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❈•≪Extra III: Love's sucks≫•❈

El amor apestaba, Seonghwa ya no tenía dudas. Eso y que la vida era injusta.

El ahora pelinegro se reclinó sobre su asiento y viró su rostro hacia el amplio ventanal que se encontraba a su lado, observando el apresurado andar de las personas sobre el estrecho pavimento. Suspiró y en lo que esperaba por su dongsaeng, se dedicó a mirar el grisáceo cielo sobre su cabeza.

Inconscientemente se hundió en su asiento y sus largos dedos, repiquetearon sobre la plana superficie de la fría mesa. Dejó de observar y paso a pensar en lo miserable que debió de ser en su vida pasada como para estar pagando semejante cantidad de karma.

Lógicamente habían muchas cosas que no comprendía a la perfección, y sería absurdo que fuera de otra forma, ni los genios más dotados podían comprenderlo todo en este vasto mundo. Y sabiendo eso, Seonghwa aceptaba que jamás nunca, comprendería al amor.

Podía definirlo, conceptualmente sabía qué era y cómo funcionaba. Pero cuando lo experimentaba en primera persona, cualquier idea que tuviera al respecto, se iba por un caño directo a la nada misma. Dejándolo desprotegido y ciertamente aturdido. Porque era en ese momento, en el que se daba cuenta que no tenía idea alguna de cómo realmente funcionaba el amor.

Sacándole el polvo a algunas viejas memorias, él podía asegurar que nunca había sido capaz de leer bien sus sentimientos. Siempre erraba y los confundía. Pero cuando se trataba de otras personas, era excelente haciéndoles ver algunas pequeñas cuestiones, demasiadas obvias para su gusto, que ellos solían ignorar.

Otra cosa que no podía entender era eso, pero no importaba demasiado.

Cuando él y Hongjoong comenzaron su amistad, el chico le cayó bien al instante, habían actitudes de su persona que le irritaban pero, era agradable y extrañamente congeniaron a la perfección. Se acoplaron al otro y si bien sus personalidades eran abismalmente diferentes, éstas congeniaron también.

Un año después se encontró pensando demasiado en el bajo chico, le parecía curioso y no encontraba un válido porqué que justificara su comportamiento. Lo observó y lo analizó hasta el cansancio, atribuyendo la cálida en su pecho y la comodidad de su presencia, como una pequeña y naciente atracción. Y que estúpido había sido en ese entonces, nunca le gusto el más bajo. Medio años después se dio cuenta que todo su comportamiento se debía a que, sinceramente apreciaba la compañía contraria. Lo veía como un verdadero amigo y lo quería como pocas veces admitiría hacerlo en voz alta.

Se sintió estúpido por confundir dos sentimientos diferentes de esa forma, se avergonzó también y por una semana entera no pudo ver al gruñón de su mejor amigo a la cara.

El chico era lindo pero sin dudas no era su tipo. Demasiado dramático y complejo para su gusto. Lo adoraba, pero no de otra forma que no fuera amistad.

Y cuando cumplió quince años, cometió otro error. Salía con un chico bastante lindo, compartían clases, tenían la misma edad y era realmente encantador. Seis meses después su gusto por el chico se esfumó. De repente desapareció, sin explicación. Y le costó un infierno romper lo que tenían. Hongjoong dijo que tal vez, le había gustado su apariencia y la química que tenían cuando se veían, pero se acostumbró demasiado a ella que sin darse cuenta, se aburrió. Y segundos después su amigo, en ese entonces rubio le dijo: «Pero no me hagas mucho caso, no sé mucho al respecto. ¿Sabes qué?, mejor ignórame y ya deja de lamentarte y sentir culpa».

En efecto, se había acostumbrado sin darse cuenta.

Su siguiente relación no fue demasiado seria pero por suerte, fue estable y no tuvo demasiadas complicaciones, lo que agradeció.

Cumplidos su diecisiete años, apareció Yeosang. Empezaron de forma vacilante por su propia culpa pero su relación hyung-dongsaeng se encaminó rápidamente y meses después, su menor se le confiesa en una pequeña plaza de mala muerte.

En ese entonces, el chico no le gustaba. Con el pasar de los días y semanas, seguía sin gustarle en lo más mínimo. Era lindo y un encanto, algo tímido pero no tenía muchos filtros a la hora de decir algunas verdades de manera franca. Era tranquilo y relajado la mayoría del tiempo. Básicamente su tipo, a pesar de ello, su corazón no albergaba ningún sentimiento romántico hacia el ahora rubio.

Lo apreciaba y eran unidos, pero no había más. Años atrás no hubo más que eso.

Cuando ingresó a la universidad, apenas y tenía tiempo para respirar, su contacto con el rubio nunca fue demasiado asiduo, pero existía. No se vieron por un largo tiempo y aún cuando el período de vacaciones llegó, seguía siendo devorado por sus tareas, proyectos o estudios para pruebas. Por lo que siguieron sin verse. Y si se veía con Hongjoong, es porque éste irrumpía en su casa sin siquiera llamarle antes. Quejándose u obligándole a que se tome un descanso y coma algo. A veces aparecía solo y dormía dos días en el suelo de su habitación, otras veces traía a su ruidoso novio consigo. Quien se apoderaba de su cama y le sacaba conversación hasta de lo más insignificante. «Necesita tomar sol hyung, comer y pasar más tiempo con Hongjoongie. Sabe cómo es. Lo extraña aunque no lo pronuncie nunca», le dijo un día. Ganándose un golpe poco sentido del nombrado.

Sus irrupciones eran molestas algunas veces, pero al final del día se la pasaba bien y en sus adentros, se los agradecía.

Fue por eso que administró mejor su tiempo y se hizo de un diminuto hueco para poder ver a su mejor amigo, de su parlanchín novio y de los empalagosos amigos de éste. Wooyoung seguía gustando de molestarlo, pero admitió en algún encuentro que le agradaba. Vio a Yeosang de manera frecuente y se volvieron aún más cercanos.

Pasaron los años y considero a aquel complicado trío, como sus amigos. En broma solía decir que en lugar de ser amigo de Mingi, era su cuñado. Conocía por tanto tiempo a Hongjoong que bien podrían considerarse hermanos.

Pero volviendo a la cuestión que hacía de su mente un caos, pasaron nueve años. Y obviamente en el transcurrir de esos años tuvo más relaciones, algunas mejores y otras no tanto. Yeosang las tuvo también, más serias de las que él intentó tener. Aconsejó a su mejor amigo en algunas cuestiones, lo regañó y también regañó a su alto novio. Sorprendentemente Wooyoung recurrió a él por consejos y mera escucha. Hubieron tensiones entre todos y discusiones por nimiedades y por otras un poco más trascendentales.

En resumidas cuentas, pasaron cosas. Muchas. Pero de todas esas complicaciones, la que actualmente se encontraba él transitando, era ciertamente insoportable y una absoluta locura.

¿Qué había hecho él en su vida pasada como para que ahora, luego de nueve años, Yeosang comenzara a gustarle?. Pregunta que llevaba rondando su mente por una semana quizás. No estaba del todo seguro y prefería no estarlo.

Eran buenos amigos y se conocían por bastante tiempo, ¿por qué ahora se interesaba en él?. No tenía sentido. Sin dudas el amor no tenía sentido para él.

—Estás próximo a los treinta, deja de fruncir tanto el ceño o te saldrán más arrugas.

Rodando sus ojos y fingiendo disgusto, el pelinegro apartó su vista del escenario que hace tiempo había dejado de observar y se fijó en el recién llegado. Sonriéndole con sus labios apretados.

—Faltan cuatro años para que cumpla treinta, déjate de tonterías y siéntate.

Yeosang rió y obedeció sin más—. ¿Qué pasa con ese humor?— cuestionó al dejar su móvil sobre la mesa—. ¿Has tenido un día ajetreado? ¿alguien te volvió a dejar, tal vez?— cuestionó con ligera burla, ganándose un resoplido.

—Mi última pareja fue hace nueve meses— murmuró al tomar su vaso de café, probablemente ahora frío—, y todos mis días son ajetreados.

—¿Entonces?

—Un poco de todo.— respondió de manera vaga, encogiéndose de hombros.

Yeosang enarcó una ceja y le observó de manera tendida, muy seguramente analizándolo. Seonghwa se dedicó a beber de lo poco que quedaba en su vaso y no hizo más que aguardar a que el contrario se convenciera de su escueta respuesta.

Yeosang era listo y bastante bueno para analizar a las personas, si había una relación estrecha en el medio, mejor para él. Era buen observador y eso no hacía más que ayudarle.

—No te creo pero lo dejaré pasar.— susurró tras suspirar, quitándose su pesado abrigo para mayor comodidad.

—Gracias, supongo.

El rubio le sonrió—. Varias veces hiciste lo mismo por mí, no agradezcas.

—¿Me estás devolviendo el favor?

—Exactamente.

Seonghwa meneó su cabeza y la comisura izquierda de sus labios se elevó, sonriendo de manera sutil y ladeada.

—Eres increíble.

—Ahora puedo decir que lo sé, gracias.— murmuró con una sonrisa más grande. El más alto no respondió y rodó sus ojos—. Siendo serio y honesto, pensé que volverías a cancelarme.

—Tuve días ocupados, lo siento.

—Pensé que me estabas evitando.

El pelinegro enarcó una ceja, Yeosang era realmente listo. Diría que estaba asombrado pero ya lo sabía. Era verdad que constantemente estaba ocupado, pero en los día que el rubio le mensajeó o le llamó para verse, no. Inconscientemente había fingido estarlo y se negó a verlo por el simple hecho de sentirse idiota y avergonzado por sus nuevos sentimientos.

—Le diré a Hongjoong que deje de juntarse tanto contigo, tontamente se precipitan sacando conclusiones.

—Eso es cruel.

—Es la verdad.— replicó al encogerse de hombros.

—Si hablamos de "verdades"— murmuró al hacer exageradas comillas con sus dedos—, no me junto demasiado con Hongjoong. Lo veo menos que a ti.

—Cierto, pero de igual forma te está contagiando algunas manías tontas que tiene.

Yeosang rió y cruzó sus brazos—. ¿Cómo puedes hablar así de tu mejor amigo?— inquirió al hundirse en su asiento.

—Haciéndolo.— respondió con una fugaz pero burlona sonrisa.

—Eso sonó a algo que Mingi diría— murmuró despreocupadamente, ladeando su rostro—, ¿no estás juntándote demasiado con él?

—Llevo tiempo haciéndolo pero es un tipo agradable.

—De escucharte se habría ofendido.

—Es casi tan dramático como Hongjoong.

Yeosang boqueó y fingió ofenderse por los chicos no presentes—. Eso es grosero de tu parte, se los diré.

—Adelante, no tengo problema alguno.— farfulló, despreocupado por las reacciones de los ausentes aludidos—. Pero antes de que sigamos hablando de cosas sin sentido, ¿piensas ordenar algo o no?

—Siempre tan preocupado por mi salud— murmuró al enderezarse y rodar sus ojos con molestia falsa—, pero es verdad que tengo hambre así que pediré algo.— procedió al tomar el menú allí—. Sigo pensando que deberíamos haber ido al café de Hongjoong.

—Este quedaba más cerca de mi casa.— justificó sin más.

—Somos unos amigos pésimos.

Seonghwa sonrió y asintió para sí—. Hay peores.

—¿Fuiste siquiera alguna vez a «Treasure»?— inquirió al verle, elevando una ceja.

—Por supuesto— aseguró en un agudo tono—, fui cuatro veces.

—San y Mingi han ido más.

—Mingi es su prometido y va a recogerlo cuando puede, además de aprovecharse de eso para coquetearle.— explicó tras bufar—. Y la academia de San queda por la misma zona. Es lógico que ellos lo frecuenten más.

—Eres su mejor amigo.— señaló sin verle.

—¿Y?, me gusta donde compro mi café o desayuno.

—Se ofenderá si te escucha.

Seonghwa suspiró con profundidad y se dijo a sí mismo que el bajo se ofendería más de enterarse que tiene sentimientos por Yeosang y en las dos semanas que les tardó formarse, él no se lo contó. Y quizás se decepcionaría aún más al saber que no tiene intenciones de hacerlo.

Tener secretos entre los amigos no es bueno, y mucho menos si son mejores amigos casi hermanos. Lo sabe, pero prefiere mantener ese pequeño secreto para sí, Hongjoong tiene y tuvo los suyos. Es normal y está bien con eso. Mientras no sean graves o preocupantes, para él está bien tener diminutos secretos. No siempre se puede o debe ser sincero al respecto de absolutamente todo.

Además, él no conoce a nadie que lo sea.

—Lo sé, pero es mera costumbre.— respondió poco después—. Intentaré de ir más, sus tortas son deliciosas.

—Lo son.— aseguró el contrario, asintiendo cortamente—. Tienen un buen repostero.

—Aparentemente.

Yeosang le sonrió y se dedicó a observar el menú entre sus manos con mayor atención. Mientras Seonghwa le observaba de soslayo y fingía ver por el ventanal a su lado. Volviendo a encerrarse en los rincones de su mente sin darse cuenta.

La relación que ahora tenía con Yeosang, era valiosa y realmente la atesoraba como a pocas. Y si en algún momento de esas dos semanas pensó que confesarse era buena idea, que estaba bien arriesgarse e intentarlo. Ahora estaba convencido de que aquello no sería más que una imprudencia demasiado tonta de su parte. No era más que una impulsiva irreflexión, una que lastimosamente no podía permitirse.

Yeosang era feliz, eran buenos amigos y su relación se había compuesto de la mejor forma. A pesar de que le gustara, él no podía ser así de egoísta y simplemente confesarse esperando que las cosas salgan, en su mayoría, bien para ambos.

Si Yeosang no le gustó cuando éste se confesó y sentía algo por él, ahora no tenía sentido confesarse y hacerle pasar una angustia ciertamente innecesaria. Una que tal vez podría arruinar su amistad.

Definitivamente aquello era un gran no. Y si tenía en cuenta que lo haría nueve años después de haberle roto el corazón por no corresponderle, ese «no» debía estar en mayúsculas y brillando con luces rojas.

Él no era así de egoísta y aunque estaba bien serlo de vez en cuando, en esta situación no sería más que desacertado. Y estaba seguro que, paulatinamente habrían dos corazones rotos en lugar de uno.

Era bueno para camuflar sus sentimientos y fingir que nada pasaba, por eso es que nadie se había dado cuenta de sus sentimientos hacia el rubio. Nadie excepto el estúpido y a veces descuidado novio de su mejor amigo. Inconscientemente resopló por lo bajo y se encogió en su asiento. Mingi era más listo de lo que todos subestimaban. Y eso le molestaba, demasiado.

«Cuando te conocí por primera vez creí que Yeosang te gustaba, pero luego me di cuenta que no y que sólo te estabas comportando como un idiota demasiado protector y reservado con respecto al chico. Y ahora que te veo observarlo tan profundamente, puedo decir que eres un idiota desafortunado. Porque ahora sí te gusta». Aquel viernes hace días atrás sí que se había airado con el alto, diciéndole aquellas cosas con despreocupación absoluta mientras se encontraba en su cama y con Hongjoong recostado en su muslo izquierdo mientras dormía. Incluso había echado humo por las orejas y se encontró dispuesto a patearlo fuera de su casa por ser descubierto tan fácilmente y por quien menos esperaba pero: «Hongjoong no está durmiendo bien por lo exigente que le está siendo su café y por estar sobre-esforzándose para que pasemos más tiempo juntos, no debería gritar o armar un escándalo parecido». El muy descarado de Mingi había tenido la decencia de pedirle que se mantuviera calmado o le daría otro motivo por el cual enojarse con él.

Porque al parecer ya tenía dos en la lista y no quería sumar un tercero despertando a su exhausto prometido.

Todos sus amigos eran unos idiotas descarados. Nadie cambiaría su mentalidad, no con respecto a eso al menos.

Y muy seguramente no era el primero en encontrarse en una situación similar, gustándole alguien en semejantes circunstancias y luego de haber atravesado ciertos momentos. Y aunque a más personas les pasara ligeramente lo mismo que a él, todo seguía apestando.

Y por eso mismo aseguraba que el amor apestaba y funcionaba de una forma demasiado retorcida para su gusto. Además de creer y ser consciente de cuán injusta podía ser la vida con algunos.

Era una mierda pero la sobrellevaría. No había nada que pudiera hacer al respecto.






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