IX-Que sea mujeriego.
Las siguientes noches Raphael se dio cuenta de una fase del polluelo, había comenzado a salir con los demás vampiros para desahogar sus penas, algo que el mayor encontraba ridículo ya que las borracheras no traigan nada bueno, solo una resaca y recuerdos del viejo amor.
Pero no le dijo nada, ni fue capaz impedir que cometiera eso, era una etapa que todos pasaban. En cambio el solo había optado por seguir en lo que hacía, no iría detrás de fiestas para ver al polluelo casi inconsciente cuando podía quedarse en el hotel, cómo solía hacer casi siempre, compartiendo de su propia compañía.
Se sentó en los sillones mientras dejaba que por sus oídos entrarán el ruido del silencio, disfrutaba del tintineo de los materiales colgados que chocaban entre sí, cuando pudo escuchar del otro lado de las puertas de la entrada la voz de Simón y alguien femenino.
—Me gustaría repetir esto otra vez, esta salida a sido muy buena—dijo la chica— me he divertido bastante junto en tu compañía.
Escuchó una risita nerviosa de parte de Simón, el se levantó y caminó hasta la puerta para oír con más claridad.
— ¿En serio?— preguntó Simón— Yo también me he divertido, quiero volver a salir contigo.
Raphael comenzó a hacer burla de sus conversaciones mientras ponía los ojos en blanco.
—Eres un buen chico Simón Lewis— dijo la chica—, nos veremos en unos de estos días.
Y hubo un silencio que hizo que Raphael pensará en que estaban besándose, caminó hasta la sala y se sentó esperando que entrara, sabía que Simón le contaría todo. Y así fue, Simón entró casi corriendo y gritó en su búsqueda para después encontrarse en la misma sala que él, Raphael frunció el ceño mientras lo veía sentarse a su lado, olía a perro mojado, había estado con una licántropo.
— No sabes lo que me paso— dijo Simón.
El mayor se cruzó de brazos mientras seguía con el ceño fruncido.
— ¿Qué sucedió?— preguntó Raphael.
— Tuve una cita con Maia, es algo así como una mujer lobo, es bien cool y nos besamos — dijo Simón alegre.
El celular del polluelo sonó y sacó el celular para que su sonrisa se agrandara.
— Oh y mañana tengo otra cita— dijo Simón.
Raphael se enderezó y lo miró.
— ¿Otra cita?— preguntó indignado Raphael— creí que habías tenido química con esa licántropo.
Simón negó con una sonrisa.
—Voy a hacer lo que hace el inútil de Jace— dijo Simón—. Si puedo estar con una, puedo con dos, nada serio sino diversión.
Raphael se levantó y lo miró molesto.
— Eres un mujeriego.
Y se encaminó hasta fuera de la sala para musitar palabras en español. Odiaba a Simón por ser mujeriego y querer ser alguien que no era.
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