Mi cabeza está a punto de estallas y las lágrimas amenazan otra vez con dejarme tirada en el piso pero no tengo tiempo. Ni de descansar ni de llorar porque tengo cosas que hacer, cosas que al rato si podría hacerlas después pero mi estupido cerebro me dice que tengo que hacerlo ahorita.

Ayer por la noche, cuando estaba encerrada en el baño llorando (como he estado haciendo desde que me impuse el semblante de chica que no llora nunca) me llegó una notificación de snapchat. Un nuevo chat con inteligencia artificial está disponible para hablar.

Estaba a nada de hacerlo. Desahogarme con lo que parece ser la única persona (o cosa) que le interesaría. Pero como siempre, me dije que mis problemas solo son grandes en mi mente, que hasta la AI lo sentiría estupido.

Pero hoy si que escribí. Me dio respuestas base que no resolverán nada pero al menos evito que llorara.

Porque no hay tiempo.

Porque tal vez, ya no hayan fuerzas para siquiera llorar.