ayuda de la baranda, yo iba rezando por mi vida.
Mis piernas comenzaron a cansarse por lo que fui hacia el chico abrazado de la baranda.
—Deberíamos irnos ya.
—¿Sabes? Te ves sexy patinando—rodé los ojos.
—No digas estupideces, Kim Nam Joon.
—Princesa, digo la verdad—vuelvo a rodar los ojos—. ¿Me acompañas al baño?
—¿Acaso quieres que te enseñe a hacer el uno?
—No, pero tengo una posición sentada que me gustaría mostrarte—obviamente sabía por dónde iba.
—No digas estupideces—volví a repetir. Ambos salimos de la pista y con su ayuda caminamos hacia el baño. Mi idea era esperarle afuera, claro que era esa.
Pero luego de unos minutos el desgraciado sale, me toma de la mano y me entra al baño de los hombres.
—¿Qué crees qué haces?—trato de no gritar por lo que acaba de hacer.
—Relájate, te dije que quería hacer algo que nunca había hecho.
—¿Acaso no hablabas de patinar?—abro demasiado los ojos sorprendida.
—Bueno, dos cosas que nunca he hecho.
—¿Crees que tendré algo contigo aquí?—señalo el lugar. No me responde, simplemente me vuelve a tomar de la mano y entramos a unos cubículos.
Cabe recalcar que seguimos en patines.
—Te estás volviendo loco, no hay otra explicación—me cruzo de brazos.
—Deja de hablar por una vez en tu vida y déjame besarte—no respondí, y no porque no me dejara, sino porque no quería negarme a su petición.
Le dejé que se acercara a mí y me apretara contra la puerta. Unió nuestros labios como si nunca mates se hubieran tocado y comenzó la guerra.
Mis piernas estaban temblando, y ya no era solamente por culpa del frío. Kim Nam Joon provoca cosas en mí que ni siquiera yo misma sé explicar.
Mi pantalón comenzó a bajar y yo no estoy en plenas facultades mentales como para negarme a algo. Él también se baja los suyo junto a la ropa interior.
—Esto no es una buena idea—logro decir. Nam se sienta sobre la tapa del inodoro y verlo así... vale, mi negación hace tres segundos fue un error demasiado grande.
Introduce uno de sus dedos en mí, bajé mis bragas para que tuviera mayor acceso. Cuando me sentí preparada para que ingresara en mí, me puse frente a la puerta y me senté sobre él. Encorvé mi espalda y empiné un poco mi trasero para que su miembro estuviera justo bajo mi entrada. Con su ayuda fui bajando poco a poco hasta tenerlo completamente dentro de mí.
Y bueno... ¿cuántas personas pueden decir que tuvieron un orgasmo en un baño público y con patines puestos? Debería considerarme afortunada.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro