VII-Que venga despechado.
Raphael no había visto a Simón por un tiempo, el polluelo pasaba mucho tiempo con su novia y hasta a veces dejaba de venir al hotel, ocultándose quién sabe dónde. No le dio importancia y siguió haciendo lo que él debía hacer, trabajar y mantener en orden a los demás vampiros.
Simón no era nadie en su vida.
— ¡R...Raphael!
El mayor corrió hacia la sala preocupado viendo como Simón lloraba mientras se abrazaba a su cuerpo.
— ¿Qué te sucedió?
Comenzó a caminar hacia donde estaba el y con su manos tomar de sus hombros viendo como este sorbía la nariz.
— ¿Te hicieron algo los Nephilim? Porque si te han hecho algo iré ahora mismo a golpear a cada uno.
Simón negó mientras secaba sus lágrimas.
— ¿Entonces qué?
—Clarissa término conmigo por Jace— dijo Simón.
Y se abrazo al cuerpo del mayor. Este se quedó sorprendido y enfadado ¿Desde cuándo el debía consolar a alguien despechado? Cerró los ojos cansado para después abrazarlo también, solo pasaba con Simón y por eso lo odiaba.
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