
Capítulo 12. Me rindo.
Me duele la cara por sonreír. Y no por el hecho de hacerlo tanto, sino porque lo hago por obligación. Tú pasaste página, pero yo vivo angustiada porque el capítulo anterior no se cerró. Mi cerebro se niega a olvidarse de él, sabe que está incompleto.
Regresaste, te acercaste, me nublaste con tu brillo incandescente. Fue difícil negarme a tu calor, a saborear tu anhelo. Lo desee por tanto tiempo que mi cuerpo, por voluntad propia, se adhirió al tuyo apenas te acercaste. Pero nunca hubo una explicación...
Ahora caminamos de la mano por las calles, buscamos el periódico y compramos las especias que nos hacen falta para la cena. Pasamos por una floristería y te detienes para llenarme de pompones y de margaritas, mis favoritas. Reímos, nos damos besos furtivos en cada esquina antes de cruzar. Me abrazas, apretándome con más fuerza cuando alguien voltea a vernos. ¿Necesitas convencerte a ti mismo que lo que sientes es genuino?
Yo no lo supero tan fácil. Siento el muro allí, todavía entre ambos. Noto que mantienes tu espacio, incluso en la intimidad. No dejas tus cosas regadas en la casa, como tu teléfono. El computador hábilmente lo apagas luego de trabajar, cuando eso antes era mi trabajo, porque tú terminabas tan cansado que caías con facilidad rendido sobre la cama. ¿Hemos cambiado?
No te niego que yo también me he vuelto recelosa, modifiqué todas mis claves y tengo un rincón oculto en el refrigerador para guardar dulces que ya no quiero compartir. Separo con cuidado tu ropa de la mía, evitando que se mezcle, y hasta tenemos tazas diferentes para tomar café, guardadas en lados opuestos de la alacena.
Estamos juntos, pero ya no somos los mismos. No nos tenemos confianza, quizás por el temor de no cometer otro error. O tal vez, esperando que no descubran los secretos que aún tenemos guardados en nuestro interior.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro