15
Desperté y lo primero que hice fue caminar lentamente hacia el calendario colgado en la pared. El día de hoy estaba encerrado en un círculo, es mi día libre. Dejé salir un bostezo y con pesar caminé hacia el closet para tomar algo de ropa. No perderé tiempo en ducharme, lo hice hace unas pocas horas cuando terminé mi trabajo en la cocina.
Cambié mi pijama por unos pantalones negros holgados y un top rojo. Por último me puse las botas negras y me miré con fastidio ante el espejo. Acomodé mi cabello a un lado tratando de que no luciera de una recién despertada, trabajo en vano. Por último me lave la boca y eché algo de agua en mi rostro.
Mi recorrido hasta mi auto fue mirando a todos con fastidio o regalándole una sonrisa al que me la daba antes.
—¡Eun Yeong!—busqué de donde provenía la voz. Hoseok estaba parado al lado de un jeep moviendo su brazo en forma de saludo. Le sonreí y levanté un poco mi brazo. Pensé que podría llegar sin hablarle al auto, pero me equivoqué ya que estaban unos al lado del otro. Hoseok es una persona muy sociable y yo no lo soy mucho recién levantada.
—Hola—saludé cuando llego a su lado.
—¿Te vas?
—Es mi día libre—abrí la puerta del copiloto.
—El mío también. Deberíamos hacer algo juntos—sugiere sin dejar de sonreír. Lo pensé por unos segundos y luego recordé todo lo que debía hacer en mi departamento.
—Me encantaría, pero tengo un apartamento esperando para ser organizado por mí—dije con pesar—. Tal vez otro día.
—Me parece bien—sin decir nada más, cada uno se subió a su auto y nos perdimos de vista una vez salimos de la base.
No había tenido tiempo de organizar todas las cajas de la mudanza. Ni siquiera sé cuán regado está todo. Solo sé que las dejaron en la sala-comedor, y no supe más.
En unos minutos llegué al edificio en el que "vivía". Dejé mi auto en el estacionamiento y no detuve mi camina hasta estar frente a la puerta de mi casa. Al abrirla solté una pequeña queja por todas las cajas que estaban en el lugar.
—No recordaba que fueran tantas—suspiré y me adentré.
Busqué la caja con la palabra "ropa" y saqué lo primero que vi, eso fue unos short cortos y un hoodie tan viejo que el color comenzaba a desaparecer y a las letras le faltaban trozos de pintura. Sonreí con tristeza, era de mi hermano, amaba ponérsela.
Pasé la mañana y gran parte de la tarde sacando todo de las cajas y poniéndolas en su lugar. No me di cuenta cuando pasé la hora del almuerzo, de esta me desmayo del hambre. Miré con pesar las cajas de ropa que aún no organizaba en el closet, mejor lo dejo para otro día. Me lancé al sofá para dormir un rato, necesito descansar.
El sonido del timbre me hizo imposible seguir con los ojos cerrados. Me levanté enojada y caminé hacia la puerta para acabar con ese horrible pitido. ¿A quién se le ocurre poner timbre?
—¿Lista?—fruncí el entrecejo y miré de arriba abajo al chico para saber si mi host no me estaba fallando. ¿Qué hace él aquí y como supo que esta era mi casa?
—¿Para hacerte un cuestionario?—respondo con otra pregunta.
—Te dije que te llevaría a una galería y no hay mejor momento para eso que en tu día libre—me mira de arriba abajo—. Pero no irás así—fue mi momento de percatarme en el traje que llevaba puesto, era demasiado moderno, para nada de viejo rico estirado.
—¿Cómo supiste dónde encontrarme?
—Busqué en los archivos sobre tu información personal—me echa a un lado para poder entrar.
—Se supone que es información confidencial. No puedes abusar así de tu poder.
—Mírame hacerlo—analiza cada parte de mi apartamento—. ¿Ya cenaste?—vi la hora en el reloj de mi muñeca y abrí los ojos a más no poder cuando me di cuenta que eran pasada de las 7—. Supongo que no. Pediré algo de comer. ¿Sushi te parece bien?—sin esperar mi respuesta comenzó a andar en su celular para luego llevarlo a su oreja.
Cerré la puerta detrás de mí y me senté en el sofá. Si el actuaria sin importarle nada, pues yo tampoco me molestaré en mostrarle un poco de respeto.
—En media hora están aquí—me informa.
Se sienta a mi lado cruzándose de brazos.
—Deberías preguntas antes si te quiero acompañar.
—Me acompañas porque es una orden. ¿Contenta con tu misión?—sonríe hipócritamente.
—Es mi día libre, no debo obedecerte.
—Yo decido si te doy días libres o no—ruedo los ojos. Quiero matarlo.
—Kim Nam Joon alias "el explotador"—sonreí—. Así te dicen.
—Nadie me dice así.
—Yo lo haré si me sigues obligando a trabajar—amenazo.
—Ya me decías...—el timbre lo interrumpe.
—Anda a buscar la comida.
_____
Bajé del auto de brazos cruzados. Nam se detuvo a mi lado y me miró esperando a que yo diera el primer paso. No lo haría, estaba aquí en contra de mi voluntad.
—Deja de comportarte como niña pequeña—me da un pequeño empujón y sin resistirme, comienzo a caminar. Él abre la puerta para mí y no me separo en un ningún momento de su lado. Es mi primera vez en un lugar así, no sé cómo tengo que comportarme o que hacer—. Aprecia los cuadros—nos detuvimos frente a uno grande.
Fruncí el entrecejo viéndolo, estaba pintado de color negro y en el centro una franja carmelita, no tengo ni idea de cómo definirlo mejor.
—¿Qué te sugiere?
—No lo entiendo—respondo al instante. No simularé que lo analizo. Hace una mueca de fastidio.
—Eres un caso perdido.
—Te dije que no me gusta el arte—comienzo a girar la cabeza hacia los lados tratando de encontrar algo interesante—. ¿Hay algo que tomar aquí?
—¿Viniste a emborracharte?
—No soy fan del alcohol, pero si debo aguantarte hablando de arte, necesito algo fuerte—levanté la mano llamando al camarero que tenía una bandeja con copas en la mano. Sin dejarle decirme el contenido de las copas, la tomé y la bebí de una—. Mejor deme más de una—cogí dos en cada mano. Él señor me miró raro y luego se fue.
—Eres desagradable—murmura Kim.
—Es porque tú me irritas—bebo dos copas quedándome solo con una en cada mano.
—No te pienso cuidar si terminas borracha.
—Solo págame el taxi—camino tras él—. ¿Cuando nació tu amor por el arte?—preguntó luego de un rato mirando varios cuadros.
—No sé con certeza. Estar en galerías me relajan.
—Es más tranquilo que el ejercito—coincido con él.
—¿Qué te parece?—señala un cuadro de color mostaza, nada más que ese color.
—Básico—niega lentamente con la cabeza—. Eso lo hago hasta yo.
—Pues deberías hacerte famosa.
—Lo pensaré.
—Vamos a buscar un bar donde nos den algo decente de beber—entrelaza nuestras manos y me arrastra fuera del lugar.
Sin hablar subimos al auto y él conduce hasta nuestro nuevo destino. Las copas no me habían afectado mucho, pero no soy una persona que sepa beber, no quiero imaginar como terminará la noche.
Compórtate.
Entramos a un bar sin problemas y nos sentamos frente a la barra. No estaba lo suficientemente lleno como para hacerme sentir incomoda. La música era agradable al igual que el ambiente. Me gusta este lugar.
—¿Qué quieres tomar?
—Sorpréndeme—sonrío juguetona y le pide algo al barman en voz baja para que no pueda escucharlo. Segundos después dejaron frente a mi una bebida de color rosa y toques naranjas—. ¿Debería asustarme?
—Bébela despacio—obviamente no le haría caso. De una bebo el líquido colorido y hago una mueca cuando sentí el alcohol quemar mi garganta. Comencé a toser mientras él no paraba de reír—. Te dije que fueras despacio.
—Me aburre lo lento—hice otra mueca sacando la lengua—. ¿Qué era eso?
—No sé, le pedí lo más fuerte.
—¡Otro más!—grito esperando que alguien me escuche y me dé lo que pido.
—¿Quieres bailar?
—¿Sabes bailar?—me burlo. Me toma de la mano una vez más y nos dirige hacia la pista. La música era lenta, nada difícil. Pone mi mano sobre su hombro y deja la suya en mi cintura—. Cuidado con donde pones la mano—le advierto.
Al principio bailamos como dos personas normales, luego se nos subió un poco el alcohol y comenzamos a dar vueltas sin importarnos la música. Por primera vez me estaba divirtiendo con él, la risa no era falsa o forzada. Se siente tan raro y perfecto en partes iguales.
Comenzó a sonar "Sugar" de Maroon 5, hace tanto que no la escuchaba. Me volví a sentir como la adolescente que era cuando la escuché por primera vez. Salté cantando la canción a todo pulmón, debería aclarar que estoy llamando mucho la atención ya que este es un bar solo para beber, no es uña disco también.
Nam Joon me tomó de la mano tratando de detener mis movimientos, le saqué la lengua y di vueltas a su alrededor.
—Todos te ven—dice lo obvio. Fui hacia la barra y pedí un trago más, como todos los demás, lo bebí en un segundo.
—¡Amo esta canción!—grito cuando escuché la nueva canción. La verdad no tengo ni la menor idea de que canción es o quien la está cantando, pero me gustaba el ritmo así que sería mi nueva canción favorita.
Tomé a mi acompañante de las manos y moví mis caderas al son de la canción con una sonrisa en el rostro. Me miraba con vergüenza, supongo que no le gusta ser el centro de atención, algo raro por como suele comportarse en la base.
No tengo ni idea de cómo terminé sentada sobre el césped viendo los carros pasar por delante de mí. Mi cabeza pitaba y mis ojos hacían un gran esfuerzo para mantenerse abiertos.
—Azul—señalo el auto que había pasado. Estaba contando los colores, por ahora eran cinco rojos, tres azules y dos negros, ¿o eran tres negros y dos azules?
—Levanta, te llevaré a tu departamento—me trata de coger el brazo, pero abrazo mis piernas impidiendo que me pueda levantar—. Sabes que puedo contigo—escondí mi cabeza entre mis brazos.
—No quiero irme—me niego rotundamente a moverme de mi sitio. Lo escuché gruñir y me levanta sin problema alguno, yo aún seguía abrazada a mis piernas, no entiendo como puede llevarme así.
Me dejó en el suelo frente al auto y abrió la puerta para mí. Con fastidio entré. El movimiento del auto solo me hizo marearme más, mis ojos se cerraron completamente y mi respiración se sentía pesada. Sentí algo desagradable en mi garganta, como si todo el alcohol que bebí estuviera entrando nuevamente en mi sistema.
—Quiero vomitar—murmuro.
—¿Qué?
—Que voy a vomitar—trato de tomar aire con tranquilidad.
—¡Espera un segundo!—arrincona el auto y lo detiene. Tarde, ya estaba vomitando sobre mis pantalones—. ¡No!—grita mientras sigo soltando todo. Me abrí de piernas para que el vomito al menos ahora cayera sobre el suelo del auto—. Te voy a matar.
Cuando terminé lo miré con una mueca de asco, se me había quedado un mal sabor de boca. Dejé mi cabeza caer en el espaldar, quiero dormir.
________
Abrí los ojos lentamente acostumbrándome al dolor de cabeza. Odio beber. Me removí entre las sábanas para luego levantarme. Traía puesto el hoodie y los shorts cortos. Supongo que logré cambiarme de ropa anoche. Traté de recordar lo sucedido, todo estaba en blanco, no recuerdo nada después de las copas en el bar. ¿Debería preocuparme?
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