Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

❈•≪Extra II. Enamorado≫•❈

«Creo que estoy jodido».

Sin tener cuidado alguno, Mingi se desplomó sobre el sofá de su sala. Resopló y cubrió su rostro con sus manos, doblándose ligeramente hacia delante mientras apoyaba sus codos sobre sus rodillas.

Su mente y él mismo se habían realizado, despejado de una bruma desconocida y tomado verdadera conciencia de la magnitud de sus sentimientos por Hongjoong.

Porque al parecer, se estaba tomando toda la situación muy, muy a la ligera. Y ni siquiera se había dado cuenta.

Porque vamos, la primera vez que vio al pelinegro, indudablemente le pareció lindo. Y aunque no lo hubiera reconocido en voz alta y San hubiera atinado sin mucho esfuerzo, le había atraído también. Eso lo sabía, no tenía dudas al respecto.

Pero se quedó allí, tontamente no pensó que podría sentir algo más trascendental o profundo por su bajo y gruñón mayor.

Tenían química y una muy buena, si ignoraban los momentos en los que chocaban y el pelinegro realmente se enojaba con él, sus interacciones no eran tan malas como éste algunas veces insinuó. Admitía también que él obstinadamente buscaba presionar los botones incorrectos en Hongjoong porque, primero que nada, le divertía crisparlo. Segundo, su expresión era de alguna forma linda cuando le fruncía el ceño o los labios antes de escupirle algún insulto. Y tercero, era un tanto idiota y cuarto, ¿ya dijo que lo encontraba lindo enojado?

Aún así, no pensó que pudiera significar algo más allá de la atracción. Lo encontraba lindo y en efecto lo era, le gustaba molestarlo y era emocionante cuando le hacía frente, se le quedaba mirando más de la cuenta algunas veces e intentaba no hacer demasiados comentarios sarcásticos con tal de que no la pasara tan mal a su lado. Y reiteraba, eso no necesariamente tenía que significar algo más.

Pero había sido un tanto despistado y desinteresado de sí mismo, lo reconocía. Aquella vez que visitó la casa de Hongjoong luego de estar perdiendo el tiempo con San, se dio cuenta que su lo qué se, no era simplemente atracción o mero deseo sexual como había pensado. El futuro universitario le gustaba.

Haberlo sorprendido mientras dibujaba sus labios había sido asombroso porque, era bueno en ello. Pero luego de molestarlo un poco y conseguir tumbarlo sobre la cama y bajo su cuerpo, su corazón se había vuelto loco con sus palabras: «Sólo besos, ¿verdad?». Se veía tan indeciso y caótico, no lo olvidaba. Pero su mirada tímida y algo avergonzada, habían hecho de su corazón un lío. Y compartir un beso descompasado y poco armonioso después de eso, había sido el desastre más colorido y lindo que había visto o vivido nunca. En ese instante pensó que ese chico tal vez le gustaba, incluso quiso decirlo luego de recibir un mascullado «te odio». Pero sus palabras no salieron y honestamente prefirió no hacerlo.

Lo asustaría y sabía que no era correspondido. No era ciego. Además, podría no haberle creído. De hecho, estaba seguro que no habría sido tomado en serio y no lo culpaba.

Y pensando en algunos acontecimientos que vinieron luego, él recordaba de manera vaga, que su gusto por el arisco chico se había tornado, ligeramente más intenso cuando volvió a aparecerse por su casa. Claramente sin avisarle y con la falsa excusa de que estaba aburrido, cuando la realidad, sólo quería verle.

Lo molestó y lo sacó de quicio momentáneamente, por supuesto que lo hizo. Y como los adolescentes hormonales que eran, terminaron besándose. Y aceptaba que quizás, su sangre era un tanto más caliente que la de su mayor, tampoco es que se avergonzara al respecto.

El beso había sido intenso y algo más que bueno, tanto que le provocó una erección al pelinegro. «Delicioso» había dicho él, tanto por el beso como por la semi dureza ajena apretándose contra su cuerpo. No buscaba burlarse o avergonzarlo, pero esto último sucedió de todos modos. Hongjoong apenas se hacía a la idea de que se besaban, ¿cómo podría él concebir que le causó una erección?

Pero el punto era que, luego de aceptar que se iría, se quedó observando por varios y tendidos segundos aquella silueta hecha un ovillo. Algo divertido, lo admitía. Pero también encontró tierno su comportamiento y extrañamente quiso despedirse de una forma más ¿pegajosa?. No tenía idea y sólo besó su mejilla. Consiguiendo que su corazón se emocionara y que sus mejillas ardieran ante el impulso. Y fue así como se dio cuenta que Hongjoong, tal vez le gustaba demasiado.

Y ahora que estaba despatarrado sobre el sofá de su sala, siendo las siete y media de la mañana, podía asegurar que estaba enamorado.

Y no sabía si lo que hicieron la noche anterior tuvo o no que ver con la realización de sus actuales sentimientos, pero maldición que comenzaba a sentirse nervioso y algo inquieto al respecto.

—¿Por qué no estás en clases?

Mingi se sobresaltó y levantó su mirada rápidamente, encontrándose con la inquisitiva de su madre. Ceja elevada y brazos cruzados.

—Oh, acabo de llegar.— informó al despeinar su cabellera, haciéndose hacia atrás hasta apoyar su espalda en el respaldo.

—¿Estuviste con San?

—No yo...— su mirada cayó, repentinamente nervioso. Rascó su nuca y aclarando su garganta, retomó su temblorosa explicación—, papá me dio permiso para ir donde Hongjoong y dormí con él..., ¡en su casa!— aclaró apresurado y algo torpe—. Dormí en su casa.

—Oh— la mujer torció sus pequeños labios en una mueca y asintió, carraspeando con evidente incomodidad—. Iré a preparar el desayuno, deberías ducharte.

Mingi no respondió, desordenó su cabellera y resoplando para sí, se encaminó a su habitación.

⇜✫⇝✫⇜✫⇝✫⇜✫⇝✫⇜✫⇝✫

—Luces ido.— Mingi brincó sutilmente y dejó de revolver sus cereales—. ¿Al fin conseguiste agotar la paciencia del chico ese?— preguntó su padre, tomando asiento a su lado.

El pelirrojo rió de manera breve, divertido con la pregunta. Y reconociendo para sí que tenía un poco de mucha suerte, puesto a que, todavía no agotaba la paciencia completa de Hongjoong. Y esperaba no hacerlo ponto.

—Pensaba.

Su padre enarcó una ceja y revolvió su café con curiosidad evidente y mal disimulada.

—¿En qué?. Si no te molesta precisar, claro.

Mingi le dirigió una rápida mirada a su madre, parecía concentrada en su desayuno pero si se fijaba en sus hombros, estaban tensos y encorvados. Podía fingir que no les estaba prestando atención pero claramente lo estaba haciendo, y tampoco es como si pudiera desactivar su audición a su gusto.

Inconscientemente, sus largos dedos repiquetearon sobre la superficie de la mesa. No quería incomodarla con su charla, sabía que todavía no aceptaba el hecho de que era bisexual, pero él realmente quería hablar con su padre. Externar aquella pequeña y recién surgida inquietud.

—Apúrate hijo, tengo trabajo y tú clases.— pronunció el hombre a su lado, palmeando su hombro tres veces.

—Creo que estoy un poco jodido.

El señor Song bebió de su café y algo confundido, ladeó su rostro.

—¿A qué te refieres?

—Hongjoong— balbuceó al llevarse un puñado de cereales a la boca—, creo que estoy enamorado de él.

El hombre abrió su boca y pronunció un suave «ah», en señal de comprensión.

—¿Y el problema es...?— preguntó al darse cuenta que no comprendía la tímida confesión de su hijo.

—Tú sabes... tenemos buena química y eso.—  farfulló con su rostro caliente—. Y puede que le guste pero, no lo sé.— finalizó al sacudir sus hombros.

—Ya veo— murmuró mientras asentía—, ¿te sientes inseguro?— «sí» fue lo único que su hijo masculló—. De alguna forma te corresponde— animó cuando algunos silenciosos segundos pasaron entre ellos—, en lugar de jugar con su temperamento y de provocarlo, conquístalo o algo parecido.

Mingi boqueó, falsamente ofendido—. Mi estrategia hasta el momento tampoco resultó mal.

—Puedo notarlo, pasaste la noche en su casa.

El de intensas hebras sintió como el calor volvía a su rostro y apartó la mirada, probablemente sonrojado. Entre las divertidas palabras de su padre, danzaba una malicia sugerente y brillante.

No había que ser muy listos para comprender qué se encontraba insinuando.

—Tienes dieciséis años, ¿no estás siendo muy serio al respecto?

Tanto Mingi como su padre dirigieron sus miradas hacia la mujer frente a ellos, uno con el ceño más fruncido que el otro.

Siendo honesto, a Mingi le gustaba coquetear. Ya sea jugando y con sus amigos, o con personas de su interés. Que tampoco tenía una cada dos semanas. Apenas y había tenido dos relaciones lo suficientemente largas como para considerarlas serias, la última siendo un desastre completo. Había tenido sus momentos buenos, no podía negarlo. Pero pronto se tornó compleja, sofocante y ciertamente, una experiencia cargada de desilusiones y algunos dolores de cabeza. Por no decir que su corazón se había llevado algunos golpes también.

Había ligado por el mero gusto de hacerlo, por supuesto que sí. Pero sincerándose por segunda vez, no es algo que hiciera de manera habitual. Tendía a fijarse en una persona y si le atraía o le gustaba lo suficiente, iría seriamente con ella. Pero claro, esto también dependía de qué quisiera la otra persona.

Y sí, tal vez era demasiado serio al respecto a pesar de su edad. Pero tampoco era un mujeriego descarado que ansiaba una nueva conquista. No era lo suyo.

Sólo era él, experimentando y fluyendo en las relaciones a su ritmo. Daba igual si era muy serio, muy lento o lo qué sea, para él estaba bien así.

—¿No fue papá igual?

—Sí, pero...

—¿Es diferente?— se aventuró con una ceja enarcada, prediciendo a dónde iría su madre a parar—. Hongjoong no es un chico para tomar a la ligera— aseguró en un resoplido, levantándose de su asiento—, pero cómo sea. No te interesa saber.— masculló al rodar sus ojos—. Me iré a clases ahora, por si quieren discutir otra vez sobre eso. Nos vemos luego.

Su padre le despidió pero su madre apretó sus labios, tragándose alguna replica tal vez o preparándose mentalmente para lo que vendría. Su padre no tardaría en empezar una discusión con ella apenas estuviera fuera de la casa.

Estaba por cumplirse un año desde que salió de ese metafórico armario que todos usaban, y su madre seguía reticente respecto al tema. Pues bien, su padre podía lidiar con eso y discutir cuánto quisiera con su madre. Él no tenía apuro para que aceptara su sexualidad, la mujer había sido criada en otro tiempo y su mentalidad era lógicamente otra, lo entendía. Pero la tensión era molesta y prefería evitar el tema.

Y en su habitación, dejó escapar una risa amarga ante la compresión de algo más. En su pasado había estado malditamente asustado por la probable reacción de su padre y el hombre resultó ser más abierto de mente. A la vida sí que le gustaba llevarle la contra.

⇜✫⇝✫⇜✫⇝✫⇜✫⇝✫⇜✫⇝✫

—Mingi, te busca un chico.

El susodicho frunció su ceño y miró a su baja compañera con inquisición, pero la chica no hizo más que encogerse de hombros y señalar hacia la semi abierta puerta de su salón.

Resopló y tomó su móvil, tal vez podría mandarle un mensaje a Hongjoong para almorzar con él. Entusiasmado por la idea encendió la pantalla y se percató de un mensaje que había recibido hacía cinco minutos, justamente del chico al que quería ver.

«Si no me golpea comenzaré a considerarme como alguien con más que buena suerte».

—Tardaste.

Mingi se sobresaltó y viró su rostro hacia la izquierda, topándose con un, aparentemente despreocupado Lee de brazos cruzados y recargado sobre la pared tras él.

—¿Por qué se supone que tú me buscas?— preguntó con sus ojos entrecerrados, receloso de la presencia contraria.

—Para hablar.— respondió con falsa amabilidad—. Me sorprende que hayas durado tanto tiempo interesado en Hongjoong.

—Honestamente no debería ni siquiera importarte. No te involucra.

—Me preocupo por un buen compañero.— justificó débilmente.

Mingi enarcó una ceja—. ¿Vienes a recriminarme algo en específico?

—No, sólo a decir que resultaste más listo de lo que pensé.— pronunció con una sonrisa que bien podría ser comprada con una mueca bastante torcida—. Ganaste. Felicidades.

El moreno arrugó su ceño con profundidad destacable, claramente confundido por las ácidas palabras recibidas. ¿Qué se supone que había ganado?, su maquinaria trabajó realmente duro para lograr entender a qué se estaba refiriendo el castaño ante él.

—¿Te confesaste y fuiste rechazado?— conjeturó perspicaz. Lee desvió la mirada y Mingi tomó el gesto como una afirmación silenciosa—. Okay, ya entiendo.— murmuró para sí—. Estás resentido.— afirmó secamente, cruzando sus brazos.

Lee chasqueó su lengua—. ¿Resentido?— inquirió con exagerado sarcasmo, riendo cortamente—. No estoy resentido, estoy disgustado. Me fijé en él primero.— el pelirrojo apretó sus labios, crispándose repentinamente—. Nueve meses siendo gentil, intentando que se fijé en mí y apareces. Robándote su atención de alguna forma que todavía no entiendo.— masculló en un tono bajo y algo tenso—. Y además, ¿cuánto tiempo llevas interesado en él?, probablemente ni la mitad del tiempo que yo.

Mingi nunca antes sintió el impulso de pagarle alguien, tanto como ahora lo estaba sintiendo. ¿Lee siquiera comprendía las palabras que salían de su boca?, porque comenzaba a considerar que no. Eso había sido lo más infantil y estúpido que había escuchado en un tiempo, y Wooyoung era su maldito amigo.

Exhaló con profundidad, calmando la irritación en su sistema. La violencia no llevaba a nada, se dijo con total convicción. No era alguien agresivo y no tenía sentido serlo por la estupidez ajena.

—Primero que nada, tu basura emocional no me interesa.— le informó al sacudir sus tensos hombros—. Segundo, te fijaste en él primero ¿y qué?, ¿escribiste su nombre en una piedra también?— inquirió con algo más que disgusto—. Por si no te das cuenta, Hongjoong es una persona. Tú y yo no estábamos compitiendo por él, porque no es un maldito premio ¿de acuerdo?

—No dij...

—Claramente no escuchas lo que dices— interrumpió secamente—. Sólo piérdete por ahí Lee y no molestes.— expresó con evidente fastidio—. Y de paso madura tu pensamiento, porque veo que te hace falta.

No esperó una respuesta. No le interesaba tenerla y su paciencia se había esfumado.

Aprovechando que los pasillos se encontraban desiertos, apresuró su andar. Hongjoong le había mandado un mensaje hace unos cuantos minutos y no quería hacerle esperar más. Apreciaba su vida. Y cuando divisó la puerta de su salón, dio una zancada no muy extensa y cogiendo una gran cantidad de aire, ingresó.

—¿Sabe bien?

Sabe que su presencia pasa inadvertida cuando el pequeño cuerpo del más bajo, brinca en su asiento, claramente sorprendido. Para sus adentros, sonríe. Reconociendo que le pareció divertido y algo tierno, pero no demasiado.

—Sabe bien.— aseguró cuando volteó su rostro, viéndole—. Pensé que no vendrías.

Mingi se dedica a observarlo por unos silenciosos y casi fugaces segundos, intentando deducir si suena crispado o disgustado por su tardanza, pero en su voz no hay más que tranquilidad.

Intentando de imitar su mismo estado de quietud, sacude sus hombros y camina hasta su asiento. Decidiendo rápidamente en responder a sus preguntas con pequeñas mentiras. No quiere hablar de Lee y su reclamo estúpido y tampoco quiere hablar de lo airado que le dejó su madre. A su mayor poco debe interesarle saber de eso.

—¿Qué tal te sientes?— cuestionó cuando las preguntas hacia su persona desaparecieron.

Sus oscuros ojos observan como el blanco rostro de Hongjoong se incendia en un sonrojo que bien podría ser un intenso rubor, y cómo su mirada se escapa de la suya.

—Le pastilla cumplió su función.— masculló algo torpe y avergonzado.

Mingi no tiene idea si es la primera vez que piensa en Hongjoong como alguien tierno o no, pero tampoco se preocupa demasiado.

—Bien. No sabía si te gustaba el café, por eso el agregado a canela...

—Sabía bien— le aseguró, interrumpiendo sus palabras—, ¿por qué actúas raro?

El pelirrojo se sorprendió por la pequeña pregunta e inconscientemente ladeó su rostro. ¿Estaba actuando raro?

—No est....

—Lo estás.— afirmó al instante, tragando lo que aún hubiera en su boca—. Luces ¿nervioso?— Hongjoong dudó, meneando su cabeza—. Inquieto.— se corrigió a sí mismo, más convencido—. ¿Por qué?

Mingi no se sentía inquieto..., bueno, estaba haciendo su mejor esfuerzo para fingir que no. Pero el chico a su lado se veía ¿lindo?, ni siquiera tenía idea de qué estaba pensando, sólo quería tocarlo. De todos modos, ¿eso tenía sentido?

Le gustaba el contacto físico, con sus amigos y con personas que le gustaran. Ya sea brindarlo o recibirlo. Así que, su mente le dijo que de alguna forma, su cosquilleante impulso tenía sentido.

—Quiero tocarte.— confesó sin más, escogiéndose de hombros. ¿Para qué mentirle?. Lo observó con expectación y Hongjoong no hizo más que voltearse y comerse otro panecillo, huyendo de su mirada—. ¿Querías verme por algo en especial?

Esperó por una respuesta que nunca llegó, en palabras al menos. Tomándolo por sorpresa, Hongjoong se levantó de su asiento y sin sonrojarse, tomó asiento sobre sus piernas. Y la sorpresa no terminó allí, le dio de comer en la boca.

Su corazón se saltó más de un latido en ese instante. Aquello había sido inesperado y le asombró que su cabeza no colapse o que su capacidad comunicativa no se vea afectada de alguna forma.

—Supongo que no quieres decirme.— murmuró mientras mastica y se atreve, luego de un pequeño debate mental, a colocar sus manos en las caderas impropias.

—Supones bien.

—Tampoco me estoy quejando.— aseguró al sonreírle.

Hongjoong enarcó una ceja y pareció exasperado—. ¿Querías tocarme, no?

No es cómo su mente lo había imaginado, si era sincero. Con tocarlo se refería a abrazarlo y por supuesto que a besarlo también.

—No es lo que tenía en mente.

—Hazlo como tenías en mente, entonces.

Y evidentemente aquella contestación le sorprendió, pero no reparó mucho en ella. No era el momento y no tenía ganas. La hizo a un lado como hizo a un lado el furioso palpitar de su emocionado corazón.

Simplemente se estiró lo suficiente como para que sus bocas se tocaran.

En momentos como esos, cuando sus labios negaban a romper la conexión que estaba compartiendo, es que Mingi deseaba que la necesidad por respirar no existiera. Pero no podía ignorarla y el momento de apartarse estaba siendo sofocantemente notorio como insistente.

Sus labios se presionaron con mayor insistencia en los del pelinegro, queriendo prolongar la inminente despedida y cuando ésta llegó, se llevó otra sorpresa. Hongjoong se había atrevido a clavar sus dientes en su labio inferior, y maldición que aquello le había gustado demasiado.

—Así sólo haces que quiera tener sexo contigo.

No es verdad, pero ver a su mayor quemándose en un rojo tan intenso por la vergüenza es satisfactorio y hace que la pequeña mentira valga la pena.

—Pervertido.

Se ríe, más enternecido que divertido y concuerda. Es un pervertido como no tiene idea y tal vez, si las cosas salen tan bien como él mismo y su corazón, inconscientemente anhelan, podrá comprobarlo. Una parte al menos.

—No tienes idea.

El silencio los envuelve poco después y las palabras ya no transitan entre ellos, no son necesarias. El ambiente se siente relajado y lo suficientemente cómodo como cálido, que a ninguno le interesa romperlo.

Hongjoong se mantiene sobre sus piernas, sereno y con la mirada gacha mientras come. Eso le asombra, él pensaba que se bajaría pero no, allí está. Alimentándolo de vez en cuando.

Su corazón vuelve a enloquecer porque, ¿cómo no hacerlo?. Su gesto es cálido y el momento que comparten, ciertamente íntimo que le gusta. Realmente le fascina y se encarga de que su memoria lo guarde. Hongjoong no es de comportarse así, lo sabe y sin él esperarlo, su olvidada inquietud aparece.

Está enamorado, lo tiene más que claro ahora. Y si las cosas se joden de alguna manera, va a terminar con el corazón roto.

Sus ojos observan a Hongjoong comer en silencio y se decide por ignorar su inquietud, si las cosas salen mal, que lo hagan. Lo vale. Y de todos modos, la felicidad absoluta no existe. En ella hay grises como sombras. Antes, ahora y siempre. Lo tiene asumido y está bien con ello.






~

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro