Vamos a hacerlo
Todas en algún momento nos hemos sentido horribles. Y no me vengan con un “Tara, pero todas las personas somos bellas por dentro” Blah blah. A ver, ¿Díganme por qué los chicos no se fijan en mi?
Les voy a contar cómo me enrrede con Eduardo. Por favor no me vayan a juzgar porque yo no las juzgo a ustedes que leen puras cochinadas de relatos eróticos y esas cosas. ¡Así las quería agarrar puercas!
Bueno, fue un verano del 2016, yo tenia 15 años-era una bebé- más o menos. Era el cumpleaños de Emilia, mi madre. Mis tías estaban ebrias y cantando canciones de Maluma, como si fueran unas quinceañeras. Mi tío no bebía licor, pero si cantaba rancheras y bailaba alegre.
Yo usaba un vestido negro de manga larga para que no se vieran mis brazos gordos y mantecosos. Estaba cansada de que siempre se hicieran este tipo de fiestas en mi casa.
—No es malo que las niñas tomen alcohol. —me preguntó un hombre detrás de unos arbustos.
Yo inmediatamente me eche hacia atrás y lo mire seria.
—No te asustes. Soy Eduardo, pero me puede llamar Ed. —me sonríe botando su cigarro a lo lejos.
En ese tiempo Eduardo debía tener como unos 27-28 años. Usaba el bigote y la barba para verse mayor como Alexandra.
—¿Estas bien? Pareces cansada. —continuo el muchacho que notó que yo no le conteste a su presentación.
—Sí. —respondí muy bajo, bajando mi mirada a sus zapatos que andaban llenos de barro.
—¿Quieres ir a caminar? Me gusta verte sonreír Tara.
—¿Cómo sabes mi nombre? —tense la mandíbula y me cruce de brazos.
—Tu tía habla de ti todo el tiempo en el gimnasio. —me mira de arriba abajo. —Y no dijo lo bella que eras.
Solté una risa incrédula. ¡Por favor!
—Eso es lo más tonto que he escuchado.
Eduardo me miró a los ojos y estos estaban muy brillantes, con las pupilas dilatadas.
—Mírate. Si cuando sonríes te ves hasta sexy. —se acerca un poco a mi y emanaba olor a cigarro y a cerveza.
—Qué demonios. —me eche otra vez hacia atrás, y trómpese con una rama. Eduardo corrió hacia mi y me agarró de la mano para no caerme.
—Ten más cuidado, pequeña. —me susurró en el rostro.
Y bueno, así fue como comencé mi aventura con un hombre mayor. Mi primera vez fue horrible, de verdad fue horrible y muy triste.
Él estaba borracho y yo también, a la mañana siguiente no sé cómo me desperté, pero estaba en un carro mirando a un mirador.
Pero, ya no hablemos de pasado… y enfoquémonos en el puñetazo que me dieron hoy en la cara.
—¡ERES UNA SIN VERGÜENZA! —me gritó la mujer de cabellos ondulados.
—¡Pero ¡qué le pasa señora! —No sé en qué momento Miranda ya estaba al lado mío defendiendome como una hermana mayor.
—Tú cállate muchachita. Que deberías de saber la clase de persona que es esta gorda.
Me quede callada y cabizbaja porque Alexandra tenía razón en llamarme así. Era una puta gorda.
—¡Señora por favor aquí hay niños! —El muchacho de cabello rizado que antes nos devolvió una toalla ahora estaba agarrando con suavidad la mano de la mayor.
—Pues no. Esta asquerosa gorda se acostó con MI hombre, en MI propia casa. —chillaba furiosa mirándome por encima del hombro.
Miranda mira al muchacho de la toalla, luego a Alexandra y después a mí.
“Seguro no querrá ser más tu amiga” pensé
—Gracias a Eva que me contó toda la verdad de la clase de persona que eres. —estiró su brazo para empujarme, pero el muchacho pelinegro lo evito. —Hoy mismo tu madre se dará cuenta de esto, pequeña piruja.
—Lo siento. —susurre volteándome para salir corriendo hacia algún lugar donde no hubiera tanta gente.
Cuando eres gorda y lloras por la calle las personas te ignoran o te miran raro. Es como “Oh, vaya. Esa gordita esta llorando. Pobre” pero cuando ves a una chica delgada y bella, piensan “Oh, Dios, que tendrá esa jovencita. Pobrecita” y se acercan a hablarle y preguntar si quiere agua.
Pero cuando eres como yo, tú solo eres una gordita sudada que llora sola porque no tiene amigos.
Me senté en una de las bancas y me abracé a mí misma cerrando mis ojos con fuerza.
“Eres una idiota” “das asco” “mejor vete para la casa” me regañaba a mí misma, tirándome como si fuera una simple mierda.
Soy tan fea, tan gorda, tan tonta, tan inútil…No quiero ir a casa nunca más.
Mi estomago dolía, y mis manos estaban sudas, sin contar mi corazón que latía rápido pero cansado. Ese horrible sentimiento de culpa.
Maldita Eva, como te odio.
—¡Te odio! ¡Te odio! —decía entre dientes cerrando mis manos y mordiendo mi labio inferior.
—¿Chica? —la voz delicada de Miranda me sorprende, pero no la vuelvo a mirar, tenía vergüenza. —No tienes por qué tener vergüenza. —Se sienta al lado mío y coloca su mano sobre mi hombro. —Yo no soy Dios para juzgarte ni para decirte que eres una puta o una mala persona.
—ES QUE LO SOY, MIRANDA. —exclame llorando, levantando mis manos exasperada. —Odio cada parte de mí, odio mis ojos, mi forma de ser. Me odio. —trago grueso y continuo. —Odio que nadie me ame, ni me diga que soy hermosa. —jadeo finalizando dándole un abrazo a la azabache.
Ella me correspondió al abrazo y acarició mi larga melena castaña hasta que yo dejara de lloriquear como una niña pequeña.
¿Alguna vez se han sentido solas o solos? Tan solos que lo único que desean es irse a otra galaxia y vivir con tu música favorita. Huir de los problemas, dejar de escuchar tantas cosas malas de tu cabeza y del mundo asqueroso en que vivos.
—¡Shh! Tara. —me consoló Miranda acercándome a más ella.
Hace mucho no sentía un abrazo tan sincero como el de estos momentos. Me sentía tan desprotegida, tan sola.
Es todo de seres humanos llorar por una cosa, y que al rato vengan más recuerdos que lo hacen es ponerte más triste.
Me imaginaba arruinando mi infancia con el estrés de mis padres, la infidelidad de mami, el cambio en mi cuerpo, las falsas amistadas y las burlas que te hacen, cada día te vuelves más inseguro.
Tantas chicas hermosas en Instagram, millonarias, hermosas y con cuerpos de ensueño, mientras yo estoy aquí llorando en una banca con una chica que es casi igual de pendeja que yo.
—¿Cómo lo haces? —pregunté secando mis lágrimas sin dejar de abrazarla.
A lo que Miranda se confundió y me separó despacio de ella, para mirarme.
—¿A qué te refieres, Tara? —ladea la cabeza interesada en oír mi estúpida respuesta.
—Sí…—inhalo con fuerza para que mi voz no se quebrante. —Eres tan perfecta. Pareces siempre estar segura de ti misma. Caminas como si el mundo te valiera tres hectáreas. —ella niega y me agarra de las manos.
—No soy perfecta. Soy una chica con tantos errores como tú, —me señala. —como ella, —señala a una señora mayor. —y como él. —por último, señala a un niño como de once años. —Y eso me hace ser una persona imperfecta, por lo tanto, es así como soy un ser humano.
La miró extrañada y sin comprender del todo. Ella parece notarlo y continua.
—Sí no tuviera errores, y fuera perfecta no seria un ser humano. Seria tipo algún dios o algún robot sin sentimientos. —se queda reflexionando y luego sonríe. —Creo que incluso hasta los mismos robts tienen errores de fábrica.
Estira su mano y me seca las mejillas gordas y seguro rosadas por correr.
—Así no tienes porque preocuparte por tener errores y por no ser perfecta para la sociedad. Porque a la gente nunca, PERO NUNCA—recalca. — se les queda bien. Sí eres pequeña, eres demasiado chiquitita. Si eres muy alta, eres demasiado gigante y nunca conseguirías novio porque todos los latinos son pequeños.
Ríe y niega con ironía.
—No sabia que para conseguir el amor necesitabas tener una altura adecuada. Eso es estúpido, Tara.
—¡Pero a los chicos no les gustan las gordas! —exclame algo irritada porque su verdad era muy real. —Para ti es fácil decir todo eso porque tú eres linda y le gustas a la gente.
—¿Y eso quién lo dice? ¿Crees que es bonito tener que meterles costura a los pantalones porque eres demasiado delgadita para el pantalón? —me mira esperando mi respuesta, pero no la hay. —¿Y ves diciéndome cosas feas solo por ser así?
—No. Pero no es lo mismo.
—¿Quieres que alguien te ame? —se me acerca con una mirada retadora. —¿Quieres ser hermosa? ¿Quieres sentirte segura de ti misma?
—Sí.
—Entonces vamos a trabajar en ello. —aplaude y se levanta de la banca. —Vamos a hacerlo, perra.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro