16
—¡¿Acaso me ves cara de tonta?! ¡Te faltan cinco vueltas!—le grito al soldado que se había quedado parado en una esquina viendo a todos sus compañeros correr.
Hace una mueca de cansancio y sonrío cuando veo que me hace caso. No sabía que me gustaba mandar hasta que pude hacerlo.
—No tienes que estar aquí, yo me puedo encargar de ellos—dice Jiyu.
—Tranquila, es mi trabajo supervisarlos y que todos estén listos—asiente muchas veces para luego volver a mirar a los castigados.
—¡Jiyu!—ambas nos giramos a la vez para ver de donde provenía el grito. Era Hoseok, venía corriendo hacia nosotras. Sonreí cuando llegó a nuestro lado. Tomó aire tratando de tranquilizarse y señaló a la chica de mi lado—. Kim te está buscando, hará una reunión para hablar sobre la misión.
—¿Misión?—me adelanto a preguntar con un ceño fruncido.
—La próxima semana debemos de ocuparnos de un caso...—Hoseok es interrumpido.
—Es secreto.
—Soy tu superior—miro a Jiyu con gracia—. Se supone que debo tener más información que tú.
—Kim es mi novio, no el tuyo—sonríe y se va dejándome con la palabra en la boca.
—¿Puedo asesinarla?—le pregunto a Hoseok y él niega con una sonrisa.
—Tal vez se le olvidó contar contigo. Acompáñame—sugiere y niego con mi mano.
—Debo terminar de entrenar a esta banda de vagos. Más tarde iré a hablar con él.
—Como prefieras—y con una última sonrisa me deja sola.
Volví a mirar con fastidio a los soldados que corrían como si se les fuera a desprender los pies del cuerpo. Más exagerados, imposible.
—¡Quiero verlos sufrir!—grito dando unas palmadas.
—¡El nivel de sufrimiento al que quiere que lleguemos, es la muerte!—grita uno de ellos y niego cansada de sus quejas.
Dos horas después me despedí de todos dejándolos hacer sus tareas. Fui a la primera máquina expendedora que encontré y saqué una botella de agua. El sol estaba más fuerte hoy de lo normal, supongo que es porque pronto será verano.
Caminé hacia la oficina de Kim Nam Joon y toqué antes de entrar. Le di una mirada de fastidio a Jiyu cuando la vi besando al general. Rodé los ojos y lancé mi botella de agua vacía al basurero que estaba en una esquina de la habitación, entró en el.
—Deberías esperar a que te den permiso para entrar—dijo la pelirroja antes de irse, simulé una sonrisa.
—¿Qué te trae por aquí?
—Tengo entendido de que uno de los cabos bajo mi mando, estará en una misión otorgada por ti. Por lo tanto supongo que mi escuadrón también está incluido, pero por alguna extraña razón no lo hablaste conmigo. ¿Me puedes explicar la razón?—me cruzo de brazos.
—Simple, no te quiero en la misión—explicó sin mirarme. Se sentó en su silla y comenzó a revisar unos papeles sobre el escritorio.
—¿Por qué? Está más que demostrado que soy capaz de hacerme cargo de cualquier situación.
—Lo primero es que no tienes el nivel para juzgar mis decisiones. Y lo segundo es que como sé que estás dispuesta a lo que sea, morirás en primera fila.
—Estar dispuesta a morir por defender mi país, es lo principal para ser un buen soldado—camino hacia él con paso firme.
—No te enviaré a una misión suicida, y no se hablará más del tema—por primera vez me mira.
—Debo estar liderando mi escuadrón—ignoro lo último que me dijo. Es obvio que así no se acabaría esta conversación.
—Pondré otro al mando. No cometeré el mismo error que cometieron con tu hermano. No estás preparada para tomar decisiones que no te lleven a la muerte.
—¿Mi hermano?—mi piel se eriza con solo recordarlo.
—Investigué sobre él. Era obvio que no estaba preparado, no entendía que podía luchar por su nación sin perder la vida. No te enviaré a la misma misión suicida—habla firme. Nuestros ojos se conectaron. Se veía tan frió, no parecía tener sentimientos, pero sus palabras me demostraban todo lo contrario—. Todos los Ri tienen en el mismo problema.
—¿Y cual es ese problema según tú?
—No saber medir el peligro—lo miré como si se estuviera burlando de mí.
—He estado en misiones antes, no subí de rango solo por estar sentada en una silla sin hacer nada.
—Misiones en las que te lideraron. No te pondrás en peligro sin antes prepararte como se debe—bufé.
—No tienes que cuidar de mí.
—Si. Si tengo que hacerlo si tú misma no lo haces—se levanta de su asiento.
—No tienes que actuar como si te importara mi vida.
—No pienso dejarte morir—dice lentamente como si quisiera que le prestara mucha atención a esa oración.
—No pienso quedarme sin hacer nada.
—Eun Yeong, baja la guardia por un segundo y por primera vez en tu vida, dime que estás de acuerdo conmigo—camina hacia mí.
—No pienso mentirte.
—Pero si me tratas como mierda—de repente el tema de conversación no parece el mismo. Fruncí el entrecejo sin comprender, hacía mucho que no teníamos una discusión, y jamás tuvimos una tan fuerte como para que me diga eso.
—¿Todo bien con respecto a mí?
—¿Se te ocurrió alguna vez pedirme disculpa?
—¿Disculpa?—no entiendo que está sucediendo.
—Que no quiera verte morir no significa que haya olvidado todo.
—¿Olvidar qué? Creí que estábamos mejor que nunca.
—¿Me dirás que no recuerdas nada? Es tan cliché—suelta una carcajada sin gota de gracia. No entiendo esta situación, es tan bipolar que me parece irritable.
—¿No recuerdo qué?
—¿Si no sabes beber para que lo haces?
—¿Hice algo malo?—pude sentir como me podía pálida poco a poco. No recordar ese día era uno de mis mayores tormentos, pero me repetía constantemente que nada grave había sucedido. Y me lo estaba creyendo pues no había salido ese tema de conversación, ahora parece todo lo contrario, que solo no lo mencionó porque estaba furioso.
—"Novia con buena familia e hijo del presidente. Por personas como tú mi hermano murió."—cita y mi piel se congeló. ¿Acaso yo le dije eso? Como si de una película se tratara, todo lo sucedido vino de repente.
Flashback
Abrí uno de mis ojos cuando sentí que me estaban acomodando sobre algo extremadamente cómodo. Vi a Nam Joon y decidí abrir el otro. Se ve terrible, no sabía que él tenía cuatro ojos. Solté una carcajada por mi torpe idea, es obvio que estoy borracha y por eso lo veo así.
—Hueles horrible—dice y coincido mentalmente. Con torpeza desabroché mi pantalón y le di una mirada que le invitaba a desvestirme—. No pienso tocarte.
—Anda. Aún... aún recuerdo nuestro casi beso—reí. Ese casi beso del que hablaba fue el mismo día en el que casi muero por lanzarme con un paracaídas, fuimos interrumpidos por su novia. No entiendo como llegamos a esa situación.
—Estás muy mal—niega con la cabeza y con rudeza me quita el pantalón. Sonreí con picardía. Cuando me emborracho puedo ser muy descarada, me doy cuenta ahora.
—En las películas siempre ponen que las personas como nosotros se odian porque se aman en secreto—me senté de repente y mi cabeza comenzó a doler, la ignoré.
—Tengo novia—solo eso dice antes de lanzarme unos shorts a la cara. Reí por eso y con la mayor torpeza del mundo me los puse.
—Novia con buena familia e hijo del presidente. Por personas como tú mi hermano murió—la risa paró. Mis expresiones se tornaron más serias de lo normal. Estaba hablando sobre mi hermano, no era un tema gracioso.
—Te dije una vez que no hablaras sobre mí si no sabías.
—¿Qué voy a saber cuando eres tan rudo?—deja el hoodie sobre mis piernas—. Además... no hay que pensarlo mucho—sonreí—. Hijo del presidente y capitán general. Que coincidencia, ¿no?
—No discutiré contigo sobre esto. Vístete y duérmete para poder irme—exige con la mirada. Dejé de lado el hecho de que esperaría a que estuviera dormida para irse, aveces puede ser tierno. Volví a reír. ¿Por qué me reía tanto?
Con pesar quité la pequeña blusa sin importar su mirada sobre mi cuerpo, pasé el hoodie sobre mi cabeza y luego metí mis brazos. Me rendí ante su mirada y me acosté de lado abrazando una almohada. Cerré los ojos y me dejé llevar por el olor de las sabanas nuevas.
—En algún punto me atrajiste—susurro más para mí que para él—. Lástima que nunca pude dejar de lado lo mandón que eres.
—Lástima que nunca pude dejar de verte como una princesa. No mereces que solo te quieran para un revolcón.
Fin del flashback
Sentí una corriente recorrer mi cuerpo, sentí como si me estuviera repitiendo esas últimas palabras antes de caer en un suelo demasiado profundo. Volví a posar mi mirada sobre sus ojos.
—¿Investigaste sobre mi hermano por lo qué dije?—dejé de lado todo el hecho de que había recordado vomitar el suelo de su auto.
—Quería saber con el tipo de personas con la que me estabas comparando. Y no soy la misma.
—¿Y me lo tratas de demostrar prohibiéndome estar en una misión?—ahora estaba enojada. Solo trata de demostrar que es una "buena" persona. Nada de lo que me dijo antes es cierto.
—Te expliqué porqué no te quiero ahí. No volvamos a tocar ese tema—bufé—. Si no tiene nada más que decir, puede retirarse—señala la puerta.
—Pagaré el lavado de tu auto—digo antes de caminar hacia la salida.
—No tienes que hacerlo.
—Quiero que me aceptes el dinero—no responde nada y lo tomo como una señal para irme—. Perdón por cuestionar tus capacidades, por algo conseguiste tu puesto—creí que serían mis últimas palabras, pero como siempre me sorprende.
—Págame invitándome a tomar un café—lo miré con sorpresa.
—Mejor una cena—sonrío y él asiente.
Odio tanto nuestra bipolaridad.
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