Simón tiene una manía muy especial de meterse en problemas y eso Raphael lo ha descubierto con el pasar de los días, cómo esa vez donde estaban todos en Pandemónium y era la primera fiesta donde el polluelo había salido para probar su autocontrol, quedando a cargo de él. En un momento de distracción, porque había ido a buscar unos tragos para él y el chiquillo, quedando hablando con una vieja amiga demorando un rato, volvió a su lugar y no encontró a Simón. 

La preocupación que sintió en ese momento fue tan grande que se maldijo por lo bajo. Solo había sido un momento, no entendía como podía esfumarse. 

— ¿Han visto a Simón?

Comenzó a preguntar a los demás integrantes del clan mientras recorria el salón como loco. 

— ¿Han visto a un vampiro de pelo castaño, cara de ser torpe y así de bajito?

Comenzó a describirle a las otras personas del submundo ¡No estaba por ningún lado!

—El polluelo... los licántropos se lo llevaron fuera del bar— dijo una Seelie.

Raphael nunca había corrido por alguno del clan, pero esa vez si lo hizo. En un lugar apartado dos licántropos estaban acorralando a Simón. No pregunto lo sucedido, solo camino molesto hasta ellos para alejarlos y comprobar que el menor estaba bien. 

— ¿Qué sucede aquí?— preguntó molestó.

Los licántropos le mirarón molesto y a Simón que se había levantado para ponerse atrás de él, Raphael quizo voltear la mirada para ver si estaba bien.

— Tu vampiro acaba de empezar esto, estábamos bailando y nos buscó problemas al empujarnos...

—Les dije que no fue mi intención, resbalé con agua que estaba en el piso y caí arriba de ustedes— dijo Simón—, no fue mi culpa.

Los hombres parecían molestos, pero no hacían nada que quedarse en su lugar. 

— Chicos recién es un polluelo, es torpe en esto, dejemos esto aquí y yo pago los tragos en ofrenda de paz— dijo Raphael.

Lo recuerda bien, los licántropos habían asentido y suspirando, ya listo para comenzar a caminar hacia la entrada del club, parecían veteranos y eso lo había relajado, porque los más jovenes no hubiesen dejado una pelea así de fácil, pero Simón tuvo que hablar... 

—Mejor así, huyan dentro del bar con su manada si no quiere que Raphael los golpee hasta cansarse. 

Raphael solo pudo mirarlo enfadado, viendo como los dos licántropos se volvian listo para pelear. Esa noche Raphael y Simón se ganaron unas golpizas. Y así concluía el saber que Simón era un talismán para los problemas y por eso lo odiaba.