Capitulo 3 (R)
V.Judy:
Me encontraba caminando y dando pisotones de un lado a otro por la sala de la casa, pensando preocupada de un tema que se había aparecido hace no más de unos veinte minutos después de que yo llegara. No sé cómo le diré esto a Nick, tal vez no se enoje pero no sé cómo reaccionará. Será difícil para él ya que no sabe tratar estas cosas, y será mucho más difícil para mí porque no tengo ni la más mínima idea de cómo decírselo. ¿Alguna idea antes de que llegue?
Las llaves de Nick sonaron al otro lado de la puerta. La abrió segundos después solamente para percatarse de mi presencia. Me miró sorprendido al igual que yo a él. Es una forma de comenzar.
―Hola Zanahorias. ―me dijo sacándose la corbata sin dejar de mirarme―. Has llegado temprano hoy.
―Oh, sí, es que terminamos nuestra misión Lobezno y yo. ―reí nerviosa, aunque era la verdad, aun no tenía idea de cómo decirle sobre la noticia―. Y pues le pedí a Boggo que me deje venir temprano y aquí estoy, je, je. ―debería aprender a actuar como Nick para no parecer tan nerviosa.
―Mmm... Estas actuando algo extraño. ―me observó de pies a cabeza―. ¿Sucedió algo?
Bueno, es un modo de hacerlo sin tener que poner excusas de por medio. Suspiré rendida y tomé nuevamente aire para comenzar la tortuosa explicación que me quedaba por darle.
―Mis... mis padres llamaron hoy... ―comencé.
― ¿Enserio? ¿Qué dijeron?
―Pues que querían conocer a mi pareja. Dicen que no te han nunca te han visto y que quisieran conocerte pero... ―no sabía cómo terminar la oración. No sabía si por Nick o por lo que diría.
― ¿Pero? ―alargó la O.
―Pero lo que me da miedo es que no sé cómo se vayan a sentir cuando sepan que su hija más grande y la que debería dar ejemplo a seguir ―me señalé desanimada―, sea novia de su enemigo natural. No digo que haya algo de malo en ti, eres realmente perfecto y... ―ya empezaba a desesperarme. Si no hubiera sido por él, hubiera seguido diciendo tonterías hasta no poder más.
―Tranquila, tranquila. ―dijo Nick abrazándome―. Ellos seguro me aceptarán. Solo tienen que conocerme mejor. Sé que no tengo uno de los pasados más increíbles de la historia y que no soy el pretendiente que ellos esperarían, pero cuando vean en lo que me he convertido y lo que hago por ti se darán cuenta de que soy el mejor ser animal que puede existir para ti. ―a veces no sé cómo logra hacer que lo malo parezca bueno. ¿A dónde había ido ese zorro realista y pesimista que conocí hace mucho?
―Eres lo mejor para mí. ―afirmé segura, apoyada en su pecho―. Está bien Nick, te creo. Solo espero que mis padres te acepten.
―Esa es la Zanahorias que conozco. ―me abrazó más fuerte, haciéndome sentir más segura―. ¿Y cuando los iremos a ver?
―Pues... ―ahora volvía a estar nerviosa, eso era otro problemilla que me había faltado de contarle―. Ellos querían que los viéramos... este fin de semana. ―puse una sonrisa forzada y nerviosa en mi rostro. "Sorpresa" dije con un hilo en la voz.
― ¿Este fin de semana? ―exclamó asustado. Ahora estaba asustado. ¿A qué le temía? Hace cinco segundos me decía que estaba seguro de conocerlos.
― ¿Qué? Acaso el señor "Todo lo puedo" ¿Ahora tiene miedo? ―pregunté burlona.
―No... no es eso. Es solo que no pensé que querían conocerme tan pronto. ―una sonrisa nerviosa se posó en sus labios, parecía como se le hubieran dado la noticia de que Finnick era en realidad hembra.
―Ven, vamos a dormir. ―le dije tomándolo de la pata para llevarlo escaleras arriba porque parecía que se había paralizado―. El jueves compraremos los boletos.
―Está bien. ―aún seguía con la vista perdida en el espacio infinito.
Y así termino otro día en nuestra vida juntos.
Unos días más tarde.
V.Nick:
Bien, hoy es el día, estoy preparado y estamos en Las Madrigueras, listos para conocer a mis (posiblemente) futuros suegros. Estoy realmente nervioso, las piernas me tiemblan y un sudor frio me recorre todo el cuerpo desde las orejas a las patas. ¿Qué pasara si no me aceptan? ¿Me alejarían de Judy? ¿Me harían pasarla mal el resto de mi vida? ¿Me matarían?...
No, eso es algo exagerado para un conejo... Espero.
No sé ni cómo ni cuándo pero ya estábamos frente a la puerta de la Madriguera Hopps que, por lo que escuchaba por dentro, estaba repleta de conejos que gritaban sin parar. Toqué la puerta tres veces y con algo de fuerza para que me escucharan y lo gritos, dentro, cesaron de inmediato. La puerta se fue abriendo lentamente hasta dejar ver a la pareja de conejos repletos de conejitos alrededor. Aunque en primer lugar estaban con una sonrisa amplia, esta desapareció al verme. Mala señal.
―Hija, ¿él es tu pareja? ―preguntó la madre de Judy, Bonnie, asustada.
―Soy Nick Wilde. Un gus... ―no pude terminar de presentarme, cuando la señora lanzó un grito de terror al acercarme y él padre de Judy, Stu, sacó un rifle de no sé dónde. ¡Hace cinco segundos no lo tenía!
― ¡Hija, apártate de él! ―gritó él, apuntándome amenazadoramente con el doble cañón, directamente a la cara.
―No, papá, espera... ―imploró Judy, casi llorando. Trataba de interponerse pero Bonnie la apartaba evitando que el arma la apuntara a ella.
―Espere, yo solo... ―tartamudee con terror, en vano. Ya tenía el dedo en el gatillo del arma.
― ¡Muere! ―solo se escuchó un disparo.
Desperté agitado, sudando y ahogando grito de terror. Miré a Judy, que estaba a mi lado, durmiendo plácidamente. Su paz y tranquilidad me hizo recordar en donde estaba realmente, solo había sido un sueño. Me levante de la cama y fui al baño para limpiarme el sudor. Solo fue un sueño... que más sueño, parecía una terrorífica pesadilla. Salí del cuarto de baño y regresé a la cama pero antes de volver a (tratar) dormir, vi la hora. "5:30 A.M." marcaba el reloj. Ya era el día, realmente el día, y nuestro tren partía en tres horas. Intenté, como dije, dormir pero no pude, la imagen de Judy llorando mientras el padre de ella me apuntaba y halaba el gatillo para matarme me carcomía la cabeza. Giré mi cabeza a donde estaba Judy.
Vi que tenía una sonrisa mientras dormía. Seguro tenía un buen sueño de como conocería a sus padres pero no creo que sea como ella espera. Aún estaba temblando y ya había pasado una hora. Se hicieron las seis y media de la mañana y la alarma sonó pero no me encontraba en la cama. Para matar tiempo hasta estar listos, había estado haciendo el desayuno para despertarla de buen ánimo sin que se diera cuenta de la pesadilla que había tenido una hora antes. Subí con el desayuno encima de una bandeja (el cual olía delicioso) y abrí la puerta con algo de dificultad. Ella recién estaba despertando, soltando un bostezo que la hacía ver algo graciosa. Que dormilona.
―Buenos días, Zanahorias. ―dije entrando completamente―. Aquí tienes tu desayuno. ―puse la bandeja en la mesa de noche que estaba junto a ella.
―Buenos días ―me saludó en un bostezo―. ¿Por qué te despertaste temprano? ―tomó una tostada para devorarla tiernamente. Aunque no quería que se diera cuenta, tenía que decírselo, eso era lo importante.
―Pelusa ―comencé dudoso―. Hay algo que quisiera preguntarte. ¿Tu padre tendrá un rifle? ―pregunté asustado. Paró de morder el pan tostado y me miró muy confundida.
―Pues no, no lo tiene. ―me dijo igual de confundida que su mirada―. ¿Estas pensado que te matara si sabe que eres un zorro? ―tanteé con mi cabeza de un lado a otro, haciendo como una especie de "Mas o menos".
―Hoy, en la madrugada, tuve un sueño, que sueño más parecía una pesadilla, en la que me disparaba pensando que te haría daño. ―agaché las orejas desanimado. Aunque era terrorífico recordarlo, eso me hacía sentir mal porque... ¿Por qué le haría daño a ella?
Judy dio un gran suspiro, dejó el pan en la bandeja y habló:
―Nick, no te mataran. ―dijo con voz de queda―. Te aceptaran. Ellos son de mente abierta, no te preocupes. ―ahora era más cariñosa. Pero... ¿No era ella la que estaba con ese miedo, días antes?
―Está bien. Confiaré en ti. ―le di un beso en la frente para que terminara de desayuno―. ¿Ya tienes lista tu maleta? En tres horas parte el tren.
―Claro que sí. ―respondió después de tomar de su té caliente―. ¿Y tú?
―Claramente, Zanahorias.
Después de una hora, terminamos de ver los detalles para poder irnos y llegar a la estación a tiempo. Como era de mañana, no había muchos animales que viajasen en ese momento. Es más, llegaban a esta hora la mayoría. En especial, desde las Islas Interiores (por lo que pude notar) y de Las Madrigueras, que era a donde nos dirigíamos. El tren llegó más que puntual y abordamos con nuestras maletas. Subimos al segundo piso y de ahí, el tren comenzó a moverse de vuelta a los prados de los conejos agricultores. Sé que hay más que conejos solamente pero, vamos, esos animales son ya los dueños del lugar. Pasaron unas cuantas horas, cuatro para ser exacto, hasta que llegamos a Las Madrigueras.
Los nervios y el miedo me atacaron al instante de llegar, el sudor era menos que en el momento de la pesadilla pero las piernas me volvían a temblar y con más fuerza aún. Vi a través del cristal de la puerta y los nervios aumentaron hasta más allá del sol o cualquier galaxia conocida. Toda su familia estaba ahí, a expectativa de mirar quien era la pareja de Judy, es decir, yo.
Ella bajó primero con una gran sonrisa y una pequeña coneja se tiró encima de ella. Suponiendo correctamente, era una de las hermanitas menores de Judy, de pelaje casi blanquecino y una carita tierna, como cualquier otro conejo pequeño. Habló unos segundos con su familia y luego, antes de que se fuera el tren, hizo una señal para que yo saliera.
―Bien familia, aquí les presento a... Nick Wilde.
Al momento que terminó la frase, bajé del tren sintiendo como si cada corto paso era una eternidad. ¿Por qué se les ocurrió esta idea a sus padres? Al final, terminé de bajar y quedé en frente de toda su familia. Algunos con caras serias (seguramente los hermanos mayores de Judy) otros, con sonrisas tranquilas y los más pequeños, sorprendidos de mi presencia.
―Hola... ―saludé nervioso―. Soy Nick Wilde.
No sé qué sucedió en ese momento pero todos quedaron con una gran sonrisa en su rostro, incluso los serios hermanos mayores me miraban con felicidad. Pensé que algunos me gritarían o abuchearían. ¡Incluso que me agarrarían a golpes! Pero en vez de eso, me miraron con gran felicidad y casi pude sentir un aire de satisfacción, o bueno, en algunos de los que pude mirar.
―Hola Nick. ―me saludó amablemente la madre de Judy―. Mi hija nos dijo que eras lindo pero no para tanto. ―bromeó divertida. Reí en respuesta aunque no sé si por la gracia del chiste o por cortesía, da igual, funcionó.
―Hola Nick. ―saludo Stu―. Esto... ¿Sabes cosechar?
―Pues no ―admití―. Jamás lo he hecho pero puedo aprender.
―Sí, me agrada. ―susurró feliz.
Judy se acercó a mí y me abrazó el brazo con fuerza que, si me estuviera equivocando, era de nerviosismo. Bueno, no estaba más nerviosa que yo. Eso era seguro.
―Es muy reconfortante verlos tan felices. ―comentó Bonnie, alegre―. ¿No es verdad Stu?
―Claro Bonnie. ―afirmó―. Me recuerda a cuando éramos enamorados.
―Qué lindo, quisiera escuchar cómo se conocieron. ―aprovecharé este momento para entablar una mejor confianza―. Claro, si me lo permiten.
―Seguro. ―aceptó el conejo marrón―. Era un tiempo muy lindo y Zootopia seguía igual de increíble como ahora... ―y así comenzó a relatarme Stu, cómo fue que se conoció con Bonnie.
Es algo tan raro como increíble de que, hasta ahora, nadie haya pegado un grito de miedo o susto o haya salido corriendo a llamar a la policía que, irónicamente, soy policía. Tal vez estaba demasiado nervioso (y prejuicioso) con ellos pero son realmente agradables.
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Voy a recalcar un error aquí que creo que deberia mostrarlo. En la parte donde pongo "Como éramos de distintas especies, abordamos en secciones diferentes pero no importaba porque nos comunicábamos por nuestros teléfonos." Realmente reconozco mi error ya que los trenes en Zootopia no tienen diferenciaciòn de especies, solamente de tamaños. Esto recientemente lo acabo de ver al revisar este capítulo. Espero que no afecte mucho a la perspectiva de la historia.
Nos vemos.
VENGO DEL FUTURO NUEVO. COMO VEN, HE CAMBIADO ESE ERROR CON ALGO MÁS COHERENTE CON LA FORMA REAL DE LO QUE SERIAN LOS VAGONES EN ZOOTOPIA. BUENO, ESO ERA TODO. NOS VEMOS.
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