Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

...no porque haya algo malo en ti

Capítulo dedicado a Day_Coxxx gracias por tu apoyo

Les daré un consejo; nunca den un beso a la fuerza, ni sea tu novio (a), ni sea tu mejor amiga. El simple hecho de pasarte de listo o de lista con esa persona ya es una falta de respeto.

Yo como tonta no lo pensé cuando tomaba las mejillas blancas de Francis, cerré mis ojos con fuerza y lo acerqué a mí con posición. Él abrió mucho los ojos cuando estaba a centímetros de mis labios.

No vayan a creer que fue un beso rico o romántico, ¡Pff! Fue lo peor de este mundo. Fran apretó los labios con fuerza y yo hice casi lo mismo.

¿Y saben qué es lo peor? Lo que esta por pasar.

—¡Joder! Tara. ¡No! ¿qué te pasa? —Francis me empujó suavemente.

Nos volvimos a mirar y creo que él notó mi vergüenza. Además de que los dos sentíamos la risa burlona de Eduardo que nos miraba.

—Creo que mejor me voy, Tara. No sea que se peguen esas cosas de adolescentes. —se burló mientras se ponía el casco, subió sus pies en la motocicleta y se marchó a toda velocidad.

Quería llorar de la vergüenza, sentía mis orejas arder al igual que mis cachetes gordos que parecían fuego.

—Tara ¿qué fue eso? —habló Francis cuando me vio arrancar a correr.

Sali corriendo lo más rápido que pude, pero mis piernas eran tan cortas que más bien parecía un perro salchicha corriendo a mil por hora.

Doble en la esquina, una cuadra antes de llegar a mi casa.

Por qué lo has hecho, Tara” me regañaba a mí misma. “A veces creo que eres idiota

A lo lejos estaba mi perrita moviendo su colita con alegría al verme.

—Quiero morirme. No sé por qué hago solo cosas tontas. —decía medio agitada abrazando a la perra que me llegaba a las piernas. —Lo peor de esto es que ahora ese vampiro pensara que me gusta.

Imaginen cómo me siento.

Beso a un chico a la fuerza, Eduardo se burla de mí, y quedó como inmadura ante los dos.

Interrumpí el silencio de mi casa, escuchando el llanto de Emilia estaba con Federico en la cocina. Me detuve para escuchar qué era lo que decía la mujer de cabello corto.

—Ya no sé qué hacer con ella. Todo lo que hago le molesta, Federico. —Se escuchó suspirar con fuerza. — Si compro leche normal se molesta, si compro de soya, me reclama que la estoy poniendo a dietas de nuevo. — Soltó un gemido y su esposo la abrazó.

Dejé de escuchar la conversación ajena y me fui para mi alcoba con un nudo en mi garganta. Pero antes de irme a llorar pase por la despensa que estaba en la sala. Tome unas papitas, una cocacola, unas galletas de mantequilla y unos confites de limón.

Subí a mi cuarto y me encerré en este.

—Al final sola, Tara. —me dije a mi misma cuando me quitaba los zapatos.

Deje las chucherías en la cama y tome mi laptop solo para ver aquella foto en la que tres amigos parecían ser inseparables. En el centro estaba Eva, como siempre queriendo ser la principal, a su lado derecho estaba Nicholas sacando la lengua -parecía más gay – y al otro lado estaba yo usando una camisa de Coldplay.

Ya que ustedes leen mi historia, les seré sincera… De verdad extraño a mis mejores amigos.

Cerré de golpe la computadora porque no quería sentirme más ridícula el día de hoy. Quería mandarle un mensaje a Francis y pedirle disculpas, pero me daba vergüenza. Él no tenía diecisiete años, él ya iba para los veintiuno años y no se podría en esas cosas.

Tomé mi celular, víctima de mis pendejadas, había varios mensajes; uno Francis, de Miranda y otro de Culo. (Eduardo)

¿Cuál creen que revise primero? Eh, picaronas. Obviamente que el de Francis. Sentía un simio encima mío, gritando

“Ábrelo, abre el mensaje, gordita”

Antes de leer apague los datos y desactive el wifi para que él no supiera que estaba en línea.

“Abre esa mierda, Tara.” Me gritaba el mono imaginario en mi espalda.

Francis: Hola, Tara, perdón por lo de ahora. No quise empujarte así tan grosero.

Sentí el frio correr por mi cuerpo, la vergüenza me puso con las mejillas calientes. Notaba mi corazón latir y aprete mi mandíbula para no temblar. Tragué saliva porque sentía que era una de las cosas más idiotas de mi vida.

Ignoré el mensaje y leí el Miranda:

Miranda: ¡Hey! Chica, gracias por haber venido a casa y por hacerme reír tanto. Dulces sueños. Por cierto ¿Crees que el 24 de diciembre tu mamá te deje ir a una fiesta? Me avisas para saber qué te dice.

Oh, no, ya viene la jodida navidad. ¿Quién de las personas que lee aquí le gusta la navidad? Yo la odio, con todo mi corazón. Lo único bueno es la comida y el año nuevo que hay licor. Pero eso es otra cosa.

El mensaje de Eduardo:

Culo: Espero que extrañes mis besos, bonita :P Siento mucho el ridículo que te hizo para Alexandra. Deberías de tener cuidado con tu amiguita la rubia que es una metiche. No me respondas que pronto llegara mi mujer. Cuídate.

Me levante de la cama, caminando hasta llegar a mi espejo que aún mantenía con una sábana. Quería quitarla, pero no me atreví.

Estaba hasta la coronilla de que Eduardo me viera como una niña. Estaba harta de siempre hacer cosas inmaduras para los mayores. Primero fingir ser novia de Francis, y luego besarlo ha sido demasiado estúpido.

 “10 pasos para que No me llames GORDA” recordé en mi mente la voz de Miranda moviendo sus cejas divertidas.

Paso número 10. Dejar de mendigar el amor de alguien que no te quiere. Sino te quiere es porque no le gustas, no porque haya algo malo en ti.

Cierto, no había nada de malo en mí, sino fuera por mis asquerosas lonjas en la espalda baja y mis estrías.

Apagué las luces de la habitación e intente dormirme, pero lo logre hasta las dos de la mañana.

Lo que me despertó a la mañana siguiente fue una llamada de Miranda.

—¡Alo! —respondí aun con los ojos cerrados y pesados. —¿Qué quieres? —pregunté en un bostezo.

—¿Quieres ir a correr? —preguntó la chica que se oía al otro lado del teléfono.

—Pero apenas son las seis de la mañana. —me queje revolcándome en mis sabanas.

—Exacto. Y tenemos que aprovechar la mañana ¿no? —El sonido de su boca mascar me hizo sonreír.

—¿Y para qué quieres que salga a correr? —me estire de la cama.

Mi cuarto estaba desordenado y no había dado cuenta que las cortinas estaban abiertas.

—Ayer me dijiste que no te gustaba ser gorda. Que no te gustaba ser tan pesada ¿no? —La voz de Francis era apenas reconocible al otro lado.

Mierda. Espero que él no vaya.”

—Sí… eso fue lo que dije.

—Entonces debería de dejar esa pereza que lo único que hace es ponerte más pesada y te pone los muslos tensos. Te espero en diez minutos en el parque. —me cortó.

Joder. Qué mujer tan insoportable. Que manía de estar queriendo ayudar a todo el mundo”

Resople levantándome de la cama para buscar alguna ropa deportiva para salir, pero no tenia nada. NADA.

Mis sostenes eran de barillas, mis bragas eran muy grandes y la verdad no quería que me lastimaran la raja de mi trasero, y tampoco tenía zapatos para correr. Tomé la opción de ir hasta el cuarto de mi madre, mientras ella yacía en su cama, yo tome sus tenis y una jodida lycra que se me partía lo partido.

Sali en silencio de mi casa hasta que llegué al parque; estaba Francis tocando las puntillas de sus pies y Miranda tomándose una selfi.

—Hola. —sonreí cruzándome de brazos para ocultar mi abdomen que parecía más gordo por lo apretado que me quedaba el pantalón.

—¡Hey! Chica. —Me saluda la azabache dándome un beso en la mejilla. Me abrazó, pero se separó mirándome raro. —Creo que ese abrigo de hombre te estorbara cuando entremos en calor.

¿Qué? No me juzguen solo porque ando un abrigo de Federico.

—No creo. Ya estoy acostumbrada. —mentí cubriéndome más el vientre cada vez que Francis se aproximaba más.

—¿Listas? —El pelinegro pega un salto y luego se agacha tocando el suelo.

—Deja de hacer eso, que se te saldrá un pedo delante de Tara. —bromeó la chica que ahora andaba los labios sin pintar. —Vamos, gente.

Los tres comenzamos a trotar alrededor del parque. Los pajaritos se oían, y los perros también salían a pasear con sus dueños, o, mejor dicho, a echar caca…

Mi cuerpo ya estaba sudando, mis axilas ya estaban mojadas, y mi cabello ya se pegaba en el cuello. Tenía mi trasero húmedo y era asqueroso.

Me detuve detrás de los hermanos que seguían corriendo. Era fácil inclinarme para poder respirar y calmar el calor, pero este era cada vez más fuerte. Miraba alrededor y vi a Eduardo detrás de un árbol. Me llamó con su dedo índice y yo fui hacia él.

Necesitaba saber qué quería ahora.

—¿Qué quieres? —pregunté apurada, no quería que ninguno de los hermanos me descubriera.

—Te extraño, bebé. Extraño sentir mi cuerpo en tus nalgas…—Bajó su mirada hasta mi entrepierna y estira su mano para subirme el abrigo, pero lo detengo.

—¿Qué haces? —reclamé.

—Nada. Solo que también la extraño a ella. Tan gorda, tan apretad…—No lo deje terminar; subí mi mano hasta chocar con su mejilla izquierda.

—Deja de ser tan imbécil para hablar. —La palma de mi mano estaba enrojecida por la cachetada, y no les voy a mentir también me dolía.

—¿En serio son novios? Por favor, Tara. Tú eres una gorda que cuesta que los hombres la vean. —dijo con su voz de vendedor de verduras.

Cerré mis puños con más fuerza y trague grueso.

—No pienso discutir, ni reclamarte, Eduardo. Porque seria como hablar con un caballo. Con un burro recién nacido, incluso seria casi como hablar con un jodido gusano…—Lo señalo con mi dedo índice. —No me vuelvas a buscar ni en el infierno. Pedazo de caca. —Sali de los arbustos con los ojos llorosos y el corazón añicos.

Miranda se había devuelto y cuando me vio salir, ella supo que algo se acababa de quebrantar en mi o, mejor dicho, algo estaba cambiando en mí.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro