Caras vemos, sentimientos no sabemos
Nicholas era mi mejor amigo, me contaba sus secretos y le encantaba hablar sobre chicas.
Cuando perdió su virginidad no paraba de reírse y tirarse de los pantalones, pues él decía que pensar en lo que había hecho lo volvía a excitar.
Nicho cuidaba de mí, le gustaba jugar con mi larga melena y cada vez que me rompían el corazón, me daba helado y palomitas con limón. No crean que por ser gorda nunca me he enamorado, eh.
Esos amores no correspondidos; me imagino a que ustedes les pasa lo mismo ¿no? Digo, si están leyendo mi patética vida indudablemente la de ustedes es igual.
Yo nunca había dudado de la orientación sexual de Nicholas, hasta el día de hoy.
El pelinegro movía su cabecita de un lado a otro mientras que George le metía la lengua hasta el fondo de la boca. ¡Asco! Es repugnante ver a dos personas besándose con tanta lujuria. ¡Hey! No te quiero ofender si eres homosexual solo que ver escenas casi salidas de la página naranaja me causa fastidio. No lo soporto, me dan ganas de acercarme a un balde y,y…,y… vomitar.
No aguante ni un segundo más cuando vomite encima de una chica que estaba delante de nosotros.
Cerré mis ojos y deje salir aquel liquido que venia con trocitos de ensalada y papas tostadas con tomate.
Me quería morir, esto era la peor humillación que alguien podía vivir. Conservaba los ojos llorosos por la fuerza que hacía para sacar el terrible vomito.
Miranda inmediatamente agarró mi larga melena y la hizo un moño.
Por otro lado, Francis solo se echó hacia atrás para que mi saliva no tocara sus zapatos militares
—¡PERO AYUDAME, FRANCIS! —le gritó Miranda a su hermano que no sabía que hacer ni decir. —Saca las toallas húmedas que tengo en mi bolso. —le ordena cuando el pelinegro parece reaccionar.
Mi pulso se aceleró al tal grado que rompí a llorar de la vergüenza. Levanté la mirada y vi que George había salido corriendo y Nicholas solo mi miraba con misericordia y disculpas.
Aparte la mirada, le quite la toallita húmeda al chico de tez blanca, me limpie la boca y sin decir nada salí huyendo de aquel lugar.
Tome el primer taxi que pasó frente al Subway. Olía mal y el taxista lo reconoció arrugando la nariz. Miré mi camisa y vi que la tenia mojada de mis flujos.
En momentos como este odiaba con todo mi corazón ser una maldita cerda gorda. Apuesto si fuera delgada todas las personas que estaban cerca mío me hubieran ayudado, y en vez de ser Miranda la que me recogiera el cabello hubiese sido Francis.
Le di la dirección al señor amargado que venía en el carro conmigo, me dejó frente a la casa de color papaya claro. En la que había un árbol de manzanas y un portón.
Kira salió a recibirme con su colita coqueta, yo no tenia ánimos para darle amor. Me sentía traicionada.
Entre a mi casa y mi madre no estaba. Me quité los zapatos y me fui a bañar porque sentía asco de mí misma.
Las puntas de mi pelo tenían restos de comida.
Me encerré en mi cuarto sin parar de llorar, mi teléfono no paraba de sonar. Seguro tendría 8 llamadas del traidor de Nicholas.
Eran las cuatro de la tarde cuando me acorde de la jodida tarea. ¡Mierda y más mierda! Me levanté corriendo a encender mi computadora y volver a redactar la tarea, pero cuando le di enviar no se podía realizar la acción.
—Como te odio, Tara Walker. —me grite a misma jalando de mis mejillas gordas.
No eres linda, eres fea, eres gorda, eres tonta, nunca te sacas 90 en los exámenes, nadie te ama, y no eres sexy para nadie.
Cerré mis ojos cansada de batallar conmigo hasta quedar dormida.
*****
La chica yacía dormida en su cama con un dolor enorme en su corazón. Era como ver a una bebé resentida con el mundo solo porque nadie le había querido dar un poco de paleta.
*****
Dos de la mañana, marcaba la pantalla de mi celular, en el que tenia 12 llamadas perdidas de Nicholas, 15 mensajes de WhatsApp de Eva, 2 de Francis y uno de un número desconocido.
Apague los datos para leerlos para que nadie descubriera que estaba en línea. Comencé con los de Francis que decían:
Tara, espero que estés bien. ¿Cómo sigues? Le pide tu número a Eva.
Tara. Le he dado tu número a mi hermana que no para de preguntar por ti.
Gran cosa, preocuparse por la gordita buena persona.
¡Hey! Chica, soy Miranda, espero que estés mejor :) este es mi número por si quieres hablarme.
Meh, meh. Chicas lindas que solo quieren andar con alguien como yo para verse más bellas.
Los últimos mensajes eran de Eva, que como siempre me dejaba plantada, solo que hoy no me importaba.
Necesito verte.
Ty contéstame. Estoy con Nicholas.
Traidores.
Respóndeme
Necesito a mi mejor amiga.
¡Francis quiere que salgamos! Estoy emocionada. Necesito de tus consejos.
Acaso ya no me amas :(
El tonto de William quiere que nos volvamos a ver y que tengamos sexo. JAJAJA. La última vez no tuve ni final feliz.
Gordis, ¿dónde estás? En serio estas molesta porque me fui con los chicos y no pude llegar a tu casa…
Había unos cuantos más mensajes de Eva, pero eran lo mismo. Siempre pensando en ella y en ella. Yo podía estar muerta y ella no se preocupaba por mí nunca.
Toda la semana no quise salir de mi cuarto, Emilia no me llamaba a comer y se escuchaba feliz de que yo no apareciera en su vida perfecta.
Era cansado despertarte con el corazón acelerado, no por una pesadilla sino por los gemidos de tu madre cerca de tu cuarto. Odiaba escuchar aquello.
Deseaba vivir con Matt, pero él solo tenia ojos para sus problemas. Era como si Tara fuese invisible.
Esa semana no me conecte a ninguna red social, solo de mi cuenta Fake;en la que criticaba a las madres ,y a las amigas putas y ahora a los amigos gays.
Me metí a stalkear el perfil de Eva y vi que el sábado en la noche había salido con Miranda y Francis a una discoteca. Miranda sonreía un poco, Francis apenas movió la boca y Eva sacando la lengua pidiendo leche.
Pase rápido las fotos cuando me detuve a husmear su vida perfecta. La señora Sonia con el señor Jeff, eran el matrimonio perfecto con la hija perfecta. Todos era rubios y de ojos azules. Eran la familia Barbie.
En cambio, la mía era; un divorcio, una mujer que se casó con un gordo de barba, un gordo de barba enamorado de una mujer con cuerpo de Beyonce.
Sí, mami tiene un cuerpazo, creo que es por eso que cuida tanto de las comidas.
Pero para su desgracia yo salí igual de gorda que mi abuela paterna. #elkarma.
Era el domingo medio día, yacía en mi cama sin bañarme, mientras seguía riéndome de los memes que encontraba.
—Te busca una tal Miranda. —escuché decir a Federico que apenas se atrevía a asomar la cabeza por la puerta. —Abre las ventanas que este cuarto huele mal.
—Imbécil…—susurre levantándome de la cama.
Trote hasta llegar a la puerta.
Antes de abrirla, pase la lengua por mis dientes y acomode mi busto.
—Hola… ¿Estoy molestando tu domingo? —me pregunta la muchacha que usaba un vestido de flores cuando abrí.
—No. Para nada… Uhm… ¿En qué puedo ayudarte?
—Necesito que me ayudes—habla la chica entrando sin esperar a que le invite.
¡Diablos señorita!
—¿Y cómo puedo hacerlo? —pregunté cerrando la puerta.
—Que deje de pensar en tu amiga la rubia
—¿Cuál rubia? —me hago la desentendida.
—La chica que estaba contigo el lunes pasado, y se fue con un grupo de chicos.
—Eva. —me lanzo en el sillón beige. —¿Y por qué motivos quieres alejarlos? Si mi mejor amiga es buena. —titubeo un poco.
—¡Vaya mejor amiga! —su ironía me hace sentir nerviosa
¿Habrá hablado mal de mí?
—¿Por qué lo dices? —me preocupo.
—Déjalo de lado. Solo sé que ella no es una buena chica para Francis. —se sienta en sillón y se encoge de hombros.
—Ella es una buena chica. —le reclamo cruzándome de brazos.
—No lo creo. —curiosea la sala de estar y luego sus ojos verdes me miran.
Se rasca la nariz y junta sus pequeñas manos.
—Pues creo que tu hermano es bastante grande. ¿Qué edad tiene? Unos diecinueve.
—Veintiuno —corrige. —Tara…Lo que pasa es que Francis es demasiado sentimental. Él no es un chico malo, ni tampoco que juega con los sentimientos de las chicas. —sonríe con melancolía —mi hermano es el chico más tierno que he conocido. —se muerde los labios al igual que su hermano.
—¿Pero ¿Cómo lo puedo ayudar? O sea, mírame. Soy gorda y no lo voy a enamorar. —no sé porque dije eso. ¡Mierda!
Miranda me suelta una risita que me sonroja por completo. Literal era un tomate; gordo y rojo. ¡Que rico un pollo en salsa de tomate! Olvídenlo.
—No hablo de que lo enamores, Tara. Sino que le digas la verdad. Yo no conozco nada a esa chica, pero algo en ella no me gusta. —niega despacio. —Por favor si ves que Francis te pide ayuda con que le ayudes a conquistarla y tú sabes que ella no es de bien. No le ayudes. —se levanta y sale de mi casa sin despedirse.
¡Pero que carajos!
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