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La reconcha de tu madre

La verdad hay muchos Francis en el mundo, por lo tanto, no creo ni quiero pensar que él es el hermano de la duendecilla de pelo negro.
Ella era mucho más bonita que él.

—Entonces, chica ¿cuál es tu nombre? ¡Hey! Te estoy hablando.—Las manos de la chica de labios rojos pasaban frente mío.

La miré  y abrió más los ojos verdes oscuro.

—¿Siempre eres así de distraída? —cuestionó incrédula.

Me sonroje un poco y negué con la cabeza. Le tendi  mi mano derecha y ella me sonrió.

—Me llamo Tara, y muy pocas veces estoy poniendo atención. —Me encogi de hombros —. ¿Y tú?

El sol de verano nos golpeaba en todo el rostro. La suave brisa de diciembre   hacia más despegado el cielo azul. Los labios de la chica pálida que aún no sabía su nombre estaban intactos; era como si usara un labial mate o algo así.

Yo por otro lado, andaba los labios quemados del viento.

—Yo soy Miranda. —Pasa su bolso al otro hombro y suspira mirando su celular —. ¿Tú vives por aquí cerca? Si quieres te podemos hacer "ride" hasta tu casa.

Negué  con la cabeza;una nunca sabe si puede ser una asesina loca con un supuesto hermano violador. Además de no quiera ver a ese chico cara blanca, dado el caso que sí fuera Francis el narizón.

—No soy una asesina, y mi hermano tampoco es un asesino serial o algo así— vaciló haciendo que su nariz se contraiga.

Aquella acción me da ternura y sonrió.

—No, —respondi sin titubear —.Lo que pasa es que...

—¡Joder pokepedos! ¿acaso quieres andar pisando a todo el mundo? Ten más cuidado con los ángeles. —Aquella voz ronca era reconocible a miles de kilómetros.

George MacKebin, un idiota sin escrúpulos. Es un chico feo, pero se cree él chico más hermoso del instituto. Sus orejas parecen las de Dumbo y al parecer su boca es igual a un ano, o sea pequeña y arrugada.
Aun así, tiene la autoestima que le llega por los cielos.

Desde el jardín de niños me ha llamado "pokepedos" solo por ser similar a una de Picachu, con la característica que una vez se me salió un pedillo en educación física.

Dicen que es gay porque nunca se le ha visto con chica.

—¡Aww! Al parecer la gordita quiere llorar. No sabía que los elefantes lloraban ¡Escuchen chicos! —gritó.  —La pokepedos quiere llorar gotitas de aceite.

No quería girar a verlo, si lo hacía, tendría que empujarlo o darle con el puño en la nariz, pero la última vez que lo hice me etiquetaron como "marimacha"

Sí, es un apodo bastante estúpido, pero a los diecisiete años los hombres tienen casi doce años. ¿ustedes sabían que el hombre por lo general tiene cinco años de retraso que la mujer?

Bueno si no lo sabían, pues ahora lo saben. #aprendiendoconlagorda.

—Vámonos de aquí. Que este imbécil ya vine a molestar.—susurre  a Miranda que miraba de arriba abajo a George. —Ignóralo. Eso lo hace solo porque tú eres bonita y te quiere impresionar.

—¿Y con esa actitud de mierda a quién va a impresionar? —bufeó levantado su ceja delineada.

—Al parecer la gorda tiene una nueva hada madrina. —se burló el delgado moviéndose de un lado a otro.

—¡Oye, chico! por qué no dejas de llamarla gorda ¿Eh? —levanta su barbilla retando al muchacho.

George soltó una carcajada fingida mientras daba pequeñas palmadas, como si estuviera en un circo.

—Espera, preciosa ¿No me digas que eres la novia de pokepedos?

Miranda fingió una carcajada, negando con la cabeza como si aquel apodo fuera lo más idiota que alguien pudiera oír, y tenía razón.

—¿Pokepedos? —pregunta susceptible la muchacha.

—Ya. Déjalo así —agarro de la mano a la chica delgada y le niego entre dientes. —Solo ignóralo. —Miranda se zafa de mi agarre y se pone en frente de los ojos verdes.

—¿Y tú quién te crees para hablarle así? ¿Eres algún experto en belleza o eres un religioso radical que no puede ver a una lesbiana?

—¡Hey! ¡Yo no soy lesbiana!. —me defiendo de la que me estaba defendiendo.

Miranda me mira frunciendo el ceño y me ignora una vez más.

¡Bravo! Sigan ignorando a la gorda. ¿¡Qué!? No me digan que ustedes las que me leen también me van a ignorar ¿Eh? A ver, díganmelo, así de una vez les dejo de contar mi vida privada...

—A ver. Respóndeme, chico. —lo reta la muchacha acercándose más a George. —Dime. —dice atenta.  —Así como eres de machito para andar insultando mujeres por su cuerpo, o por su forma de vestir o porque le gusten otras mujeres.

El orejón se echa una risilla de vergüenza por la pena que le hacía pasar la pelinegra.

—¿Eso te hace sentir más hombre? ¿Con esa actitud te haces llamar humano? —levanta una ceja.

Oh mi Dios, esto era tan loco que no sabía si ponerme a reír o salir corriendo para no meterme en más problemas.

Estaba lista para que George le respondiera alguna grosería, pero justo en el momento en que él iba a abrir su boca de ano llegó un hombre.

—Caeli ¿Qué cojones estás haciendo? —la voz sensual del muchacho que estaba llegando me tomo desprevenida, tanto que me hizo pegar un brinco.

Miranda se voltea para ver quién era y lo ignora para continuar humillando al orejón.

Esta mujer es como una cabra loca, ignora a todo el mundo.

Cuando sea grande quiero ser como ella.

Me voltee para ver quién había llegado; era Francis que usaba una camisa negra de Imagine Dragons, un pantalón negro y unos zapatos de militar.

¡Yisus craist! No sé qué se había hecho hoy en su cabello, pero era tan suave y tan CLICHE, que con cada paso que daba cada mechón negro se movía en el viento.

Hoy pude notar que sus brazos son muy pálidos, y que se le notan las venas. Que tiene los labios muy delgados para mi gusto, pero muy rosados, y que sus pestañas son muy tupidas.
Sino fuera por su nariz tan gigante y esas ojeras juraría que es hermoso.

—¡Miranda Caeli! ¿Qué haces aquí? Se supone que me esperarías frente al Subway. —dice el muchacho molesto por toda la situación.

George mira al más alto y da unos pasos hacia atrás. Traga grueso y levanta las manos simbolizando la paz.

—Como sea, no pienso discutir contigo, chica rara. —el castaño no había esperado a que Miranda respondiera cuando a se estaba alejando de nosotros.

Miranda hace contacto visual Francis y le frunce el ceño. Yo miró a Francis y él muchacho me reconoce y me sonríe, enseñando sus pequeños dientes blancos.

—¿Eh? —grita Miranda. —Pues eres un cobarde. ¿Sabes? Deberías de recordar que vienes de una mujer. —le da la espalda al castaño, pero luego se devuelve para gruñirle. —¡Poco hombre!

Francis la agarra del brazo con suavidad y le susurra algo incomprensible al oído. Ella se encoge de hombros y suspira.

Yo me quedo mirando a ambos removiéndome incomoda. Francis lo nota y dice.

—No sabias que conocías a Tara. —el pelinegro se muerde el labio inferior y abraza a su hermana por encima de los hombros.

—Ah, no la conozco. —hace una corta pausa para continuar. — En realidad, hasta hoy la he visto en vida. —Mira más allá de las personas que estaban en el patio y dice. —Vámonos, que gritarle a ese idiota me dejó con hambre.

Yo no tenía hambre, pero escuchar la palabra Subway y hambre juntas, era tentación.

—Si quieres puedes venir con nosotros, ¿verdad, Fran?— Los ojos verdes miraron a los otros orbes verdes y ambos asistieron —. ¿Quieres venir, Tara? —La chica de cabello corto me guiña.

Era raro que me invitaran a comer, pero obviamente iba a aceptar la invitación de Miranda por haberme defendido...

Les puedo hacer una preguntar ¿Sera que me está invitando porque piensa que soy una gorda sin amigos?

Sacudi mis pensamientos y asenti con una sonrisa sin bajar mis hombros con timidez.

Los tres salimos del patio delantero del instituto, caminamos hasta el coche pequeño y humilde que manejaba el pelinegro, que era más bien de granjero pobre.

Nada de esas camionetas super costosas que salen en todos las películas de Netflix.

Fran nos abrió la puerta. Aquello me hizo sentir incomoda y quise esconder mi panza gorda.

¿Por qué una persona cómo él seria un caballero conmigo?

Sí, sí. Debe ser porque quiere ser mi amigo para acostarse con Eva. No te hagas estúpidas conclusiones.

******

—¿Entonces Tara, prefieres el de pollo o el de carne?

Miranda tenia mucha energía. Desde que nos habíamos subido al vehículo no paró de hablar con su hermano mayor sobre las nuevas marchas a las que iría. Marchas que ni idea de qué mierdas eran.

Los tres ahora estábamos haciendo fila, esperando nuestro tuerno. Ellos conversando y mis ojos derivando por el local. Estaba vacío y limpio. Todo iba bien hasta que... ¿Ese? ¿Ese es Nicholas? Estoy viendo que Nicholas, mi mejor amigo besándose con George MacKebin ¡Bum! ¡En mi  cara!

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