XVIII- Que venga herido.
Después de un tiempo, Raphael había conseguido una "cita", le había pedido a una Seelie el favor de que tuvieran una cita y así poder comenzar de a poco con las conquistas. No estaba muy familiarizado con las chicas, saber que le gustaba o que era bueno hacer en una cita, por eso pedía ayuda a esta chica, que había aceptado encantada.
El lugar era conocido por todos los subterráneos, en Taki's si algo sucedía después iba a parar a todos los oídos, y por alguna razón Raphael quería que llegara a los oídos de Simón.
Pero pudo recibir más que eso, porqué Simón estaba en el lugar con los Nephilim cuando él llegó a lado de la chica, parecía que iban de misión, pero no hizo nada, a cambio cuando la vista del polluelo fue hacía él, Raphael solo lo saludo con la cabeza.
A cada rato volvía un poco la mirada, el polluelo lo miraba ¿Acaso nunca lo había visto tener una cita? Sonreía y después solo se dedicaba a sacarle sonrisas a la chica. Después de un rato sintió la presencia del polluelo, entonces levantó la mirada, sintiendo satisfacción al ver la cara del menor.
— Polluelo.
Este hizo una reverencia pequeña a él y a la Seelie.
— Iré de misión con los Nephilim.
Raphael trató de hacer lo imposible para qué no se notará el desacuerdo que tenía con aquello.
— Está bien, vuelve vivo.
Entonces el menor abrió sus labios sorprendido.
— ¿No te vas a negar a esto? ¿No vas a decir que estoy loco sí creo que me dejarás ir?
El mayor negó.
— No, ten suerte.
El menor asintió y se fue, haciendo que Raphael sonriera mientras disfrutaba de la velada como un pequeño triunfo a todo lo que le había hecho el polluelo. Cuando volvía al hotel escuchó unos quejidos, entonces se detuvo mientras miraba el callejón trasero, comenzó a caminar hacia el ruido, viendo a alguien tratando de sacarse algo del estómago.
— ¿Estás bien?— preguntó Raphael.
Esperando una respuesta.
— ¿R... Raphael?
Asustado el mayor caminó hasta donde estaba Simón, sonaba herido. Cuando llego a él y lo vio, sintió la desesperación recorrer su cuerpo, tenía una daga incrustada en su abdomen.
— ¡¿Qué te sucedió imbécil?!
Lo cargó para llevarlo al hotel, tratando de no incrustar más la daga.
— Todo es culpa tuya.
El mayor lo miró ofendido.
— ¿Yo?
— Sí, trataste de darme celos, y lo conseguiste, no me pude concentrar y recibí esto.
Raphael largo una carcajada mientras entraba al hotel.
— ¿Acabas de confesarte?
Lilit apareció con otro grupo saliendo de una habitación.
— Sí.
— ¿Qué sucedió?
Lilit parecía preocupada.
— Ha salido herido, necesita que lo curen.
— Déjamelo, nosotros nos encargamos.
Entonces los vampiros agarraron a Simón y se lo llevaron, dejando a Raphael en la sala con distintos sentimientos en él. Odiaba a Simón por enamorarlo.
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