Nunca había entendido cuando la gente decían que se refugiaban en la música.

Pero ahora que lo pienso bien, cada que algo pasa, cada que mis propios pensamientos quieren destruirme al punto en que no parar de llorar. Es cuando, instintivamente, entro a la aplicación de música, dejando las canciones en maneras aleatorias, le subo tanto el volumen que mis sentimientos se disipan un poco.

O al menos, me hacen sentir tanto las canciones, que al menos logro canalizar todo.

Es eso o abrirle un hoyo a la pared.

¿Lo han sentido? Saben...¿la necesidad de golpear algo? Ha de doler ¿no?
Creo que entendería ese dolor, porque uno lo provoca, tú mismo lo hiciste. Puedes controlar cuando pase de nuevo, cuando duela. 

Es mejor a que duela cuando no estás listo.

Para serles honesta, nunca he sido lo suficientemente valiente para decidir ese dolor. 

Para, finalmente, pegarle a la pared.

Mis manos delgadas, mis muñecas huesudas. Se quebrarían ¿no? El problema es el siguiente: lastimarse incluye curarse. Y para eso se necesita dinero.

Dinero, dinero, dinero. Como amo el dinero. 

Lastima que no lo tengo.

Como cada cosa que realmente quiero.

Clases de boxeo. He pensando en ellas desde hace mucho tiempo. Pegarle a algo socialmente aceptado. Pero adivinen, adivinen. 

También se necesita dinero. 

Y una explicación de cómo una chica, si, una chica, quiere recibir clases d e boxeo.

Porque al parecer seguimos en un siglo donde no está bien visto que las mujeres existan, decidan y sean felices con cualquier cosa que quieran.

Lastima ¿no? Tanto potencial y toda la energía la seguimos ocupando curándonos a nosotros mismos de los golpes de la vida.

Volviendo a lo de la música. 

Leí en un libro "cuando necesito silencio, el ruido ayuda"

No lo entendí hasta hoy. Tapar mis pensamientos, con ruido.

Ruido, ruido, mucho ruido.

Es más aceptable ¿no? Que abrirle un hoyo a la pared.