Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Esa toalla no es mía

¿Saben que existen personas luz? Sí, esas personas que irradian luz. Su voz es suave, es tranquila. No te ponen nerviosa o nervioso cuando hablan. Puedes estar hablando con una persona luz y quedarte dormido. No porque no sea interesante la conversación sino por lo cariñosa que es su voz que te relaja.

Esas personas luz se mueven entre nosotros, pero no todas las personas notan que son luz. Las personas ángeles, les llamó yo; son las que caminan lento pero firme, son las que hablan y no necesitan gritar, pues todos nuestros pensamientos en están en él o ella cuando hacen o dejan de hacer cosas.

Maldito lugar al que ve había traído Miranda.

Les voy a decir que solo deben saber que es un lugar donde hay miles de trampolines, toboganes inflables, piscinas de bolas de colores, muro de escalar y todos, pero todos son delgados.

Lo único que pude hacer fue cubrir mis tetas gordas con mi cabello, bajar mi camisa negra hasta que cubriera parte de mi entre pierna y caminar con mis sandalias, que por cierto no sé qué mierdas hago con ellas.

Habían puestos de helados, y uno de Hot dogs; todo al aire libre, casi como un parque de puros juegos de saltar.

—¿Por qué esa cara, Tara?—pregunta Caeli que caminaba hacia atrás, para verme.

—Es que yo no pienso saltar. —dije entre dientes. —Aquí todos son flacuchos o son niños.

Señale mirando al tumulto de chiquitos que hacían fila para entrar al trampolín.

—Además. —agregué— aquel chico de pelo castaño no para de mirarnos. —señale con los labios.

Miranda voltea a ver al chico, pero lo ignora.

—¿Y qué? —me pregunta levantando su ceja.

—Que esta guapo y no quiero que piense que te voy a sacar la mierda si te caigo encima.

Miranda comienza a reírse haciendo que le muchacho que nos ve de lejos se toque el pecho como ofendido.

—Mira. Creo que el tatuado piensa que nos estamos burlando de él. —la muchacha se voltea para verlo.

—Una característica de hombres cliché. —Me mira arrugando su frente por el sol que le pega de frente. — que siempre creen que son el centro de atención. —niega con la cabeza. —Nadie se está burlando de él, pero su ego es tan grande que piensa que justo ahora que nosotras queremos un trio con él.

—¡Asco! No quiero saber más de tríos por el día de hoy —Rechacé cualquier idea que me recordara a la rubia.

¿Estará bien? ¿Seguirá adolorida?

—¿Por qué lo dices? —pregunta curiosa.

—No me hagas caso. Solo pensé en voz alta. —miento —¡Chis! ¡Chis! Creo que el troglodita viene hacia acá. —chille casi emocionada porque el chico se acercaba a nosotras.

El tipo estaba muy bueno, demasiado bueno de verdad. Tenia unos lindos rizos que cubrían sus cejas y unos pómulos resaltados. ¡Demonios!

—¿Qué? ¿Cómo? —Miranda giró tan rápido que no se di cuenta que el muchacho de tatuaje estaba detrás de ella.

No solo le piso el pie, sino que también le dio un golpe por el estómago.

El muchacho comenzó a reírse entre quejas, colocando su mano en la boca del estómago. Miranda cubrió su boca con las manos y yo solo pude abrir los ojos como platos. Sí, sí, típico de Wattpad; abrir los ojos como platos.

—¡Auch! no pensé que supieras defensa personal. —El muchacho se queja agarrándose de la camisa negra que andaba.

—Lo siento. Pero a ti nadie te manda a ponerte atrás de mí y tan de cerca. —se defiende la chica de labial rojo.

—¿Estas bien?— le agarró de los hombros y ella asiente.

—Sí. Es solo que por culpa de este chico yo también me he lastimado.

—¡Vale! Lo siento.— se disculpa el joven avergonzado.

—Acaso nunca te han enseñado a que el respeto hacia las personas comienza cuando le das medio metro de distancia. —estira su brazo sin tocar el pecho ajeno.

—Ok. —reconoció el muchacho cabizbajo.—Solo quería darles algo.

—Mira chico. —le advierte. —Si es tú número de teléfono métetelo por donde más te alcance ¿vale? —Miranda le regala una sonrisa forzada y me agarra del brazo para caminar.

—Créeme que no eres mi tipo, niña. —dice sin más.

—Ja. —ríe sarcástica. —Ni tú el mío, anciano.

¿Anciano? Pero que pedo tiene esta chica en la cabeza, si este bombón puede tener como por lo menos unos veinte años.

—Como sea.— finaliza el muchacho sacando una toalla sanitaria de su bolsa trasera. —Solo te quería entregar esto que se te cayó del bolso cuando venían entrando.

¡Sustos que dan gusto! No soporte más y comencé a reírme. No de Mirada sino de toda la situación. "estaba coqueteando con nosotras" pensé apartando la mirada para no reírme a carcajadas.

—No es de nosotras. —-responde Miranda sonrojada sin querer mirarlo.

—Bueno, se te cayó del bolso por eso supuse que es tuya. Solo quise ser amable y terminé con un golpe en mi callo del dedo y con mis tripas —se toca el abdomen.

Miranda no resistió al comentario y comenzó a caminar dejándome a mi sola con el muchacho.

—Bueno —me dijo el moreno que me sonrió. ¡Santo padre! Que sonrisa tan preciosa. —Dale esto a tu amiga. —me guiña y sale corriendo para ir hacer a los niños en dos filas.

¡Aww! Que lindo, seguro debe de trabajar en el área de niños. Pues yo quiero ser su niña mala. ¡Grr!

Trote hasta alcanzar a Miranda que llevaba los ojos cristalizados. Yo iba riéndome de la situación, pero la muchacha no parecía reírse para nada.

—¡Hey! ¿Qué pasa? ¿Estas mal por lo que te dijo ese chico? —pregunté adelantándome para verla a los ojos.

—Nada. Es solo que cuando me sonrojo mis ojos parecen querer llorar. Es como una maldición.

—¿Y por qué te dio vergüenza? ¿Por qué es guapo? —muevo las cejas divertida.

—Lo que siento es vergüenza de mí. —negó varias veces. —No sé por qué diantres le dije lo del teléfono. ¡Joder! —se sorprende de sí misma y a los segundos se comienza a reír sin parar.

—En serio yo también estaría igual que tú. Ahora él pensara que tú estabas deseando su número y que el te coqueteaba. —muerdo mis labios dejando escapar risas.

—Calla esa boca, Tara Walker. Que ahorita quiero que me trague la tierra y me escupa en Cancún con una fortuna y una mansión. —tontea tomando mi brazo para seguir caminando.

—Puedes conseguirte un sugar daddy. —comento.

—Nah. No quiero que viejitos toquen mis partes. —dice jocosa. —Además me creo lo suficientemente capaz e inteligente para ganarme esa fortuna sin necesidad de "vender" —hace comillas con los dedos — mi cuerpo al mejor postor.

Analizo lo que dice; y sí, es cierto. Todos podemos ser capaces de lograr cosas si las proponemos ¿No?

Habíamos caminado ya por todo el centro de trampolines y la chica azabache no paraba de rogarme que nos subiéramos en unos.

No puedo pensar en qué será lo primero que vean las personas, ellos dirán cosas como: "Oh, mierda. Miren una gorda saltando." O "Miren esas tetazas gordas como brincan" y las flacas dirán "Cuidado con la gorda"

—¡Vamos! —me suplica Miranda haciéndome ojitos de cachorro regañado. —Anda. Solo serán dos minutos. —sonríe y comienza a quitarse los zapatos.

—No. Yo no seré la burla de las personas que están aquí. —negué con seguridad.

—¿En serio te importa tanto la gente que esta aquí? —cuestiona la azabache metiéndose al trampolín.

—Sí. —Me cruce de brazos mirándola como brinca con sus medias negras... ¿de hombre?

—A ver. Dime ¿Quiénes de ellos te ayudan en el estudio? ¿Quiénes te dan para pagar? —señala a las personas que había en cantidad.

Mire a mi alrededor y no había nadie conocido.

—Ninguno. —respondí preparada para alguna otra pregunta.

—¿Ellos tienen el derecho de opinar sobre lo qué haces o dejes de hacer? —pregunta girando como una niña.

Analizó la pregunta antes de responder.

Cierto. ¡Cierto! Ellos no tendrían porque opinar sobre lo que hago o dejo de hacer ¿no?

—No. Ellos no me conocen.

—¿Y si ellos dijeran que eres una chica que le encanta comer mocos eso sería verdad? —se detiene para agarrarse de la malla que protege el trampolín.

—Les diría que no es cierto.

—Entonces porque preocuparte porque esa puta gente que ni te conoce piense de ti si te ve brincando o no. —Pega un salto enorme y se carcajea haciendo que su cabello se mueva.

Niego.

—Es tonto que te importe más la opinión de ellos que ni te conocen que tu propia opinión que llevas todo el tiempo viviendo contigo misma...—Se detiene en seco y abre mucho los ojos como si estuviera viendo un toro venir a matarnos.

—¿Qué estas mirando? —Me giré extrañada por la manera en que la muchacha dejo de hablar.

¡Santa virgen de la papaya! Era Alexandra la esposa de Culo ¿Se acuerdan de Culo? Sí, sí de Eduardo, el que me desvirgo.

Pues fijasen que me acaba de dar una cachetada que me ha dejado tonta. No tuve tiempo ni de reaccionar. ¡Pum!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro